Gracia y Paz 2-2013

Page 20

del Cordero. El aliento renovador del Espíritu de Dios podrá actuar con libertad en la iglesia cuando, no sólo añoremos lo que fue sino cuando anhelemos lo que será en plenitud, en la manifestación final y gloriosa del reino de Dios. En todas las áreas de la vida de la iglesia, debemos vivir a cabalidad nuestra doble ciudadanía.3 En el libro de Apocalipsis encontramos una base excelente para proyectar nuestra mirada respecto a lo que debe ser nuestra adoración. Ésta, debe ser, aunque sea un pálido reflejo de la atmósfera de adoración en ese portentoso culto que se nos describe en el capítulo 4 de Apocalipsis. Leer los tres primeros capítulos de este libro nos deja un poco turbados. En el primer capítulo, vemos al apóstol Juan prisionero en la isla de Patmos “por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo”.4 Los capítulos 2 y 3, constituyen un retrato no muy deslumbrante de la vida y ministerio de las iglesias en medio de un ambiente que se tornó cada vez más hostil al mensaje del evangelio y a sus testigos. Pero algo trascendental ocurre. El desasosiego que produce el contemplar la situación histórica de la iglesia se torna ahora en una renovada esperanza. Nos dice Juan, “Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, 18 / GRACIA Y PAZ Número 2 - 2013

hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”.5 Y, cuando Juan entra en aquella escena celestial, “en el Espíritu” 6, no ve un cuadro de figuras estáticas, lúgubres, sino más bien se encuentra ante una atmósfera de gloriosa adoración, de júbilo sin par, de alegría sin límite. Lo que le llama la atención a Juan en esta visión es lo que se hacía en el cielo, se adoraba. Por lo tanto, hay un imperativo para nosotros como evangélicos hispanoamericas: debemos preocuparnos porque nuestra adoración proyecte el modelo de la adoración cúltica celestial, si es que deseamos que nuestra iglesia cumpla el propósito de Dios. Probablemente, la pregunta que viene de inmediato delante de nosotros es: ¿cómo vamos a lograr que seproyecte el modelo de la adoración cúltica celestial en nuestra adoración congregacional? La respuesta tiene que ser: cultivando y desarrollando, por lo menos, tres características que se nos presentan en el capítulo cuatro de Apocalipsis: La primera característica de la adoración cúltica celestial es que se trata de una adoración teocéntrica.7 Es decir, está centrada en Dios, él da sentido al quehacer de la adoración. El eje de la adoración celestial es “uno sentado en el trono”.8 Si observamos detenidamente el capítulo, nos daremos cuenta que la pa-


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.