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opinión

SÁBADO 29 DE ENERO DE 2011

The Insolence

of

Office

Pour Éviter L´Ennui

Después del crimen, el arte y la moda

La maga pintora

Jorge Terrones

Julieta Lomelí

lguna vez escuché que el hip-hop fue en su momento el CNN de la comunidad negra de Estados Unidos. Los artistas de esta corriente musical llevaban lo que sucedía en las calles de los barrios populares -principalmente de New York, Philadelphia, Detroit y Los Angelesa una canción caracterizada por tener velocidad de pronunciación de palabras, rima -a ratos ripiosa-, y música basada, generalmente, en piezas ya existentes. Es decir: lo que importaba era el trillado ‘reflejo de la realidad’. Posteriormente el hip-hop se derivó e incluso se tornó peligroso. Me parece que fue en la década de los 80 cuando el gangsta-rap cobró fuerza. Si bien la música y la rima tenían la misma estructura anteriormente mencionada, el sentido cambió: las letras hablaban de violencia, de gente en negocios ilegales, de consumo de droga, de prostitutas, y de dinero como base para cosificar una ideología centrada en ser poderoso y temido (maquiavelismo puro y duro). Muchos artistas se han convertido en millonarios -literalmente- por difundir dicho discurso. Si se ha comprobado que esa clase de temas son seductores a una gran cantidad de público, podemos hablar también de influencia; tal vez no de imitar, en su totalidad, la forma de vivir de los protagonistas del contenido de las piezas musicales; pero, tal vez, sí a nivel de vestimenta o moda -como si el primer paso para ingresar a la filosofía del gangsta rap fuera vestir como lo proponen (basta ver un video de hip-hop, rap, o símiles, para probar esto). Esto no es para preocupar y sí para analizar. No es que la gente esté de acuerdo con el trasfondo de los delincuentes, es imagen visual únicamente. Si lucen bien y simbolizan ‘poder’, entonces, hey, lo compran (más barato, de ser posible). La moda se ajusta a lo que sea. Algo similar ha ocurrido en México. Primero los narcocorridos. Luego la narcovestimenta. No. Reformulo: primero el crimen, luego el arte. Últimamente he escuchado el término ‘narcomoda’. Vamos a ver: antes teníamos claro que acaso el outfit de los narcotraficantes consistía en ropa cara -sí, pero eran botas, y sombrero-, y, como medio de transporte, una camioneta negra. Ahora con la detención de ‘la barbie’ y ‘el jj’ intuimos que algo se modificó. El estereotipo dio un giro... de marca: Ralph Lauren. Hace poco un alumno entró al salón de clase y su playera Polo llamó poderosamente mi atención. Un día antes de esa sesión habían capturado al célebre -por la notoriedad que le otorgaron Loret de Mola y Alatorre- ‘jj’. De acuerdo: eso fue una coincidencia. El 23 de enero Milenio publicó “Narcomoda, nuevo estilo de vestir entre adolescentes”, donde revelan que desde que fue presentado ‘el jj’, “grupos que son conformados en su mayoría por jóvenes, comenzaron a solicitar en pulgas y tiendas departamentales este tipo de playeras con la finalidad de vestir de igual forma que los ahora detenidos. Por esto, comerciantes de ropa han puesto en sus negocios la venta de réplicas de este tipo de camisetas, que son presentadas en diferentes colores.” La nota fue escrita por Néstor Hernández en Monterrey. Dos días después, en Ciudad de México también ese diario difundió la noticia de que en Tepito se habían potenciado las ventas del mismo tipo de camisetas. ¿Qué ocurre?; ¿compran porque las portaron dos narcotraficantes?; o, mejor aún, ¿adquirieron esas playeras porque las usaron dos personas que cobraron atención mediática? Supongamos que ‘P’ es un delincuente, ‘Q’ un artista (de esos que salen en Televisa o MTV), y ‘X’ es un deportista (no coloco una variable a los políticos porque a pesar de que siempre salen en los medios, nadie -o muy pocos- quiere ser como estereotipadamente se les considera). No importa lo que hagan, lo que digan, lo que promulguen. Si salen en la televisión, y si son difundidos en las redes sociales se vuelven trending topics del imaginario social. Luego entonces es natural insertar a ‘P’, ‘Q’ y ‘X’ en una misma esfera: fama. Y detrás de es palabra no hay nada. Delante, un mensaje: yo estoy en los medios y tú no. El primer paso para tratar de emular una falsa imagen es, claro está, el modo en que lucen esas personas: la ropa. Insisto: lo alarmante no es que se les imite de manera visual. Lo preocupante es -y aprovecho para realizar otro apunte- que no hay un conocimiento pleno de la carga simbólica del atuendo. Esto es que podemos esperar que existan jóvenes que porten la esvástica sólo porque luce interesante. Ah, pero de esos ya hay. Modas van, modas llegan, modas pasan de moda. jorgeterrones@live.com.mx www.mexicokafkiano.com

