APASIONADOS POR LA VIDA

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avalanchas al desplazar a otros granos por la pendiente cada vez mayor del montón de arena. Estas avalanchas van siendo cada vez mayores a medida que la pendiente es mayor, hasta que al final se producen avalanchas muy grandes porque la pendiente es tan grande que no puede retener a los nuevos granos. El montón de arena está muy ordenado (tiene el aspecto de un cono) y no es capaz de absorber los nuevos granos sin desordenarse. Se ha llegado al borde del caos. Hay razones que sugieren que algo así puede ocurrir con las extinciones. La selección natural produce un aumento lento del número de especies, ‘grano a grano’. Al principio estas especies van ‘llenando’ el ambiente sin mayores problemas, pues tanto su aparición como su extinción no afectan demasiado a otras especies. A medida que el ecosistema se va haciendo más complejo, las especies empiezan a relacionarse más estrechamente entre sí. Aparecen relaciones entre plantas e insectos para la polinización, entre pájaros y plantas, etc., etc. Cuanto más complejas sean estas relaciones, mayores consecuencias tendrá la aparición o la extinción de una especie, pues puede producir una alteración del sistema de relaciones que conduzca a la extinción en cadena de otras especies. Una extinción masiva sería como una gran avalancha en un montón de arena casi perfecto, justo en el borde del caos. Sorprendentemente, cuanto más complejo y ordenado es un sistema más sensible resulta. Un asteroide fue el asesino de los dinosaurios, pero a lo mejor el mismo asteroide no hubiese tenido un efecto tan devastador si los ecosistemas de la tierra hubiesen sido menos complejos en aquélla época. ¿Y ahora? Nunca ha habido tantas especies vivas sobre la faz del planeta y nunca se habían extinguido tan deprisa. Parece que lo del caos funciona. EL PLANETA VIVIENTE La idea del orden en el borde del caos implica que los organismos de nuestro planeta están muy estrechamente relacionados entre sí. Nadie diría que eso no es cierto para el caso de una flor y la abeja que la poliniza, o de un león y las cebras de las que se alimenta. Cuando hay muchas especies, como en una selva tropical o en un arrecife de coral, la cosa es más complicada. ¿Cómo de estrechas son las relaciones entre todos esos animales, plantas, hongos y bacterias? Según Jim Lovelock, son muy estrechas. Y no sólo entre organismos que viven próximos. Son muy estrechas a la escala de todo el planeta, de manera que todo el planeta junto puede considerarse como un inmenso ser viviente: Gaia. James Lovelock es uno de los científicos más peculiares del mundo. Es iconoclasta tanto en su modo de trabajar como en el tipo de ideas que ha desarrollado. De hecho, muchos biólogos le consideran casi como la encarnación del diablo, una amenaza para la integridad de la verdadera ciencia.


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