Edicion49

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de la que tuvo a las Parcas, que hilan el destino, a Hipnos, inspirador del Sueño, y a Thánatos, portador de la Muerte, las perversas deidades que sigilosamente acechan a los humanos desde las sombras; a Némesis, la terrible diosa de la venganza, a Eros, el impulsivo dios del amor (aunque algunos dicen que este dios nada tiene que ver con el infante que acompaña a Afrodita), y a una legión de dioses o demonios sin forma que luego habitarán y parasitarán el corazón de los humanos, para bien o para mal. Finalmente tuvieron a Éter, el aire, y a Hémera, el día. También estos últimos destronaron a sus padres y se propusieron, con la ayuda de su hermano Eros, transformar el mundo caótico en algo bello. Era el comienzo de la creación entendida, no como génesis desde la nada, sino como organización de los elementos. Por fin, de esta unión nació Gea, la Tierra, un lugar sin límites provisto de todo lo necesario para construir la morada de los seres vivos. Eros embelleció a Gea con todos los dones naturaleza virgen. Y ella correspondió separando de su seno a Urano, el Cielo, de igual extensión que ella misma, y a Pontos, las inconmensurables aguas marinas Según la Teogonía de Hesíodo: Caos fue lo primero que existió, y luego enumera otras figuras cosmogónicas elementales como Gea (la Tierra), Tártaro y Eros (v. 116ss). Pero Caos no engendró estas deidades elementales, sino que es cabeza de una genealogía de seres divinos que son una suerte de abstracciones simbólicas: Nix (la Noche) y Érebo son sus hijos (v. 124), Éter y Hemera (el Día) sus nietos (v. 125-6). Una importante tradición filológica considera que Caos es la hendidura o resquicio situado entre el cielo y la tierra. Hesíodo relata en la Titanomaquia que Zeus, al lanzar el rayo a los Titanes, hace estremecer a Caos (v. 700), y compara este hecho con el acercamiento entre Urano (el Cielo) y Gea (la Tierra). Este pasaje, sumado al valor semántico de la palabra Χάος, hace admisible la interpretación de Francis Macdonald Cornford, según la cual las palabras del verso 116 (Χάος γένετ᾽) deben traducirse como ‘surgió el resquicio entre la tierra y el cielo’. G. S. Kirk y J. E. Raven refuerzan esta interpretación, y si bien tienen en cuenta la dificultad de que en la fuente Urano derive de Gea en un estadio posterior de la cosmogonía, piensan que lo que Hesíodo quiso decir es que al principio había un todo informe, que el cielo y la tierra formaban una masa indiferenciada y en el principio relatado se separaron: lo primero es esta separación, que luego se reduplica figurativamente en el nacimiento de Urano a partir de Gea y mitopoyéticamente en el relato de la castración de Urano por parte de Cronos (v.154ss). Una variante de esta interpretación la da Olof Gigon, quien indica que Hesíodo parte de la imagen del cosmos como cavidad formada por la bóveda el cielo, y la tierra como suelo, y luego suprime mentalmente a ambos, para llegar a un concepto del Caos. Es algo completamente indeterminado, lo que viene indicado por el hecho de que la palabra para designarlo es gramaticalmente neutra. Esto lo acerca al ἄπειρον (ápeiron, ‘lo indeterminado’) de Anaximandro. Para Gigon, bajo la faz de una divinidad cosmogónica semejante se esconde el concepto filosófico de un principio anterior a todo. Huevo

