La importancia del tiempo en san agustin de hipona como critica al paganismo

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LA IMPORTANCIA DEL TIEMPO EN LA CIUDAD DE DIOS DE SAN AGUSTIN DE HIPONA COMO CRÍTICA AL PAGANISMO. Jhon Michael Napán Napán

INTRODUCCIÓN En la presente trabajo realiza un análisis comparativo entre las dos obras apologéticas de Agustín de Hipona: Las confesiones (Libro XI) y La Ciudad de Dios, enmarcándonos en un tema específico: el tiempo. Se tratará de explicar que por medio de este, en términos cristianos, no sólo se da la creación, sino que también es el medio a través del cual Dios quiere realizar su designio de salvación. Esto, relacionándolo con el contexto donde se desarrolla dicha concepción, nos permitirá dilucidar dos aspectos:1) porqué el imperio romano adopta esta nueva concepción de tiempo. Y 2) por qué sigue permaneciendo a través de los siglos. En esa línea destacaremos su importancia, que estará ligada a la obra en general: la crítica a los paganos. En primer lugar se hará un breve contexto histórico, empezando por los antecedentes donde se describe los sucesos históricos que anticipan la obra de Agustín de Hipona, así como el paso del cristianismo como religión perseguida a perseguidora de los llamados paganos (lo cual implica tocar de manera muy somera su oficialización en el imperio romano); y la disputa que tendrán el cristianismo con éstos (paganos) debido al saqueo de Roma. Posteriormente se desarrollará de manera muy somera la concepción clásica del tiempo, el eterno retorno y lo que significó la influencia de Pablo y la posterior constitución del canon cristiano. Con estas premisas se pasará al tiempo en Agustín de Hipona: creación – salvación y crítica al paganismo. 1. Un repaso del contexto histórico para entender la obra.

Nos ubicaremos en el contexto de la crisis del imperio romano (pero específicamente los siglos IV y V) y cómo la influencia cristiana llegará a consolidarse de la mano del poder político de los emperadores romanos. De perseguidos a perseguidores El imperio romano para el siglo IV y V se extendía desde Judea hasta la península Ibérica, desde el norte africano (actuales Egipto, Libia, Marruecos y Túnez) hasta la Britania (norte europeo) y los territorios que circundan el Mediterráneo. Buscaban reforzar la “unidad” del imperio mediante el culto

