Cronicas de la tierra 1 - el 12 planeta

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Fig. 2 Una de estas cuevas, la de Shanidar, está situada en el nordeste del semiarco de la civilización. En la actualidad, los feroces kurdos buscan refugio en las cuevas de esta zona tanto para sí mismos como para sus rebaños durante los fríos meses de invierno. Así debió de ser también en una noche invernal de hace 44.000 años, cuando una familia de siete miembros (uno de los cuales era un bebé) buscó refugio en la cueva de Shanidar. Sus restos -todos ellos fueron aplastados por un desprendimiento de rocas- fueron descubiertos en 1957 por un sobrecogido Ralph Solecki, que había ido a la zona en busca de evidencias del hombre primitivo. Lo que encontró fue mucho más de lo que esperaba. A medida que se iban quitando escombros, se iba haciendo evidente que la cueva había conservado un registro claro de la vida del Hombre en aquella zona entre unos 100.000 y 13.000 años antes. Lo que mostró este registro fue tan sorprendente como el descubrimiento mismo. La cultura humana no mostraba ningún progreso sino, incluso, una evidente regresión. Comenzando desde cierto nivel, las generaciones siguientes no mostraban niveles más avanzados sino niveles inferiores de vida civilizada. Y entre el 27.000 y el 11.000 a.C., la regresión y la disminución de la población llevaron al punto de la casi completa ausencia de habitantes en la zona. Se supone que por motivos climáticos, el Hombre casi desapareció de toda esta zona durante 16.000 años. Y luego, alrededor del 11.000 a.C, el «Hombre pensante» volvió a aparecer con un nuevo vigor y con un inexplicablemente alto nivel cultural. Fue como si un entrenador invisible, viendo el vacilante partido de la humanidad, hubiera hecho entrar en el campo a todo un equipo de refresco, bien entrenado, para sustituir al equipo exhausto. A lo largo de los muchos millones de años de su interminable comienzo, el Hombre fue el hijo de la naturaleza; sobrevivía recolectando alimentos que crecían de forma salvaje, cazando animales salvajes, capturando aves salvajes y peces. Pero justo cuando los asentamientos humanos estaban casi desapareciendo, justo cuando estaban abandonando sus hogares, cuando sus logros materiales y artísticos estaban desapareciendo, justo entonces, de pronto, sin motivo aparente y, que se sepa, sin ningún período previo de preparación gradual, el Hombre se hace agricultor.

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