Pág. 54 órfico. La tradición órfica en sus fragmentos presenta un Huevo primordial, equiparado con el Caos de Hesíodo. Este Huevo no es lo primero que surge, sino que proviene de Chronos (Orphicorum fragmenta, 54-57). Otra variante importante presenta Cayo Julio Higino en sus Fábulas. En el prólogo de dicha obra presenta una cosmogonía, donde pone a Caos como descendiente de la Oscuridad. Caos y la Oscuridad conciben luego a la Noche, el Día, el Érebo y el Éter. En su obra Las metamorfosis, Ovidio describió al Caos como rudis indigestaque moles, «una masa bastante cruda e indigesta, un bulto sin vida, informe y sin bordes, de semillas discordantes y justamente llamada Caos», descripción que se aparta del más antiguo significado del elemento mítico (‘resquicio’ o ‘hueco’), pero que ha determinado la orientación de las interpretaciones en uso desde entonces, hasta llegar a la actual concepción familiar de ‘completo desorden’. OTROS MITOS DEL CAOS: En China: Cuenta una leyenda que Hu, el emperador del mar del norte y Shu, el emperador del mar del sur, acostumbraban encontrarse a mitad de camino entre sus respectivos dominios. Esta región pertenecía a Hum-Tun (este nombre significa Caos), que era el emperador de la región del Centro. Hum- Tun era muy amable y hospitalario, pero tenía un defecto: carecía de los siete orificios primordiales, para ver, oír, comer y respirar. Como agradecimiento a tanta hospitalidad, Hu y Shu decidieron crearle los orificios a razón de uno por día. Pero el séptimo día Hum-Tun murió. Al desaparecer el Caos surgió el universo. Si bien, mucho de la mitología China es único, comparte bastante con Japón y Corea debido a su influencia en la antigüedad. Hay que decir que parte de esos mitos y leyendas tienen similitudes sorprendentes con las mitologías germana, griega y eslava. Estos mitos se encuentran recogidos en múltiples obras de Historia, Filosofía o Poesía, pertenecientes a corrientes de pensamiento como en el confucionismo y taoísmo, entre otras, en forma de menciones a personajes mitológicos y los hechos o leyendas que se les atribuyen. En la mitología china, no aparecen referencias en la literatura sobre la creación, hasta después de la fundación del confucionismo y el taoísmo. La creación de los primeros seres es atribuida a Shangdi, Tian (el cielo), Nüwa, Pangu o al Emperador de Jade, según los textos que se consulten. Siendo la de Pangu la más fantástica, y la del Empreador de Jade. Es la que hoy en día más se cree, pues durante el año nuevo chino, el noveno día del mes lunar, se celebra su cumpleaños quemando incienso y ofreciendo ofrendas. Al comienzo sólo había un caos sin forma del que surgió un huevo de 18.000 años. Cuando las fuerzas yin y yang estaban equilibradas, Pangu salió del huevo y tomó la tarea de crear el mundo. Dividió el yin y el yang con su hacha. El yin, pesado, se hundió para formar la tierra, mientras que el Yang se elevó para formar los cielos. Pangu permaneció entre ambos elevando el cielo durante 18.000 años, tras los cuales descansó. De su respiración surgió el viento, de su voz el trueno, del ojo izquierdo el sol y del derecho la luna. Su cuerpo se transformó en las montañas, su sangre

en los ríos, sus músculos en las tierras fértiles, el vello de su cara en las estrellas y la Vía Láctea. Su pelo dio origen a los bosques, sus huesos a los minerales de valor, la médula a los diamantes sagrados. Su sudor cayó en forma de lluvia y las pequeñas criaturas que poblaban su cuerpo (pulgas en algunas versiones), llevadas por el viento, se convirtieron en los seres humanos. El otro mito sobre la creación es el del Emperador de Jade, se dice que creó a los seres humanos a partir del barro. Después los puso al sol para que se secaran, pero comenzó a llover y algunas de las figuras se deformaron. Esto explicaría el origen de las enfermedades y de las malformaciones físicas. Esta autoría también es atribuida a Nüwa que habría hecho los hombres con barro del río Amarillo. En Egipto: En el origen no existía nada, sólo un inmenso caos en forma de océano de aguas primigenias revueltas, y absolutamente oscuras llamado Nun, que al no haberse creado el universo aun, tampoco podía considerarse existencia, ni tenía conciencia de ella. De él surge espontáneamente un pensamiento consciente o demiurgo, que es la entidad impulsora del universo y le comunica a Nun que existe. En ese preciso instante, con el origen de la primera palabra, surge una colina del océano primigenio (Heliópolis) y en lo alto, procedente de un huevo, nace una serpiente y se crea a si mismo como padre de todos los dioses, Atum. Con el primer sonido que emitió en forma de ave, nació el tiempo, y voló en todas las direcciones a la vez y puso orden en el caos. Evolucionó a un estado superior llamado Ra el Dios Sol, pasando Atum y Horajti a formar parte de los estados de Ra, amanecer y anochecer. Al sentirse sólo se masturbó con su propia sombra, y de su semilla y saliva emergieron Shu (dios del aire) y Tefnut (diosa de la humedad). Así una vez creada la primera pareja de diferente sexo, engendraron a Gueb, que emergió convirtiéndose en la tierra, y su mujer Nut personalizó el cielo Nun, el «océano primordial» en la mitología egipcia, elemento común en todas las cosmogonías del Antiguo Egipto. El término Nun es el utilizado en el periodo tardío, mientras que más arcaicamente se utilizaba Nuu. Nun, considerado divinidad benefactora, es representado algunas veces con forma humana, o con cabeza de rana (Hermópolis) coronado con dos altas plumas o con su nombre jeroglífico sobre la cabeza. Nun era entendido como un “concepto”; es el principio común en todas las cosmogonías, la primera sustancia abstracta, el elemento caótico que contiene el potencial de la vida, simbolizado como caóticas aguas primordiales que ocupaban todo el universo. En el principio, antes de la creación, sólo hay Nun (pero «no existe»), es un océano inerte, sin límites, rodeado de absoluta oscuridad, que no es la noche, pues aún no se había creado esta. Los sacerdotes egipcios, para describir este estado, enumeraban lo que no existía. Del Nun surge espontáneamente la vida como demiurgo que sólo piensa. A continuación el demiurgo comienza a hablar, y se disocia del Nun que se convierte en el «océano primordial». Aún no existe y por ende no ve lo que ocurre. Entonces el Demiurgo comenta al Nun lo que sucede; el relato del Demiurgo provocando la respuesta y

