Periodico 15_241

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ISSN 1657-9925 / No. 241, Año 11 / Publicación quincenal

Bucaramanga Metropolitana, del 29 de octubre al 11 de noviembre de 2012

Leonor Esguerra Rojas, de 82 años, le contó a 15 pormenores del salto de su vida como monja a convertirse en una guerrillera del ELN y hoy en una feminista comprometida.

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El periodista Antonio Morales Riveira presentó en Bucaramanga su libro "Antoniología", pero además habló con 15 de la actualidad política.

La ciudad vive

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¡Hágase la Paz! La líder indígena guatemalteca Rigoberta Menchú Tum estuvo en esta ciudad como personaje central de la Feria del Libro Ulibro de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, UNAB. La Premio Nobel de la Paz 1992 analiza en esta entrevista exclusiva con 15 la evolución de su país después de la firma de los acuerdos de paz en diciembre de 1996. A pesar del dolor vivido en carne propia por el secuestro y muerte de muchos de sus familiares, Menchú irradia optimismo y tiene fe en que si todos los colombianos ponen de su parte, será posible hacer realidad el sueño de cerrar el conflicto armado interno. /FOTO PASTOR VIRVIESCAS GÓMEZ

El Banco de Sangre del HUS necesita más donantes

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Víctor Paz desenmascara al general Santander

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Pablo Montoya, el novelista barranqueño

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Conflicto armado

Bucaramanga, del 29 de octubre al 11 de noviembre de 2012

Leonor Esguerra

La (ex)monja (ex)guerrillera Primera parte de la entrevista a la mujer que se ordenó religiosa, luego optó por la vida insurgente en el ELN y después de dos décadas abandonó ese tipo de lucha, pero no arrió las banderas de la justicia social. Por Pastor Virviescas Gómez pavirgom@unab.edu.co De haberse cumplido la orden de fusilamiento impartida por el comandante Fabio Vásquez Castaño, el cadáver de Leonor Esguerra Rojas estaría hoy enterrado en un remoto paraje de las montañas de Colombia o, en el mejor de los casos, reposaría en un cementerio bajo las iniciales N.N. 15 entrevistó en exclusiva a esta mujer de 82 años, con el semblante de esas abuelas que tejen carpetas y se dejan hipnotizar por sus nietos, pero detrás de la cual se parapeta la historia alucinante de esta mujer criada en un hogar pudiente de Bogotá, que fue monja, rectora del ‘dedoparado’ colegio Marymount, y decidió colgar los hábitos por irse a engrosar las filas del Ejército de Liberación Nacional (ELN), movimiento guerrillero fundado el 4 de julio de 1964 con la toma a Simacota (Santander). Durante un poco más de 20 años esta mujer militó en la insurgencia, tanto en el exterior como en Colombia, aprendió del manejo de armas, leyó al derecho y al revés a Carlos Marx, se enamoró de Vásquez Castaño, se desencantó del ELN y abandonó la lucha subversiva. Por milagro o por simple azar vivió para contarlo, así que este es un testimonio crudo, en el que por momentos Esguerra Rojas suelta una carcajada y en otros frunce el ceño y lanza sus cargas de profundidad, porque sigue siendo contestaria, indómita, inconforme… y, en todo caso, una feminista de ‘raca mandaca’. Leonor fue una de las invitadas a la Feria del Libro Ulibro de la Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB), en la que habló del libro “La búsqueda, del convento a la revolución armada”, escrito por la peruana Inés Claux Carriquiry y editado por Aguilar.

Leonor Esguerra Rojas le contó a 15 secretos de su vida religiosa y guerrillera, en la que compartió grandes momentos con el comandante Fabio Vásquez Castaño y los curas españoles Domingo Laín y Manuel Pérez. /FOTO PASTOR VIRVIESCAS GÓMEZ

¿La muerte en 1966 en Patio Cemento (Santander) del sacerdote revolucionario y excapellán de la U. Nacional, Camilo Torres Restrepo, fue en vano? No, en vano no. Ninguna muerte de un hombre así puede haber sido en vano. Me parece terrible aseverar una cosa de esas. A muchos cristianos, Camilo Torres nos dio ejemplo de compromiso hasta las últimas consecuencias,

no hasta las últimas conferencias. De hecho hoy en día todavía él es muy recordado, mientras que muchos de los que en esa época aparecían como los triunfantes ni siquiera se recuerdan.

