1 el circo de los extraños

Page 89

-No –convino-, no tienes mucho donde elegir. Pero es la única oferta posible. ¿Aceptas? Me paré a pensarlo. Quería decir que no, escapar de allí para no volver nunca. Pero sí hacía eso, Steve moriría. ¿Era su vida lo bastante valiosa como para hacer un trato como aquél? ¿Me sentía yo lo bastante culpable como para ofrecer mi vida a cambio de la suya? La respuesta era... Sí. -De acuerdo –suspiré-. No me gusta la idea, pero estoy atado de pies y manos. Sólo quiero que sepa una cosa: si alguna vez tengo ocasión de traicionarle, lo haré. Si surge la oportunidad de vengarme, no la dejaré pasar. Nunca podrá confiar en mí. -Muy bien –dijo. -Hablo en serio –le advertí. -Lo sé –dijo él-. Por eso te quiero a ti. El ayudante de un vampiro debe tener temple. Precisamente tu espíritu combativo fue lo que me hizo elegirte. Será peligroso tenerte cerca, no me cabe duda, pero tampoco me cabe duda de que en una pelea serías un buen aliado. Respiré hondo. -¿Cómo lo hacemos? –pregunté. Se puso en pie y apartó la mesa a un lado. Se me fue acercando hasta detenerse a un medio metro de distancia. Parecía tan alto como un edificio. Emanaba un repugnante olor que yo no había notado hasta entonces. El olor de la sangre. Alzó la mano derecha y me mostró el dorso. No tenía las uñas exageradamente largas, pero parecían afiladas. Levantó la mano izquierda y presionó sobre las carnosas yemas de los dedos con las uñas de la derecha. Luego marcó los dedos de la mano derecha de la misma forma que lo había hecho con la izquierda. No pudo reprimir una mueca de dolor. -Levanta las manos –gruñó. Yo estaba observando fascinado la sangre que goteaba de sus dedos y no obedecí su orden-. ¡Ahora! –gritó, agarrándome las manos y levantándomelas de un tirón. Hundió las uñas en las tiernas yemas de mis dedos, las diez al mismo tiempo. Grité de dolor y caí hacia atrás, apretando la manos contra los costados, frotándomelas contra la chaqueta. -No seas tan miedica, pareces un bebé –se burló, obligándome a dejar libres las manos. -¡Me duele! –aullé. -Pues claro que duele –se rió él-. También a mí me hace daño. ¿Acaso creías que convertirse en vampiro resulta fácil? Ve acostumbrándote al dolor. Te queda mucho por delante. Se llevó mis dedos a la boca y chupó un poco de sangre. Le observé enjuagándose la boca con ella para comprobar su calidad. Por fin asintió y se la tragó. -Es sangre buena –dijo-. Podemos proceder. Apretó sus dedos contra los míos. Durante unos segundos sentí que se me adormecían los extremos de los brazos. Entonces noté que la sangre pasaba de mi cuerpo al suyo a través de mi mano izquierda, mientras que por la derecha me entraba la sangre de él. Fue una extraña sensación de hormigueo. Notaba cómo s sangre me subía por el brazo derecho, luego bajaba por el costado y volvía a subir por la izquierda. Cuando me llegó al corazón sentí un lacerante dolor que casi hizo que me desmayara. Lo mismo le sucedía a míster Crepsley; vi cómo se apretaba los dientes, sudoroso.


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.