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de una religión cívica,1 este culto en muchos pueblos conquistados convivían junto a sus creencias locales, mientras que otros pueblos este tipo de pleitesías no eran aceptadas (caso de los judíos y posteriormente de los cristianos). Pero en general los romanos aceptaban o toleraban el culto a los dioses locales siempre y cuando no dejen de cumplir con la religión cívica. Dentro de esta coyuntura de “tolerancia” los cristianos llegaran con las denominadas oleadas religiosas de oriente2 a penetrar dentro del imperio romano, donde para el siglo IV tendrá un número significativo de seguidores incluso romanos que se convertirán al cristianismo, como lo menciona Charles – Oliver Carbonell en su libro Una historia europea de Europa que hasta algunos intelectuales como Macrobio planteaban la idea de un dios único con distintos nombres (Júpiter, Cristo, etc.) pero en defensa de la religión cívica. La incursión del cristianismo por Roma trae consigo diversas reacciones dentro del imperio; estas reacciones se debían al carácter sectario de los cristianos que rompían con el culto de la religión cívica lo cual haría peligrar la unidad política de Roma. En el siglo IV y V las invasiones barbarás de los pueblos germánicos se harán casi continuas, en salvaguardia de las fronteras, los emperadores tendrán que pactar con algunos pueblos barbaros. En el año 370 los godos llegan a la frontera del imperio, procedentes del Danubio, debido a que su reino había sido arrasado por los hunos procedentes de China. Valente (328 – 378) que por ese entonces era el emperador pacta con los godos para que estos se encarguen de la defensa de esa parte de la frontera a cambio de tierras. Estos pactos con los pueblos barbaros no serían más que las muestra de que el imperio pasaba por una grave crisis que tenía su origen en la segunda mitad del siglo III3. Ante estos hechos los cristianos que durante los siglos I hasta el IV habían sido perseguidos por el imperio debido que eran considerados sediciosos (por la revuelta en el año 70 por los judíos con los cuales eran comparados). Los emperadores Nerón, Domiciano, Trajano, Marco Aurelio, Séptimo Severo, Maximiano, Decio, Valeriano, Aureliano y Diocleciano fueron algunos de los perseguidores de cristianos, siendo este último, el máximo responsable de la última y más cruenta persecución contra los cristianos4. En el reinado de Constantino I (272 – 337) las cosas para el cristianismo cambiaran, la promulgación del edicto de Milán en el año 313 donde se proclama la libertad de culto y religión en el 1 CARBONELL, Charles – Oliver y otros. Una historia europea de Europa. Menciona que la expansión romana llevó consigo la religión cívica, impuesta a todo pueblo conquistado, la cual tenía como finalidad el culto a Roma y a los emperadores vivos, muertos y divinizados. Se trataba de un culto más político que religioso. 2 Producto de las oleadas barbarás de oriente a occidente. 3 Esto etapa se ubica a la muerte del emperador Severo Alejandro en el año 235, donde el vacío de poder político, las constantes sublevaciones de las tropas romanas de las fronteras y la presión externa por parte de los invasores barbaros ocasionaran que el imperio pase por una grave crisis, que llegara a su fin momentáneamente en el año 284 cuando Diocleciano asuma el trono. 4 A pesar de que su antecesor Cayo Galerio (260 - 311) reconoce que la persecución contra los cristianos había fracasado, además Galerio escindió el edicto que había decretado, el cual daba luz verde para la persecución a los cristianos. Esta decisión se debía que los muertos por parte del cristianismo pasaban a ser considerados mártires lo cual generó en el pueblo romano un rechazo hacia esta medida.


imperio, además que disponía la restitución de los bienes antes confiscados a la iglesia, no solo de los lugares de culto; y con ello empieza el fin de la persecución contra los cristianos y otras sectas habidas en el imperio. La importancia de este emperador para posteridad de Roma como para el cristianismo será porque marca el inicio del cristianismo adherido a la oficialidad imperial, pasan de perseguidos a perseguidores de lo que llamaran el paganismo.5 Posteriormente en el año 380 Teodosio I (347 – 395) cuando gobernaba emite el edicto de Tesalónica que significaba la implantación del cristianismo como religión oficial del imperio. La legitimación del cristianismo como religión oficial del imperio se da en el contexto de una coyuntura muy crítica para el imperio que desencadenaría a la muerte de Teodosio I en la separación del imperio entre sus dos hijos: imperio romano de oriente (Arcadio) y el imperio romano de oriente (Honorio); sumado a las invasiones barbarás que aquejaban al imperio desde el siglo III. Ante la vulnerabilidad del imperio se buscará aquello que le garantice la unidad política, por ello apelaran al cristianismo como ente garante de tal fin, a lo que nosotros denominamos la búsqueda del “nuevo orden”. Después de la proclamación de la libertad de culto el avance del cristianismo por el imperio romano fue creciendo muy rápido, durante el Gobierno del emperador Constantino I empezó a perseguirse a los paganos6 y en el gobierno del emperador Teodosio I y la legitimación de la doctrina cristiana provoco que la persecución se intensificara. Polémica entre paganos y cristianos Ante el avance de la crisis en el imperio romano producto de la segunda mitad del siglo III, la invasión de los pueblos barbaros (siglo III al V) y el progresivo avance del cristianismo que encontró resistencias en el viejo paganismo romano, como lo afirma José Orlandis: El tradicionalismo aristocrático. La progresión del cristianismo en la legislación imperial y en la sociedad romana del siglo IV no estuvo exenta de dificultades y necesito vencer obstáculos y resistencias. Estas resistencias estuvieron polarizadas, paradójicamente, en los ambientes sociales muy alejados entre sí, pero que fueron sin embargo – cada uno en su ámbito y con sus propias características – los reductos del viejo paganismo: la aristocracia senatorial y las poblaciones rurales de las provincias del imperio de occidente.7

