Disfemismo issu

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Carta del editor

EDITOR

CARTA DEL

Colombia es un país con ciertos cánones de preferencias por parte del público a la hora de escoger una revista, chismes, moda y actualidad son solo algunas de ellas, sin embargo, aún entre las alternativas (impresas al menos), tampoco se consigue una propuesta más arriesgada básicamente porque el público en general rechaza y censura este tipo de propuestas transgresoras, el mismo medio al que pertenecen es responsable de ello, ya que muchas revistas lo que provocan con estas propuestas es una explosión de amarillismo, debido a esto el colombiano promedio ha creado sus propios parámetros sobre lo aceptable y lo prohibido en el humor y en el mundo editorial. A partir de esa premisa surge Disfemismo, como una propuesta que busca presentar su propia estampa en los medios tradicionales, estampa que por cierto, tiene forma de bofetada hacia esos nichos de humor que se han formado con sólidas bases en la mente de los lectores con el paso de las décadas. Disfemismo quiere cambiar la forma en que es percibido el humor negro y los artículos transgresores, pues la sátira nos parece un medio eficaz para presentar ciertos tópicos a un público que normalmente no le motivaría profundizar sobre el tema. Lo anterior es muy importante para nosotros pues tenemos que generar interés en los universitarios hacia las problemáticas sociales, tema principal de nuestra revista, y realidad que pareciera ser ignorada por los jóvenes. Aún así, lo anterior dicho ya fue conseguido hace unos años por el programa de televisión “El siguiente programa” que trataba al igual que nosotros problemas que aquejan día a día a la sociedad colombiana, pero inyectando una sobredosis de sátira, ironía y doble sentido generando adeptos que aún al día de hoy lo recuerdan. Tal vez la propuesta de este programa fue muy arriesgada, puede que hayan sido pioneros y se lanzan a un mercado sin previo conocimiento de la recepción del público, pero vivimos otros tiempos y el equipo de Disfemismo identificó la existencia de varios colectivos de personas que operaban en redes sociales principalmente cuyo motor era simplemente disfrutar del humor negro; al observar estos grupos nos encontramos con que la mayoría de sus miembros son jóvenes universitarios, los cuales más allá de compartir su humor tienen en común un alto sentido crítico y rechazo por los medios tradicionales.

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Editorial

Juan Betancourt, 2017 Editor Juan Cárdenas, 2017 Editor

Coordinación

Mónica Reyes

Revisión

Mónica Reyes

Fotografía

Juan Betancourt

Ilustración

Juan Cárdenas

Diseño de portada

Juan Cárdenas Juan Betancourt

Impresión

Zona Quick

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito. BogotáD.C – Colombia Impreso en Colombia

Juan es un diseñador gráfico, un poco bajito para su edad, el cual se propuso agregar un poco mas de humor a la vida, logrando una conmbinación de satira y realidad; concentrandola en “DISFEMISMO”

Juan Camilo Betancourt Rios Juan es un diseñador gráfico, algo sorprendente tomando en cuenta que está medio ciego, aunque le ayuda a ver las cosas más abstractas. Al ser un amargado le da a “DISFEMISMO” gran parte de su humor negro.

Juan David Nieto Cárdenas



cont opinion entrevistas a Julio Cesar “el matador” págs 8-9 “Kanny” pág 10

politica peor para todos Le doy en la cara marica págs 13-14 Los de arriba arrodillan y callan a los de abajo pág s 15-16 Limpiar las calles de tinta, putas, ñeros y maricas págs 17-18

violencia maltratos y risas

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Un rosario para ese conejo págs págs 21 - 22 Sentadas en la nota pág s 25-26 Perdistes cicla pág 28 Miradas que enamoran págs 29-30


tenido Drogas Los trips de papa Me metí un ácido y fui a la misa del papa. Spoiler vi a Dios. págs 33-34-35 Infografía periqueros pág 36

prostitutas y trans vergas y venereas Le pagué a una prostituta para que tuviera sexo con mi hijo discapacitado pág 39-40 Imaginate ser trans y negra pág 41-42 Bonus pág 43

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Opinio 7


on

Entrevistas

El Julio Cesar de los

mamertos Entrevista a “el matador”

El caricaturista, cuyo nombre original es Julio César González, nos concedió un poco de su tiempo para cuestionar el periodismo, la radio y la caricatura. Es un torero de la política: persigue corruptos, políticas torcidas y personajes absurdos de la cotidianidad colombiana para llevarlos al papel, sacarles la piedra y decirles “oleee”. Su pasión es tomar todo con risas denunciantes y educar políticamente a los colombianos por medio de sus trazos. Es un Matador de la caricatura. Su nombre real es Julio César González, vive en Pereira y se rehúsa a pasar temporadas en Bogotá. Ahora, presente en el Carnaval de Artes de Barranquilla como invitado especial, aceptó hablar con nosotros sobre periodismo, eutanasia y mamarrachos. Disfemismo: Julio, ¿alguna vez ha sido víctima de la censura? No, nunca. En los medios que he trabajado nunca me han dicho algo para no publicar una caricatura. Yo creo que, como lo que uno hace lo hace con humor, éste permea mucho este tipo de cosas. La gente no se lo toma tan en serio como una columna de opinión. ¿Ni en El Tiempo? En El Tiempo no he tenido ningún tema vetado. Obviamente el público de este periódico no es el mismo que el que por ejemplo lee Soho. Ahí uno puede pintar pipís, tetas, vaginas, lo que sea, cosa que no se podría hacer en un periódico como El Tiempo. Aunque sí he dibujado varios desnudos. Actualmente usted es el caricaturista que más se ve en las redes sociales, tal vez el único, ¿a quién más hay que mirar? Yo creo que todos mis colegas tienen su estilo y su forma de ver el mundo. En cuanto a los nuevos talentos, la caricatura está pasando por un momento crítico porque las nuevas generaciones no están leyendo. La producción intelectual no es muy buena. Hay que leer. De los caricaturistas internacionales, me gusta mucho Liniers, me gusta Montt. Y en Colombia, aparte de los clásicos que son Vladdo, Caballero, Osuna, me gusta mucho el trabajo de Betto el de El Espectador y de Bacteria. Todos son dignos de admirar. Tengo entendido que la relación con Vladdo no es muy buena. ¿Qué tan cierto es esto? Yo con Vladdo no tengo problemas. En el gremio de los caricaturistas somos muy poquitos. Y muchas veces uno habla mal del uno otro habla mal del otro. Pero yo en ese sentido me siento muy afortunado de vivir en Pereira. Yo nunca llevo al plano personal lo que pasa. No se si me quieren o no me quieren. Hay más lío en los chismes que puede armar la gente. Yo a Vladdo lo admiro mucho como caricaturista. Pero en cuanto al programa que hace, el de noticias, no sé… me quedaría mejor con su faceta de caricaturista.

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Entrevistas

¿Por qué la caricatura está pasando por un momento crítico? ¿Cuál es el futuro de la caricatura en Colombia? Veo un panorama muy negro. Las nuevas generaciones tienen un déficit intelectual grande. Y eso se puede mejorar con la lectura, con la historia. Todos quieren ser famosos ya, pero no tienen el ejercicio de leer. Ser caricaturista es una profesión de largo aliento. Otra cosa que está pasando es que hay muy pocos medios, antes había más periódicos. Ahora como todo es digital usted puede publicar sus cosas en Internet pero obviamente nadie le va a pagar por ellas. El panorama no lo veo muy claro porque hay gente con talento, pero al talento hay que meterle mucho trabajo para poder surgir y hacer cosas buenas.

Con el surgimiento de Internet, la gente ha empezado a hacerse oír a través de memes que también tienen la función de denuncia con humor. ¿Son los memes una amenaza a la caricatura?

Entonces, ¿cuál considera usted que sería la función del caricaturista hoy en día, que busca conseguir? La función siempre ha sido la misma que la del periodista. Es decir, desde una perspectiva crítica, ser una voz que denuncia muchas cosas. Es el ojo vigilante de los políticos corruptos. A parte de eso, es tratar de decir todo con humor que es lo que más bonito de la caricatura. Si usted puede —a través de un dibujo— comunicar una noticia o puede dar su posición frente a eso, tiene que hacerlo con humor. Y la caricatura siempre va a estar en contra del poder. Siempre está del lado de los menos favorecidos, de los más débiles, porque hacer humor a favor del poder, no es gracioso, eso sería como ser un lambón de mierda.

Usted ha sido testigo de estos dos tipos de periodismo: el de Daniel Samper Pizano, su mentor, y el actual, el de las redes y la inmediatez. ¿Cuáles han sido las enseñanzas de este proceso?