Pág. 55 el despertar del Nun, es el origen de la palabra, y del diálogo. En ese momento el Demiurgo se mueve y es el principio de la Creación. Pues el Demiurgo y el Nun no forman parte realmente de la Creación. Se creía que, después de la creación, las aguas del Nun rodeaban la Tierra, siendo Nun el responsable de la inundación anual del Nilo, y de las aguas subterráneas que marcaban los límites entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Nun, como concepto deificado, posee un Ba (espíritu) que es el Sol. Sus títulos principales fueron: “El Océano Primordial”, “Las Aguas de la Vida”, o “El Padre de los Dioses”. LA METAFÍSICA ocupa un lugar importante dentro del conocimiento humano, ya que el hombre al preguntarse acerca del origen del mundo, lo hace también del suyo propio. Es tan sencillo como decir que la metafísica empieza donde termina el lenguaje de la ciencia. A pesar de que los griegos tuvieron filosofía y los judíos sólo religión, es interesante hacer notar que el pensamiento metafísico fue más acentuado en los griegos. A diferencia de los mitos babilónicos y griegos, en los cuales el mundo tiene su origen en peleas entre los dioses paganos, en el Antiguo Testamento se hace un planteamiento racional, no antropomórfico e incluso casi científico del origen del mundo. Si nos referimos al texto del Antiguo Testamento vemos que la primera de las especificaciones teológicas es el enunciado del estado caótico original de la Tierra, el cual se plantea con la ayuda de una serie de conceptos corrientes en el pensamiento cosmológico sacerdotal. Tohuwabowu significa lo informe, la masa primigenia de aguas rodeada de tinieblas, designa al caos en su aspecto material como un elemento primordial líquido, pero suscita al mismo tiempo una asociación con el aspecto dimensional: tehom = océano caótico es el abismo cósmico (la palabra está relacionada lingüísticamente con Tiamat, el dragón babilónico del caos, cuya destrucción a manos de Marduk permite la creación del Universo). Por otra parte, Edmundo Valadés (El libro de la imaginación) nos narra la siguiente versión de la creación proveniente de la Teogonía Náhuatl… El mundo estaba lleno de agua. Y en el agua vivía la Señora de la Tierra. Era un monstruo cubierto de ojos y de fauces. Tezcatlipoca y Quetzalcóatl decidieron darle forma a la Tierra. Convertidos en serpientes, enlazaron y estrecharon al monstruo hasta que se rompió en sus dos mitades. Con la parte inferior hicieron la Tierra y con la parte superior el cielo. Los otros dioses bajaron a consolarla y, para compensar el daño que Tezcatlipoca y Quetzalcóatl acababan de hacerle, le otorgaron el don de que su carne proporcionara cuanto el hombre necesita para vivir en el mundo. Tras todo lo creado subsiste el abismo de lo informe, que puede ser continuamente engullido por ese abismo; el caos constituye, en suma, una perpetua amenaza para las criaturas. Cuando hablamos de caos, la primera idea que nos viene a la mente es de carácter negativo, como una imperfección, algo que causa inquietud y, más aún, se ve como una forma del Mal. El tema, como dice Pierre Tuiller, filósofo e historiador de la ciencia, ha sido uno de los más discutidos, y en todas las mitologías, religiones y filosofía


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