Además Orlandis anota que durante el reinado del emperador Juliano el Apóstata (361 - 363) se dio una reacción de los paganos contra los cristianos, principalmente por parte de la aristocracia senatorial por ello escribe: 5 Este concepto utilizado por los cristianos hacia aquellos que adoraban a otro Dios que no era el cristiano. 6 Saquea templos paganos en el 335 (Palestina y Asia Menor) ordenando la ejecución de todos los sacerdotes. 7 ORLANDIS, José (1988) La conversión de Europa al cristianismo. Madrid: ediciones Rial, pág. 30 {LA IMPORTANCIA DEL TIEMPO EN SAN AGUSTIN DE HIPONA COMO CRITICA AL PAGANISMO.docx v.1}


El partido pagano en el Senado romano del siglo IV fue de corte tradicionalista y estuvo dirigido por individuos de la vieja nobleza de Roma, que seguían desempeñando elevados cargos en la administración bajo – imperial. 8

Esto se debía al carácter muy conservador de muchos de los senadores romanos considerados paganos que le pidieron a Valentiniano II (375 – 392) les permitiera la mantención de sus costumbre, ya que consideraban que no había un solo camino para llegar a Dios así como tampoco un solo Dios. Ambrosio responde a esta argumentación afirmando que “es un error creer que hay muchos caminos que conducen a Dios, después de que los cristianos recibimos la verdad de la boca de Dios”. Las quejas que provenían de los paganos en el imperio provenientes del campo, una gran parte de la aristocracia y los intelectuales, no fue impedimento para el avance del cristianismo. Los templos pierden sus privilegios y son despojados de sus riquezas. Las medidas adoptadas contra la “superstición” vacían poco a poco los cultos paganos de parte de su sentido. Desde mediados del siglo IV se prohíben los sacrificios y se cierran los templos. Y sobre todo, los emperadores renuncian al cumplimiento de los ritos que otrora cimentaban la Pax deorum 9

Entre las décadas finales del siglo IV los acontecimientos políticos y culturales de gran alcance llevaran al paganismo – explicado líneas arriba – a su prohibición aproximadamente en el año 391. El antagonismo entre lo cristiano – pagano se revitalizará en los primeros años del siglo V a consecuencia de la amenaza que se cierne sobre Roma por las invasiones que está sufriendo el imperio romano. 10 En el 410 Alarico rey de los godos saquea Roma y a consecuencia de este suceso surgen acusaciones dirigidas al cristianismo. Roma había caído y la población que habitaba Roma se sentía insegura ante el desplome de la ciudad considera “eterna”, además la caída se producía en la época que el cristianismos había implantado el culto al Dios cristiano en desmedro de los dioses paganos. Las críticas hacia el cristianismo provienen de la reacción pagana, es necesario para comprender este punto debemos hacernos una pregunta ¿Por qué cayo Roma? La coincidencia entre paganos y cristianos era que el saqueo significaba un desastre, ahora la otra pregunta era ¿Quién era el responsable? Divido el imperio, Honorio no pudo detener a los godos ni con pactos ni mediante la guerra. Las críticas no solo eran dirigidas hacia el emperador, la iglesia cristiana no se salvó de los señalamientos, se argumentaba que el saqueo de Roma demostraba que el dios de los cristianos a que tanto alaban como el supremo y único había fallado en el intento de salvaguardar a Roma. Ante las críticas paganas Agustín escribió “La Ciudad de Dios” (entre 412 al 426), como una defensa a los cuestionamientos.

8 Ibíd. pág. 31 9 Óp. Cit. Pág. 103. 10 Por estos años ya se había producido la separación del imperio romano entre los hijos de Teodosio I: Arcadio (oriente) y Honorio (occidente).