No, para nada. El meme es un recurso para hacer humor de la gente que de pronto no tiene la habilidad de dibujar. Y hay unas ideas buenísimas. La gente se apropia de esos mamarrachos y con eso produce humor. No es una amenaza porque el caricaturista como tal ya tiene un oficio. Se podrían hasta complementar. Hay otra cosa con los memes que no habla mal de ellos, pero sí habla mal de los medios. Uno ahora abre un periódico y (pongamos un evento)ve por ejemplo la eliminación de Millonarios. La noticia dice: Millos, los 10 mejores memes de su eliminación. Eso es una chanza para una para un periódico es inadmisible. Este es el mundo que nos tocó.

En cuanto al humor, siempre ha sido transgresor. Tanto el de Daniel papá, como el de Daniel hijo. Es un humor muy inteligente, a los dos los admiro muchísimo y les tengo mucho cariño, lo único malo es que son hinchas de Santa Fe. Otro problema es que en las salas de redacción ya no hay gente vieja escuela que sepa como es el periodismo de verdad. Y los periodistas ya no salen a la calle, eso es gravísimo porque el mundo sucede afuera. En la caricatura, la cuestion ha sido siempre tener los oídos abiertos para escuchar al mundo, para escuchar esos pequeños susurros de comedia que da la vida misma. Y hay que traducir todo lo que uno escucha en una opinión que forme oyentes que se nutren de En cuanto al periodismo, los problemas esa información.

Supe que entró a Blu Radio en las mañanas.

del periodismo actual o de los periodistas actuales recaen en que primero están graduando gente que no sabe leer ni escribir. Segundo, no hay los suficientes medios de comunicación que los reciba a todos. Tercero, los medios de comunicación recogen esa gente joven y los ponen de practicantes a los cuales no les pagan casi nada. Eso se ve en todo el trabajo que hacen.

Yo ahora estoy como en un limbo. A través de un periodista me propusieron estar en Mañanas Blu. La semana pasada arrancamos el miércoles, estuvimos en la mesa de trabajo, jueputa, y yo estaba más asustado que un putas. Y pensaba “marica, qué hago acá, todo el fin de semana hablando de Shakira”. Yo soy muy bueno para hablar así… para hablar mierda y uno se ríe y mama gallo.

Muchos afirman que su rival ahora del rating radial sería Vicky Dávila. Estamos en horarios diferentes entonces no seríamos rivales. Pero la gente asocia eso. Por ahí vi en Twitter que nosotros éramos el contrapeso al programa de Vicky y no es así. La franja de nosotros empieza a las 10 de la mañana y termina a las 12 y la de ella empieza cuando la nuestra acaba.

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Julio, una pregunta más personal. ¿Cómo es tomar la decisión de que un ser querido muera para que no sufra más?

Le cuento un chisme: hoy en Medellín le practicaron la eutanasia a una señora que tenía parálisis en el cuerpo. Ellos me contactaron hace como 15 días porque querían que yo les hiciera una caricatura en homenaje a ella. Eso es como un salpicón de sentimientos. Por una parte a uno nunca le enseñaron a enfrentar la muerte y uno piensa que los familiares se van a quedar ahí por siempre. Yo creo que fue lo más duro que nos ha tocado en la familia, pero créame que también es lo más bonito. El hecho de usted decir “yo voy a apoyar a mi papá para que él muera y acabe la tortura que tiene”, es un acto de amor. Uno es egoísta porque uno no quiere sentir el dolor de la partida de alguien. La gente me habla muy bien de mi papá. Siempre son palabras de admiración y de orgullo. La gente hasta me abraza por esa decisión que él tomó.


Entrevistas

Si es rapero entrevista a

es negro

“Kany”

y canta en transmi El rapero nos cuenta como en Bogotá también se vive una guerra. Ya han pasado 22 años desde que Kany, Kaiser y Ata, tres hermanos del barrio Las Cruces de Bogotá lanzaron El Ataque del Metano, un álbum de rap que se presentaba como “un ataque frontal contra todo lo establecido”. Eran ocho canciones grabadas en casete que en conjunto formaban un retrato inédito, hiperrealista y transgresor de la vida en los barrios pobres de Bogotá.

Desde entonces La Etnnia se ha convertido en un hito de la música alternativa y su álbum debut en un clásico que abrió la puerta a nueva forma de narrar una realidad no tan nueva: la de la guerra en la ciudad. A la fecha, se mantienen vigentes en todas las rocolas al sur de las calle 26 y capaces de llenar cualquier escenario en el país y hasta en el exterior. Pero estos tres hermanos siguen viviendo en una casa marcada con el número 5-27 en las empinadas calles de Las Cruces. ¡Pacifista! habló con Kany sobre la guerra que se vive dentro de las ciudades en pleno proceso de paz.

La vida en el ghetto, la canción más famosa de El Ataque del Metano, pinta un panorama violento y sin oportunidades para la juventud de los suburbios en las ciudades colombianas. Si tuvieran que volver a escribir esa canción en 2017, ¿sería la misma?

Kany: Sí, yo creo que sería la misma porque igual lo que narra el video y lo que la letra dice son cosas que no han cambiado y no van a cambiar porque son problemas que trascienden la fibra de los barrios: la prostitución, la guerra y las mulas del narcotráfico. Esas son cosas que quedaron plasmadas en esa canción y que siguen siendo reales en muchas partes. Hoy sería la misma radiografía.

Si la vida en el gueto no ha cambiado, ¿la gente del gueto, tampoco?

Lo que pasa es que la presencia del estado en esas zonas no se ve mucho. Y si no se ve de frente esa presencia pues lógicamente la gente va seguir siendo lo mismo. Uno se pasa por los morros del sur de Bogotá hoy y ve casi lo mismo que hace veinte años.

Eso de que el Estado no hace presencia se dice mucho acerca del Caquetá, de Chocó, de La Guajira y otros lugares remotos.

¿Cómo explica usted que eso pase en la capital del país?

Yo no puedo explicárselo. Pero sí puedo decirle que por esos morros tampoco pasa nunca la caravana presidencial.

“A Bogotá llega mucha gente que andaba por ahí sicariando en otras partes y viene a camuflarse en los barrios populares”

¿Entonces para usted las dos realidades, la de los lugares más apartados del país y la de los guetos de la capital son similares?

Lo que yo estoy tratando decirle es que hay varias violencias y que a veces terminan encontrándose: allá en el Caquetá, en el Putumayo y toda esa parte hay gente que se enfrenta a la guerrilla, al paramilitarismo y que terminan por huir a la ciudad. Y aquí no llegan pues a los mejores barrios. Ellos llegan con una violencia y aquí se encuentran con otra que de pronto hasta se siente más, la del vicio y la falta de oportunidades. Entonces esas violencias chocan y hasta se multiplican. Entonces comienzan a montar su ley, la que traen de afuera, pero aquí ya existen otras leyes y ¡pum!, se estrellan. Entonces hay una matanza por ahí en un barrio y eso es lo que sale en los medios, las tales “vendettas”. ¿Cuáles “vendettas”? Eso lo que es el encuentro y la explosión de varias violencias.

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Politica

Le doy

en la cara

marica

“A propósito de uno de los últimos trinos del expresidente, Álvaro Uribe, nos preguntamos si no llegó la hora, también, de pacificar el lenguaje”

de trinos, insultos y blasfemias

Varios Políticos nos dan un buen ejemplo de como atarcarlos por twitter Este artículo comienza con una mirada al rencor de los políticos. Basta con buscar declaraciones y trinos para encontrar ejemplos que reflejan, según expertos, algo profundo y preocupante: el encono implícito en la retórica que utilizan los dueños del discurso público. En abril de 2014, Jaime Restrepo, Presidente de la Asociación de Víctimas de la Guerrilla Terrorista, le respondió unos trinos a Iván Cepeda, Senador del Polo Democrático Alternativo, con el siguiente desafío: “A mí no me difama más guerrillero asqueroso dígame dónde y cuándo y cuadramos esto. Escoja el arma. Espero respuesta?”. Ver los comentarios de los seguidores sirve para entender el impacto que generan mensajes como este. El 17 de septiembre, tuvo lugar el debate de control político al expresidente Álvaro Uribe Vélez, por presuntos vínculos con el paramilitarismo y el narcotráfico. En él, Claudia López, Senadora de la República de Colombia por el partido Alianza Verde, lanzó una fuerte expresión: “Qué vergüenza da ver a un expresidente de la república huyendo a las carreras por los corredores del congreso, como sanguijuela por alcantarilla”. Pero el ex mandatario no se queda atrás. A través de los medios de comunicación y principalmente en su cuenta de Twitter, Uribe ha tildado, sin reparo, de “sicarios” “solapados” “mentirosos” e “hipócritas” a algunos de sus contrarios. Este domingo, por ejemplo, tras una columna en la Revista SEMANA de Antonio Caballero, lo calificó de: “socialista, rico, resentido, contemplado”.

