Aprenda de la mafia louis ferrante

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LECCIÓN 27 Capone, Harvard y Yale: la clave del crecimiento

Al Capone ordenó el asesinato de cientos de personas y él mismo llevó a cabo algunos asesinatos. Sin embargo, permitió que viviese el matón que le rajó la cara. Cuando Capone era un adolescente, solía frecuentar un club nocturno de Nueva York que se llamaba Harvard Inn, propiedad del mafioso Frankie Yale. Una noche, un chorizo callejero llamado Frank Gallucio, alias Galluch, estaba en el Inn, sentado a una mesa con su novia y su joven hermana, Lena. Capone se fijó en aquella guapa chica y trató de ligar con ella. Lena no estaba interesada en aquel chorizo regordete, medio calvo y con la cara llena de hoyuelos, así que le dio de lado. Capone, que no era de esos que se dan por vencidos, siguió insistiendo. Después de un rato, Galluch le dijo amablemente a Capone que Lena era su hermana pequeña y le pidió que la dejase en paz. Capone, un joven que deseaba destacar, lo ignoró y le dijo a Lena que tenía un culo muy bonito. Para desgracia de Capone, Galluch manejaba el cuchillo como un chef de Benihana. Capone tuvo que ser llevado al hospital a toda prisa y así nació Cara Cortada. Sorprendentemente, Capone no se vengó. Él podía ser un chulo, pero sabía cuándo se había equivocado. El hecho de admitir que había cometido un error, incluso siendo un adolescente, demostraba sabiduría, ese tipo de sabiduría que se necesitaba para controlar el mundo y el submundo de Chicago, incluidos a una fuerza policial y una maquinaria política corrupta. Capone recibió su merecido. Años después, Al Capone, alias Cara Cortada, subió hasta lo más alto de la cadena alimenticia de la Mafia. Siendo un don, tenía el poder sobre la vida y la muerte, y podría haber pedido «huevos fritos y Galluch» de desayuno. Capone, sin embargo, no solo le perdonó la vida a Galluch, sino que lo contrató como guardaespaldas siempre que visitaba Nueva York. Dado el carácter de Capone, Galluch confió en él lo suficiente para aceptar el trabajo. Galluch murió de un ataque al corazón en 1960, trece años después de que falleciese Capone. Es duro admitir que se ha cometido un error, pero negarlo es una gilipollez. No se preocupe de su ego, se recuperará. Si Capone lo hizo, usted también puede. Admitir que uno se ha equivocado, incluso a sí mismo, es uno de los pasos más importantes para el crecimiento personal.


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