Director Javier Sandoval Montañez. jsandoval15@unab.edu.co

Periodistas Silvia Corzo Villamizar

Jefe de redacción Pastor Virviescas Gómez pavirgom@unab.edu.co

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ejemplares gratuitos

Webmaster Miguel Javier Hernández mhernanr@unab.edu.co Colaboradores Ricardo Jaramillo, Javier Ferrerira, Carlos Acosta Posada, Alejandra Sandoval

Si no fue así, entonces eso quiere decir que las causas del conflicto armado interno colombiano siguen latentes? Las causas profundas, las que

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han hecho cincuenta años de esfuerzos para ocultar y echarle la culpa a la guerrilla, de que es por la guerrilla que tenemos la violencia, esas están ahí y peor tantito porque ahora los dueños de las grandes extensiones de tierra ya no son solo los colombianos sino los extranjeros, y entonces los intereses son mucho más difíciles de vencer para un acuerdo de paz, sin desconocer Vicerrectora académica Eulalia García Beltrán Vicerrector administrativo y financiero Gilberto Ramírez Valbuena Decano Facultad de Comunicación Social Iván Darío Montoya Osorio

que los nacionales son cerrados y trancados por dentro. Las causas están ahí: la injusticia en la distribución de la riqueza, la propiedad de la tierra sigue estando en la base de las guerras porque han sido siempre por esa razón, desde tiempos inmemoriales. ¿Cuántos millones de desplazados tenemos? Esa es gente que tenía su tierrita y se la quitaron. Yo, una noche pensando en este problema de recuperar la tierra, pero pienso que también al campesino que la recupera hay que educarlo en que el trabajo de ella hoy en día ya no puede ser en pequeñas parcelas porque eso económicamente es un paso hacia atrás. Tienen que ser grandes parcelas. Por ejemplo, ¿qué hizo la revolución cubana después del triunfo? Expropió y no es que le dio a cada campesino su pedacito para que sembrara lo que quisiera; es que organizó los grandes complejos agrícolas, que es lo que tendríamos que hacer en Colombia si es que algún día nos atrevemos a dar ese paso. O sea que también hay que dar una educación no solo a los terratenientes, que creo que son ineducables, pero sí al campesinado que ya no puede tener ese aspecto individualista de pensamiento de este es mi pedazo y aquí yo siembro lo que quiera, sino que tiene que ser una ambición empresarial -aunque no me gusta utilizar esa expresión porque significa tantas cosas-, pero sí en términos de una industria pujante que de verdad de riqueza y la reparta. ¿Cuándo usted se metió al ELN sabía qué estaba haciendo o lo hizo enceguecida por el momento, por el amor, por la ilusión? Saber-saber, no. Las cosas que yo he hecho en mi vida no han sido fruto de una reflexión pausa

Versión digital

Impresión Vanguardia Liberal Publicación realizada por la Oficina de Comunicaciones y Prensa UNAB y la Facultad de Comunicación Social y Artes Audiovisuales de la Universidad Autónoma de Bucaramanga. Rector Alberto Montoya Puyana

Correo para los lectores y suscripciones periodico15@unab.edu.co Comunicaciones UNAB Avenida 42 No. 48 - 11 Bucaramanga Teléfono (7) 6436111 Ext. 615. Fax (7) 6436111 Ext. 386