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¿Y por qué debería importarnos esto? Simple. Difícilmente alcanzaremos la paz si nuestros líderes de opinión y la ciudadanía no entienden que la reconciliación inicia pacificando el lenguaje. Casos como la antigua República Federal de Yugoslavia, Chile o Sudáfrica ejemplifican que la retórica debe cambiar para lograr procesos de reconstrucción social sostenibles.Antanas Mockus, uno de los mayores referentes de cultura ciudadana en Colombia, asegura que no podemos hablar de convivencia humana sin referirnos al uso del lenguaje, que puede ser o muy destructivo o muy constructivo. Algunos lingüistas y sociólogos han enfatizado en alertar sobre la importancia de la forma en la que se comunican aquellas personas con el poder suficiente para influir en las masas, porque su discurso construye los imaginarios sociales y tiene el poder de moldear la percepción que tenemos unos de los otros. Al respecto, Ximena Botero, Coordinadora general de Reconciliación Colombia, asegura que es problemático que el discurso público motive a los colombianos a referirse al otro no como colombiano, no como ser humano, sino con adjetivos que resulten en más violencia cotidiana y de convivencia. Ésto no recae únicamente en los líderes de opinión y debe ser un elemento transversal en la cotidianidad de los colombianos, lo cierto es que es urgente que el ejemplo comience en el escenario político. ¿Un punto de partida? Podría resumirse en una frase de Scilla Elworthy, activista por la paz, para quien la ira es como la gasolina: “Si usted la rocía a su alrededor y alguien enciende un fósforo, se desata un infierno”.


“Hay que comprender que hoy le hablamos a las nuevas generaciones de reconciliación, pero muchos no saben de qué deben reconciliarse. Ellos deben recibir mensajes de unificación y no de estigmatización y polarización. Como dicen los líderes juveniles de nuestro proyecto: necesitamos ejemplo.” Ximena Botero Coordinadora general de Reconciliación Colombia.

“Es mejor equivocarse en positivo que en negativo. Cuidemos la imagen del otro y la de nosotros mismos. Pongámonos en los zapatos del otro, razonamos muy unilateralmente, muy desde nuestra perspectiva y tenemos que aprender a ver las cosas simultáneamente desde varias perspectivas” Antanas Mockus Ex alcalde de Bogotá, Presidente de Corpovisionarios e ideólogo de la metodología de Cultura Ciudadana.

“Como cualquier discurso público, el discurso pacifista solamente puede tener influencia por persuasión. Es un proceso lento, largo, y sobre todo, tiene influencia si “los de arriba”, que tienen control sobre el discurso público, lo usan y distribuyen.” Teun Van Dijk Lingüista holandés, fundador del Análisis Crítico del Discurso.

“La paz es ante todo un valor trascendental y universal que va más allá de las diferencias políticas. Ser un líder para todos. A través del discurso, resaltar los elementos que unen y no los que dividen. Construir visiones incluyentes y positivas que permitan llegar al entendimiento en la diferencia” Fabrizio Hochschild Coordinador Residente y Humanitario de Naciones Unidas en Colombia.


Politica

los de arriba arrodillan y callan a los de abajo El virus político de la censura

“El personaje más enfermo y campeón de esta táctica antidemocrática es Álvaro Uribe”


Politica

Los periodistas colombianos tienen que elegir entre hacer crítica política o ser sancionados En Colombia hay una enfermedad que parece incurable en la generación actual de líderes políticos. El diagnóstico es simple: atacan a periodistas que hacen denuncias o critican su labor, les asignan etiquetas estigmatizantes y evaden su deber de responder a los asuntos denunciados. El caso más reciente es el del subsecretario del Senado, Saúl Cruz, quien, más allá de mentir, generó el escenario perfecto para que líderes políticos de todas las tendencias vomitaran sobre la libertad de prensa y exhibieran el verdadero rostro antidemocrático de buena parte la política colombiana. Al estigmatizar, los líderes políticos crean una atmósfera permisiva en la que sus seguidores se sienten habilitados para atacar a la prensa como respuesta a la crítica. La sociedad polarizada termina debatiéndose entre el odio por el “ataque injusto de la prensa” a su amado líder o la indignación por el estigma al periodista que lo criticó. A futuro, solo aquellos (pocos) periodistas que acepten convivir con el estigma seguirán denunciando. Los demás optarán por quedarse callados para evitarse la exposición a ser etiquetado como “narcotraficante”, “traqueto”, “delincuente”, “guerrillero”, “paramilitar”, “vendido”, “enmermelado”, “pro-FARC”, “payaso” o “perra”. El personaje más enfermo y campeón de esta táctica antidemocrática es Álvaro Uribe, pero la fauna política colombiana se esfuerza en imitarlo. Los senadores Mauricio Lizcano, José Obdulio Gaviria, Ernesto Macías, Thania Vega, Milton Rodríguez, Maritza Martínez, Alexander López, Rosmary Martínez, Hernando Pedraza y Sofía Gaviria no pueden pretender que al recular — derivando responsabilidad en el eslabón más payaso de la cadena— olvidemos sus palabras.

Los demás optarán por quedarse callados para evitarse la exposición a ser etiquetado como “narcotraficante”, “traqueto”, “delincuente”, “guerrillero”, “paramilitar”, “vendido”, “enmermelado”, “pro-FARC”, “payaso” “violador” o “perra”.

Varios círculos y asociaciones de periodistas regionales se han solidarizado con Noticias Uno. Y es que a ellos también les toca su dosis de censura política. En febrero, la personera de Manizales, Tulia Hernández, atacó a los periodistas de Caracol Radio de su ciudad. En marzo, la concejal de Pereira por Cambio Radical, Judith Giraldo, intimidó a Daniel Silva, columnista del medio Tras la cola de la Rata. La funcionaria afirmó: “el que a hierro mata, a hierro morirá”. Poco después, durante una sesión de la Asamblea de Boyacá, los diputados Yamir López (del partido Verde), Jorge Eliécer Cortés y Juan Garay (de Cambio Radical) atacaron a la periodista Gina Rojas del diario Extra. El alcalde de San Vicente del Caguán por el Centro Democrático, Humberto Sánchez, ha emitido en dos ocasiones fuertes señalamientos contra los periodistas de la Red de Comunicadores del Sur. El Movimiento la Bendición —que llevó a John Calzones a la Alcaldía de Yopal— estigmatizó hasta la saciedad a las emisoras Violeta Stereo, Manantial Stereo y La Voz de Yopal. Eso apenas contando los casos más destacados del último año, en los que un funcionario público se da el lujo de señalar, estigmatizar y atacar periodistas, como si fuera legal. Pero, lo que olvidan, es que es inconstitucional. ¿Y qué pasa? Nada. La Procuraduría tiene desde enero una queja disciplinaria contra Uribe en la que no ha pasado nada. Con este escándalo, seguramente sancionará a Cruz. Eso es fácil. Pero dudo que se atreva a tocar a los senadores del cuento. Carrillo aún está por demostrar si es tan independiente de los poderes instalados. Entre ellos los intereses de su exjefe, el Presidente Santos, otro personaje que tampoco se abstiene de cachetear a la prensa cuando le conviene. Eso sí, se viste con un falso chaleco de periodista que no tiene pero que él cree que lo hace inmune.

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Politica

Limpiar las

calles

de

tinta, mugre,

putas, Neros y

maricas PeĂąalosa y su limpieza

El alcalde de BogotĂĄ propone esconder lo peor de la ciudad y nos es inevitable pensar en masacre.

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Politica

El 2 de agosto de 2012 Enrique Peñalosa publicó en su cuenta oficial de Twitter: “Vendedores ilegales, carros en aceras, grafiti, mugre, avisos desordenados y mala iluminación traen inseguridad”. Hace tan solo unos días, Peñalosa, hoy alcalde de Bogotá, pronunció unas palabras similares cuando pintaba unas rejas de blanco y limpiaba unos ladrillos con guantes negros y esponja. En esta ocasión, dijo: “Donde hay desorden, donde hay grafiti, eso trae criminalidad, porque es un mensaje de que cualquiera hace lo que quiera, de que no hay reglas, de que no hay orden”. Nuestro alcalde volvió a sentar la postura higienista de ciudad que imaginaba en sus Sueños del 95. Esta alcaldía ha entarimado una política llamada “recuperación del espacio público”, cuyas primeras acciones fueron sacar de los lugares visibles de la ciudad a aquellas poblaciones que no desea ver, aunque su lema sea “Bogotá mejor para todos”. La esponja encontró el mugre en la diferenciación sutil entre un ciudadano legítimo y uno de cartón, y en la indeseable manera en que la disonancia estética puede destemplar los sentidos de los privilegiados. Las primeras acciones del alcalde en pro de este plan de recuperación fueron sacar a los ‘chirris’ de la renovada e internacional carrera séptima y de otros sectores alternos del centro histórico de la ciudad.