2. El tiempo en la Ciudad de Dios y las Confesiones: dimensiones e importancia.

A lo largo de toda la historia cada cultura ha tenido una percepción y modo de concebir el tiempo. En el tiempo todo pasa, todo fluye y muere. Es una realidad que nos devora, y difícil de comprender. A continuación veremos algunas respuestas al problema. Concepción clásica del tiempo. En este punto solo vamos a tratar de manera general los elementos más importantes de la historiografía grecorromana respecto al tiempo. Desde el nacimiento de la cultura griega el tiempo explica el ser del universo, la revolución cíclica de los cuerpos celestes: “este es eterno en su continuo fluir, sin comienzo ni fin, que transciende cualquier determinación que se le quiera imponer desde la movilidad y contingencia que caracteriza a la vida humana”11. De esta manera el tiempo que le es inherente, ha estado presente en el pensamiento Griego, ya sea en un mito cosmogónico o en una reflexión racional. Verónica Benavidez González citando a Hesiodo afirma que en su Teogonía, el caos originario es un espacio abierto, una extensión pura, informe a modo de abismo insondable, que ha existido siempre, lo cual denota que el tiempo que lo ha acompañado en su existir es también eterno. Con el paso del mito al logos, los primeros filósofos, siguen pensando en una naturaleza eterna, existente desde siempre, que permanece tras el devenir y los cambios, las trasformaciones que se dan en ésta, son de eterno retorno. Platón sostiene la noción de una materia caótica que existe desde siempre y que es ordenada por el demiurgo, Aristóteles nota la vinculación entre el movimiento y el tiempo, pero concluye que el tiempo necesario para que se den estos fenómenos debe existir desde siempre, es decir debe ser eterno12.En el periodo helenístico romano en palabras de Erick Kahler los acontecimientos humanos eran una recurrencia perpetua, un círculo más bien que un progreso rectilíneo, y la orientación general se dirigía más a un pasado mejor que a un futuro mejor. Con estas premisas se puede entender mejor porqué la predicación de San Pablo causó escándalo al afirmar que Dios había creado las cosas de la nada, incluso el tiempo. Pero este escándalo pasó a formar más tarde el “nuevo orden” que necesitaba el imperio. Y la doctrina de la salvación, la búsqueda de la felicidad resultaron ser más esperanzadoras que el eterno retorno que sólo conducía a un fatalismo en su trascurrir.

El tiempo en la biblia.

11 BENAVIDES GONZÁLES, Verónica. Dos visiones del tiempo y la eternidad. En: revista Archivum, Año III, N°4. pág. 202 12 Ibíd. Pág. 205 {LA IMPORTANCIA DEL TIEMPO EN SAN AGUSTIN DE HIPONA COMO CRITICA AL PAGANISMO.docx v.1}


En este punto haremos hincapié en lo que va a significar la influencia de Pablo y la posterior constitución del canon cristiano, como modo de entender la historia de la salvación. El cristianismo y el judaísmo son dos religiones que tienen un origen común. En el judaísmo se cuenta el tiempo histórico a partir de un comienzo – la creación del mundo- , aunque en vista de un eschaton 13. Lo particular en el cálculo cristiano, es que se cuenta el mismo a partir de un acontecimiento central que ocurrió cuando el tiempo se había consumado. Para los judíos este tiempo central se encuentra todavía en el futuro, y la esperanza de la venida del Mesías divide al tiempo para ellos en un presente y en un futuro. Para el cristianismo, la línea divisoria de la historia de la salvación ya no es un mero futuro, sino un presente, la venida – ya realizada- de Jesucristo. Cullmann citado por Löwith refiriéndose al esquema de la historia de salvación de Pablo, distingue dos movimientos, el primero que va de los muchos al único, este es el antiguo testamento. El otro que va del único a los muchos, este es el nuevo testamento, precisamente en el medio está el decisivo factum, la muerte de Cristo (1956:207). Podemos notar de esta manera que el calvario y la resurrección, que son el centro de un recorrido que falta completar, pasan a ser acontecimientos decisivos en la historia de la salvación, esto es la esperanza cristiana que descansa en la fe, en un hecho ya cumplido, que aseguran al creyente el éxito final con la segunda venida de Cristo El tiempo en Agustín de Hipona. El contexto donde se vivió san Agustín, marca de una manera el surgimiento de su teología de la historia, su respuesta contra los paganos en La ciudad de Dios, afirman la consolidación de la imbricación entre el universo helenístico y el cristiano que ya se daba desde los primeros siglos, después de la muerte de Jesucristo. La creación y el tiempo. Como veníamos anunciando líneas arriba, no cabe duda que el cristianismo aportó a la “reflexión” sobre el mundo y su origen, pero llevaron su respuesta más allá de la naturaleza, algo que estaba incluso fuera de la misma, el mundo y el tiempo. […] conozcan, pues que ningún tiempo puede haber sin creación, y así dejen de hablar cosas tan vanas y repugnantes. Extiendan su consideración a las cosas eternas, que son antes a las temporales y transitorias, para entenderos a Vos, que sois antes de todos los tiempos y eterno criador de todos los tiempos14

