Construcción de un chozo extremeño

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Construcción de un chozo extremeño transportable

Autor: Manuel Triviño Fernández-Blanco

Índice: Portada Historia Orientación y situación del chozo Materiales Elección del terreno y primeros pasos Estructura Prueba de carga Primera capa Segunda capa Tercera capa y portón Ventana y bóveda Remates exteriores Aspecto final


APUNTES DE: Construcción de un chozo extremeño de pasto realizado por los alumnos del Colegio Público de Educación Infantil y Primaria “Manuel Jesús Romero Muñoz” de Los Santos de Maimona. Badajoz volver al índice


CÓMO CONSTRUIR UN CHOZO TÍPICO EXTREMEÑO MOVIBLE HISTORIA: La construcción de chozos de paja en Extremadura forma parte de su propia historia. Los pastores que constantemente estaban al lado de su rebaño para atenderlo y protegerlo de los ataques de lobos y demás alimañas, tenían que dormir al lado del redil; a ello se sumaba la dificultad que existía de desplazamiento a la población más cercana que se solía hacer en caballerías y semanalmente para reponer las viandas. Los pastores, hombres rudos extremeños, solían ser trabajadores a cuenta del dueño del rebaño y de las fincas de pastoreo, y a los que, por tradición, no se les ofrecía cobijo en el cortijo por lo que se veían obligados a fabricarse su propia vivienda. Al trasladarse con el rebaño de unas fincas a otras para aprovechar los rastrojos, pastos o bellotas durante una temporada, movían todos sus enseres incluida la vivienda, el chozo. Los pastores vivían con su familia en el campo lo que hacía necesario construir más de un chozo para alojarla. El motivo de no hacer los chozos reducidos se debía a la necesidad de intimidad del matrimonio y a la dificultad de su transporte de unas fincas a otras que lo solían hacer en una carreta o con dos asnos a los que se les acoplaba unas varas largas de uno a otro y donde descansaba la base del chozo; por este motivo, el material de su construcción debía ser lo menos pesado posible, eligiendo las varas más ligeras así como el pasto más ligero.

ORIENTACIÓN Y SITUACIÓN DEL CHOZO:

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Para construir el chozo, o los chozos, había que tener en cuenta varios factores, entre los que podemos destacar: Su situación en el terreno, orientación relacionada con los aires dominantes y el sol, proximidad de los materiales necesarios, cercanía y visión del redil. En cuanto a la situación se solía buscar un sitio seco, de fácil acceso y elevado, sobre el que, si era necesario, tratándose de una ladera, había que allanar haciendo un pequeño bancal semicircular de piedra para sostener la tierra excavada de la parte superior, que después había que compactar con un “pisón” fabricado con un madero de encina cilíndrico y al que se acoplaba un mango largo de palo sirviendo éste para elevarlo y dejarlo caer. La orientación de la puerta se hacía dando la espalda a los aires dominantes y, a ser posible, dando la cara al “saliente”. volver al índice


MATERIALES: Los materiales eran muy variados, dependiendo de las zonas, abundancia y proximidad de los mismos. En líneas generales, preferentemente, se elegía que fueran resistentes y ligeros. Las varas debían ser flexibles y cortadas, si no se tenía prisa, una quincena o mes antes con el fin de que se pusieran “correosas.” Las más usuales eran las de chopo, eucaliptus, mimbre, adelfas... Se cortaban de distintas dimensiones tanto de longitud como grosor. Las varas “maestras” eran las más largas que se cruzaban en el centro de la bóveda y permitían hacer el arco elegido y, otras de parecidas dimensiones, cruzan formando rombos y dan mayor resistencia a la bóveda. Las estacas debían ser de un grosor mayor que una vez aguzadas se pinchaban al suelo y era donde se ataba y fijaba la estructura del chozo.

Varas de eucaliptus de distintas dimensiones puestas a secar. Se deben atar unas a otras para que las más derechas enderecen a las más torcidas. Dejar secar unos días hasta que se pongan “correosas”.