Este repetido discurso de higiene estética trasladado a los cuerpos “no deseados”, que migran constantemente en la ciudad alrededor de zonas de reclusión, no solo legitima la violencia contra estas poblaciones, sino también alimenta el silencio cómplice cuando son borradas del espacio: ¿A quién le importaron los ‘ñeros’ que arrastró un caño cuando la policía los cercó en la carrera 30 con calle 6 después de la intervención del Bronx? Los derechos fundamentales son imperceptibles para estas poblaciones y el Estado solo hace presencia en sus vidas cuando el policía levanta al ‘chirri’ a patadas, se lleva a la puta al camión o le quita las mercancías al ‘chacero’. Estos nómadas urbanos se ven obligados a huir constantemente de las fuerzas del Estado. Los muchos nombres que les son atribuidos para pasar por alto el hecho de que son ciudadanos son una muestra de la negación sistemática a su derecho a la ciudad. El mensaje que sale de los esfuerzos institucionales comprometidos en una guerra contra la “suciedad” es que no es solo necesario limpiar la calle de tinta, mugre y basura, sino también de “putas, ‘ñeros’ y maricas”. No en vano, los ‘ñeros’ de la calle suelen decir que la noche es el momento en que hay que andar en parche para protegerse: “No se le haga raro que mañana no amanezcan, dicen que por Guadalupe votan cuerpos, eso supe: ellos hacen la limpieza, espero no me dejen tiesa.” Acabar con esos Errantes, como Aterciopelados cantó en su segundo álbum, El Dorado, es algo que el burgomaestre ha dejado claro desde siempre: “No le hagamos la vida fácil al habitante de calle”. Muchas veces se oye por ahí que en la noche “pasan motocicletas bajándose a los ‘ñeros’. Y es que la mal llamada “limpieza”, esa práctica de asesinar a quién “estorba”, no es ajena a las calles de Bogotá. En muchos barrios de la ciudad se publican listas con nombres propios de la gente a la que quieren “abrir del parche”, que incomoda a quienes mandan o quieren mandar en determinado sector. Pero esta forma de matar gente, a la que mal llamamos “limpieza”, no solo se presenta de manera ilegal y clandestina. Por el contrario, existe un aparato discursivo que la sustenta, la defiende y la justifica. “Esa gentuza”, como es vista desde el discurso de la renovación, es agrupada, cercada, limpiada, desplazada, golpeada, encarcelada, asesinada. Una Bogotá administrada por la política de las “ventanas rotas” es una Bogotá gobernada por la búsqueda del colonialismo: con sus malecones, sus pasajes y sus senderos al estilo vienés.

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Violencia

Un rosario para ese

conejo acoso en la U

El proceso legal y las universidades estancan las denuncias de acoso sexual y vulneran a la víctima cuidando el buen nombre.

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A comienzos de 2017, la Fiscalía General de la Nación presentó un informe en que reveló que, hasta diciembre de 2015, cursan 1.743 investigaciones por denuncias de acoso sexual, de las cuales tres se encontraban en etapa de juicio y sólo una había sido fallada. También señaló que más de 200 procesos se encontraban inactivos porque las víctimas habían decidido no continuar con las denuncias o por falta de pruebas que permitieran seguir el proceso. Los casos más recurrentes son de estudiantes que, ante una situación de subordinación, temen poner en riesgo su futuro profesional, especialmente cuando los agresores son docentes que disponen de todas las herramientas para evadir sanciones disciplinarias y penales, y, sobre todo, para dejar intacta su reputación. El Código Penal exige la prueba de los siguientes supuestos: que exista la solicitud de un favor de naturaleza sexual para sí o para un tercero; que dicha conducta se haya presentado en una situación de superioridad laboral, docente o similar; la existencia de legítimas expectativas derivadas de la relación de superioridad (por ejemplo, la expectativa de un estudiante de pasar una materia o de un trabajador de ascender en el ámbito laboral); y el anuncio expreso o tácito de causar a la víctima un mal relacionado con dichas expectativas.


Violencia



Violencia

Sentadas en la

NOTA En el mundo universitario, pocos niegan esta realidad: que la violencia contra la mujer es parte del día a día en las instituciones de educación superior en Colombia. No solo la violencia verbal, sino también la física y la psicológica, que rompen espíritus y acaban con carreras, pero que, curiosamente, dejan intactas a las instituciones.


! ! ! Violencia

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Ninguna mujer exagera si dice que se siente incómoda cuando un docente la invita una noche a su oficina a “discutir una nota”, o cuando este la ha tocado excesivamente, o cuando de tocarla pasa, hace poco más de un año, el lunes 18 de abril de 2016, unos minutos después de las 8 de la noche, un docente de la Universidad de los Andes abordó en su oficina en el campus a una asistente de investigación por la espalda. Llevaban más de una hora revisando unos cuadros estadísticos, y una estudiante que los había visitado acababa de retirarse.

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De repente, el docente le puso a la investigadora las manos en los hombros, luego también en el cuello y la espalda, y, mientras ella, según sus palabras, intentaba “seguir concentrada” en su trabajo, le metió los dedos en la blusa, los deslizó por su piel y “los frotó una y otra vez contra mis dos senos”. “Como si nada hubiera acabado de pasar , (él) mencionó que era tarde y que tenía muchos pendientes”, dice su recuento del caso, al que Disfemismotuvo acceso. “Me dijo que terminaríamos la revisión, el miércoles,y nos despedimos, como es su costumbre, de tres besos en las mejillas. Me fui de la universidad trastornada, llorando”. Dos días después, la asistente de investigación recibió una llamada y algunos mensajes del docente, pero no los respondió y decidió buscar ayuda. Se dirigió a Isabel Londoño, una experta en coaching educativo y laboral y directora de la Fundación Mujeres por Colombia, que la animó a denunciar. Buscó apoyo en profesores y exprofesores y en agrupaciones de defensa de la diversidad sexual. El 28 de abril, la denuncia, después de pasar por la decanatura de la facultad, llegó al Comité de Convivencia Laboral de la universidad, el cual la catalogó como un “caso de presunto acoso laboral de tipo sexual”.


Violencia

Cuando llegó a esa instancia, la persona a cargo le respondió a la facultad que el Comité de Convivencia no estaba encargado de iniciar un proceso disciplinario. Según Londoño, que conoce los detalles del caso, esto fue así porque “no era un problema de convivencia, (...) porque el acoso sexual es un delito que tiene consecuencias penales”. Sin embargo, a la asistente de investigación la llamaron del área de Gestión Humana, de la que es parte el Comité de Convivencia, a decirle, según Londoño: “Yo no sé por qué tanta gente sabe (...). Estas cosas no se cuentan”. Después de varias semanas de un ir y venir de comunicaciones entre la víctima y los funcionarios, y de un proceso disciplinario, el 8 de junio la universidad decidió despedir al docente.

El caso llegó a los medios y se convirtió en la vicerrector de Desarrollo, dijo que el despido comidilla de periodistas y opinadores durante se había dado por razones de acoso laboral. los días que siguieron a la salida del profesor. El Pero para la víctima, y según documentos periódico El Tiempo tituló “Despiden a docente que Disfemismo revisó, esa versión es limitade los Andes por acosar a empleada” y se refirió da porque deja por fuera la dimensión sexual a “un presunto acoso sexual”. Los programas de del episodio. Para los expertos no hay duda. la mañana de BluRadio, W Radio y RCN, por su Cuando alguien ha sido perseguido, hostiparte, abrieron el debate: ¿Podía ser verdad que gado, asediado o sometido a un abuso de en una universidad del prestigio de los Andes un autoridad con fines sexuales no consentidos, docente hubiera abusado de sido acosado sexualmente. ¿Por qué decidió la universidad públicamen- ha una asistente suya, egresada Y cuando ha habido un acto te obviar referirse al componente sexual de sexual de por medio, ha sido de la misma institución? ¿Eslos hechos? El docente fue despedido y la uni- abusado sexualmente. Según taban en peligro también las versidad introdujo un protocolo de atención los registros del hecho que reestudiantes? ¿De qué controles disponía la universidad para al maltrato. Pero, ¿por qué las declaraciones posan hoy en la universidad, el vigilar lo que sucede a puerta de la institución no rechazaron concreta- profesor tocó las partes íntimas cerrada entre los docentes y sus de la víctima en una oficina mente el maltrato sexual? subordinadas? ¿Estaba la opiuniversitaria; las personas innión ante un caso de abuso sexual en las aulas de volucradas en el proceso hablan abiertamenla universidad privada más prestigiosa del país? te de “abuso sexual”, y los propios documenHoy, más de un año después de lo ocurrido, tos que circularon por las áreas de los Andes la opinión pública todavía no tiene claro si se se referían a un “acoso laboral de tipo sexual”. trató de violencia sexual o de un simple caso En una carta al Comité de Convivencia, la vícde acoso laboral. El propio docente, después de tima se refiere a “los hechos de violencia sesu despido, nunca respondió públicamente a xual contra mi persona”. las acusaciones, a pesar de que el debate se dio La conclusión es que el acoso, el abuso seen todos los medios del país (para este reporxual y otras violencias contra la mujer en las taje, Disfemismo lo buscó infructuosamente). universidades permanecen un tema secunLa historia oficial de la universidad, al menos dario. Ni los planteles lo tienen en su lista aquella que en su momento difundió el vocede prioridades, ni las denuncias hechas por ro Eduardo Behrentz, es que se trató de “una activistas son suficientemente escuchadas, ni queja de acoso laboral”. En conversación con las víctimas se sienten atendidas, ni el Estado Disfemismo, por esos mismos días el propio interviene para reducir el fenómeno. repente, Behrentz, que también se desempeña como a insultarla y golpearla.

