El Covid-19 ante la educación

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Analizan expertos efectos del COVID-19 en la educación pública El equipo de la Iniciativa de Educación con Equidad y Calidad del Tec de Monterrey realizó una investigación sobre las consecuencias del cierre de escuelas a causa del COVID-19. Por REBECA RUIZ, CAMPUS CIUDAD DE MÉXICO - 30/03/2020 El equipo de la Iniciativa de Educación con Equidad y Calidad de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tec realizó una investigación para determinar las afectaciones a la educación en México por la pandemia del COVID-19. Los investigadores Marco Antonio Fernández, de la Escuela de Gobierno; Daniel Hernández y Rosario Nolasco, de la Iniciativa de Educación del Tec; y Roberto de la Rosa y Laura Noemí Herrera investigadores asociados de México Evalúa, publicaron un artículo con sus conclusiones. “Observamos una serie de retos que el sistema educativo mexicano va a enfrentar. "(Y también) poner sobre la mesa propuestas a la autoridad para encontrar posibles soluciones para atemperar los efectos negativos y los costos que van a tener este cierre de los planteles”, dijo Marco Fernández. El profesor investigador habló sobre las consecuencias en la educación que tendrán los estudiantes ante esta contingencia, pues no todos tienen acceso a internet para llevar clases a distancia. “La mayor parte de nuestros planteles no están preparados para dar una buena educación a la distancia. No hemos capacitado a la mayor parte de nuestros docentes para la posibilidad de enseñar de manera remota. “Cuando uno junta los factores de problemas de infraestructura, de capacitación de los docentes, de la adaptación de los materiales de su enseñanza satisfactoria a través de la forma remota; uno empieza a observar cómo lamentablemente el sistema educativo no está preparado para enfrentar una contingencia que implica que el cierre total de las escuelas en nuestro país”, agregó. En cuanto a la educación a través de los canales de televisión de los Estados, el profesor ve esta medida como una buena opción, sin embargo, el alcance es poco. “Me parece que es una medida que es necesaria pero no suficiente, hasta ahorita la difusión de estas clases es a partir de los canales del Estado, los cuales tienen una cobertura del 50 por ciento en el territorio nacional este es el primer reto. “Segundo reto ¿de qué manera la autoridad puede tener contacto con los directores y estos a su vez con los docentes para crear guías de acompañamiento? las cuales utilicen los docentes para mantener cierto contacto con sus alumnos, de forma que le den seguimiento a lo que está aprendiendo en la tele”, explicó Además, Marco Antonio compartió un par de consejos para los padres quienes deben tomar acciones para que sus hijos no se retrasen en el aprendizaje.


“Establecer contacto con los docentes de sus hijos para poder establecer un plan en equipo para ir acompañando las lecciones que tienen que estar dándole a sus hijos en casa. “La autoridad acaba de poner a disposición una plataforma que se puede acceder desde el sitio web de la Secretaría de Educación Pública para tener acceso a ciertos recursos educativos”, compartió. Finalmente, el artículo publicado expresa que se debe blindar al sistema educativo para contar con los elementos necesarios para enfrentar las consecuencias a mediano y largo plazo de la pandemia del COVID-19. “En el país lamentablemente hemos malgastado los recursos en el sector educativo y tolerado corrupción, no hemos preparado los materiales digitalizados de manera suficiente, no hemos como estado mexicano invertido bien y detenido cuando ha habido problemas de corrupción. “Va a ser una dolorosa elección para el Estado Mexicano en la necesidad de planear estrategias para enfrentar contingencias como estas. Va a tomar tiempo, es necesario hacer equipo con nuestros maestros para ir corrigiendo los efectos que esto ha traído sobre el aprendizaje de nuestros hijos”, concluyó.