Haces de juncos ya secos. Previamente los haces deben ponerse a secar abriéndolos lo más posible para que pierdan toda la humedad y poder almacenarlos; en el momento de usarlos, se abren nuevamente y se le esparce un poco de agua para que se humedezcan y no se tronchen al manipularlos.

Estos son “juncos duros” que se diferencian de “los bobos” en que son más compactos. Este tipo de juncos se colocan en la primera capa que descansa sobre el suelo; si se colocan atados en las demás capas resbalan del cosido y se caen.


Estas espadañas están recién cortadas; no deben dejarse atadas mucho tiempo, se deben poner a secar lo antes posible.

Varas de eucaliptus recién cortadas y puestas a secar en penumbra.


Estas son las estacas que se pinchan al suelo y sobre las que se fija la estructura del chozo; dependiendo de la dimensión del mismo éstas serán más o menos largas. Se debe procurar que sean rígidas, esto se logra con su grosor y con el secado de las mismas.

Para el atado del pasto se suele usar soga de esparto de dos o tres cabos que es difícil de adquirir porque apenas se usa. Esta soga es muy resistente al sol y a la humedad; si no se encontrara buscar otro tipo de cuerda parecida de otro material que sea resistente a las inclemencias.


Aguja para el cosido del pasto. La costura de las distintas capas a las varas debe hacerse sin la aguja ya que esta si entra de fuera a dentro y de dentro a fuera deja claro en el cosido y penetra la luz y el aire. Se usa para las terminaciones del cosido del pasto en puerta, ventana, etc. Debe ser larga y flexible para permitir doblarla en relación al giro que tengamos que coser. Se puede hacer de cualquier material taladrando uno de sus extremos y aguzando el otro. Otros instrumentos y materiales necesarios son: Una aguja grande de hierro, una maza, un “serrucho”, una podadera para limpiar las ramas, una tijera de podar, alambre maleable que puede ser el que utilizan para encofrar y cuerda de pita para el cosido de interiores. volver al índice


ELECCIÓN DEL TERRENO Y PRIMEROS PASOS: El primer paso para construir el chozo después de haber elegido el sitio y orientación del mismo es preparar el terreno allanando y compactando el suelo.

Como se puede apreciar éste se va a construir sobre una pequeña ladera por lo que ha habido que rebajar el terrero y hacer un pequeño bancal de aproximadamente cincuenta centímetros.


La cama del chozo ya está prepara y dispuesta para trazar en ella el círculo elegido; esto se hace clavando una estaca en el centro y atando a ella una cuerda con la longitud del radio elegido, giraremos y con una pequeña estaca, atada al final del radio, marcaremos el círculo cuya longitud dividiremos por el número de postes que hallamos decidido, dependiendo de la dimensión del chozo. La separación de un poste a otro no debe superar un arco mayor de 50 cm.

Una vez elegido donde van a ir los postes de sujeción o estacas rígidas, se clava en el suelo una aguja de hierro aproximadamente del grosor de la estaca y con una longitud unos de 50 cm. Se clava unos 30 cm., si el terreno lo permite, golpeándola con una maza. Una vez clavada, se dan unos golpes laterales a la misma y se saca dejando el hueco donde introduciremos la estaca.


Mientras los alumnos clavan una de las estacas, las alumnas rellenan con tierra fina el hueco que pudiera quedar entra la estaca y el agujero. Para afianzar m谩s la estaca, una vez relleno el espacio que pudiera quedar con tierra, con una lata le podemos echar un poco de agua para que la tierra baje y repetimos la operaci贸n hasta que el hueco quede perfectamente relleno.

Las estacas deben ser rectas, bien afianzadas al suelo y estar, a ser posible, secas para que no venzan al tiro de las varas madres que configuran la b贸veda.

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Primeras cuatro varas. Como se aprecia van atadas a los postes y estos no ceden. Al cruzar las cuatro primeras vemos ya la altura de la bóveda que queremos.

