Lepisma #1 Generaciones

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La modernidad comienza como una crítica de la religión, la filosofía, la moral, el derecho, la historia, la economía, y la política. La crítica es su rasgo distintivo, su señal de nacimiento […] Crítica de la Metafísica y sus verdades impermeables al cambio […] Crítica de las instituciones y las creencias, el Trono y el Altar; crítica de las costumbres, reflexión sobre las pasiones, la sensibilidad y la sexualidad […] descubrimiento del otro. (Paz, Los hijos del limo 501-502).

En esta imagen, la luz se convertirá en el enemigo de la noche; es decir, será aquella que mostrará lo que se prefiere se mantenga en lo oculto y eso que se quiere mantener el secreto no será otra cosa, que las mismas decadencias humanas, esa parte del individuo que demuestra su propia perdida de condición humana. Finalmente, la pérdida los componentes que dan cualidad de humano al hombre implican no sólo a individuos quebrantados, sino también se está subrayando un tipo de muerte, una muerte interna en el devenir del sujeto mismo y en su propia existencia, pues ¿este tipo de caducar del hombre, no es acaso una lucha interna con sus propios demonios? El perecer de la condición humana se muestra entonces en el poema como aquello que sólo puede manifestarse en lo nocturno y aquel sujeto que trate de dar cuenta de esa lucha sólo podrá hacerlo en ese ambiente, pero, y esto es lo más importante, sólo podrá ser visto con un atisbo de luz; de lo contrario, será sumado a este conflicto violento de pérdida de lo humano. Podría asumirse que con la llegada de la luz, el individuo podría sanar su propia condición; sin embargo, esto no sucede, porque de acuerdo con la voz poética la luz, el día, se han posicionado como ganadora, en ella predominará el alba, pero su vencimiento se anuncia como “el alba lanza su primer cuchillo”. La imagen y sus anteriores señalan

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nuevamente una incisión; es decir, ya no hay espacio para la sanación de la condición humana. Estos elementos de fragmentación que la imagen proponen un concepto de humanidad son un deje de los siguientes postulados modernos y románticos: La ciudad de Baudelaire esa la urbe nocturna, en la que el alumbrado de gas y sus reflejos-ambiguos como la conciencia humana- iluminaba, en calles como heridas, el desfile de la prostitución, el crimen y la desesperación solitaria. La ciudad de los poetas modernos es la de la multitud, la ciudad de anuncios luminosos, los tranvías y los autos, que cada noche de transforma en un jardín eléctrico. Pero la ciudad moderna no es menos terrible que la de Baudelaire […] El héroe de Baudelaire era el ángel caído en la ciudad […] El personaje de Apollinaire es una vagabundo urbano, casi un clochard, ridículo y patético, perdido entre la muchedumbre (Paz Los hijos del limo 507-508

Se suman todas las cualidades en las que los ambientes nocturnos de la ciudad consistían desde la perspectiva romántica y paralelamente la moderna, ya que si bien, ambas son corrientes literarias con fines estéticos distintos, las dos coinciden con una visión de vacío y hartazgo del hombre hacia su realidad, en este espacio donde únicamente predomina lo taciturno y diurno, el poeta será un individuo solitario. El ser poeta permitió tomar distancia de la realidad y comprender que las verdades son relativas y construidas. La poesía proveyó de la posibilidad de concebir y entender que las palabras son tan sólo metáforas de la realidad. Al ser poeta, es decir, al vivir y ejercitarse en la libertad que la poesía significa el uso del lenguaje. (Xavier Rodríguez Ledesma, “Octavio Paz y la modernidad: Una crítica vanguardista desde los suburbios de la civilización” Civitas, (Sin mes), (Disponible en:


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