COVID-19 y Educación: Algunos desafíos y oportunidades

Estamos viviendo la que es potencialmente una de las mayores amenazas en nuestra vida para la educación global. Al 28 de marzo de 2020, más de 1600 millones de niños y jóvenes no asisten a la escuela en 161 países por la pandemia del COVID-19. Esto representa cerca del 80 % de los estudiantes en edad escolar en el mundo. Ya estábamos experimentando una crisis global de aprendizajes. Ya sabíamos que muchos estudiantes, aún cuando estaban en la escuela, no estaban adquiriendo las habilidades fundamentales necesarias para la vida. El indicador de "pobreza de aprendizajes" del Banco Mundial, es decir el porcentaje de niños que a los 10 años no pueden leer ni comprender un texto simple, era de 53 % en niños en países de ingresos bajos y medianos. Esto era antes de la crisis. Esta pandemia tiene el potencial de empeorar aún más estos resultados si no se actúa de manera adecuada. ¿Cómo puede afectar esta fase de la crisis a los niños y jóvenes? 1. Pérdidas en los aprendizajes. 2. Aumento de las tasas de deserción. 3. Niños que pierden la comida más importante del día. Más aún, la mayoría de los países tienen sistemas educativos muy desiguales, y los niños más pobres son quienes se verán más afectados. Lloverá sobre mojado para ellos. Aprendizajes. El comenzar el año escolar tarde o interrumpirlo (dependiendo de si viven en el hemisferio sur o norte) alterará por completo la vida de muchos niños, sus padres y maestros. Pero bastante se puede hacer para al menos reducir este impacto a través de estrategias de aprendizaje remoto. Los países más ricos están mejor preparados para avanzar hacia estrategias de aprendizaje en línea (aunque con mucho esfuerzo y desafíos para los maestros y los padres). En cambio, en los países de ingresos medios y los más pobres, la situación es muy heterogénea; y sin intervenciones correctas, la gran desigualdad de oportunidades que existe (ya inmensa e inaceptable para empezar) se amplificará. Muchos niños no tienen un escritorio, libros, material de lectura, conexión a internet, una computadora en casa o padres que los apoyen. Otros si los tienen. Lo que debemos evitar, o minimizar en la medida de lo


posible, es que esas diferencias en las oportunidades se expandan y causen que la crisis tenga un efecto negativo aún mayor en los aprendizajes de los niños pobres. Afortunadamente, estamos viendo mucha creatividad. A muchos ministerios de educación les preocupa que basar el aprendizaje remoto sólo en estrategias en línea implicará llegar solo a los niños de familias más acomodadas. La estrategia apropiada en muchos países es utilizar todas las modalidades posibles de entrega utilizando la infraestructura existente. Usar herramientas en línea para asegurar que las guías pedagógicas con planes de clase detallados, videos, tutoriales y otros recursos estén disponibles para algunos estudiantes y probablemente para la mayoría de los maestros. Pero también, podcasts y otros recursos que requieran menos uso de datos al bajarlos en un smartphone. Trabajar en conjunto con compañías de telecomunicaciones para implementar programas de “Tasa-cero’, eliminando el costo de bajar material de sitios web educativos, o portales del ministerios de educación puede incentivar el acceso a través de un teléfono inteligente, dispositivo al que más estudiantes tienen acceso. Pero eso no es suficiente. La radio y la televisión también son herramientas muy poderosas. La ventaja que tenemos hoy en día es que, a través de las redes sociales, WhatsApp o SMS, los ministerios de educación pueden comunicarse de manera efectiva con los padres y los maestros y proporcionar pautas, instrucciones y estructura para el proceso de aprendizaje, utilizando contenido entregado por radio o TV. El aprendizaje remoto hoy no solo es aprendizaje en línea, es el aprendizaje utilizando todas las plataformas de comunicación, con el objetivo de llegar a la mayor cantidad de estudiantes posible. Mantenerse enganchados. Es fundamental mantener el vínculo de los estudiantes con el proceso educativo, especialmente los jóvenes de secundaria. Las tasas de deserción escolar siguen siendo muy altas en muchos países, y un largo período de falta de clases puede resultar en un aumento mayor. Muchos jóvenes pueden simplemente no regresar a la escuela. Es importante mantenerse conectado con la escuela por cualquier medio necesario. Este es además un momento para desarrollar habilidades socioemocionales y aprender más sobre cómo contribuir a la sociedad como ciudadano. La escuela no es solo aprender matemáticas y ciencias; es también relaciones sociales e interacciones (y aprendizaje) entre pares. El papel de los padres y la familia, que siempre ha sido extremadamente importante, adquiere ahora una mucho mayor importancia. Por eso, gran parte de la ayuda que proporcionan los ministerios de educación, trabajando a través de la radio, la televisión y los mensajes SMS debe dirigirse a apoyar a los padres, dándoles consejos y sugerencias sobre cómo apoyar mejor a sus hijos en esta compleja coyuntura. Alimentación. En muchas partes del mundo, los programas de alimentación escolar brindan a los niños la comida más nutritiva del día. Son esenciales para el desarrollo cognitivo y el bienestar. Estos programas son esfuerzos logísticos y administrativos muy complejos. No es fácil, pero los países deben encontrar la manera de proporcionar estas comidas utilizando las instalaciones escolares de manera organizada, o redes comunitarias o, si es necesario, distribuirlas directamente a las familias. Si la entrega de comidas o alimentos no es factible desde el punto de vista logístico, los programas de subsidio monetario deben ampliarse o implementarse para compensar a los padres. Las respuestas a la crisis generado por el COVID-19 requieren planificación, pero hay que estar preparado para ir ajustando los planes, ya que los escenario sobre la pandemia cambian día a día, y existe además incertidumbre en torno a la efectividad y cumplimiento de las medidas de mitigación que los países están tomando. Las reaperturas de escuelas podrían ser graduales, ya que las autoridades querrán reducir la aglomeración o la posibilidad de una segunda ola de la pandemia. En este contexto incierto, podría ser mejor tomar decisiones suponiendo un escenario de suspensión de clases largo que uno corto.