En efecto para Dios no hay tiempo anterior ni posterior. Él precede todos los pasados, supera todos los futuros desde el presente de su eternidad, tal como lo refiere en sus Confesiones: “«Sus años», no son 13 Karl Löwith lo define como el fin de la historia de la salvación, que es independiente de los acontecimientos políticos de las naciones, porque se trata de la salvación individual, del pecado y de la redención. La historia del mundo es profana y su sentido sólo puede ser esclarecido por el principio trascendente de la providencia. (Historia del mundo y salvación: los presupuestos teológicos de la filosofía de la historia. Buenos Aires: Katz editores, 2007). 14 DE HIPONA, San Agustín (1941) Confesiones. Madrid: editorial Poblet. (libro XI, capítulo 30, subcapítulo 40).


más que un solo día, y este día vuestro no es repetido, de modo que pueda llamarse cotidiano, sino un “hoy” continuo, porque ese “hoy” vuestro no cede al de “mañana” ni sucede al de “ayer”; este “hoy” vuestro es la eternidad.”15 Cuando a San Agustín le preguntan ¿qué hacia Dios antes de crear el cielo y la tierra?, se da cuenta de que responder no es sencillo y no huye de la dificultad “[…] diciendo que entonces estaba Dios preparando los tormentos del infierno para los que pretenden averiguar las cosas altísimas e inescrutable”16, sino vuelve a recalcar que “al principio creó el cielo y la tierra, que nada existían antes, puesto que se diría que había hecho antes de hacer lo que hizo, sin duda no fue hecho el mundo en el tiempo, sino con el tiempo”17. Por consiguiente, ambas realidades (tiempo y mundo), comparten el mismo principio y comienzan simultáneamente. Además de esto se puede distinguir entre una sucesión temporal, que es la criatura, y otra eterna, que es Dios. La realidad de Dios corresponde a una inmutable eternidad, de suyo omnipotente, al punto de crear el mundo de la nada y en un solo acto. La realidad de la criatura en cambio, es otra. Como ésta existe con el tiempo, su ser es mutable y finito, por ende con un principio y fin previstos por Dios por toda la eternidad, y con una duración que transcurre inevitablemente dentro de los márgenes impuestos por la temporalidad” (Benavides Gonzales: 210)

Pero a esto, le sigue otra pregunta ¿Qué es el tiempo? ¿Qué es el tiempo? Es una experiencia imposible de desconocer, aun cuando difícil de definir. “[…] Si nadie me lo pregunta, yo lo sé para entenderlo; pero si quiero explicarlo a quien me lo pregunte, no lo sé para explicarlo a quien me lo pregunte, no lo sé para explicarlo. Pero me atrevo a decir que sé con certidumbre que si “ninguna cosa” pasara, no hubiera tiempo pasado; que si ninguna sobreviniera de nuevo, no habría tiempo futuro, y si ninguna cosa existiera, no habría tiempo presente. Pero aquellos dos tiempos que he nombrado, pasado y futuro, ¿de qué modo son o existen, si el pasado ya no es, y el futuro no existe todavía? Y en cuento al tiempo presente, es cierto que si siempre fuera presente y no se mudara ni fuera a ser pasado, ya no sería tiempo, sino eternidad.”18