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Conflicto armado

Bucaramanga, del 29 de octubre al 11 de noviembre de 2012

¿El aporte de Domingo Laín, José Antonio Jiménez y Manuel Pérez marcó una diferencia en el ELN con respecto a otros movimientos insurgentes o fue simplemente la vinculación de tres hombres armados más? Igual que en el caso de Camilo (Torres), no pienso que eso fuera así. Un factor de los movimientos de liberación en América Latina, empezando por el de Cuba, es que su origen amplio fue nacionalista y de liberación más que un movimiento matriculado en una ideología X o Y. Debido al aspecto obtuso y miope de la política norteamericana, les hacen ese bloqueo y se los sirven en bandeja de plata a los soviéticos. Así fue, porque es que para empezar el desarrollo que tenía Cuba aparte de los cañaduzales,

no era ninguno. Ellos mismos contaban que la gente que tenía dinero y yates se iban a hacer el mercado a los supermercados de Miami los fines de semana, y de verdad que ni eso tenían porque volvieron a caer en los mismo en la época del “socialismo” y de los países soviéticos llegaba la papa y el tomate. En esa época no aprovecharon para sembrar ellos lo que sí podían sembrar, siguiendo con esa misma mentalidad, y fue hasta que vino la caída de la potencia socialista y ya no había a quién recurrir que ellos mismos empezaron a ver las posibilidades que tenían en sus narices y no las habían utilizado. Algunas señoras cuando se separan y tienen que hablar de su marido, se refieren ‘al papá de mis hijos’. ¿Usted se sigue considerando al menos como una revolucionaria a carta cabal o le da vergüenza hablar de eso y se considera una dama bien del Chicó o de Santa Ana Oriental? ¡No, qué va! Yo me he encontrado con muchos ‘marxólogos’ que me deslumbraban con todo lo que sabían de (Carlos) Marx y hoy en día no quieren ni mencionarlo, les da pena por lo que pasó con el socialismo real y se lo achacan al pobre Marx. No, yo me sigo reclamando marxista y pienso que hasta ahora no he encontrado un mejor método de análisis político y económico que el planteado por Marx. No me avergüenzo; al contrario, me enorgullezco.

FOTO PASTOR VIRVIESCAS GÓMEZ

y profunda; ahí ha habido mucho de un empuje que sentía dentro de mí, de que eso era lo que había que hacer, que eso era lo correcto y que por ahí era el camino. Y en la guerrilla ya mi participación activa, no tanto el convencimiento de la necesidad de la lucha armada que fue un proceso duro de entender como cristiana y como monja, fue más producto de una empresa que yo le hice a Domingo Laín (sacerdote español) cuando nos vimos por última vez y que yo sabía que él iba a venir a la guerrilla. Yo le dije: “Domingo, lo que usted necesite, no importa qué, cuente conmigo”, y cuando estando en Buenaventura (Valle del Cauca) y llegó un sacerdote y me dijo que Fabio (Vásquez) me quería ver, yo dije: “Ese señor no sabe que existo”. (Sonríe). Yo pensé que era para que ayudara a entrar a Domingo, a Manuel (Pérez Martínez) y a José Antonio (Jiménez), y en el fondo por eso fue que fui físicamente. Ahora, cuando llegué ellos ya estaban ahí y me dije: “¿A qué vine?”. A los ciudadanos que llegábamos, los guerrilleros nos ‘medían el aceite’ a ver hasta dónde iba a llegar nuestro compromiso, y Fabio me dijo: “Es que nosotros queremos que tú entres un barco lleno de armas”. Yo dije: “Hasta allá si no llego”. Pero no, él se rió, era un chiste y me estaban ‘calibrando’. Desde ahí empecé a

trabajar con el ELN, en un principio sin entender yo claramente que ellos ya me consideraban parte de la guerrilla porque pensé que era un proceso parecido al noviciado, pero resulta que no. Yo estaba pensando que tenía que pasar una serie de pruebas, pero para ellos yo ya era del ELN. Yo vivía en una burbuja, totalmente aislada de una situación como la de la guerrilla y de sus motivaciones, pero sí había llegado a la convicción por lo mismo que viví en el proceso del Marymount, de que esta burguesía no entendía de otra manera y no iba a soltar prenda si no era por la fuerza. De eso sí estaba convencida.