Poniendo las primeras varas. Aún la plomada no llega al centro. La plomada se ata al centro de lo que pretendemos sea el de la bóveda y se deja caer para hacer coincidir con el centro del círculo de la base del chozo; esta coincidencia no se logra hasta no colocar todas las primeras varas madres que iremos aflojando o doblando hasta conseguirlo. Esta operación es una de las más importantes si queremos conseguir un chozo proporcionado en sus formás para que así, la altura del centro de la bóveda no debe superar mucho la longitud del diámetro del círculo de su base. Otros alumnos están afianzando el primer “zuncho” que dará resistencia al chozo en su base. Como podemos apreciar éste no llega al suelo para permitir, si fuera necesario, desatar el chozo de los postes y darle consistencia para su traslado. El “zuncho” se fabrica uniendo ramás delgadas unas a otras atándolas con una cuerda de pita.


Los alumnos fabrican uno de los aros o paralelos del chozo uniendo y agregando varas pequeñas hasta lograr la longitud precisa. Dos de los alumnos giran el “zuncho” mientras el otro aprieta la cuerda dejándola girar.

Poniendo las primeras varas. Como se puede apreciar el terminal de la vara opuesta viene casi a la base de la contraria; esto no es imprescindible pero sí le da mayor resistencia a la bóveda y hace el arco más perfecto. Los pequeños se entretienen fijando el primer “zuncho”.


Detalle del atado terminal de una vara madre.

Detalle del atado de una vara madre al poste de sujeci贸n.


Primer cruce de varas.

El cruce de las primeras varas en la bóveda no es coincidente en principio, hay que ir “domándolas” poco a poco, día a día, para que no se abran y doblen al gusto del arco deseado por lo que habrá que ir atándolas día a día haciéndolas ceder. Es aconsejable que las varas no estén totalmente secas, deben estar correosas, cortadas hace unos días.


Hemos conseguido colocar las primeras varas y casi unirlas en la bóveda. La plomada aún no ha llegado al centro, habrá que ir doblando o soltando un poco algunas varas.

Una vez puestas las primeras varas madres, se eligen otras de parecidas dimensiones o un poco más cortas y se colocan inclinadas haciendo llegar sus extremos a la corona de la bóveda.


Las varas inclinadas deben ser aproximadamente de la misma dimensión de las madres o un poco más pequeñas. Procuraremos en sus cruces formar rombos más o menos perfectos. Entre poste y poste colocaremos otra vara que va sirviendo de diagonal mayor a los rombos que abarca; estas varas pasan por el centro de la bóveda y su extremo va a parar a la vara contraria doblándola sobre ella.

Colocadas las varas inclinadas, nos pondremos a colocar las varas paralelas para dar más consistencia a la estructura; paralelas a éstas colocaremos también unos zunchos. Estos paralelos están sobrepuestos; para que queden más o menos perfectos


tomaremos como referente un trozo de vara con la que iremos midiendo todas las separaciones de los paralelos al fijarlos definitivamente a cada “meridiano” de la estructura.

Los alumnos colocan uno de los “zunchos” o paralelos mayores que dependiendo de la dimensión y altura del chozo serán seis o más. En la fotografía apreciamos la anchura que hemos dejado para la puerta, la altura dependerá del portón que pongamos y que se verá más adelante. Apreciamos que el primer “zuncho” próximo al suelo, en la entrada, lo hemos cortado para facilitar el paso; en los chozos movibles no se debe cortar para dar más consistencia a la estructura en su transporte aunque antes de transportarlo se puede poner un suplemento adicional si es que se ha cortado previamente. volver al índice


Como podemos apreciar al centro de la bóveda han ido a cruzar o pasar casi todas las varas tanto las inclinadas como las no, lo que hace que le dé una resistencia especial a la bóveda y soportar peso.

Prueba de carga. La estructura soporta el peso de un profesor y un alumno sin ceder un ápice. El hueco de la puerta aún no está determinado; no será tan alta por lo que más tarde completaremos los paralelos hasta la altura de la misma. El hueco dejado es para facilitar el tránsito de personas y material.

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Terminada la estructura nos disponemos a revestirla empezando por la parte de abajo dejando descansar los juncos sobre la pequeña zanja que hemos abierto alrededor de la estructura. Vamos poniendo manojos de pasto uniendo unos a los otros y atándolos a la estructura con un pespunte de cuerda de pita para que el aire no los mueva. En esta primera capa es aconsejable utilizar juncos duros que son mucho más resistentes y que después no nos servirán para las capas superiores porque resbalan del atado al ser tan compactos y redondos.