Y está claro que lo único que puede ser eterno es Dios. Vemos entonces que es este tiempo presente, es “[…] algún instante de tiempo que no pueda dividirse en ningunas partículas de tiempo, por mínimas 15 Ibíd. XI, 13,16. 16 Ibíd. XII, 12,14. 17 DE HIPONA, San Agustín. (1988) La Ciudad de Dios. 4ta edición. Madrid: Biblioteca de autores cristianos. XI, 6. 18 Óp. cit. XI, 14,17. {LA IMPORTANCIA DEL TIEMPO EN SAN AGUSTIN DE HIPONA COMO CRITICA AL PAGANISMO.docx v.1}


que sean, ese punto indivisible será el que se pueda llamar “presente” 19, pero aclarar que éste presente, al ser tan fugaz no puede tener espacio ni extensión, porque si lo tuviera se dividiera en pasado y en futuro. En conclusión el tiempo es un puro transcurrir, un llegar a ser para tender a no ser, pero ¿cómo medimos ese transcurrir? La medición del tiempo. Pues ha de ser medido en “[…] cuando pasa, pues después que ya ha pasado, no se mide, porque ya no hay entonces cosa que se mida. Pero ¿de dónde viene él, por dónde pasa, y a dónde va cuando se le mide?, pues viene de aquello que aún no es, pasa por aquello que no tiene espacio ni extensión, y va a aquello que ya no es.”20Si bien es cierto el tiempo puede ser medido como algo que “conserve” el presente de las cosas pasadas, el presenta de las presentes y el presente de las futuras, ¿qué es lo que hace posible esta medición? “El tiempo no es otra cosa que una cierta extensión; pero de qué cosa sea esta extensión, no lo sé ni lo percibo; y harto será que no sea una especie de extensión de nuestra misma alma.”21.

Según Verónica Benavides Gonzales “el sentido primario del sustantivo latino distentio corresponde a extensión, dilatación y secundariamente a plenitud, por lo que, aplicado este significado figuradamente de alma, ésta aparece como un órgano espiritual en expansión hacia los diferentes tiempos”.22 En otras palabras es en el alma donde se mide “todos los tiempos”, pues el alma espera, atiende y recuerda. Esto lo aclara en sus Confesiones: […] ¿Quién hay que niegue que los futuros no existen todavía? Pero no obstante, ya existe en el alma la “expectación” de los futuros. ¿Y quién hay que niegue que lo pasado no exista ya? Pero, no obstante, hay todavía en el alma la “memoria” de lo pasado. ¿Y quién hay que niegue que el tiempo presente carece de extensión o espacio, pues pasa a un punto? Pero no Obstante, permanece y dura “la atención” por donde pase a un ser que no será23.

Cabría aclarar que cuando nos referimos al alma como extensión (distensión) de los tres tiempos, ésta es limitada por ser creación de Dios. Ya que aun cuando sea capaz de reunir los acontecimientos pasados y futuros en una misma atención presente, nunca podemos tener un conocimiento simultaneo de todo lo que sucede. “[…] No olvidemos que el tiempo mediatiza nuestro conocimiento de las cosas obligándolas a considerarlas una a una, en una sucesión de espacio temporal que ninguna inteligencia creada puede soslayar.”24 19 Ibid.XI,15,20 20 Ibíd. XI, 21,27. 21 Ibíd. XI, 26, 33. 22 Dos visiones del tiempo y la eternidad. En: revista Archivum, Año III, N°4.pág 212 23 Óp. cit. XI, 28,37.


El tiempo como vector de salvación. En los puntos anteriores se trataron tanto de la creación del mundo hecha por Dios, de definir que es el tiempo, y cómo se mide éste mismo. En base a estas premisas que nos permitirán desarrollar nuestro problema, ¿cuál es el papel y la importancia del tiempo para Agustín?, se han de distinguir dos sentidos: la de Dios y la del hombre. La de Dios, en el sentido de que a través del tiempo ÉL mide el desarrollo y la realización de su creación. Dios conoce intemporalmente las cosas temporales, conoce los tiempos sin noción alguna de lo temporal. Dios conoce todas las cosas temporales en su relación de sucesión, en su propia existencia, naciendo o extinguiéndose en su propio tiempo, pero las contempla a todas juntas, como presentes en sí mismo (LACALLE NORIEGA: 2006,91)

