Luz del mundo (Benedicto XVI - Peter Seewald)

Page 39

Luz del Mundo – Benedicto XVI En ocasiones viene con ellos también la madre o una hermana o un amigo, que quiere decirme una u otra cosa. No se trata entonces de visitas oficiales, sino con acentos muy personales. Como es natural, también la comunidad doméstica papal es muy valiosa para mí. A ello se agregan las visitas de amigos de los viejos tiempos. En suma, podría decir que no vivo en un mundo artificial de personalidades cortesanas, sino que, a través de muchos encuentros, comparto de forma muy directa y personal la vivencia del mundo normal de esta vida cotidiana y de este tiempo. ¿Sigue el papa diariamente las noticias? También, por supuesto. En la historia se ha dado ya una coexistencia de papa y antipapa. Pero raras veces -o tal vez nunca aún -ha habido dos sucesores de Pedro cuyos pontificados se hayan fundido tanto hasta formar en cierto modo una suerte de pontificado del milenio como lo han hecho Juan Pablo II y Benedicto XVI. A su predecesor le importaban desarrollos erróneos de la sociedad a nivel global, en particular en Europa del Este; hoy, el acento recae más en la Iglesia misma. ¿Podría decirse que aquello en lo que Juan Pablo II y Benedicto XVI se diferencian es precisamente en lo que se complementan a la perfección? ¿Cabría considerar que, de algún modo, el primero aró y el otro siembra, el uno abrió y el otro llena? Tal vez seria demasiado decirlo de ese modo. El tiempo sigue su curso. Entretanto hay una generación nueva con problemas también nuevos. La generación del 68, con sus peculiaridades, se ha establecido y ha pasado. La siguiente generación, más pragmática, está también envejeciendo. Realmente, la pregunta hoy es: ¿cómo nos manejamos en un mundo que se amenaza a sí mismo, en que el progreso se convierte en un peligro? ¿No tendremos que empezar de nuevo con Dios? La pregunta por Dios se presenta otra vez de una forma diferente en la nueva generación. También la nueva generación eclesial es distinta, es más positiva que la generación de la ruptura de los años setenta. Usted inició su pontificado con el objetivo de dedicarse a una renovación interna de la Iglesia. El papa «tiene la responsabilidad de hacer que esta Palabra {de Dios} siga estando presente en su grandeza y resonando en su pureza, de modo que no la alteren los continuos cambios de las modas». En su libro sobre Jesús dice: «La Iglesia y el individuo necesitan siempre de nuevo purificación. ( ... ) El que se ha hecho demasiado grande tiene que ser retrotraído nuevamente a la sencillez y la pobreza del Señor». En el ámbito empresarial se diría: regreso al origen, a la competencia central. ¿Qué significa concretamente esta renovación interna para su gobierno? Significa encontrar dónde se están arrastrando cosas superfluas, cosas inútiles. Y, por el otro lado, averiguar cómo se puede lograr mejor la realización de lo esencial de modo que seamos realmente capaces de escuchar, vivir y anunciar en este tiempo la Palabra de Dios. El Año Paulino y el Año Sacerdotal fueron dos intentos de dar impulsos en ese sentido. Llamar la atención sobre la figura de Pablo significa colocar ante nosotros el evangelio en su vitalidad, sencillez y radicalidad originarias, hacerlo nuevamente presente. El Año Sacerdotal, justamente en el tiempo en que el sacramento del orden aparece tan enlodado, debía exponer de nuevo en su belleza la misión inconfundible, singularísima de este ministerio, a pesar de todos los sufrimientos, de todo lo terrible. Hemos de procurar 39 de 99


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.