Cronicas de la tierra 1 - el 12 planeta

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con sus cabriolas en las moradas del cielo. Apsu no podía rebajar el clamor de ellos; Tiamat había enmudecido con sus maneras. Sus actos eran detestables... Molestas eran sus maneras. Nos encontramos aquí con referencias obvias a órbitas erráticas. Los nuevos planetas «avanzaban y se retiraban»; se acercaban demasiado entre ellos («se agruparon»); interferían con la órbita de Tiamat; se acercaban demasiado a su «vientre»; sus «maneras» eran molestas. Aunque era Tiamat la que estaba en mayor peligro, Apsu también encontró «detestables» las maneras de los planetas, y anunció su intención de «destruir, destrozar sus maneras». Se reunió con Mummu y consultó con él en secreto. Pero los dioses oyeron por casualidad «todo lo que habían tramado entre ellos», y el complot para destruirles les hizo enmudecer. El único que no perdió su ingenio fue Ea. Pensó en una estratagema para «verter el sueño en Apsu». A los otros dioses celestes les gustó el plan, y Ea «dibujo un mapa preciso del universo», lanzando un hechizo divino sobre las aguas primordiales del sistema solar. ¿En qué consistió este «hechizo» o fuerza ejercida por «Ea» (el planeta Neptuno) -entonces, el planeta más externo- mientras orbi-taba al Sol y circundaba a todos los demás planetas? ¿Acaso su propia órbita alrededor del Sol afectó al magnetismo solar y, con ello, sus emisiones radiactivas? ¿O es que el mismo Neptuno emitió, al ser creado, ingentes radiaciones de energía? Fueran cuales fuesen los efectos, en la epopeya se les comparó con algo así como «verter el sueño» -un efecto calmante- en Apsu (el Sol). Incluso, «Mummu, el Consejero, fue incapaz de moverse». Como en el relato bíblico de Sansón y Dalila, el héroe, vencido por el sueño, se convirtió en presa fácil y le robaron sus poderes. Ea se movió con rapidez para quitarle a Apsu su papel creador. Apagando, según parece, las ingentes emisiones de materia primordial del Sol, Ea/Neptuno «le arrancó la tiara a Apsu y le quitó el manto de su halo». Apsu fue «vencido». Mummu ya no pudo deambular. Fue «atado y abandonado», un planeta sin vida al lado de su señor. Al privar al Sol de su creatividad -al detener el proceso de emisión de energía y materia para formar más planetas-, los dioses trajeron una paz temporal en el sistema solar. Más tarde, la victoria se simbolizó cambiando el significado y la situación del Apsu. A partir de entonces, este epíteto se le aplicó a la «Morada de Ea». Cualquier planeta adicional podría venir solamente a través del nuevo Apsu -desde «lo Profundo»- desde los lejanos reinos del espacio que vislumbraba el más lejano de los planetas. ¿Cuánto tiempo pasó antes de que la paz celeste se rompiera de nuevo? La epopeya no lo dice, pero prosigue, casi sin pausas, y sube el telón del Tercer Acto: En la Cámara de los Hados, el lugar de los Destinos, un dios fue engendrado, el más capaz y sabio de los dioses; en el corazón de lo Profundo fue MARDUK creado. Un nuevo «dios» celeste -un nuevo planeta- se une ahora al reparto. Se formó en lo Profundo, lejos, en el espacio, en una zona donde se le había conferido movimiento orbital -un «destino» de planeta. Fue atraído hasta el sistema solar por el planeta más lejano: «El que lo engendró fue Ea» (Neptuno). El nuevo planeta era digno de contemplar: Su silueta era encantadora, brillante el gesto de sus ojos; Nobles eran sus andares, dominantes como los de antaño... Grandemente se le exaltó por encima de los dioses, rebasándolo todo. Era el más noble de los dioses, el más alto; sus miembros eran enormes, era excesivamente alto. Surgiendo desde el espacio exterior, Marduk era aún un planeta recién nacido, que escupía fuego y emitía radiaciones. «Cuando movía los labios, estallaba el fuego». A medida que Marduk se acercaba a los demás planetas, «éstos lanzaban sobre él sus impresionantes relámpagos», y él brillaba con fuerza, «vestido con el halo de diez dioses». Su aproximación levantó emisiones eléctricas y de otros tipos de entre los otros miembros del sistema solar. Y una sola palabra aquí nos confirma el proceso de descifrado de la epopeya de la Creación: Diez cuerpos celestes le esperaban -el Sol y sólo nueve planetas. El relato épico nos lleva ahora a lo largo de la veloz carrera de Marduk. En primer lugar, pasa cerca del planeta que le ha «engendrado», que ha tirado de él hacia el sistema solar, el planeta Ea/Nep-tuno. A medida que Marduk se acerca a Neptuno, la atracción gravi-tatoria de éste sobre el recién llegado crece en intensidad. Neptuno tuerce el sendero de Marduk, «haciéndolo bueno para sus objetivos». Marduk debía de estar todavía en una fase muy dúctil en aquella época. Cuando pasó junto a Ea/Neptuno, el tirón gravitatorio provocó una protuberancia en el costado de Marduk, como si tuviera «una segunda cabeza». No obstante, este fragmento de Marduk no se desgajó de la masa principal durante el tránsito; pero, cuando Marduk llegó a las inmediaciones de Anu/Urano, algunos trozos de materia se desprendieron de él, dando como resultado la formación de cuatro satélites de Marduk. «Anu extrajo y dio forma a los cuatro lados,

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