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el domador de tigres y leones hasta sus payasos en zancos improbables, desde elefantes hasta caballos y camellos: un universo colorido y un caleidoscopio de colores que aumentan la admiración y también el compartir, el esfuerzo y la habilidad con el principio fundamental de la comprensión y la convivencia. Como siempre, es el diario que atrae la atención de Botero: el contorsionista que realiza su rutina de entrenamiento, la máscara de payaso y el payaso sobre pilotes largos, el entrenador rodeado de sus leones, porque la reconstrucción de estos gestos simples caracteriza su manera de reconstruir el universo y de volverlo a nuestra admirada atención. Y si la Trapecista (2007) (Foto 14) difícilmente será capaz de hacer los cambios que se esperan en el aire, no importa. Ella está allí, por siempre suspendida junto a los sueños que nunca podrán caer. Y todos estamos unidos al mismo deseo común de sobrevivir que Botero dispensa con desmedida perseverancia. También acompañan la producción artística de Botero la naturaleza muerta que desde el principio tiene un papel importante en su trabajo y se alimenta con la continuidad regular de la seducción de una imagen que va mucho más allá de la simple composición de frutas y de los objetos en RUBENS Y SU MUJER / 2005. una mesa; llega a ser a veces un mundo real propio, rico y diverso, que se Óleo sobre tela. 205 x 173 cm. (Foto 11) rige por reglas muy estrictas. “Cuando pinto una manzana o una naranja, sé que se podrá reconocer que es mía y que yo soy el que he pintado, porque lo que quiero es dar a cada elemento de la pintura, incluso el más simple, una personalidad que viene de una convicción profunda“. Aquí el problema de la forma de Botero es dar una imagen auténtica, incluso a objetos inanimados. En sus bodegones las formas proporcionan un efecto narrativo y espacial al anular cualquier posible conflicto de tipo realista. Las naranjas o las manzanas realmente se muestran como tales, al igual que las garrafas o las mesas, más allá de la expansión acentuada, expansión volumétrica. En este contexto interviene el color como elemento oportuno de equilibrio más refinado. A partir de estas pinturas surgen también los cánones del “clasicismo” de Botero, al sumarle la sensación de un recuerdo nostálgico que expande ciertas emociones relacionadas con el pasado de cada uno de nosotros, se pueden disfrutar en obras como Naturaleza muerta con frutas (2000) (Foto 15 ), que se deriva de las composiciones equivalentes particulares del clima concebidas en el siglo XVII por el explorador español Francisco de Zurbarán a tocar entonces a Paul Cézanne, capaz de infundir una fuerte personalidad, si así se puede decir, incluso a una manzana que conquista la escena. Las obras de Botero en su conjunto, por lo tanto, se valen de un perfecto equilibrio entre las formas, conceptos y sentido nostálgico. Formas en particular que deben conquistar armónicamente los espacios; los conceptos encuentran la adecuada traducción en los resultados expresados ​​en el lienzo, y la nostalgia es un valor maravilloso añadido porque transfiere el clima de cuentos de hadas de los eventos contados, en el sueño perdido de la infancia y porque es la recuperación mágica de una dimensión perdida con la negación de la inocencia. Los desnudos hechos por el artista son un ejemplo de este INFANTA MARGARITA TERESA / 2006. propósito. Principalmente se reflejan en los volúmenes de Óleo sobre tela. 205 x 176 cm. (Foto 12) 20

extraordinaria gracia femenina a pesar de la abundancia de cuerpos rubensianos, las historias parecen estar inmersas en una especie de Edén primitivo que no incluye la maldad y el pecado, y por consiguiente, los mismos comportamientos gozan de una naturaleza que nos hace acoger como evidente el clima en el que se desarrollan las escenas. Y esta es una de las prerrogativas de Botero: el espectador se siente en sintonía emocional con las imágenes, sumergidas en el lamento de no revivirlas en la realidad. Fascinante Adán y Eva (2005) (Foto 16), que se observan con LA CORNADA / 1988. Óleo sobre tela. 165 x 206 cm. (Foto 13) asombrosa ingenuidad mientras son atacados por la serpiente en llamas, que se asoma repentinamente desde lo alto como un dardo de fuego tentador, mientras Mujer sentada (1997) (Foto 17) ofrece sus matronales características que llenan de luz carnal el espacio limitado. Dos maneras de enfrentar la historia con la conciencia de los ritmos y medidas: una reunión de gestos redondos y digresión poética en el primer caso, una relación de tensiones volumétricas en el segundo. No falta la ironía en Recién casados (2010) (Foto 18) y en la Noche de bodas (2010) (Foto 19). El contraste es evidente, y el color cromático, entre el hombre totalmente vestido y la mujer totalmente desnuda, se ve resaltado por el comportamiento natural de la pareja, con excepción erótica en el segundo caso, que relaciona al marido culto en el acto de probar, puede ser, en sentido solo comestible, el fruto de tanta abundancia. Pero es sobre todo en las escenas de la vida latinoamericana que Botero, recuperando a través de un viaje por la cultura de sus orígenes, recuerda momentos y emociones nunca perdidos y da lugar a imágenes de gran belleza y verdad. “Encontramos en mi pintura un mundo que conocí cuando yo era muy joven, en mi tierra. Es una especie de nostalgia de la que he hecho el aspecto central de mi trabajo. [...] He vivido quince años en Nueva York y muchos años en Europa, pero esto no ha cambiado nada de mi carácter, mi naturaleza y mi espíritu latinoamericano. La comunión con mi país es total”. Para el joven NATURALEZA MUERTA CON FRUTAS / 2000. artista colombiano los puntos Óleo sobre tela. 128 x 158 cm. (Foto 15) de referencia no podían ser otra cosa que mesas y esculturas policromadas de arte colonial, lenguaje directo y esencial y del arte popular en cuanto a la pureza de la forma del arte precolombino. Elementos que aún están en su pintura, caracterizando una poética refinada durante décadas, pero en las que el patrimonio cultural lleva la misma inmediatez y fuerza narrativa. Escenas de la intimidad de la familia, de la vida social, de la actividad y del descanso, del placer y de la violencia, de los vicios y de las virtudes que coexisten naturalmente. Nos encontramos ante un gran fresco colorido en el que la vida no se detiene, donde se puede degustar este, consciente de sus orígenes y de su condición. Como siempre, sus personajes carecen de estados de ánimo extremos o TRAPECISTA / 2007. Óleo sobre tela. 178 x 100 cm. (Foto 14) de conflicto, no llevan en sí sentimientos de alegría o de tristeza: son figuras 21


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