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¿Piensa que su libro pudo haberlo leído Nicolás Rodríguez Bautista ‘Gabino’ en la Serranía de San Lucas (Bolívar) o donde se encuentre? ¿Y si lo leyó, qué habrá opinado? ¡Ah, yo estoy segura que leyó porque se lo mandé! (Sonríe)

Cubana y de eso sí no hay duda. De hecho se formó allá, pero eran un grupo de jóvenes que sí estaban conscientes de la injusticia, de lo que estaba pasando en el país, y que así como había sucedido en Cuba pensaban que aquí iba a ser tan rápido y tan fácil.

¿Con dedicatoria y todo? No, sin dedicatoria (Vuelve a sonreír).

¿Cómo le pasó a Ernesto ‘Ché’ Guevara en Bolivia y terminó costándole su vida en 1967? Sí, aunque él ya tenido sus contradicciones con Fidel (Castro) en algunas cosas y bueno…, pero sí había mucho romanticismo y mucho voluntarismo de parte de todos. Igual los guerrilleros de Bolivia, aquí en el ELN; los de las Farc (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) es que el origen es diferente porque empezaron claramente como ejército y la parte política era el Partido Comunista.

¿Por ‘culillo’ o por pena? No, porque ya me había pasado muchas cosas que han caído en otras manos y piensen que yo todavía… pero como no es verdad. Lo cierto es que se lo mandé a ‘Gabino’ y también a Fabio Vásquez (a Cuba), y sé que les llegó. No tengo ni idea qué estén pensando y en el fondo me tiene sin cuidado. Sí sería interesante, pero me tiene sin cuidado. (Le sobreviene un repentino ataque de tos). ¿Es muy difícil meterse en la cabeza de los demás, pero qué tendrá en su mente el comandante ‘Gabino’ en este instante, un campesino de San Vicente de Chucurí toda su vida metido en la guerrilla? Por lo menos el ‘Gabino’ que conocí de todas maneras siempre fue un muchacho vital, con unos antecedentes familiares muy sólidos, lo cual es muy importante en la formación de una persona. De hecho fue en la finca de los papás de ‘Gabino’ donde nació el ELN a la hora de la hora y él desde chiquito ahí a la pata de la guerrilla, y hoy en día es una especie de Manuel Marulanda para el ELN pero más joven (62 años). Entonces creo que él sí tuvo el acierto, o su forma de ser, de no sentirse agredido porque alguien de su grupo sepa más que él; que fue lo que le pasó a Fabio (Vásquez), y no aceptaba a cualquiera que fuera una amenaza, por ejemplo a quienes llamamos ‘Los Bertulfos’, a los que fusilaron porque planteaban una amenaza de que la parte urbana se iba a alzar con el poder del ELN y como Fabio se iba era más fácil que estuvieran muertos. Se les hizo un juicio y escribieron una carta diciendo que ellos eran ‘unos tales por cuales’. La gente que los conoció y no me he encontrado el primero que haya dicho que de verdad eran ‘unos tales por cuales’. No, al contrario, unos hombres dedicados y Fabio los hizo a un lado. Ahora, pienso que ‘Gabino’ no es de ese corte. Él conoce sus limitaciones y también sabe de su compromiso y está convencido de la causa. Se dice que en un principio el ELN y otras guerrillas tuvieron una ideología, que es lo que los diferencia de la delincuencia común, pero también se afirma que esa ideología se fue desdibujando. ¿Qué era el ELN en sus comienzos? ¿Una especie de Robin Hood o qué cosa? Inspirado en la Revolución

