Navegar en la Incertidumbre

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vista de la noviolencia. El autor se descubre como un hablante y un sentipensante en lógica de noviolencia, con todo y lo complejo, y lo problemático, del concepto. Sus amigos colombianos ya nos habíamos hermanado con él, como un hombre del pacifismo radical, y habíamos interpretado y aprendido sus profundas claves de ruptura con los sistemas productores de la guerra, con los mega- proyectos de dominación que se imponen gracias al ejercicio de la fuerza letal, pero también- y esto parece ser lo decisivo- en virtud de que medran sobre las redes de los pequeños poderes en donde se reproduce la cultura. Los pacifistas colombianos hemos reiterado- y el encuentro con Elizalde en este punto ha sido por demás significativo- que el gran triunfo de las fuerzas del centro hegemónico es conseguir, mediante pequeños ejercicios cotidianos (que se desenvuelven en el ámbito de los símbolos, de las representaciones y de los imaginarios sociales), que se naturalicen la razón del más fuerte, la validación de cualquier camino para prevalecer, el imperio binario que divide el mundo entre los amigos y los enemigos, la des-sacralización de la vida para convertir en mandamiento el consumir y el poseer, a costa de los demás y de la vida misma del planeta. Se requiere entender de otra manera el poder, vaciar de sentido la impostura de la violencia; sublevarse contra la dialéctica de los poderes apabullantes- que fundan su predominancia en la homogenización, en el temor a lo diferente y en la polarización-; y para ello hay que propiciar un cambio completo de enfoque, un giro epistemológico, como el que plantea Elizalde. La nueva capacidad explicativa del pensamiento social de hoy, en este terreno, pasa por descubrir nuevas lógicas y lenguajes que hagan posible captar la física de los micropoderes que se reproducen en el tejido social, en la trama de las singularidades que surgen de la fuerza ética de los vencidos de siempre. Y se hace imprescindible recabar en la profundidad de la recuperación de los saberes ancestrales, en su potencia espiritual, en la belleza de su creación estética, en la inventiva de sus nuevas formas de producir y distribuir el producto social, elementos todos ellos que actúan como resistencias creativas. Ya en otros textos, Elizalde había advertido respecto a la forma como opera la paradoja del pensamiento dominante en occidente que propugna por la estandarización, minimizando la potencia de lo singular para poder sofocarlo:

“Se construye un proceso interpretativo de la realidad, que al focalizar su atención sólo sobre los puntos donde se concentra la mayor frecuencia en cualquier distribución, y considerar solo relevante lo que allí sucede, tiende inevitablemente a desarrollar dinámicas de concentración y de centralización de la información, de las ideas y del pensamiento, que terminan bloqueando los flujos y el

ANTONIO ELIZALDE HEVIA 9


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