
4 minute read
Jorge Sánchez Albendea
Si algo hemos aprendido durante estos dos últimos años es a valorar el regalo que supone cada momento que compartimos con nuestra familia, con nuestros amigos, lo importante que es juntarnos en torno a nuestras Sagradas Imágenes; a fundirnos en sincero abrazo con nuestros Hermanos al final del recorrido procesional, pues sólo ellos saben que nuestro corazón late de manera distinta en estas fechas.
Hemos aprendido que Cuenca se tiene que unir cada primavera para celebrar su Semana más especial, pues esta vetusta ciudad ha labrado gran parte de su historia en el infinito amor que todos sus habitantes siempre han demostrado hacía su SEMANA SANTA. Es el gran tesoro que hemos heredado y por eso este año, más que nunca, con toda la devoción de la que seamos capaces, debemos cerrar el doloroso paréntesis vivido y hacerlo demostrando que Cuenca no es nada sin su Semana de Pasión; que Cuenca en sí es una Pasión que llena la ciudad de interminables filas de nazarenos que bajo el anonimato del capuz conmemoramos la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús.
Advertisement
No os descubro nada si os digo que han sido días muy difíciles. En los que hemos perdido amigos y familiares, buenas personas y buenos nazarenos. Ha sido duro. Pero también han sido momentos de sentirnos orgullosos de nuestra Semana Santa, de nuestras hermandades, de nuestros nazarenos. Como presidente, me siento orgulloso de vosotros y de lo que hemos hecho juntos. Porque, lejos de desaparecer, hemos estado más presentes que nunca allí donde se nos necesitaba: la acción social y asistencial de las hermandades y la Junta de Cofradías ha sido grande, dentro de nuestras posibilidades, y hemos estado por y para la ciudad cuando más falta hacía. Ése es el espíritu que mueve nuestra Semana Santa, un espíritu que no debe alterarse nunca.
Estamos a punto de comenzar la que será una Semana Santa muy diferente a las que hasta ahora hayamos podido contemplar. Nunca hubo dos Semanas Santas iguales, pero esta primavera va a sumar un grado de emotividad nunca vivido hasta la fecha. Los actos previos están siendo de una enorme brillantez. Permitidme resaltar aquí el que tuvo lugar el 4 de febrero en el Auditorio de Cuenca. Ese día todo volvió a tener sentido, fue una llamada a la esperanza que a nadie dejó indiferente: dimos imagen a la Semana Santa del 2022 a través de un gran cartel anunciador; nuestro pregonero nos puso en aviso ante los que nos espera el Viernes de Dolores; un enternecedor spot publicitario ya llena todos los rincones cofrades del país; y, cómo no, una marcha que ya suena para todos en recuerdo de lo que nunca tuvo que ser, “Tulipas del cielo”. -Marcha que será interpretada en todas las procesiones en las que participa la Banda de Música de Cuenca a su paso por el Monumento al Nazareno como homenaje a todos los que ya desfilan en la eterna procesión celestial-.
Las Hermandades han vuelto a retomar su labor con una enorme ilusión: citaciones, juntas, funciones, puestas en andas,… todo está volviendo a la normalidad. La vida se abre paso nuevamente y nos enseña el camino que culminará con el triunfo de Nuestra Madre del Amparo cuando se encuentre el Domingo de Resurrección con su hijo, nuestro Padre. Es entonces cuando todo tendrá sentido.
Hoy más que nunca debemos redoblar esfuerzos en cuidar a nuestros más pequeños. La “fila del medio” es fundamental. Ellos más que nadie han sufrido estos dos años de desconexión. Hay que enseñarles las señas de identidad que nos son propias, hacerles ver que únicamente desde la fe tiene sentido nuestra participación y, sobre todo, no defraudarles pues somos el espejo en el que ahora empiezan a mirarse. Por todo ello, este año volveremos a contar con nuestra Procesión Infantil.
Estamos dando pasos muy importantes, históricos, para que la Procesión Camino del Calvario, finalmente, pueda desarrollarse de una forma similar al resto de procesiones. Ojalá, en un tiempo no muy lejano, seamos capaces de poder ver avanzar a la hermandad de Nuestro Padre Jesús sin que para ello sea necesario un cordón de seguridad.
Aunque sea muy brevemente, quiero acordarme del Museo Nazareno. Año tras año intentando reinventarse para ser un espacio que no sólo muestre al visitante lo que durante los días de la Pasión se vive en la ciudad, sino como un lugar de encuentro durante todo el año para la comunidad nazarena conquense. Su actividad me permite asegurar que después de mucho trabajo, por fin, hemos conseguido ser un espacio cultural de primer orden.
Mi reconocimiento a todas las directivas de las Hermandades por el inmenso trabajo que realizan. Gracias, mil gracias, a la Junta de Diputación de la Junta de Cofradías por su labor constante, por su implicación, por ser el nexo que todo lo une y por la confianza que me demostráis. Gracias de todo corazón a tantos y tantos nazarenos anónimos que trabajan sin descanso por esta Celebración.
Mi felicitación más sincera a los miembros de la actual Comisión Ejecutiva de la Junta de Cofradías por vuestra entrega. Sois ejemplo de generosidad.
Y a toda mi familia, y en especial mi mujer y mis hijos, Marta, Jesús, Jorge y Rut por no dejarme caer nunca y estar siempre, ahí, cuando os necesito.
Volvamos a llenar las calles de fervor. Participad arropando a vuestras hermandades: este año no podemos faltar nadie. Tenemos una gran responsabilidad y es el momento de demostrar que CUENCA ES NAZARENA.
Quiero terminar con las mismas palabras que utilicé el pasado día 4 de febrero en el acto de Presentación del Cartel: “La Semana de Pasión del 2022 se abre paso, Cuenca la necesita y los nazarenos la ansiamos. Ha llegado nuestro tiempo. Sigamos unidos en torno a ella, esa es su grandeza, nuestra grandeza, e intentemos entre todos que la de este año sea la mejor de la historia, pues ese será el mejor homenaje que podemos hacerle a todos aquellos que hoy ya no están entre nosotros”.
Cuidaos mucho y Feliz Pascua de Resurrección.