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DOSSIER SOBRE EL MATRIMONIO, AMOR Y ROMANTICISMO: TERCERA Y ÚLTIMA PARTE

EL ROMANTICISMO En las pasadas dos ediciones de /AUTONOMÍA puedes encontrar las dos partes pasadas. Texto completo: autonomia.lja.mx Hablar del romanticismo no es sencillo, pues en la actualidad la cultura popular entiende algo completamente a diferente a su significado original. Caso idéntico del amor cortés, del cual se conserva la fidelidad y los galanteos del caballero hacia la dama, pero se omite el que la dama era mujer casada y que sus amoríos eran ilícitos. Del romanticismo se conserva el predominio de los sentimientos sobre la razón, la exaltación del amor, y que el matrimonio tiene a este último como única causa. Pero se dejan de lado su añoranza por el pasado, especialmente por la Edad Media, su actitud rebelde y transgresora. La figura del romántico no está encarnada en el joven que lleva flores, chocolates y serenatas a la mujer amada, cosa que ni los caballeros medievales hacían. El personaje romántico por excelencia nació mucho antes del propio romanticismo, en el poema de un piadoso hombre de letras inglés: el Satanás de El Paraíso Perdido. El poema narra la guerra que emprende el más bello de los ángeles contra Dios y su derrota ante este. Satanás es expulsado del cielo y condenado al infierno. Al ver sus nuevos dominios, en lugar de clamar por el perdón divino, exclama: “Aquí podemos reinar con seguridad, y, según mi parecer, reinar es digno de ambición, aunque sea el infierno; vale más reinar en el infierno que servir en el cielo.” Nada más rebelde y transgresor, ni más romántico, que el ángel caído renegando de dios. Los románticos habrían de recuperar esa imagen del ángel caído y la habrían de ensalzar como su máximo héroe, al lado de Prometeo, otro rebelde. Como ellos dos, los románticos también habrían de buscar realizar misiones imposibles: viven buscando lo sobrenatural y divino en un mundo que la ciencia ya ha secularizado y naturalizado; viven deseando volver a un pasado idílico, dominado por valores religiosos y la comunión del hombre con dios: por eso la Edad Media deja de ser vista como una edad oscura y comienza a ser vista como la época en la que el hombre y lo divino convivían día a día. El amor aparece como una pasión que desborda al

sujeto, que lo lleva incluso a la muerte: Werther, el héroe de Goethe, decide suicidarse antes que renunciar a su amor por una mujer casada. Una acción poco recomendable, si bien muy romántica. Son escasas las historias de este período en las que el amor y el matrimonio aparecen juntos. Puede mencionarse el relato de Walter Scott Ivanhoe, en el que Wilfredo de Ivanhoe renuncia a la religión de sus antepasados sajones para unirse a la fe cristiana y a la cruzada de Ricardo Corazón de León, para después volver a su tierra, ganarse nuevamente el favor de su padre y desposar a la joven y noble sajona Rowena. Como Tristán, Wilfredo se niega a tomar a otra mujer que no sea su amada, realiza hazañas en el campo de batalla que lo vuelvan digno de ella, y, como toque romántico, renuncia a la fe y a la herencia familiares para seguir la que él considera la verdadera fe. Fuera de esta historia, un tanto puritana si se la mira bien, se pueden encontrar pocas referencias al amor como motivo del matrimonio. Como en el amor cortés, ambos recorren caminos diferentes. Pero las actitudes de Werther, de Ivanhoe, de Satanás y de Prometeo nos pueden ayudar a entender la visión del amor de los románticos. Todos ellos, salvo Werther, se rebelan a la tradición, representada por la religión sajona, por Yahvé y por los dioses olímpicos; el amor es el motivo de sus rebeldía: Ivanhoe ama a Rowena, y como no le permiten desposarla por ser hija adoptiva de su padre, abandona el hogar; por amor a sí mismo y a su dignidad entre los ángeles, Satanás decide luchar contra dios; por amor a la humanidad, o por compasión, Prometeo roba el fuego a los dioses olímpicos, a sabiendas de que un terrible castigo le espera a quien ose tal acción; Werther no puede dejar de amar a Lotte, y por ello decide quitarse la vida. Manifiestan el amor por medio de acciones rebeldes y transgresoras que rompen con la tradición, con las formas socialmente aceptadas. En ninguno de los casos anteriores puede verse el deseo de cumplir con las formas establecidas, con los rituales instituidos o con las expectativas de la autoridad: para ellos la determinación final de sus acciones viene dada por la voluntad propia, ellos crean sus propias manifestaciones, rituales y expectativas. El amor romántico es aquél que crea

•Hablando de amor y matrimonio, en /AUTONOMÍA no podíamos dejar de mencionar a Frank y Clarire de House of Cards por aquello de su sociedad poco convencional. Todavía más notoria en la recién estrenada segunda temporada, por supusto en la siguiente edición de este suplemento estaremos dando nuestras impresiones.

