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E
xisten dos versiones acerca de la talla original del famoso diamante actualmente desaparecido, conocido como El Estanque. Una versión señala que el lapidario que lo talló fue Jacome da Trezzo quien radicara en la ciudad de Madrid, mientras que otra versión establece que esa talla se realizó en la ciudad de Sevilla por alguien cuya identidad no es conocida. De lo que no existe duda es que el diamante El Estanque tenía un peso en bruto de 100 quilates y fue comprado por Felipe II, en la ciudad de Amberes, a un comerciante de origen flamenco llamado Carlo Affetato, por la fabulosa cantidad de 80 000 escudos de oro. El nombre de dicho diamante responde a lo cuadrado de su forma, a su enorme transparencia y a su notable tono acerado. El Estanque pasó así formar parte del apreciado Joyel de los Austrias y, por lo consiguiente, era una de las joyas favoritas de la corona de España. Una apreciación sobre esa gema que ha trascendido en el tiempo, fue la que en su momento expresara el reconocido orfebre Juan de Arfe, quien consideró El Estanque como “el diamante más perfecto jamás conocido”. Ese diamante, “labrado de tal manera, que toda su área era cuadrada, con cuatro lados perfectos e iguales en ángulo recto, dando lugar a ángulos completos, enteros y a esquinas muy agudas”, fue montado en un gran broche, junto a la también famosa perla La Peregrina; esa memorable joya fue un obsequio de Felipe II a la princesa Isabel de Valois, hija del rey Enrique II de Francia, con motivo de su enlace con ella, la que fuera su tercera esposa. Del broche colgante en que fuera montado El Estanque, se conoce con toda exactitud que fue fabricado en oro de 20 quilates, que justo en su centro estaba el diamante y que precisamente de éste pendía La Peregrina, ambas piezas circundadas por filigranas con forma de frutos y otros elementos de naturaleza floral, todo ello esmaltado en distintivos tonos como el negro y el blanco. Conforme al paso del tiempo, esa joya fue portada por diversas soberanas reales, desde la famosa María Tudor y doña Ana de Austria, segunda y cuarta esposa de Felipe II respectivamente; hasta Margarita de Austria, también esposa de Felipe III, e incluso Isabel de Borbón, quien fuera la primera esposa de Felipe IV. En el año de 1808, estando los Borbones exilados de España, ocurrió el saqueo del tesoro y las joyas de la corona por parte de José Bonaparte, quien llevó al diamante El Estanque, valorado entonces en 1 500 000 reales, conjuntamente con la perla La Peregrina hasta la ciudad de París, donde
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fueron entregados como un preciado regalo a la esposa del propio José Bonaparte. Después de haber perdido el trono español, José Bonaparte viajó a los Estados Unidos. En esas andanzas, El Estanque desapareció para siempre después de una innumerable serie de ventas. La explicación más recurrida para justificar esa desaparición establece que el famoso diamante fue retallado varias veces, con la finalidad de que no pudiera ser identificado ni, en consecuencia, reclamado posteriormente como una joya propiedad de la corona española. Algunos otros conjeturan la hipótesis de que el famoso y preciado diamante, pasó a formar parte de las valiosas joyas pertenecientes a la familia real del imperio ruso, desapareciendo por lo tanto a raíz de la Revolución Bolchevique, junto con todo el tesoro real y los propios monarcas de la corona de los Romanov. Existen cuatro retratos de consortes reales de España, donde cada una de ella aparece portando el Joyel de los Austrias con el diamante El Estanque y la perla La Peregrina. Dichos retratos corresponden a María Tudor, reina de Inglaterra; Ana de Austria, y Margarita de Austria, quienes fueron en su momento esposas de Felipe III de España; y también Isabel de Borbón, la primera esposa de Felipe IV de España.