Miercoles de Poder 2013 - Restaurando el altar

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por derecho sino por voluntad de Dios (Efesios 2:13), quién se acercó a nosotros, nos miró y nos amó primero (1ª Juan 4:19). Como lo describe el diccionario, la compasión es un sentimiento, es un afecto que resulta de una inquietud interior ante algo sucedido en el exterior. Sin embargo, al analizar la compasión divina vemos que lejos de ser un sentimiento, un mero afecto por la humanidad que sufre, su compasión se revela en sus actos de liberación hacia el pueblo del pacto, quien aunque dejó su amor a Dios y fue tras otros dioses sin misericordia y compasión, el Padre celestial los alcanzó con su amor infinito. Sin embargo, la compasión de Dios también es el resultado de un retorno abnegado a la perfecta obediencia a sus estatutos y ordenanzas; como vemos en Jueces 10:16 (TLA) “Quitaron entonces los dioses falsos que tenían, y volvieron a adorar a Dios. Y él se puso triste al ver cómo sufría su pueblo”. Qué maravillosa compasión. El gran Dios ya no puede retener más su compasión. Su corazón se conmueve al percibir la intención de un corazón arrepentido que busca salvación. No obstante, al ser Dios un ser de compasión pura y plena, también mueve a su pueblo a la compasión, o sea, su compasión nos impulsa, nos motiva a una acción compasiva y esto es el reflejo de su gloria brillando en nosotros. Veamos, por ejemplo, lo que nos dice Salomón en su oración de consagración del templo, cuando llega el arca de la alianza de Dios. Él reitera la fidelidad y la misericordia de Dios (1º Reyes 8:23) y la contrasta con el pecado e infidelidad de su pueblo (v. 46) y dice en el vers. 50: “Y perdonarás a tu pueblo que había pecado contra ti, y todas sus infracciones con que se hayan rebelado contra ti, y harás que tengan de ellos misericordia los que los hubieren llevado cautivos”. O sea, Dios mueve a los enemigos de Israel a misericordia (compasión), de modo que su sufrimiento sea aliviado y el pueblo reciba complacencia por parte de sus opresores. Así, Dios restaura a su pueblo pues todo está sobre su dominio y su compasión se renueva cada mañana “Sé que no hemos sido destruidos porque Dios nos tiene compasión. Sé que cada mañana se renuevan su gran amor y su fidelidad”. (Lamentaciones 3:22, 23 TLA).


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