Los juncos conseguidos para la primera capa han sido muy buenos, eran muy altos por lo que no ha habido inconvenientes en recortarlos en su parte final con lo que hemos conseguido igualarlos, y de esta forma el aspecto interior del chozo queda más curioso al ver donde empieza y acaba un material u otro.

Al terminar la colocación de la primera capa, ésta la fijamos a la estructura con una vara que coseremos con alambre a la estructura interior dándole varias puntadas. Sobre esta vara será donde coseremos la segunda capa por lo que debe estar bien fija a la estructura para poder soportar el peso.

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Iniciamos la colocación de la segunda capa que va atada a la vara con la que hemos fijado la primera capa. Debemos procurar que los manojos de pasto sean lo más uniforme posible para que la costura quede bien

Detalle de cómo debe de ir el cosido de los manojos a la vara. El manojo del pasto debe estar humedecido para que no se tronche y para que ceda un poco al “tirón” de la cuerda. Procuraremos que cada manojo quede bien pegado al anterior dándole un pequeño “puño” para acercarlo.

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Al tiempo que cosemos a la vara, la parte superior del pasto la fijamos igualmente a la estructura con otra cuerda que puede ser de pita ya que esta costura quedarรก cubierta posteriormente con la siguiente capa. El motivo de coserla o fijarla es para que el viento no deshaga lo hecho.

Como vemos la tercera capa, cosida a la vara, tapa la costura superior hecha con cuerda de pita de la anterior capa. Esta costura no es imprescindible, podemos evitarla si no hace viento, fijando el tramo hecho con la vara correspondiente.


Hemos elegido la dimensión del portón y hemos colocado su marco fijándolo a la estructura con unas grapas de alambre. Este portón no es imprescindible ya que en las construcciones antiguas se usaba uno hecho de palos y pasto, de mayor dimensión, que tapaba el hueco y con una “tranca” se ataba al interior; las “randijas” se tapaban con trozos de cuero con lana para que no entrara el aire en invierno.

Acoplado el marco del portón, cubrimos el espacio que queda entre éste y la estructura con dos manojos gruesos de espadañas largas que cosemos a la estructura valiéndonos de la aguja larga que debe ser un tanto flexible para que nos permita doblarla a nuestro antojo y así poder coser lateralmente.


Un grupo de alumnos no resisten la tentación y deciden cobijarse bajo los primeros pastos.

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Interiormente vemos como un material tapa al otro realizando una doble cubierta dando así mayor espesor al aislante y más resistencia por lo que es recomendable utilizar materiales que sean largos. Distinguimos aquí los juncos de la primera capa y las espadañas que lo cubren.


Hemos iniciado la tercera capa. El material que usamos en esta capa son “juncias”. El motivo de usar distintos materiales es solo por mostrarlos ya que se puede hacer todo del mismo material aunque el junco duro solo debe usarse en la primera capa pues en las otras resbalan fácilmente del cosido. También apreciamos en la fotografía el portón que hemos fabricado revistiéndolo de una arpillera fijada con la cáscara que le hemos sacado a un tronco seco quedando así más rústico. El fleco de la segunda capa aún no está totalmente recortado; este trabajo no es necesario pero si lo hacemos queda el aspecto general del chozo más curioso.

Antes de cubrir totalmente con la tercera capa podemos recortar un hueco a elegir para hacer una pequeña ventana cortando el pasto y las porciones de varas que coincidan de la estructura interior. Procuraremos que el fleco de la tercera capa sirva para cubrir la parte superior de la ventana para que el agua resbale fuera de la parte inferior de la misma. Para fijar el pasto inferior le ponemos una pequeña vara fijada a la estructura interior con dos o tres grapas de alambre.


El marco interior de la ventana que hemos fijado a la estructura con grapas de alambre, lo disimulamos con unos manojos de pasto cosido a la estructura.

La tercera capa la fijamos a la estructura con las varas donde irá cosida la última capa o casquete del chozo.