Y la influencia ideológica era otra. Claro, no Cuba sino la Unión Soviética. En cambio aquí eran ciudadanos conscientes de la situación y convencidos de que armándose y organizándose se iba a hacer el cambio como se logró en Cuba. Pero como no había marxistas ahí, entonces nadie se sentó a mirar las condiciones objetivas de cuál Estado era el que teníamos, cuál era esa burguesía. ¡No! Pensaban que eso era por arte de magia. Ahí el análisis para conducir esa revolución hizo falta pero terriblemente, porque a la hora de la hora no era un movimiento marxista para empezar; era un movimiento nacional de liberación y de gente soñadora, romántica, que sí estaba dispuesta a entregar su vida. Eso todos lo teníamos claro, como Domingo, como Camilo, como Manuel… ¡Todos! ¿Usted le ha seguido el hilo al ELN y si lo ha hecho qué es hoy? No, realmente no le he seguido el hilo. Últimamente me está llegando Insurrección por Internet y me alegra que ya estén en Internet. Veo que están tratando de escribir coherentemente, artículos no tan adjetivados, con un poquito más de argumentos, pero en el último número me quedé súpita porque no hablan para nada del proceso de negociación. Yo si le mandé: ¿Qué les pasó? ¿Ustedes en qué mundo están viviendo? ¿Por qué ni siquiera una mención del proceso de negociación? ¡No pueden seguir en las mismas! O sea, fuera de este mundo. Está bien que no estén entrando ahoritica a ese proceso, eso no es exigiéndoles que entren, pero si se ponen a analizar ahí van a tener que estar. Sin embargo, no puedo decir honestamente que los he seguido de cerca. Nota de la Redacción: En la próxima edición de 15, Leonor Esguerra habla de cómo la ve la sociedad, dirá si su consciencia está tranquila y de qué se arrepiente.


Derechos humanos

Bucaramanga, del 29 de octubre al 11 de noviembre de 2012

Rigoberta Menchú, hija de la guerra, obrera de la paz

FOTO PASTOR VIRVIESCAS GÓMEZ

Entrevista exclusiva a la líder indígena que en 1992 ganó el Premio Nobel de la Paz, enviándole al mundo el mensaje de que Guatemala estaba hastiada de la guerra y, de paso, que los indígenas no podían seguir siendo ignorados por una minoría de terratenientes, dictadores y militares que mangoneaban en ese país.

El ex arquero profesional y hoy presidente del Atlético Bucaramanga, Óscar Eduardo Córdoba Arce, confía que en su gestión el equipo ‘Leopardo’ volverá a jugar en la categoría A. /FOTO PASTOR VIRVIESCAS GÓMEZ

Por Pastor Virviescas Gómez pavirgom@unab.edu.co Muerte e impunidad. Silencio y lamentos. Huérfanos y viudas. Ríos de sangre. Guatemala: ¡Qué dolor! ¡Qué frustración! ¡Qué esperanza! “Fue una marcha a la capital para pedir que el ejército saliera de la zona. Ellos traían también a muchos niños huérfanos como prueba de la represión. Tomaron diferentes emisoras para dar a conocer nuestra situación, al mismo tiempo se pensó la necesidad de que ésta se diera a conocer internacionalmente y sólos e iba a dar a conocer tomando una embajada donde los embajadores fueran portavoces. Porque desgraciadamente la mayor parte éramos muy pobres para pensar en una gira fuera del país. Éramos muy pobres y la organización no tenía la capacidad de combatir al ejérci-

to. El pueblo tenía tanta ansiedad de buscar armas para defenderse. Y así fue cuando tomaron la embajada suiza en Guatemala. Otros tomaron emisoras. Los campesinos venían de muchas regiones. De la Costa sur, del Oriente, pero la mayor parte era del Quiché, porque allí estaba concentrada la represión. Casi la mayor parte de los campesinos eran dirigentes de la lucha. El caso de mi padre, el caso de muchos otros compañeros que cayeron allí. Por último se tomó la embajada de España. Antes de que se tomara la embajada de España -fue un milagro-, supe que mi madre estaba dispuesta a ir, que mis hermanos estaban dispuestos a ir también. Pero la organización dijo que no, porque ya se presentía aquel temor de que iba a suceder algo. Todos los compañeros estaban dispuestos a soportar cualquier peligro. En-