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Recolectar las pruebas para demostrar estos supuestos puede ser una tarea compleja, y casi imposible, tanto para la víctima como para la Fiscalía. Con el agravante de que, por regla general, este tipo de violencias no dejan rastros visibles. En últimas, el resultado más visto en estos casos es una disputa al estilo de ‘Es tu palabra contra la mía’, y en este tipo de procesos la balanza suele inclinarse a favor de quien conserva la posición de poder. Las investigaciones tienen que concentrarse en pensar cómo el acoso funciona o se manifiesta en el espacio universitario y por qué es distinto al acoso que ocurre en espacios como las calles o en el ámbito laboral. Lo mismo ocurre con la necesidad de hacer análisis de las pruebas y reconstrucción de los casos con una perspectiva de género. Las principales víctimas de acoso sexual

son mujeres (o al menos eso es lo que nos dicen las pocas cifras disponibles). Esto nos dice que, para entender la forma en la que opera el acoso sexual universitario, es necesario comprender que las desigualdades de género ponen en una situación de subordinación a las mujeres y que esta situación se manifiesta de forma particular en la vida universitaria. En estos esfuerzos las universidades tienen un papel clave, que puede ayudar a dar un curso debido a las denuncias de acoso sexual. No basta con una mirada pasiva (como ocurrió con el caso de Juanita Díaz; la universidad Javeriana simplemente no quiso atender a los llamados hechos por la Fiscalía) o con acciones sutiles para evitar escándalos que manchen ‘el buen nombre de la universidad’. Sigue siendo difícil emitir juicios al

respecto porque el fenómeno no ha sido estudiado y los datos con los que contamos son precarios. Lo que sí sabemos es que las universidades tienen que identificar las principales modalidades o mecanismos por medio de los cuales se produce el acoso. Esta información no solo les va a permitir atacar el problema de manera directa, sino que también les servirá de insumo a las autoridades para entender las características específicas del acoso sexual universitario. También, que se comprometan a poner a disposición de las autoridades competentes todos los recursos para prevenir este tipo de delitos y garantizar la protección de los derechos de las víctimas de violencia sexual.


Violencia

Perdistes cicla

“Odio la ciclovia nocturna”

La cicloruta nocturna es un espectáculo donde se encuentra desde lo exótico hasta lo irritante

Llevo moviéndome en bicicleta más de tres años en Bogotá. Descubrí una ciudad diferente, una que se vive a otro ritmo y que quienes van en carro y transporte urbano no alcanzan a percibir por estar pendientes de su celular, del trancón o de lograr subirse al bus. O simplemente porque no están en una bicicleta. No alcanzan a ver lo distinto. Para Bogotá, la ciclovía de domingo es algo beneficioso, sano y recreativo. Es un espacio para el deporte y el tiempo en familia. Es una iniciativa innovadora, que aunque lleve más de 30 años en la capital, sigue siendo reconocida como una propuesta de vanguardia en los países más avanzados en aspectos de movilidad, que, además, la incorporan a sus usos corrientes. El problema empezó cuando esta jornada se implementó en la noche. Según el Instituto de Recreación y Deporte IDRD, la primera ciclovía nocturna se realizó en 1999 con una participación cercana a las tres millones de personas.

Hoy, como varios días al año, llega el cierre de vías para esta jornada: la pesadilla de conductores, ciclistas urbanos y algunos peatones, y además, mi infierno personal como ciclista: intentar llegar a mi casa evitando la ciclovía a como dé lugar. La ciclovía nocturna es el carnaval de los puestos de comida poco salubres en la mitad de la calle que, junto a sus tanques de gas, impiden el paso de ciclistas y peatones. Con su espeso humo proveniente de la fritura de carnes en plena vía pública, llenan el ambiente dispuesto para el deporte. Vaya uno a decirles algo a ver cómo termina la cosa. Como si esto no fuese suficiente excusa para no salir a esta demostración pública de nuestro desorden como bogotanos, tenemos el elemento de la inseguridad, que es inherente a la ciclovía nocturna. Basta con abrir Facebook un día como hoy, para encontrar una gran cantidad de memes respecto a los robos de bicicletas que se realizarán en la noche. La seguridad de los ciclistas ya es vulnerable un día normal, imagínese recorriendo la ciclovía nocturna viendo uno de los pocos policías que “está haciendo su trabajo” con su celular “patrullando” desinteresadamente las vías. Los casos de robos de bicicletas en los grupos de Facebook donde se reportan, aumentan sustancialmente en este día. Ni hablar de la ciclovía nocturna realizada en diciembre de 2015, en la que se amotinaron ladrones bajo uno de los mal llamados “columpios” de la calle 26: ahí robaron a diestra y siniestra haciéndose pasar por ciclistas. No hubo ayuda policial ese día.

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A él, a Carlos Arbeláez, lo conoquedarme en la casa y no tencí hace tres años, en la época en dría que trabajar en otra cosa. la que éramos roommates. Por Yo no lo vi mal. Él me ayudaba ese entonces, ambos teníamos con plata para cualquier cosa pareja y solo éramos amigos. que necesitara: para salir a verYo soy publicista, pero siempre me con alguien o para coger un trabajé en bares, hacía proto“Maltrato a la mujer” bus. Siempre dependí econócolo, esas cosas. Él era profesor micamente de él, incluso terComo una mujer se va dando cuenta que su relade sociología en la Javeriana y minó siendo uno de los cuatro ción no es tan buena como pensaba en un principio en el Rosario. socios de mi marca. Durante una época también dio Yo en ese momento sentía clases en la Nacional. Luego él que él le estaba apostando a la terminó su relación, yo también, y después de un tiempo, como relación y me estaba apoyando. La relación en realidad era muy roommates, nos empezamos a involucrar. Ahí decidimos irnos a buena, y bonita, pero luego empezaron los problemas. Creo que todos los conflictos empezaron porque él no puede controlar el vivir juntos en otro apartamento. Lo que me gustaba de él era que parecía un tipo serio. No era trago. Cuando toma se vuelve una persona posesiva y obstinada: fiestero como yo y eso me daba una rara alegría. Yo pensaba que quiere que se haga lo que él quiere, cuando y como quiere. Cuando había encontrado al tipo perfecto: un tipo con una buena profe- no era así empezaba, la violencia. Así empezaron sus agresiones. sión, con una buena carrera y con un buen trabajo. El que me iba Aunque, incluso, cuando no estaba borracho, había momentos en a cambiar la vida. Y al principio fue así. Yo empecé a bajarle a la que era muy conflictivo: se enfrascaba en discusiones totalmente fiesta y a quedarme más en la casa. Terminé convertida como en cíclicas. Podía discutir por cuatro o cinco horas sobre una estupisu esposa: la que lava, la que cocina, la que hace todo en la casa. dez que convertía en una cosa súper grande. Era un desgaste. “No le conté a nadie la verdad. Ni a mis papás ni a mi hermana La que no trabaja. Pero esa fue una decisión que, yo siento, tomamos entre los dos. A mí siempre me ha gustado ser servicial ni a mis amigos”. Siempre, las cuatro veces que me agredió, pasó así. Tomábay atender a la gente: ese era un rol con el que yo estaba cómoda. Pero luego empecé a desesperarme y decidí montar un nego- mos, llegábamos a la casa, teníamos un problema, yo no estaba cio. Le pedí plata prestada a mi papá para traer ropa de China y de acuerdo con él, y había una golpiza. Jamás se me ocurrió que él venderla. Él, Carlos, vio que el negocio era viable y quiso invertir. podía ser un tipo violento. Nunca sospeché que fuera capaz de peMe propuso ayudarme a pagar la deuda, así, de nuevo, yo podría garme: ninguna señal, nada que hubiera cambiado en la relación.