La buena noticia es que muchas de las mejoras, iniciativas e inversiones que los sistemas escolares tendrán que hacer podrían tener un efecto positivo a largo plazo. Algunos países podrán aumentar las habilidades digitales de sus maestros. Las estaciones de radio y televisión reconocerán su papel clave en el apoyo a los objetivos educativos nacionales y, esperemos, mejorarán la calidad de su programación entendiendo su inmensa responsabilidad social. Los padres estarán más involucrados en el proceso educativo de sus hijos. Los ministerios de educación tendrán una comprensión más clara de las brechas y desafíos (en conectividad, hardware, integración de herramientas digitales en el plan de estudios) que existen para usar la tecnología de manera efectiva y podrán actuar para reducir esas brechas. Todo esto puede fortalecer el sistema educativo de un país. La misión de todos los sistemas educativos se mantiene. Es superar la crisis de aprendizajes que ya estábamos viviendo. El desafío actual es reducir al máximo el impacto negativo que esta pandemia tendrá en el aprendizaje y la educación, y aprovechar esta experiencia para retomar una ruta acelerada de mejora en los aprendizajes. A medida que los sistemas educativos hacen frente a esta crisis, también deben planificar cómo recuperarse, con un renovado sentido de responsabilidad de todos los actores y con una mejor comprensión y un sentido de urgencia de la necesidad de asegurar que todos los niños tengan las mismas posibilidades de recibir una educación de calidad.

El sistema educativo mexicano frente a la crisis del Covid-19 Ningún sistema educativo del mundo estaba preparado para la pandemia que estamos viviendo. La necesidad imperiosa de cerrar masivamente planteles escolares y de transitar a diversas modalidades de educación a distancia a fin de contener la propagación del virus nos tomó a todos por sorpresa. Encima, tuvimos que apagar la luz en las escuelas y enviar a niños y jóvenes a sus casas prácticamente de un día para el otro. Una disrupción mayúscula, anidada, por lo demás, dentro de otras muchas disrupciones sociales gigantescas. Como en tantos otros ámbitos de la vida social, en lo educativo, la crisis sanitaria global está desnudando nuestras fragilidades y nuestras profundas desigualdades. Hago votos para que esta crisis también nos permita activar nuestras fortalezas y convocar toda la creatividad, el conocimiento y la solidaridad requeridos para remontarla al menor costo humano y económico posible. Los desafíos que le plantea al sistema educativo mexicano el Covid-19 son múltiples y son enormes. Los más grandes y urgentes son, evidentemente, los que conciernen a las poblaciones más vulnerables. Destacan muy especialmente, los retos vinculados a minimizar el daño que el cierre de los centros escolares conlleva para las niñas y los niños, particularmente (aunque no solo) para aquellos ubicados en los sectores sociales con mayores carencias. La escuela, como está resultando aparatosamente visible estos días, no sólo se ocupa de impartir o promover aprendizajes. También y antes que nada, la escuela les ofrece a millones de niños y niñas alimentación, así como un conjunto de horas en un espacio seguro que contribuye a organizar y estructurar la vida regular de las familias. Los costos más importantes que plantea el cierre de planteles escolares para amplísimos segmentos de la población mexicana son dos. Primero, la interrupción del acceso al desayuno escolar mismo que, para millones de niños, constituye el único o el más importante alimento del día. Segundo, la suspensión de clases y la transición a 'la escuela en casa' en el contexto del distanciamiento social y la contracción económica, está imponiéndole a las familias –en especial, a las madres– nuevas tareas y mayores restricciones temporales para hacerle frente a sus ineludibles