Por Pável Ernesto Závala Medina

sus propios rituales y formas, sus propias manifestaciones y expectativas: el amor romántico, como el amor cortés, transgrede y se rebela a la tradición, al matrimonio, la sobrepasa, va más allá de ella. No sólo la rebeldía, sino también la creatividad es una característica esencial del romanticismo. ***** Para mis padres y Para mis amigos Luis y Nancy Dos puntos resultan ser muy relevantes: primero, el matrimonio se conformó como el medio para asegurar a los nobles un heredero legítimo, para afianzar lazos familiares y alianzas estratégicas, pero no como una expresión de amor, el matrimonio no es un medio para realizar el amor. Segundo, que el amor es transgresor y rebelde, rompe con la tradición y lo socialmente aceptado. Amor y matrimonio siguen caminos diferentes, pero no excluyentes: me parece que se puede pasar del amor al matrimonio, pero el matrimonio no lleva al amor, pues no es su objetivo. Ambos son formas de vida que generan condiciones y expectativas diferentes: el matrimonio busca la procreación, sus características son la estabilidad, la seguridad, la certeza, su fin último es la familia y la preservación de los valores sociales, pero también puede ser considerado anodino, trivial, desgastante, común, insatisfactorio; el amor, por su parte, es pasión, transgresión, rebeldía, creatividad, pero ofrece poca seguridad, estabilidad o aceptación social, a cambio, ofrece una historia digna de ser contada, una anécdota inigualable. Una pregunta importante es si es posible la existencia de ese amor transgresor y rebelde, o sólo es el producto de un razonamiento literario. He conocido al menos dos parejas que han sido movidas por el amor verdadero, la pasión rebelde y transgresora. Ambas han terminado por casarse, pero incluso en el matrimonio han conservado un toque de rebeldía y pasión. La primera tenía todo en contra: no sólo el rechazo de los familiares, también los amigos les advertían que tenían pocas posibilidades de éxito como pareja: apenas contaban con los medios económicos para salir adelante. La boda no fue elegante, pero fue espontánea; tampoco se cumplió con el protocolo previo: no hubo petición de mano, ni anillo de compromiso, menos aún anillos de bodas, apenas la pareja, el sacerdote y los testigos. La pareja decidió ir en contra de las formas y rituales instituidos, en contra de la opinión de sus amigos, que les auguraban el fracaso, se rebelaron, transgredieron las normas sociales y crecieron juntos. Años después, siguen persistiendo en su vida de pareja, cuando muchas otras parejas de su tiempo ya se han disuelto. La segunda pareja fue más convencional: siguió el protocolo de principio a fin, hubo una ceremonia y una fiesta con invitados. ¿Dónde se encuentra la pasión rebelde y transgresora? En que han tenido que dejar atrás sus respectivas tradiciones para poder estar juntos. Viven, por así decirlo, en mundos diferentes: pertenecen a religiones diferentes, con rituales, valores y cosmo-

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visiones diferentes. El amor los llevó a rebelarse y transgredir tales circunstancias: renunciaron a sus respectivas tradiciones, se negaron a cumplir con las expectativas que de ellos esperaban sus familiares y se realizaron como pareja en el único punto en el que coincidían: el mundo terrenal. Cabe mencionar que no sólo fueron rebeldes y transgresores, sino también muy respetuosos: ninguno quiso cambiar su tradición, pero no obligó al otro a que cambiara la suya, ambos hicieron la misma renuncia. Cierto es que ninguna de las dos parejas tiene la grandilocuencia de Satanás, Prometeo, Tristán o Ivanhoe, pero sus gestos son de la misma naturaleza que aquellos realizados por los héroes románticos. A esto hay que añadir que no es la proporción de la acción sino su intención lo que la conforma como una acción romántica, como una manifestación amorosa: uno podría imaginar historias de parejas en lugares como Burdeos, o Praga; pero el verdadero espíritu romántico haría presente el amor en el lugar más inesperado, como robar un beso en un estacionamiento. Amor y matrimonio implican, por lo dicho anteriormente, formas de vida, acciones y expectativas diferentes: representan dos opciones diferentes que rara vez pueden coincidir, y cuando lo hacen, es una pasión rebelde y transgresora, espontánea y creativa, la que mueve a las personas, y no el deseo de cumplir con protocolos, rituales y ceremonias socialmente instituidos. Los seres humanos tienen que escoger entre realizar uno u otro: el matrimonio proporcionará estabilidad, seguridad, certeza, con buenas dosis de planificación y control, y símbolos convencionales que recuerden la obligación adquirida uno con otro; el amor será espontáneo, rebelde, transgresor, desinteresado, pero incierto, implicará una entrega absoluta de ambas partes de la pareja, una confianza absoluta sin recurrir a símbolos externos a la propia voluntad, de haberlos, estos serán inventados por la propia pareja. Queda muchas cosas en el tintero sobre el amor y el matrimonio, pero lo esencial, me parece, ha sido ya puesto sobre el papel. Por supuesto, esta es una opinión, una visión entre muchas otras, pero que tiene un fundamento, y uno fuerte, detrás. La intención es hacer reflexionar a los lectores sobre palabras tan cotidianas como amor, romanticismo, matrimonio, y las experiencias y expectativas que subyacen en ellas. La decisión consiste en si en la vida uno buscará el matrimonio, o buscará la pasión rebelde y transgresora del amor. @moduspavel

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