Taifa 11: La desposesión de la vida cotidiana

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Además de los factores orgánicos que son causas conocidas de enfermedad, a los que dirige habitualmente su atención el sistema sanitario, existe una serie de causas en general completamente desatendidas. Estas causas constituyen un conjunto de factores sociales, económicos y políticos que están en la base de las causas inmediatas atendidas por la mirada médica actual. Estos determinantes sociales de la salud no son de carácter natural, sino que su incidencia en la sociedad dependerá de las decisiones políticas que afectan al sustrato económico-cultural de los diferentes grupos que la integran. La clase social, el género, la etnia o la procedencia geográfica son algunos ejemplos de condiciones determinantes de la potencial salud, entendida en su pleno sentido, que un individuo previsiblemente podrá alcanzar a lo largo de su vida, influyendo en factores tan limitantes para el pleno desarrollo como son el nivel de ingresos, el nivel educativo, la precariedad laboral, la sobrecarga doméstica, la inestabilidad familiar, el agravio comparativo por razón de sexo o raza, etc., que se concretan en la alimentación, el consumo de tabaco, los trastornos emocionales y psiquiátricos graves, la higiene habitacional, los hábitos de ejercicio o la exposición a enfermedades ocupacionales entre otros. La Comisión de Determinantes Sociales de la Salud de la OMS apunta que la combinación inadecuada de esos determinantes sociales la que daña la salud y crea desigualdades. Por lo tanto, debe insistirse en recalcar que la realidad es muy diferente a lo que describen las autoridades sanitarias o los medios de comunicación: las causas más importantes del deterioro de la salud de la población en general no son ni genéticas ni derivados de actitudes “insanas” a nivel individual. Las causas de los determinantes sociales se producen por las distintas elecciones y prioridades políticas de los gobiernos, las empresas, los sindicatos y las diversas fuerzas sociales que tienen algún tipo de poder político. Así pues, la desigual distribución en el poder económico y social existentes, entre y dentro de los países, es la que condiciona las políticas sociales elegidas, que a su vez influirá en la salud de las personas. La desigualdad en salud aqueja especialmente a las clases sociales más oprimidas y explotadas de la sociedad: los trabajadores y trabajadoras pobres en situación de precariedad laboral y sistemáticamente explotados, las mujeres pobres desempleadas que viven solas con sus hijos, los inmigrantes en situación de ilegalidad y sin recursos objetos de discriminación, las personas excluidas, ‘sin techo’, o en situación de grave marginación social. La salud laboral se ha centrado tradicionalmente en la exposición a riesgos de seguridad, higiene y riesgos ergonómicos y psicosociales, pero ha olvidado la influencia del trabajo doméstico y familiar sobre la salud. Igual que el trabajo remunerado, el no remunerado implica la exposición a riesgos de seguridad, de higiene, ergonómicos y psicosociales, pero los accidentes y las enfermedades relacionados con el trabajo doméstico y familiar no se recogen ni se previenen de manera sistemática. Desde la perspectiva de las mujeres esto es muy importante, ya que son mucho más frecuentes en el sexo femenino. El ámbito doméstico puede ser una fuente de exposición a

sustancias químicas peligrosas: por ejemplo, es conocida la relación entre el trabajo de limpieza y el asma. El trabajo doméstico implica también la exposición a riesgos ergonómicos y psicosociales tales como los relacionados con el cuidado de las personas con discapacidad que, además de un esfuerzo físico y mental, a menudo supone una excesiva exigencia emocional. Además de ser una fuente potencial de exposición a diferentes riesgos, el trabajo es también uno de los ejes principales de la vida y de la identidad de las personas; sin embargo, mientras que el trabajo remunerado es una fuente de estatus, poder y oportunidades, el trabajo doméstico y familiar está socialmente infravalorado. En este sentido se ha recalcado que, a la hora de considerar los determinantes sociales de la salud de las mujeres, sería un error olvidar las influencias que emanan de la sociedad más allá del puesto de trabajo, como el patrón de poder y la subordinación en el hogar, ya que las mujeres no tienen todavía el poder de obligar a los hombres a compartir el trabajo doméstico y de cuidado (y no importa cuán alta sea la cualificación del trabajo de la mujer). La división sexual del trabajo que asigna a las mujeres el trabajo doméstico y familiar y a los hombres el papel de sostén de la familia, es el punto de partida. LA REFORMA LABORAL Y SU IMPACTO EN LA SALUD La reforma laboral impuesta por el gobierno del Partido Popular, especialmente a partir de la aprobación del Decreto-Ley 3/2012 representa una agresión neoliberal sin precedentes históricos recientes a los derechos laborales de millones de trabajadores y trabajadoras, abaratando y facilitando los despidos, debilitando los convenios colectivos y fortaleciendo los “acuerdos” individuales, precarizando el mercado laboral y empeorando las condiciones de trabajo mediante la “flexibilidad interna”. Aunque no disponemos de los estudios sociológicos, laborales, epidemiológicos y de salud pública que permitan medir su impacto real, el aumento del desempleo que ha conllevado genera riesgos que dañan la salud y aumentan la probabilidad de enfermar205. El estrés crónico produce graves problemas de salud como la depresión (tres veces más que en quienes trabajan), “engancharse” a drogas (legales o ilegales), padecer enfermedades cardiovasculares (angina, infarto de miocardio, etc.), morir prematuramente o suicidarse. Los problemas empeoran en las familias obreras, los pobres y las madres solas con hijos. Por ejemplo, en los parados sin subsidio los problemas de salud mental se multiplican por tres en profesionales y por siete en trabajadores manuales, riesgos que se reducen mucho cuando hay subsidios. Junto a los “desempleados oficiales” hay cientos de miles de parados encubiertos y todavía más trabajadores en situación de grave precariedad laboral. La mayoría de factores que favorecen el aumento de la

205. Joan Benach y cols. Informe 3 Observatorio de Salud. GREDS-EMCONET, Sin Permiso 2012. http://www.upf.edu/ greds-emconet/_pdf/observatoriosalud3.pdf

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