Eric hobsbawm rebeldes primitivos

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vista se fijaba en su mansión. Y aunque me hagas pedazos, yo tengo para mí esa seguridad. Los profetas nos lo han revelado. Habrá un juicio. Pero no seremos los jueces, y sin embargo «la venganza es mía», dice el Señor, nuestro Dios. De hecho, la frase «el opio del pueblo» dista mucho de ser una descripción impropia de buena parte de este sectarismo.14 La mayoría de las religiones obreras eran lo que Troeltsch ha llamado sectas no agresivas, cuyos miembros pensaban que el verdadero creyente debe volverse de espaldas al mundo y mirar tan sólo a la gloria de la salvación eterna, garantizada ésta por su conversión. Los «Walworth Jumpers», secta obviamente proletaria, y caso extremado de comunidad extática de la que tenemos una descripción,15 llevó esta tendencia al punto final de creer realmente que morían con la conversión y que mediante ella renacían en la vida eterna: a contar del momento en que se realizaba aquélla, eran inmortales. II La secta obrera como tal es cosa distinta de esta clase de religión, porque es fundamentalmente activa. Los miembros del grupo no proceden solamente en lo fundamental de las filas asalariadas, sino que la secta toda ella se encuentra estrechamente relacionada con los movimiento obreros y sindicales, ya en el aspecto doctrinal y organizativo, ya por el conducto de las activida14. «Aparentemente, la religión en las iglesias de las zonas textiles parece indiferente a las condiciones económicas; de hecho, es en parte producto de dichas condiciones, y al distraer ¡a atención de éstas, constituye un espaldarazo a las mismas.» Pope, op. cit., p*. 91. Acaso convenga notar que este autor es un cristiano que estaba muy en contra de la «interpretación económica de la historia». 15. C. M. Davies, Vnorthodox London, 1873, I, pp. 89 y ss.

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