obligaciones laborales. Esto último, muy probablemente, está tensando ya y seguramente irá tensando cada vez más la convivencia al interior de los hogares abriendo, con ello, espacios crecientes para la violencia doméstica en contra de las mujeres, los niños y los jóvenes. De lo anterior se derivan, para el futuro inmediato, dos tareas urgentes. La primera sería encontrar la manera de que los niños y niñas mexican@s que dependen del desayuno escolar puedan contar con ese desayuno o bien con los recursos para costear ese alimento básico. En Argentina, por ejemplo, los centros escolares suspendieron actividades escolares al igual que en México, pero abren unas horas en la mañana para que los alumnos más jóvenes puedan acceder a su desayuno. Habría que instrumentar una medida similar o alguna capaz de sustituirla, y hacerlo a la brevedad posible. La segunda tarea de máxima urgencia tiene que ver con diseñar e instrumentar acciones de emergencia para buscar evitar que el cierre de escuelas termine contribuyendo a una escalada de violencia –de por sí alta y muy extendida– al interior de los hogares mexicanos. Para este tema no hay un 'bala mágica' capaz, a través de una sola medida, de resolver el problema. Habrá que generar paquetes de acciones y recursos, tanto gubernamentales como sociales. De entrada, sin embargo, algo que podría servir para minimizar los posibles efectos del cierre de escuelas sobre la violencia doméstica sería reducir la presión sobre las comunidades escolares (directivos, docentes, madres y padres de familia y estudiantes) que están generando diversas exigencias y algunas incertidumbres clave en esta transición generalizada a la 'educación en casa'. Al respecto, convendría limitar y administrar de mejor manera la exigencia a docentes y directivos por parte de las autoridades educativas de aportar 'evidencias' de que los docentes están dando clases o dejando tareas, y que los estudiantes las están llevando a cabo. En la parte de incertidumbres clave, resultaría muy útil para despresurizar las cosas, que las autoridades educativas nacionales despejaran a la brevedad posible las incógnitas sobre qué va a pasar con la acreditación de los ciclos y grados escolares frente a la emergencia sanitaria, al menos, en lo que concierne a educación básica –preescolar, primaria y secundaria. Al respecto mi posición es que lo más razonable sería (reitero, para el caso de educación básica) tranquilizar a todos los integrantes de las comunidades escolares anunciando que los estudiantes acreditarán el grado escolar que cursan. Dicha acreditación podría darse de distintas formas que van desde acreditación sin requisitos, acompañado de tareas a los docentes y directivos para generar planes de cómo habrá de cubrirse lo no visto en estos meses, hasta la presentación de un proyecto o un breve examen centrado en aprendizajes básicos del grado escolar a ser acreditado. Toca actuar ya para limitar los daños sociales del cierre de escuelas que nos ha exigido la mitigación de los costos de la pandemia. Convendría hacerlo desde el gobierno. Pero, si este se dilata en tomar la batuta, habrá que entrarle todos, cada quien con lo que pueda.

Referencias: Heredia. B. (2020). El sistema educativo mexicano frente a la crisis del Covid-19. Recuperado de:

https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/blanca-heredia/el-sistema-educativo-mexicano-

frente-a-la-crisis-del-covid-19


Ruiz, R. (2020). Analizan expertos efectos del COVID-19 en la educación pública. Recuperado de:

https://tec.mx/es/noticias/ciudad-de-mexico/educacion/analizan-expertos-efectos-del-

covid-19-en-la-educacion-publica Saavedra, J. (2020). COVID-19 y Educación: Algunos desafíos y oportunidades. Recuperado de: https://blogs.worldbank.org/es/education/educational-challenges-and-opportunities-covid19-pandemic


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