Miradas que enamoran

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Violencia

Todo fue inesperado. Tal vez por eso la primera vez decía que me respetara, que esa no era que sucedió decidí pasar la página y superarlo. Lo vi su casa. A él no le importó. No le imporcomo un error que podía cometer cualquiera. Lo dejé tó destruir todo. Ni cogerme del pelo y pasar. La forma en que él lo solucionaba era comarrastrarme a las 4:00 de la mañana. No prándome zapatos o perfumes. Nunca lo hablamos. le importó darme una patada en la pierYo creo que él dio por dado que ya estaba perdonado na. Ese día algo cambió. Decidí que ya y también pasó la página. Creo que ese fue el error. Y era suficiente. Me di cuenta de que si él la primera no fue la única vez que fue así. no respetaba a su mamá, jamás lo iba a En junio nos fuimos de vacaciones a México. El hacer conmigo. No importaba si lo perdía antes de volver a Colombia estábamos tomando donaba 10 mil veces. Siempre iba a ser en un cuarto, tuvimos un desacuerdo y él me agredió. igual. Ese día le advertí: me agredía una Casi me destruye la cara. Cuando llegué a Colombia vez más y lo denunciaba. Le dije que se tenía la cara tan inflamada que no podía abrir uno de le iba a ir hondo. Le dije que yo lo único los ojos. Al otro día, en la noche, llegamos al apartaque intentaba era hablar y él lo único que mento en el que estábamos viviendo. Ahí estaba mi había hecho era responder con golpes y hermana, cuidando el gato. Cuando ella me vio se malos tratos. Me dijo que yo tenía razón y atacó a llorar. Me preguntó qué había pasado, le dije que no iba a volver a pasar. La promesa le que habíamos tenido un accidente en un carro y se duró poco más de un mes. me había estallado el airbag en la cara. Era culpa del No me interesa verlo en la cárcel impacto, le dije. Esa fue la mentira que él se inventó y porque no pienso que sea un asesino en que yo repetí. No le conté a nadie la verdad. Ni a mis potencia. Pero sí considero que necesita papás ni a mi hermana ni a mis amigos. Creo que lo hice porque después de esa golpiza empecé a ver el dolor que él sentía. No era capaz “Si yo lo dejaba eso significaba que me iba a quedar en la de mirarme y no paraba de calle, sin nada, sin trabajo. Se sentía como un fracaso. Yo llorar. Verlo así me hizo penno podía permitirme eso y aguanté, peleando por el prosar que estaba arrepentido. yecto de vida que quería”. Pensé: bueno, esto pasa, estas heridas pasan, voy a hacer de cuenta que no pasó nada y que todo fue un error. Pero volvió a pasar. Esta vez frente a su mamá. Estábamos en Cali, en la casa de su mamá, y tuvimos una discusión: me dijo que yo ya no podía tener amigos. Desde antes había empezado a ser posesivo con el tema. Decía que yo le daba ayuda porque es una persona con promás importancia a ellos que a él y en Cali me dijo que blemas graves. Pienso que la solución no tenía que escoger. Yo le pregunté: y si elijo a mis amies lavarse las manos y encerrar el problegos sobre ti, ¿qué pasa? ¿Me vas a matar? Ahí empezó ma en una prisión. la discusión fuerte. Me dijo que me fuera con lo que Decidí exponerme, contar mi historia tenía puesto y que antes de irme le dejara el celular. en los medios. No me importaba lo que la Siempre me decía lo mismo: mi iPhone, que me lo gente opinara, porque nadie vivió lo mishabía regalado él, tenía que dejárselo, porque en mo que yo. Esta era mi forma de ayudar, de realidad era suyo, decía. Luego me amenazó. Me dijo contar mi historia para que él no pudiera que si terminábamos, no iba a ser fácil para él, pero hacerle lo mismo a otra persona. Yo no se iba a encargar de que tampoco lo fuera para mí. quiero tener en mi conciencia la muerte de Nuevamente se puso violento. Empezó a romper una chica, sabiendo que pude haber camcosas, a destruir su casa. Su mamá estuvo ahí todo biado algo. Creo que nunca es tarde. el tiempo pendiente de mí. Protegiéndome. Ella le

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Drogas


Drogas

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“Mi encuentro con la divinidad en medio de un millón de fieles”

Sentí que el ácido estalló cuando mis ojos se encontraron con los del papa. Nos cruzamos la mirada. Fue irreal. Un millón trescientas mil personas habían llegado al Parque Simón Bolívar para ver a Francisco: un millón trescientas mil lo esperaban y él (no miento) se dio la vuelta cuando pasó frente a mí y clavó su mirada en mis ojos lisérgicos. No sé si fueron los tres cuartos de LSD que me había comido unas horas antes o si fue algo divino, pero sentí como si el papa hubiera respondido al llamado telepático que mi cerebro le hacía. En ese instante experimenté una conexión con ese hombre que emanaba un aura a la vez blanca y grisácea. Pude ver con claridad su enorme sonrisa, su postura perfecta, su amable mirada. En ese fugaz momento no existía nada más en el mundo: solo ese hombre que se acercaba y brillaba con solemnidad mientras al fondo la Orquesta Sinfónica de Bogotá entonaba la Novena Sinfonía de Beethoven. El cruce de miradas me dejó pasmado, sin saber si de verdad estaba sintiendo el toque de Dios o si se trataba de una alucinación. no soy religioso. El fanatismo institucional de las religiones suelen fastidiarme, sobre todo el de la católica, que para mí es juzgadora y corrupta por igual. Mi religión son el grindcore, el metal, la música pesada. Desde hace años encontré refugio en estos géneros musicales y en las cosas oscuras, profanas. No soy satanista, pero siento que soy la antítesis del catolicismo. No sigo cultos ni creo en dioses. Pero, por raro que suene, la espiritualidad y las fuerzas superiores que rigen el cosmos me dan satisfacción. La gente que tiene una conexión con Dios me produce envidia, sobre todo porque yo mismo la he buscado. Para mí, Dios está en cada uno, y la mejor forma de sentirlo está en la naturaleza y su infinita belleza. Lo más cerca que he estado de Dios fue hace unos años en las montañas de Bolivia cuando fumé un poco de marihuana y me paré en la noche a ver las estrellas. De repente,

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mientras contemplaba el espacio, oí en el viento la voz de una mujer que susurró a mi oído que “todo en el universo habla”. Esta búsqueda me ha llevado a investigar las religiones y sus mitos. Me gustan los rituales espirituales, las ceremonias y sus símbolos. En la misa del papa vi la oportunidad perfecta para reconectarme con mi espiritualidad. Así necesitará una ayuda extra. Mi peregrinación al Parque Simón Bolívar comenzó a eso de las siete y media de la mañana. Mientras cruzaba el puente de la 53, empezó a acosarme el comercio papal: camisetas con la cara de

Francisco, miniaturas con sotana y gorrito blanco, medallas con el perfil del papa, rosarios de todos los materiales, botellas de agua con etiquetas con la cara del papa, comida rápida… El rugido de los vendedores y su rebusque. El ruido y la escena. Todo esto me hizo pensar en Jesús sacando a latigazos a los mercaderes del templo durante la víspera de la Pascua. Avancé entre la multitud tratando de emular la misma actitud que los demás feligreses: un estado de reflexión, recogimiento, comunión con Dios. Y esa actitud, aunque puede verse cualquier domingo en cualquier iglesia, ese


día se manifestaba con desmesura. Para un católico, la experiencia más cercana a Dios es ver, tocar o ser bendecido por el máximo jerarca de su Iglesia, el sucesor en línea directa de San Pedro, el canal directo que une cielo y tierra. Para acercarme a la multitud y al evento sin tener un mal viaje ni perder la cordura me puse en sintonía con la fe que irradiaban todas esas personitas que caminaban por el parque con los ojos llenos de ilusión. Debía sentir las mismas ansias de elevación, sentirme dispuesto a encontrarme con Dios. Y lo estaba. La elevación ha sido un asunto recurrente en los humanos desde el inicio de los tiempos. Inducir mediante una droga sintética esta disposición, entonces, no me parecía irrespetuoso. Desde hace siglos, en todos los rincones del planeta, las personas han buscado acercarse a la divinidad consumiendo sustancias, provenientes generalmente de plantas, que adquieren un estatus sagrado y se usan en ceremonias espirituales de curación o comunión con lo divino.

