Viviresunasuntourgente

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rar. Pedro no entiende esa reaccion tan inaudita p que lo que le habia dicho a su hijo no explica para n su reaccion. Empieza a sentirse confuso y frustrado fin de poder comprender lo que esta ocurriendo, le ce-: Javier, no entiendo por que lloras, no te he dich nada para que reacciones de esa manera. El otro hijo, que esta observando la escena y tra hacer, sin duda, un gran acopio de valor, contesta: -Papa, todo el mundo lloraria si les hablaras co mo le has hablado a Javier. Pedro queda desconcertado porque no se da cuenta de hasta que punto su propio tono le ha pasado desapercibido. •áiComoes posible que me pudieran hacer ese comentario si yo lo unico que habia pretendido era prepararles un desayuno?)),se pregunta sin acabar de comprender. De repente, lo que habia pasado desapercibido a su mente ahora empieza a manifestarse con total claridad. Cuando Pedro se ofrecio a prepararles el desayuno, esperaba un agradecimiento por parte de sus hijos, por tanto, no hubo un verdadero acto de generosidad, porque cuando se espera el agradecimiento uno esta simplemente envuelto en un intercambio comercial. Una cosa es que a uno le guste que se lo agradezcan y otra que lo espere. Pedro no solo no ha recibido ningun agradecimiento y por tanto ha quedado decepcionado, sino que ademis ha recibido una pro-

testa, con lo cual ha experimentado un mayor grado de resentimiento y frustracion. Envuelto en esas emociones, ha perdido su equilibrio y se ha convertido en alguien deseoso de revancha, de desquite. Aunque las palabras que Pedro pronuncio eran neutras, su tono no lo fue y por eso le transmitio a su hijo Javier el enfado que el sentia. Su hijo expreso su dolor con unas lagrimas que reflejaban su tristeza y su miedo. Es paradojico saber que cuando no nos conver-

timos en maestros de nuestras propias emociones y de los significados que damos a las cosas, nuestro cerebro experimenta una especie de •ásecuestro•â,perdemos la perspectiva y la claridad mental, y quedamos prisioneros en un mundo ancestral donde solo tres respuestas pueden tener lugar: el ataque, la huida o el bloqueo. En una conversacion con otro ser humano, estas tres respuestas no tendrian por que tener lugar. La mayoria de las •áprovocaciones•âque nos hacen nuestros hijos y nuestros seres mas queridos no tienen la intencion de herirnos. Muchas de ellas solo ponen a prueba la solidez de nuestros vinculos. Detras de esas aparentes •áprovocaciones•â,no pocas veces hay una peticion de ayuda que para nosotros es muy dificil captar y comprender. Desde una reaccion de ataque, huida o bloqueo no se hace posible crear el puente que conecte ambos mundos. Mientras entremos en el jue-


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