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BATALLITAS

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PRESENTACIÓN

PRESENTACIÓN

Antonio Murillo, Muri, nos contará cada semana sus Batallitas Futboleras

Redacción

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Hace tiempo que el balón no se posa en sus pies. Sin embargo, el anecdotario está lleno de batallas que llevan su nombre. Hablamos de Antonio Murillo, más conocido como Muri. Uno de los jugadores más emblemáticos de la historia del Guadalcanal CD. Desde que de muy joven comenzara a jugar al fútbol y hasta su retirada en los años ochenta, Muri pasó por distintos clubes y conoció a infinidad de jugadores. Luego, tras su retirada comenzó su aventura en los banquillos, donde no solo entrenó al equipo senior del Guadalcanal CD, sino que también lo hizo con las categorías inferiores. Por sus manos han pasado la práctica totalidad de jugadores que luego han pasado a formar parte del primer equipo. Conoce a la perfección las cualidades de cada futbolista. Y claro está, toda una vida dedicada al fútbol y al Guadalcanal CD dan para mucho, pero sobre todo, para llenar páginas y páginas de recuerdos. La afición literaria de Muri también es conocida, y así, cada año encontrábamos sus anécdotas en la Revista de Feria. Más adelante publicó un libro con todas estas batallitas, y hoy, en nuestro nuevo Guadalcanal Deportes, también le queremos abrir una ventana para conocer aquellas anécdotas, aquellas batallitas futboleras de toda una vida consagrada a este deportes.

La ducha de mi debut

Corría el mes de agosto de 1.969 y estábamos sentados tranquilamente Miguelín y yo, viendo jugar al Guadalcanal C. D. contra el Manchester de Constantina. El resultado en el primer tiempo era apabullante por nuestra parte, pues ganábamos por ocho o nueve goles a cero. En el descanso se acerca hasta nosotros Sandalio (en esa época entrenador local) y me dice que si quiero salir a jugar un rato en la segunda parte; a Miguel no le dijo nada porque aún estaba muy reciente su rotura de tibia y peroné. Miré completamente extrañado a Miguel y a Sandalio, y éste, viendo mi azoramiento, me vuelve a repetir lo mismo. Imagínense ustedes con la ilusión y con el nerviosismo que entré en los vestuarios; una vez en éstos, Pepillo, que fue uno de los varios jugadores cambiados, me dejó su ropa y sus botas; las botas me quedaban bien, pero la ropa no estaba precisamente hecha a mi medida, pues me sobraban calzonas y camiseta por todos lados. Entre Rafalín, Llamazares y el propio Pepillo me arreglaron, en lo que pudieron, la vestimenta y me dispuse para hacer mi debut en el Guadalcanal C. D. , el cual no se me pudo dar mejor, pues metí un gol y tiré dos veces al larguero. El público se volcó conmigo y durante un rato me sentí el centro del mundo, pero cuando acabó el partido y a la hora de la ducha es cuando comenzó mi calvario. Cómo me despelotaba delante de aquella gente tan vieja?. Al menos para mí lo eran, yo contaba entonces con trece añitos y mis compañeros (más bien mis ídolos futboleros) eran Morente, Capellán, Alfonso, etc. Después de darle muchas vueltas, decido meterme en la última ducha, pero sin quitarme los calzoncillos (me los había dejado debajo de las calzonas). Rafalín me echó una mano para salir del apuro y me dejó su toalla. Total que me sequé y me vestí, pero dejándome los calzoncillos y me fui para mi casa para cambiarme de ropa y salir a vacilar un poquito por el Palacio. Cuando llegué, mi madre que ya se había enterado de mi “hazaña” , me estaba esperando con un humor de mil demonios, para colmo llevaba los pantalones empapados de agua, exactamente todo lo que ocupaban los dichosos calzoncillos mojados. No se le ocurrió otra cosa que castigarme con no dejarme salir esa noche; menos mal que al rato llegó mi padre, que no cabía en sí de lo orgulloso que estaba y me levantó el castigo.

Antonio Murillo

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