En 1979 el biólogo estadounidense Richard Evans Schultes y el químico suizo Albert Hofmann hablaron del tema en Plantas de los dioses. Orígenes del uso de los alucinógenos, un libro que surgió de los viajes que ambos hicieron por el mundo para conocer los componentes y los usos que se les daban a estas plantas, protagonistas de rituales comandados por guías espirituales. Encontraron, por ejemplo, a la Amanita Muscaria, el famoso hongo alucinógeno rojo con puntos blancos al que los habitantes de la antigua India le decían ‘soma’, una sustancia tan sagrada que era considerada un regalo de Parjanya, el dios del trueno. Los autores sostienen, incluso, que el concepto de divinidad pudo ser el resultado de un viaje con este hongo. El cruce de miradas con el papa me dejó completamente pasmado, sin saber

si de verdad estaba sintiendo el toque de Dios o si se trataba de una alucinación Al comparar estas ceremonias con una misa católica, no surgen muchas diferencias. En ambas hay meditación, oración, cantos y una persona, generalmente un anciano, que funge de guía, que nos encamina hacia la divinidad, la elevación. La diferencia radica en las sustancias. A un lado están el vino y la ostia (sangre y cuerpo). Al otro, todo un boticario psicotrópico. En mi caso: un ácido de 35.000 pesos. Mientras entraba en el Parque Simón Bolívar me fijé en que la gente saludaba muy emocionada. Había un grupo de 14.000 voluntarios que ayudaron con la logística y estaban encargados de recibir y guiar a los peregrinos. Estaban felices. Sonreían con energía, sobre todo un tipo gordito con barba de no más de 22 años. “¡Bienvenidos! Ya casi llega”, nos recibía

extasiado. No entendía cómo alguien podía estar tan feliz. Traté de pensar en la respuesta. O, mejor, en buenas preguntas: ¿Acaso Dios es un narcótico de tal entidad que nos extasía con el solo hecho de invocarlo? ¿O será más bien que estar bajo los efectos de una droga es la única forma posible para que alguien como yo sienta algo de divinidad? Más de una vez quise salir corriendo o botar el ácido y decir que salió malo. Sobre todo cuando un colcha de nubes negras cubrió el parque. Una lástima: la mañana había estado soleada y los feligreses reposaban sobre el pasto. Escuchaban el discurso del papa en la Plaza de Bolívar y luego a la gente que subía a la tarima a dar sus testimonios de comunión con Dios. Luego cayó el aguacero por un buen rato.

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Cuando escampó supe que era el momento. Ahora o nunca. Me sentía observado por los policías que inundaban el parque. Me metí en una de la letrinas y me comí la primera mitad, a eso de la una, mientras Manuel Medrano cantaba el ‘Ave María’ de Schubert. Me sentí bendecido: el ácido no sabía a nada. Eso significaba que no estaba ‘anfetoso’ (cómo le dicen cuando lo que hay en el papel no es LSD sino 25I-NBOMe, un alucinógeno parecido al ácido, que tiende a provocar malviajes). Si acaso me dio un leve sabor amargo. Buena señal. Con el ácido deshaciéndose en mi lengua ya no había vuelta atrás. Ahora solo tenía dos destinos: el cielo o el infierno.

Spoiler: vi a Dios Lo que conocemos como Dietilamida de Ácido Lisérgico, o simplemente LSD-25, fue aislado por el químico Albert Hofmann en 1935, mientras trabajaba en el laboratorio Sandoz de Suiza. La sustancia sale de un hongo llamado cornezuelo, que crece principalmente en el centeno y que antaño los paganos europeos usaban con fines medicinales. En 1943, Hofmann tuvo su ya legendario primer viaje mientras montaba bicicleta, y desde entonces el LSD se volvió un objeto de estudio y culto. También fue útil para tratar la esquizofrenia y algunas adicciones. Luego lo prohibieron. Cuando uno viaja con esta droga, la introspección es la regla. Si se consume en el ambiente adecuado, un trip puede convertirse en una terapia intensiva, llena de reflexiones y autoconocimiento. Controlar la dosis que consumí no fue difícil, pero estaba preocupado por el papelito verde con una antena de radio dibujada que me acababa de meter a la boca. Podía estar anfeto a pesar de su sabor inexistente, también podía darme un ataque de pánico al estar rodeado de tanta gente, o la dosis podía ser tan fuerte que no iba a ser capaz de guardar la compostura en un evento en que tal vez esa era la única regla tácita colectiva que todos cumplían.

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Dos fotógrafos de Disfemismo me acompañaron en el viaje. Cuando nos enteramos de que el papa iba a hacer un recorrido por el parque, nos acomodamos cerca al lago para verlo pasar. En medio de la espera empecé a percibir los efectos tenues del ácido.

Sentía cómo mis pupilas se dilataban de a poco y cómo los colores del mundo empezaban a saturarse. De pronto todo a mi alrededor era un cuadro hermoso lleno de vida. En los parlantes sonaba la presentación del ensamble de música del Pacífico encabezado por Nidia Góngora y la espectacular canción ‘Demos el primer paso’, compuesta por Iván Benavides, en la que participaron artistas como Carlos Vives, Jorge Celedón y Herencia de Timbiquí. Dios también se manifestó conmigo, y fue la única alucinación que tuve durante el día. En ella, sentí que Él me hablaba, y no lo veía con la óptica tradicional católica, sino que lo veía como una partícula metida en todos nosotros, un átomo que nos unía con el resto del universo y con todo lo que hay en él. Al caminar por ese bosque mojado, veía cómo mi mente entraba al fondo de mi cuerpo y cómo todo se volvía partículas. Por unos segundos vi la materia que forma el universo, la fuerza vital del cosmos, esa misma a la que se refieren las religiones y la ciencia, esa que nos habla si aprendemos a escucharla. Supongo que un musulmán debe sentir lo mismo en la Meca, un hinduista en medio de una procesión, un budista cuando medita, un satanista en la naturaleza…



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Le Pague a una

prost “Yo siempre lo he acompañado a las competencias y lo ayudo a cambiarse, ahí fue cuando me di cuenta de que era bien fuerte el muchacho. Igual que su papá. La verdad no se me hace justo que no se pueda echar un polvito nomás por su problema” El afecto se demuestra de formas extrañas, como planear cada detalle del primer polvo de tu hijo ¿tú no querrías lo mismo para tus hijos? Sonia ha tenido una vida difícil. De caderas amplias, abdomen plano y pechos pecosos, se maquilla para ocultar, sin éxito, unas profundas ojeras. Sus líneas de expresión están tan marcadas que parecen rajarle la cara. Tiene 55 años y más historias de las que le gustaría contar. Tal vez por eso resulta admirable su permanente buen humor o sus deseos de enfarrarse. La conocí hace tiempo en una fiesta de mi mamá. Es de esas invitadas escandalosas que, tarde o temprano, se vuelven el centro de atención. Me acostumbré a verla en las reuniones familiares y a reírme con sus dobles sentidos o sus bailes subidos de tono. Durante una comida me senté al lado de ella y, para evitar los silencios incómodos, le pregunté por su familia. Resultó que tenía dos hijos que, como ella dijo, “seguramente me caerían muy bien”. Después de unos minutos de plática superficial, no sé si por efectos del alcohol o por su abierta personalidad, mi nueva amiga decidió contarme una divertida pero perturbadora historia familiar. A los 19 años, Sonia tuvo a Rocío, convirtiéndose en madre soltera. Sin estudios ni apoyo económico, la adolescente se mudó a una residencia y comenzó a trabajar como empleada doméstica.Cuatro años después nació Ramón, su segundo hijo, a quien tuvo con otro hombre.

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Para que tuviera con mi hijo

SEXO Discapacitado “Yo siempre lo he acompañado a las competencias y lo ayudo a cambiarse, ahí fue cuando me di cuenta de que era bien fuerte el muchacho. Igual que su papá. La verdad no se me hace justo que no se pueda echar un polvito nomás por su problema” Me contó divertida. “Sé que mucha gente me juzga por mi forma de ser, pero la vida se hizo para disfrutarla, ¿o no? ¡Y es que pobre Ramón! ¿Virgen toda su vida? No, no”. Sonia le comentó a su pareja actual sobre su inquietud y él le dijo que lo llevaran con una prostituta. “No me pareció mala idea, aunque pues yo no conozco ninguna, ¿verdad? Pero Julián me dijo que se iba a encargar de todo”. Un viernes Sonia recibió una llamada de su pareja. Le dijo que preparara a Ramón y que pasaba por ellos a las seis. “Le dije al muchacho que se bañara bien y lo puse guapo. Ya en el carro me fui poniendo nerviosa. A cada rato revisaba mi cartera para ver si sí traía los condones que había comprado”. Por 20.000 pesos colombianos, Julián había conseguido a una señora que vivía en el centro de la Ciudad de México y que ya sabía que tendría un cliente especial. “Que tacaño”, le dije, “seguro está re fea para cobrar tan poco”. El cabrón nada más se rió. Cuando llegamos a la vecindad, la vieja salió por nosotros. Tenía las tetas caídas y era medio panzona. Me dijo que se llamaba Concha y que en dos horas pasáramos por Ramón. Le di los condones y le advertí: ‘Pobre de ti si lo vas a tumbar, ¿eh? No lo trajimos a conversar’.