La del hombre, que se muestra como un drama de salvación, “el tiempo no tiene sentido si no sirve justamente para que, a lo largo de él, se desenvuelva lo que es esencialmente temporal: la persona humana y la dramática histórica”25. Pero veamos ¿por qué surge este drama? Dios no había creado a los hombres como a los ángeles, inmortales aunque pecaran, sino que los creó, en tal condición que si cumplían con el deber de la obediencia, se verían coronados con la inmortalidad angélica y la eternidad feliz, pero si desobedecían sufrían como justo castigo la pena de la muerte. 26

Agustín distingue dos muertes, la primera que es causa del pecado heredados de los primeros hombres y que consiste en la separación de alma y cuerpo, esto le otorga mortalidad al hombre. Pero a esta muerte le deviene la primera resurrección, que es donde los muertos escucharan la voz del hijo de Dios y al escucharla tendrán vida. Por todos estos muertos ha ido a la muerte un sólo viviente (Cristo), ahora deben creer y obedecerle, sólo así resucitarán. En la segunda resurrección los que hicieron el bien resucitarán para la vida: he aquí los que tendrán vida; y los que practicaron el mal resucitarán para el juicio, y es en este juicio donde se da la condenación (muerte segunda), pero a otros en cambio, los conducirá hasta aquella vida que no conoce la muerte. […] Se dará la separación entre la ciudad terrenal y celestial que se encontraba mezclada, tal separación será es sólo interna y, en realidad, sólo de Dios es conocida, porque sólo en Él están desde siempre los nombres de los habitantes de los dos mundos separados por un invisible abismo”27.

24 Loc. Cit. Pág.214. 25 FERRATER MORA, José. (1958). Cuatro visiones de la Historia Universal. 3ra edición. Buenos Aires: Ed. Sudamérica. pág.43. 26 DE HIPONA, San Agustín (1988) La ciudad de Dios. Cuarta edición. Madrid: Biblioteca de autores cristianos. XIII, 1. 27 Óp. cit. Pág. 54. {LA IMPORTANCIA DEL TIEMPO EN SAN AGUSTIN DE HIPONA COMO CRITICA AL PAGANISMO.docx v.1}


Pues de esta manera se ha cumplido el drama de la historia de la salvación para que fuera creado, donde no habrá necesidad alguna, sino felicidad plena .El tiempo se terminará en la eternidad. Hasta aquí podemos dar cuenta el papel que juega el tiempo en San Agustín, Ahora nos queda explicar su importancia en la obra. Importancia a modo de conclusión Como hacíamos mención anteriormente, la Ciudad de Dios se escribió con la intención: defender la religión cristiana contra las acusaciones de los paganos que los hacía culpables del saqueo de Roma por Alarico De los enemigos del nombre cristiano, y de cómo éstos fueron perdonados por los bárbaros, por reverencia de Cristo, después de haber sido vencidos en el saqueo y destrucción de la ciudad Hijos de esta misma ciudad son los enemigos contra quienes hemos de defender la Ciudad de Dios […]28

