d.- LA OBRA: "LA GIOCONDA". (6)
La primera impresión muestra el retrato de una mujer joven, sentada en un sitial, en un zona que podría ser un balcón; de 3/4 mira al espectador y da su espalda a un fondo donde se esfuma el paisaje; el todo, bañado por una luz crepuscular que penetra hasta el infinito. En apariencia se trata de una joven dulce y sensata, que se somete tranquilamente - en su condición de modelo - para el retrato, con absoluta naturalidad. Su mano derecha de bellas líneas reposa sobre su izquierda que, tensa, curva sus dedos sobre el brazo del sitial. De mirada serena, la Gioconda reposa mansamente cubierta con los paños de su vestimenta. Su rostro es enigmático en un marco expresivo difícil de definir. Tal vez, todo lo anterior podría aplicarse a cualquier otro retrato de una joven, en esa época. Pero, siendo una obra única, ejemplo de lo que nos preocupa, intentaremos llegar a la superficie abstracta e inerte de lo pintado, en una aproximación entre el presentar y el representar que sostiene toda pintura "realista." Entendemos que la impresión de "realidad" de esta obra corresponde a un ideal de belleza, producto de la observación directa de la naturaleza en el convencimiento de que la pintura permite conocer el mundo visible y develar sus misterios y apariencias. De esta forma el artista retrata a la Gioconda en una luz crepuscular para jugar con el claroscuro y hacer de la sombra el elemento ordenador, tal vez tratando de aproximar más lo pintado a lo natural. Así, vemos como, para que la sombra pueda alcanzar su realce, el artista elige una luz indirecta,
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