Concha me dijo que no me preocupara y que lo iba a tratar bien. Tomó a Ramón de la mano y se fueron caminando. Nosotros nos fuimos a cenar. La verdad yo estaba nerviosa. Me daba miedo que la vieja ésa le fuera a hacer algo o que no se pusiera condón”, me contó Sonia. Sonia tampoco sabía cómo actuar cuando fueran por él. “No sabía que le iba a preguntar ‘¿Cómo te fue con la puta, hijo?’ ¡pero pues una madre siempre quiere saber!” Sonia dice que su hijo merece experimentar todo lo que un muchacho normal está viviendo a esa edad. “Yo me embaracé muy joven de su hermana, y al papá nunca lo volví a ver. Luego tuve a Ramón con Fernando, y pues nunca pude disfrutar mi juventud. Yo quiero que él viva al máximo, digo, dentro de sus posibilidades, ¿acaso tú no querrías lo mismo para los tuyos?” “Cuando fuimos por él, le dije a Julián que se adelantara con Ramón, y yo me quedé hablando con Concha. La vieja me terminó cayendo bien. Me dijo que a Ramoncito todo el asunto le funcionaba perfectamente y que estaba muy bien educado. Que como era muy tierno, se habían echado otras dos culeaditas de cortesía. ¡Ah, qué generosa me salió la Concha! Eso sí, me enseñó los condones que usaron y me dijo que siempre se cuida, sea quien sea el cliente. Me pidió que se lo llevara de nuevo pronto, que ella le iba a dar muy buen trato por el mismo precio”. De regreso a la casa, Sonia me aseguró que Ramón “traía una cara de idiota que no podía con ella”. Cuando se bajaron del coche,la abrazo y le preguntó: “Mamá, ¿cuándo volvemos a ir con Conchita?” Lo malo, según cuenta, fue cuando se enteró su padre. “La verdad yo no pensaba decirle a Fernando, pero el zonzo de su hijo estaba tan emocionado que luego luego abrió la bocota. Me armó un pleito que ya te imaginarás. ‘¡¿Cómo se te ocurre llevarlo con una mujerzuela?! De veras que no tienes madre, Sonia. No respetas ni a tu propio hijo’. Yo sólo me hice la pendeja. Al final, reconoció que ya no lo podía tratar como un niño y hasta quedamos en que iban a hablar largo y tendido sobre su cuerpo, preservativos y demás”.

Ya tienen varios meses así y afortunadamente, cuenta, a Ramón lo ve muy contento. “Ya sabe que cada dos semanas le toca ir al centro. Ni le tengo que decir, él solito se viste, se arregla y hasta le ha comprado regalillos a la Concha. Es que es buen muchacho, la verdad, y a los 32 años, ¡ya tenía que estrenarse!”

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Imaginate ser Desde hace mucho tiempo quería verme con Valerie Summer, una mujer trans negra de Cali, brillantísima ella, para entender mejor cómo era la relación entre la raza y el hecho de ser trans en Colombia. Ella vino a Bogotá a unos talleres sobre feminismo trans que realizó la organización Mujeres Al Borde, y aproveché para invitarla a tener esta conversación conmigo.Mi primera pregunta fue cómo creía que la afectaba la discriminación al ser una mujer trans negra. Me respondió que los insultos dirigidos a ella muchas veces son en masculino y hacen, a la vez, referencia a la raza y al hecho de ser trans: “negro maricón” Me dijo que, por esa razón, los movimientos trans no podían dejar de lado la discriminación por motivos de raza, porque la raza y ser trans son, para varias personas trans, el motivo principal para ser tratadas sin dignidad. Yo, desde mi ignorancia, le dije que no veía muy clara esa relación. Es decir, que no entendía por qué los grupos y el movimiento social afro en Colombia no podían ocuparse de los temas raciales y el movimiento trans de la categoría trans, que cuando a ella la insultaban por el color de su piel era un tema racial y que cuando la insultaban por el hecho de ser trans era por su género. Ella me enseñó cómo el racismo afectaba la transfobia y viceversa, y cómo ambas formas de opresión no actúan de forma separada, sino que se alimentan y se potencian mutuamente. Para empezar, me explicó cómo la masculinidad o la expectativa de ser más ‘machito’ afecta de forma diferente a los hombres negros. Cuando los hombres compiten, suelen imponer su masculinidad para atemorizar a sus contrincantes y esto es visible en los deportes y a la hora de buscar trabajo, oportunidades educativas, etcétera. Por ejemplo, meter un gol o tener un trabajo que pague bien es sinónimo de ser más macho, más proveedor, más fuerte: les da un status social superior entre el resto de hombres. Como los hombres negros están excluidos estructuralmente de todas partes, esto les pone su masculinidad, de entrada, en un lugar inferior que la de los blancos. Esto genera mayor presión para demostrar la masculinidad por varias razones. Las dinámicas de competencia pueden volverse más agresivas porque hay menos oportunidades para las personas negras. Al mismo tiempo, los estereotipos de género que hipersexulizan a los hombres negros, los ubican como ‘machitos penetradores’ y ‘vergones’: “quiero que me coma un

TRANS y NEGRA Entre estereotipos y discriminaciones, Valerie intenta una cohesión mientras resiste

negro con la verga bien grande y bien dura”. Este estereotipo sexual, sumado a la competencia por las escasas oportunidades que tienen los hombres negros en Colombia, genera una expectativa sobre cómo deben demostrar su género. Es decir, hay mayores presiones para los hombres negros para demostrar que son súper machos. Dado que a las mujeres trans negras, al nacer, las identifican con un sexo masculino porque nacen con pene, éstas tienen mayores presiones para aceptarse porque tienen las mismas expectativas y presiones que los hombres negros. Además, no hay muchas referentes de mujeres trans negras en Colombia, mientras que cada vez hay más visibilidad de mujeres trans blancas. Esto hace que las personas negras se sientan con menos derecho o crean menos posible o más remota la posibilidad de ser trans. Pero además de que la raza afecta la forma en la que percibimos el género de los manes, o de los que percibimos como manes pero que en realidad son mujeres trans, la transfobia se vive diferente cuando se es negra. Me contó que llevaba menos de una semana en Bogotá y que la policía ya la había parado dos veces. Las dos veces, la acusaban de esconder marihuana y en una de ellas la requisaron dos hombres. Al decir que no podían requisarla hombres porque ella era una mujer trans, le dijeron que ella estaba mal informada y continuaron con la requisa.

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Total

15.000 2.000 20.000 25.000 5.000 830’000.000 15.000 5’000.000 15.000 30.000 0 ???????? 2’000.000 60.000 no tiene precio 100.000 830’000.000 10.000 ay!! guarra

ya pa que hijueputas!

El exceso de Disfemismo es perjudicial para la salud, pero también lo es comer mierda y ahí seguimos.

Pedir un préstamo al Icetex es como tomar trago en exceso. Y pagar el préstamo, como tener guayabo. Uno bebe y bebe sin siquiera concebir el dolor de cabeza que vendrá al día siguiente, y luego el dolor dura, se prolonga, no baja, no baja, no baja, no baja.

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El Icetex es como una exnovia que le puso a uno los cachos: aunque usted no quiere saber nada de ella, porque le amarga el rato, termina stalkeándola con fines autodestructivos.Es como tener un sueño mojado y que suene la alarma. No es cualquier deuda: es la peor de las deudas. Al cierre de 2016, el Icetex sumaba cerca de 628.000 usuarios activos. De ellos, 411.000 son beneficiarios del crédito educativo en las distintas modalidades, pregrado y posgrado, un número que equivale a cuatro veces la población estudiantil de la Universidad Nacional, la Universidad del Valle y la Universidad de Antioquia, juntas. Yo soy uno de ellos. Para empezar, debo confesar que era un estudiante más bien aceptable en el colegio: pasaba raspando más de la mitad de las materias. Mi familia no estaba tan convencida de gastar (no de invertir, de gastar) su platica en mí. El tema es que, luego de un par de semestres, la cosa cuajó y resulté siendo un estudiante promedio pero entusiasta. Ya no era un gasto sino, ahora sí, una inversión. Y la inversión significaba desembolsar cada seis meses un dinero que mi familia no tenía. Contra todo pronóstico, y luego de charlarlo bastante, decidimos que sí, que tenía que endeudarme con el Icetex. De las tres modalidades de crédito (corto, mediano y largo plazo) sabíamos que lo más inteligente era pagarlo a mediano plazo, cuestión que consiste en pagar la mitad de la matrícula cada semestre y la otra mitad después de graduarse. Hay un requisito primordial para mantener el crédito: tener un promedio general mínimo de 3.6. Es como estar becado, pero sin tener ninguna beca: en caso de que esto no se cumpla, pues olvídese de su crédito y ya. Lo que importa con el Icetex, contrario a un buen polvo, no es el durante, sino el después. El problema mayor viene cuando uno se gradúa y cree que un cartón de universidad le va a abrir las puertas del mundo laboral. Aquí hay que ser realistas: un diploma no le asegura un trabajo y mucho menos un trabajo bien remunerado. El inicio de la vida laboral es jodido y el Icetex se porta divinamente otorgándole uno o dos años de gracia para que usted se estabilice, consiga trabajo y empiece a pagar. El tema es que en ese tiempo que la deuda está “congelada”, los intereses crecen. Eso usted se va a demorar en entenderlo hasta que un asesor saque la plastilina y se lo explique.


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