A la vez refutar el presunto valor salvífico del culto politeísta, de esta manera coloca en contraposición el origen, el desarrollo y el porvenir de las dos ciudades, la ciudad de Dios y la Ciudad de Babilonia. En tal sentido, ha sido pertinente desarrollar el tiempo en San Agustín, ya que de esa manera destacamos el valor salvífico del cristianismo. Con esto “”Agustín transformará la Historia de su pueblo en Historia Universal, como en el pasado lo hicieron los judíos al redactar el Antiguo Testamento”29. Así podemos dar cuenta a nuestro punto de vista, que el cristianismo se consolida como el “nuevo orden” en la civilización europea, moral en un inicio y político después de su institucionalización, promete la salvación y la eterna felicidad a aquellos que aman a Dios, esto que sólo se podía dar en una esperanza vista en el futuro, que no puede existir si los tiempos pasados y venideros son concebidos como un ciclo. En tal sentido, la crítica al paganismo La historia para Agustín es única, todos aspiran a la salvación. Los fundamentos de la Doctrina Cristiana, los que aporta y difunde San Agustín de Hipona son importantes para el desarrollo de la historiografía, pero a la vez hace común una vida de resignación y obediencia hacia Dios y las Sagradas Escrituras, donde decía que en el mundo terrenal era solo un tránsito hacia la ciudad celestial. Resumen hacía la vida del creyente, una vida de resignación, cuando en realidad la vida es acción, más allá que se haya propuesto el libre albedrío, los hombres seguían el plan divino de la historia. En San Agustín se puede extrapolar una preocupación por la historia – más allá de que algunos puedan considerar a la obra de “La Ciudad de Dios” como filosofía de la historia o como un texto netamente religioso que nada tiene que ver con la historia – lo cierto es que las obras de Agustín de Hipona 28 Loc. Cit.I,15,20 29 AGUILERA, Leandro. (2010) “Agustín. El tiempo y la palabra” En: Revista electrónica Historia del Orbis Terrarum. Santiago: Comisión editorial de Estudios Medievales.


llegaran a influir sobre pensadores no cristianos a la posteridad, claro que con un sentido no tan religioso. Además destacar que dentro de este pensamiento tendrá su origen las diversas ideas que serán los pilares de la modernidad como: la liberación y el sentido del progreso (dentro de un espacio temporal-transitorio), entendidas estas dos ideas como liberación de las miserias terrenales, por un paraíso y la aproximación hacia una meta suprema (negación de la materia y afirmación de los espiritual); todo esto podríamos resumir con lo dicho por Karl Löwith de que la presencia del cristianismo ha sido decisiva para el nacimiento de la conciencia histórica30 BIBLIOGRAFÍA.

CARBONELL, Charles – Oliver y otros. (2001) Una historia europea de Europa. Barcelona: Ideas Books DE HIPONA, San Agustín (1988) La ciudad de Dios. Tomo I – II.Traducción Santamaría del Rio Santos. Cuarta edición. Madrid: Biblioteca de autores cristianos. pp.1040 ________________________ (1941) Confesiones. Madrid: editorial Poblet.

FERRATER MORA, José. (1958). Cuatro visiones de la Historia Buenos Aires: Ed. Sudamérica.

Universal. 3ra edición.

LÖWITH, Karl (1956). El sentido de la historia. Implicaciones teológicas de la filosofía de la historia. Madrid: Aguilar ediciones. ORLANDIS, José (1988) La conversión de Europa al cristianismo. Madrid: ediciones Rial. WEBGRAFÍA AGUILERA, Leandro. (2010) “Agustín. El tiempo y la palabra” En: Revista electrónica Historia del Orbis Terrarum. Santiago: Comisión editorial de Estudios Medievales. Disponible en: http://historiasdelorbisterrarum.files.wordpress.com/2010/05/05-leandro-lillo-a-agustin-el-tiempo-y-lapalabra.pdf BENAVIDES GONZÁLES, Verónica. Dos visiones del tiempo y la eternidad. En: revista Archivum, Año III, N°4. pp. 201 – 214. Disponible en: http://arpa.ucv.cl/archivum4/historia%20antigua/dos %20visiones%20del%20tiempo...v.benavides.pdf

30 LÖWITH, Karl (1968) El sentido de la historia. Madrid: Aguilar {LA IMPORTANCIA DEL TIEMPO EN SAN AGUSTIN DE HIPONA COMO CRITICA AL PAGANISMO.docx v.1}


LACALLE NORIEGA, María. (2006) Tiempo y eternidad en San Agustín En: revista Comunicación y Hombre, N°2. pp.89 –99. Ed. Universidad Francisco de Vitoria – Madrid. Disponible en: http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/1294/129413732006.pdf MUÑOZ – ALONSO LÓPEZ, Gemma. El tiempo en san Agustín. En: Anales del seminario de historia de la filosofía, N°7. Ed. Universidad Complutense de Madrid. Pp.37-42.Disponible en: http://www.ucm.es/BUCM/revistas/fsl/02112337/articulos/ASHF8989110037A.PDF


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