threeinning System: Fractalidad, Open Earning y la caída del Faraón.
JORDI GÜELL
La AI y la creatividad artificial estimulan hacia la prevención de una progresiva división social. En el supuesto de que la creatividad artificial alcanzara algún día autonomía respecto a la percepción humana, ésta resultaría incomprensible, inalcanzable, y significaría el nacimiento de una escisión definitiva, ésta vez entre el universo artificial de la máquina y la realidad empírica humana. Por tanto, mientras la robótica deba servir a los intereses de la sociedad, todo acto creativo artificial requerirá de un reconocimiento previo por parte de la inteligencia humana. De nuevo retomemos con ello la relación íntima, antes mencionada, entre bioética y estética. Ya que un ejercicio de creatividad artificial no resulta válido estéticamente, en la medida que no sea aceptable para una bioética humana, en interés mayoritario de la humanidad, y reconocido por la humanidad. En éste sentido, sí podemos suponer, se abren paso diferentes aleaciones híbridas, capaces de integrar la percepción artificial en el sistema nervioso humano. Hacia una creatividad híbrida responsable de diferencias sociales, que abren para el usuario cyborg una nueva fractalidad inmensible. Vemos por tanto cómo la AI ha llegado para transformar profundamente nuestra realidad humana. Aunque, de igual modo que la cámara fotográfica respaldó la noción de objetividad, ésta vez la AI se incorpora para devolver la realidad a un nuevo modo de transitoriedad, inhabilitando al concepto para la exclusión del simulacro. Por tanto se anuncia de nuevo, provocada por el uso y la gestión de herramientas artificiales, esa arcana oposición, esa dualidad que venimos recordando, de un corazón humano sujeto a la tensión entre eros y thánatos. Capaces de emprender, con nuevos métodos de dominación, una escisión social sostenida en la AI, la creatividad artificial genera dudas éticas, manifiestas en el mismo suceso estético que le corresponda. 120