En medio de ninguna parte

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-y guarda la carta en lugar seguro; si no, no recibirás ni una sola moneda. -No, señorita. La pondré en lugar seguro.

203. Anna se dispone a hacer la cama. No salgo de la cocina; me quedo sentada a la mesa, mirándola. Ha perdido todo su aplomo ahora que su marido está ausente. -¿Te gusta dormir en la cocina, Anna? -Sí, señorita. -Evita mirarme a la cara, susurra, no sabe qué hacer con las manos. -¿Quieres dormir en una cama como es debido? Está perpleja. -No prefieres dormir en la cama del cuarto de invitados? No, señorita. -¿Cómo? ¿Prefieres dormir aquí, en el suelo? Aguanta en silencio un buen rato. Lleno la cacerola de agua. -Acuéstate. Solamente voy a hacerme una taza de té. Se tapa y se aparta de la luz. -Dime una cosa, Anna. ¿No te desvistes cuando te acuestas? ¿Duermes siempre con la pañoleta? Se quita la pañoleta. -Dime otra cosa. ¿Duermes vestida cuando te acuestas con tu marido? Eso sí que no me lo creo. -Arrimo una silla a su lecho-. ¿Lo pasas bien con tu marido, Anna? Venga, no tienes ningún motivo para mostrarte tan tímida. Vamos, dímelo. ¿Lo pasas bien con tu' marido? ¿Es agradable estar casada? -Resuella miserablemente, atrapada en la casa oscura con la bruja. No va a ser un diálogo, gracias a Dios; puedo extender las alas y marcharme volando a donde quiera-o También a mí me gustaría tener un hombre, pero nunca me ha sido posible, nunca he sido mujer suficiente para complacer a ninguno, ni siquiera he sido guapa. -Me inclino hacia ella desde la rígida silla de la cocina en que estoy sentada y la intimido; ella solamente nota las oleadas de rabia que se entrechocan en mi voz, y solloza atemorizada-. Pero eso no es lo peor, qué va. La energía es

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