La Historia Grafica del Siglo XX Vol. II

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En 1923, su film La Roue se convirtió en el manifiesto del disperso movimiento que la propia Dulac iba a bautizar como impresionismo en oposición al expresionismo alemán. Pero la importancia de Gance provino de que iba a intentar aplicar su concepción vanguardista a una serie de grandes producciones, negándose a distinguir entre un cine radical y otro comercial. La idea de que la imagen podía funcionar como hilo conductor de una película volvió a encontrar amplia cabida en la monumental Napoleón (1927), hito del cine en el que el Gance narrador se hizo inseparable del Gance inventor: basta recordar el montaje con el que comparó las olas que agitaban las filas de los miembros de la Asamblea Nacional con el oleaje que asediaba la barquichuela en que viajaba el propio Napoleón, perdido en alta mar. Pero Gance fue también un realizador extravagante y grandilocuente, ninguno de cuyos filmes es fácil de aceptar en su totalidad, y fue encontrando progresivas dificultades para llevar a cabo sus proyectos dada la magnitud de los mismos. El otro gran talento de la escuela francesa de posguerra fue Marcel L'Herbier (1888-1979), realizador sofisticado y formalista que, como Gance, llegó a filmar grandes producciones de inspiración vanguardista. Tras dar al impresionismo una de sus obras arquetípicas, El Dorado (1921), filmó L'Inhumaine (1924), melodrama mundano de argumento baladí pero transfigura-

1916

do por el tratamiento plástico de L'Herbier, el diseñó visual de los decorados del pintor Fer- La gran época del cine mudo nand Léger y la música del compositor Darius Milhaud. Si el fracaso de este film se puede explicar por sus pretensiones, el de L'Argent (1928) sólo es justificable por su aparición en las pantallas en el momento en que surgen los primeros films sonoros, pues se trata de una de las cumbres del cine mudo. Basada, pero sólo hasta cierto punto, en la novela de Zola, esta extraordinaria disección del mundo de las altas finanzas tenía ya —según descubren cada vez mayor número de historiadores— muchas de las características del cine moderno. Los fracasos de Gance y L'Herbier pusieron fin a la escuela francesa que había querido conmocionar el cine. Quizá no lo lograron porque no supieron crear personajes reales (de estatura ABEL GANCE menos épica que un Napoleón, al menos) o ex- (París, 1889presar sentimientos convencionales dentro de Paris, 1981) intrigas con las que el público se pudiera identificar. Repercusión mucho mayor iba a tener la Atraído desde joven por obra, de menores pretensiones pero infinita- la poesía y por el teatro, emmente más viva hoy, que en esos años empeza- pezó a escribir sus primeros guiones para la Gaumont en ba a desarrollar Jean Renoir. 1909. Dos años más tarde

La escuela soviética Cuando en agosto de 1919 Lenin nacionalizó el antiguo cine zarista, empezó una efervescencia

fundó una sociedad de producción, Le Film Franjáis, para la que dirigió sus primeras obras: El dique (1911), El negro blanco (1912). Entre 1915 y 1916 realizó diez películas, la segunda de las cuales, La locura del doctor Tube, nos muestra ya su originalidad: decorados y personajes se reflejan en espejos deformantes; la película fue considerada tan audaz que no llegó a estrenarse. En La zona de la muerte y en Mater dolorosa, ambas de 1917, vemos ya el delirio melodramático que sería una de sus características más acusadas. Influido por la catástrofe de la Primera Guerra Mundial, realizó Yo acuso (1919), requisitoria antibélica en un estilo épico que recuerda a Griffith y de la que haría una nueva versión en 1938. En 1922 aparece una de sus obras más importantes: La rueda, poema épico sobre la vida de los ferroviarios y la mecanización moderna, en la que llevó al límite la técnica del montaje rápido y que, por sus innovaciones, provocó reacciones encontradas en el público. En 1925 comienza el rodaje de la que es sin duda su obra maestra: Napoleón visto por Abel Gance, que duraría casi tres años y en la que contó con gran abundancia de medios. Película mítica, con una visión apasionada y chovinista, en ella se entre-

Una de las escenas de la película El vampiro de Dusseldorf.

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