a libertad se ejerce en todo su esplendor cuando uno se convierte en ciudadano del mundo, Remedios Varo sin duda lo era, reconciliando sus pasos en una andanza viajera. Transitaría por Madrid, Barcelona, Paris, México y la sureña Venezuela. Más como todo pájaro peregrino, debía en alguno que otro momento habitar un nido, permanecer estable en un lugar concreto. Nuestra pintora residió la primera parte de su vida, su juventud de aprendiz, sus años de cátedras, en España; para entonces, en 1941 embarcarse a México, muriendo en él dos décadas después. El arte de Remedios Varo pretende alejarse de cualquier representación particular de la vida para encomendarse a los dilemas universales. En la pintura de la maga se ve, según Isabel Castells, “lo que de eterno pueda haber en toda situación o problema planteado. Remedios Varo huye, así, de lo circunstancial, de lo que pueda suceder un día determinado de un lugar concreto en un lugar definido”. Remedios Varo se alejaba mucho de la técnica del automatismo ideado por los surrealistas. En una entrevista se le preguntaba si tenía una idea preconcebida de lo que pintaba, a lo cual contestaba asintiendo con la cabeza que “lo que pretendía lograr en sus cuadros siempre era premeditado, completando lo pintado a la imagen que se había formado con anterioridad”. El alejamiento Varo del surrealismo no sólo lo demostraba desde su obra, sino también en algunas decisiones que tras su llegada a tierras latinas tomaría. En 1947, el joven poeta y novio de la maga pintora, Benjamín Péret, regresaba a Francia para reunirse nuevamente con los surrealistas, mientras que Remedios optaba por permanecer en México. Sería entonces el momento en el que la pintora decidiría desembarazarse del surrealismo, dejando de asistir a las reuniones que los integrantes de tal tendencia organizaban, y renunciando a los postulados a los cuales se alienaban. Construyendo al un fin un estilo muy propio, alejado de cualquier actividad social que pudiera etiquetarla dentro del movimiento surrealista. Varo no quería que se le considerará dentro de ninguna corriente, tampoco deseaba que su pintura fuese famosa, no tenía

pues la pretensión publicitaria y snob de los surrealistas: “Sí, yo asistía a aquellas reuniones donde se hablaba mucho, donde se aprendían varias cosas; alguna vez concurrí con obras a sus exposiciones (…) estuve junto a ellos porque sentía cierta afinidad. Hoy no pertenezco a ningún grupo, pinto lo que se me ocurre y se acabo. No quiero hablar de mí porque tengo muy arraigada la creencia de lo que importa es la obra, pero no la persona. No me interesa la polémica ni ninguna actitud, soy sencillamente pacífica y ya está”. Remedios Varo no puede ser una surrealista si jamás se auto postuló como tal. Entre tanto se asemejaba a una alquimista, que del modo más solitario y alejado del mundo se retira a trabajar con elementos físicos, esencias místicas, saberes mágicos y filosofías antiguas, para entonces reunir la dosis exacta y encerrarla en cada uno de sus cuadros, en cada uno de sus universos, siempre desprendido del “gran” microcosmos interior de la lúcida pintora. La pintura de Remedios Varo funge como un bello poema, poesía entretejida en una filosofía pointilliste, donde el espectador se encargará de unir todas los partecitas para entonces encontrarle un sentido sustancial, sentido que se esconde y se esfuerza por escaparse a nuestro entendimiento, entre las metafísicas imágenes que la siempre perspicaz pintora nos plasma en su obra. Nuestra pintora alquimista nos constata con sus cuadros que la realidad artística deberá ser un tanto distinta a la realidad cotidiana, la primera es siempre superior y menos abrumadora que la segunda. El arte de Varo encarna al eros en su forma más pura, en su esencia desmundanizada, su faena artística es en sí misma una faena erótica, obsesión poética fundada en el amor desinteresado por pintar. Es así el microcosmos de Remedios un universo impenetrable, una fantasía alegórica, un más allá fundado siempre en el eros que abre un mundo distinto, fundando un cosmos onírico donde resulta más bello habitar. La faena artística de nuestra maga pintora se torna incluso más compleja, al ser espectadores de ésta nos resultará conflictivo entonces establecer un punto de realidad. Ya que no es acaso su pintura la que forja un mundo irreal de lo real, o un mundo real dentro de lo irreal. n


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