Para que quede el terminal de la bóveda interior más curioso, colocamos un “capacho” o algo parecido que tape el final y sobre el que irá a parar el terminal del pasto de la tercera o cuarta capa según el tamaño deseado.


Para fabricar el casco que cubrirá la bóveda y servirá como última capa, se elige un buen haz de espadañas lo más largas posible que ataremos fuertemente aproximadamente por el medio y lo colocaremos de pie para replegar toda su parte superior sobre la inferior.

Como podemos apreciar, la espadaña la vamos doblando poco a poco dando la vuelta para que quede regularmente distribuida. Para poder hacer esta operación, las espadañas deben estar lo suficientemente húmedas para que no se tronchen.


Dando puños alrededor de las espadañas dobladas vamos ajustando más el material hasta lograr llegar al centro. Esta operación es muy importante porque más tarde cuando soltemos el material doblado éste debe desplegarse con regularidad repartiéndose por todo el casquete de la bóveda.

Una vez doblado el pasto, atamos la doblez sobre el haz y éste también por su parte inferior para transportarlo y manejarlo con facilidad. Recortamos con una tijera el pie del mismo para que quede más curioso y ya está dispuesto para colocarlo en la parte superior del chozo.


Terminada la tercera capa, con el pasto sobrante, rellenamos el hueco de la b贸veda a especie de nido redondeando el terminal y sobre el que colocaremos el haz que hemos preparado. Colocaremos el haz en sentido vertical descansando sobre el centro de la b贸veda la parte por donde hemos doblado el pasto.

Al soltar la primera atadura, el pasto se repartir谩 como si fuera las varillas de un paraguas. La segunda atadura no la soltaremos hasta estar seguro de que el primer pasto ha quedado bien distribuido.


Soltamos la segunda atadura y el pasto de arriba cubre al doblado de abajo desplegándose como las varillas de un paraguas. Procuraremos que dicha capa quede bien distribuida logrando el mismo espesor por todo el contorno para después al coser a la vara quede la costura por igual.

Estamos repartiendo el pasto por igual, corremos de las zonas más abundantes a la que tiene menos. Hay que tener presente que el sobrero está suelto y puede suceder que si tiramos de un lado puede resbalar y caer al suelo.


Observamos que el pasto ha quedado igualmente repartido; con suavidad, tiramos de un lado u otro hasta centrarlo; esta operación se hace con facilidad porque el sombrero como hemos dicho resbala con facilidad. Logrado esto nos disponemos a coser el pasto a la vara que está debajo y que fue la que fijó a la tercera capa.

La última capa o sombrero ya está cosida a la vara y recortado el material sobrante que como hemos dicho anteriormente no es necesario pero así queda más curioso el aspecto exterior. La longitud de la “teja”, porción que va desde la costura al terminal, no debe ser inferior a una “cuarta” o un poco más.


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Aspecto final de la última capa. El atado final que ocupa el centro de la última capa queda una pequeña oquedad que aunque llueva no llega a calar pero es conveniente taparla con una “lancha” que escurra hacia el pasto al tiempo que asienta más el terminal del sombrero.

Para el desagüe de las “tejas “debemos abrir una “regadera” en la parte del nivel más elevado del suelo buscando la pendiente trasera para que el agua de lluvia no corra por la entrada del chozo. La tierra extraída del “surco” la arrimamos al pie del pasto de la primera capa para que escurra el agua.


Vemos el desagüe de la parte más baja de la base del chozo donde construimos el pequeño bancal, a esta primera capa le arrimamos tierra y hacemos una pequeña pendiente para que escurra el agua hacia el pie del bancal. Hemos colocado dos “tajos” de encina al lado de la puerta que nos servirán de “sentón”.

Si queremos, el suelo interior y parte del exterior lo podemos pavimentar con “lanchas” así al regar el suelo para refrescar evitamos el barro que pudiera producirse por exceso de agua.

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Aspecto interior del chozo. Unas alumnas participan como “figuritas” en el Belén viviente que organizó el Colegio Romero Muñoz. Una cose mientras la otra hace un gazpacho.

Aspecto final del chozo donde podemos observar sus cuatro capas y la simetría de su forma.

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