Reflexión lecturas 25 dic 2014 misa del día ciclo b

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REFLEXIONES SOBRE LAS LECTURAS DOMINICALES Lic. JORGE ARÉVALO NÁJERA _________________________________________________

REFLEXIÓN SOBRE LAS LECTURAS DEL 25 DE DICIEMBRE DE 2014 NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR (MISA DEL DÍA)

1. Lecturas Isaías (52,7-10): Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: « ¡Tu Dios es rey!» Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén; el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios. Sal 97,1.2-3ab.3cd-4.5-6: Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. Tañed la cítara para el Señor, suenen los instrumentos: con clarines y al son de trompetas, aclamad al Rey y Señor. Hebreos (1,1-6): En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de su majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado», o: «Yo seré para él un padre, y él será para mí un hijo»? Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice: «Adórenlo todos los ángeles de Dios.» Juan (1,1-18): En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre viniendo a este mundo. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. MISA DE NAVIDAD_ DÍA_CICLO B.

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Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

2. Reflexión

Una victoria reservada para los que reciben a la Palabra Jorge Arévalo Nájera

Desde los mismos orígenes teológicos del hombre, desde que el primer homínido fue insuflado con el Espíritu de Dios y fue creado el hombre, un problema ha oscurecido la belleza inefable de la criatura humana: ¡La idolatría, la entrega del ser a las realidades creadas, la expulsión de Dios del corazón humano! Precisamente por esto, Dios ha decretado guerra, lucha a muerte contra cualquier creatura que ose convertirse en polo de atracción absoluta de la voluntad de aquel al que Dios ha creado para que alcance su plenitud de desarrollo en la relación de amor con Él. No hay tregua en esta lucha, del Génesis al Apocalipsis la historia aparece como un campo de batalla entre Dios y los ídolos. Esto es así a causa del veleidoso corazón humano que es proclive al adulterio y la prostitución, que se acuesta con cualquiera que le susurra promesas de plenitud al oído y pervierte el tálamo nupcial invitando a meterse entre sus blancas sábanas a sus ídolos. Sin embargo, esta lucha no es eterna, a pesar del empecinamiento humano Dios promete la victoria y ya en el Antiguo Testamento el profeta Isaías habla en nombre del Señor y anuncia la paz, el rescate, el consuelo, la victoria universal del Rey supremo. No se trata desde luego de una victoria militar ni de la instauración de una hegemonía política de Israel o de la Iglesia, sino de la derrota definitiva de los ídolos que sojuzgan y oprimen a los hombres. La Navidad es ante todo el anuncio exultante de gozo de que la victoria de Dios se ha hecho realidad en el pequeño niño de Belén. Sólo en Él es posible encontrar el sentido último de la vida, Él revela al hombre que Dios es el único camino de plenitud y que todos los arquetipos ancestrales de felicidad adquieren su real significado en el Hijo encarnado. Resulta paradójico que esta época sea la más recurrida por los suicidas y que en muchos corazones la depresión se haga presente, al mismo tiempo que la cristiandad universal anuncie la alegría y la victoria definitiva de Dios sobre todo poder opresor y esclavizante.

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¿Qué podríamos decir al respecto? ¿Por qué existe esta polarización tan terrible de posturas? Es evidente que las personas que no profesan la fe cristiana, no encuentran en la Navidad motivo de festejo más allá de las fiestas, las reuniones familiares y con amigos, los regalos y las anejas 1 vacaciones que acompañan esta época. Pero en cuanto la Navidad es significada con alguna pérdida (muerte de un familiar, pérdida del trabajo, de un amor, etc.) se convierte en motivo de tristeza profunda y más que festejo, lo que provoca es repulsión. Pero lo que resulta francamente absurdo es que lo mismo sucede a muchos “cristianos” que se entristecen y verdaderamente “sufren” estas fiestas. En ambos casos –ateos y cristianos deprimidos- urge una evangelización adecuada, una profundización en el sentido auténtico de la Navidad, pero sobre todo, urge sumergirlos en el torrente vital de la Buena Nueva que es y anuncia Jesús Mesías y que su Iglesia está llamada a actualizar en las circunstancias históricas del tiempo presente. No me considere el lector un ignorante de las causas fisiológicas de la depresión clínica, bien lo sé por experiencia propia, pero también sé que aún esa clase de depresión necesita –además de la atención médica especializada- de la fuerza del resucitado para superarla e ir más allá de las limitaciones que la enfermedad nos impone. Dios habla, precisamente porque es Palabra, lo ha hecho siempre, no sólo en el tiempo de la revelación positiva (la historia consignada en la Sagrada Escritura) sino desde los tiempos primordiales de la creación del hombre. Ya el Verbo/Logos/Palabra hablaba a los seres humanos que existieron antes de Israel, antes de los profetas y por ende, antes de la encarnación del Verbo. Ya hablaba en la búsqueda sincera de los antiguos por encontrarse con la Trascendencia en las religiones paganas, ya hablaba en los esfuerzos de los sabios por encontrar en sus reflexiones filosóficas el camino hacia la Vida. Es cierto, la Palabra hablaba de forma provisoria, parcial, velada pero no por eso menos cierta. Era la anticipación, la preparación de la humanidad para recibir el acontecimiento Cristo manifestado en la plenitud de los tiempos. Por ello, la esencia del hombre es ser dialogante válido con Dios, receptáculo activo de la Palabra creadora mediante la cual Dios ha hecho todas las cosas –como afirma el autor de la carta a los Hebreos y de otra manera el evangelista Juan “Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho”- y que se ha hecho manifiesta con meridiana claridad en la persona de Jesús de Nazaret, el profeta Galileo que marcó con su andar el sendero seguro que conduce a Dios, porque Él es impronta del Ser divino, reflejo perfecto de su gloria, más íntimo a la creación que lo más íntimo de ella, sostén de la existencia y fundamento de la misma.

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Anejo: adj. Unido o agregado a alguien o algo; con dependencia, proximidad y estrecha relación respecto a él o a ella.

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Él es la Vida que es Luz para los hombres y tiene el poder de convertir a las simples creaturas en hijos de Dios. Por todo esto resulta casi imposible de entender que los hombres hayamos rechazado –y sigamos rechazando- esa Palabra que es Vida y Luz. Pienso que la razón está, por una parte en nuestra situación empecatada, situación que embota nuestros sentidos, obnubila el entendimiento, engrosa el corazón y nos hace refractarios a la Palabra. Por otra parte, resulta entendible el rechazo hacia Cristo si se considera el marco interpretativo con que los hombres hemos aprendido a relacionarnos y con el que hemos armado nuestros sistemas sociales y religiosos. Un marco totalmente ajeno a las categorías evangélicas, a la mentalidad de Jesús, a sus opciones y principios, a su manera de entender la realidad y a las acciones con las que mostró su jerarquía de valores y desde la cual construyó sus relaciones con el mundo y con Dios. Y sin embargo, celebrar la Navidad es proclamar que esa jerarquía de valores es la única forma de construir una sociedad que provea al hombre de las estructuras indispensables para su desarrollo integral y auténticamente humano. Es proclamar que la victoria ya ha sido ganada para todos, pero solamente se hace eficaz para aquellos que se atrevan a recibir existencialmente a Cristo/Palabra que nos viene al encuentro en la pequeñez de los desvalidos del mundo, pues en ellos se hace carne, acampa entre nosotros y podemos contemplar su gloria. Gracia y paz.

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