tonces, entraron a la embajada de España. Ni siquiera nos pasaba por la cabeza lo que sucedería después. En primer lugar, porque estaban personalidades importantes. En segundo lugar, porque allí se encontraban también elementos del régimen que cayeron, murieron quemados junto a los campesinos. Por supuesto sabíamos que iba a haber una tensión, pero pensamos que era posible que a todos los que tomaron la embajada, les concedieran una salida del país, como refugiados políticos, pero que también pudieran dar a conocer su lucha afuera. El objetivo era precisamente informar al mundo entero de lo que pasaba en Guatemala e informar también la misma gente interna… Fueron quemados vivos y lo único que se pudo sacar fueron sus cenizas”. Así recuerda Rigoberta Menchú Tum aquella tarde del 31

de enero de 1980 cuando su padre, Vicente Menchú, y otras 36 personas perecían carbonizadas por la acción de granadas de fósforo blanco disparada por uniformados de la Policía. Masacre que fue investigada y de la que no quedó la menor duda, salvo en sectores de extrema derecha que al día de hoy siguen insistiendo en que las víctimas “se autoinmolaron”. La última vez que entrevisté a Rigoberta Menchú Tum (San Miguel Uspantán, 1959) fue el 29 de diciembre de 1996, día en que Guatemala y el mundo entero se vistieron de gala para asistir a la fiesta de la firma del ‘Acuerdo de Paz Firme y Duradera’ para la construcción de una nación multiétnica, pluricultural y multilingüe. Allí, por supuesto, estaba presente la Premio Nobel de la Paz 1992. Esa era la noticia que repicaba en periódicos, emisoras

y canales de televisión, y como enviado especial del diario El Espectador –tratando de disimular las lágrimas de emoción- escribí un lead salido de las entrañas: “Una inmensa paloma cubrió ayer el cielo de Guatemala para traer la luz del entendimiento, la paz. Después de 36 años de agudo conflicto interno, que dejó más de 150.000 muertos, un millón de desplazados y la huella imborrable de las atrocidades cometidas tanto por el ejército, la policía y los paramilitares como por la guerrilla, el presidente Álvaro Arzú y los comandantes de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) avalaron con sus firmas el compromiso férreo de no cesar en la construcción del nuevo país que claman a gritos sus más de 10 millones de habitantes”.


Bucaramanga, del 29 de octubre al 11 de noviembre de 2012

Luego de 16 años la volví a tener cara a cara, ahora en el piso quinto de la Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB), que la trajo como invitada central a la décima Feria del Libro Ulibro, el 22 de octubre pasado. A las 5:12 de la tarde y en un encuentro de 38 minutos en el que tampoco pude contener el llanto, Rigoberta Menchú accedió a sostener este diálogo pausado… íntimo, así ella advirtiera: “No me vaya a preguntar cosas indiscretas, que yo no le voy a contestar”. Como regalo, pero también para ‘romper el hielo’, le obsequio los dos últimos ejemplares de 15. Uno con la portada del sacerdote jesuita Francisco de Roux y otro con la panorámica del Páramo de Santurbán, donde las multinacionales Eco Oro Minerals Corp., AUX y Anglo Gold Ashanti pretender extraer millones de onzas de oro y plata. “¡No lo tienen que permitir!”, afirma espontáneamente Rigoberta Menchú y agrega: “Esos canadienses están destruyendo el mundo. Eso es saqueo total. No tiene otro nombre”. ¿Los acuerdos de paz sí concretaron lo que se anhelo o se quedaron en el sueño de una Guatemala diferente? Hay cambios que no se realizaron como se debió aprovechar y uno de ellos es realmente encarar la posguerra. En Guatemala no se encaró la posguerra. Empezamos a ser más complacientes con la necesidad de justificar nuestra paz firma y duradera, más que avanzar en las transformaciones profundas. No se hicieron transformaciones profundas. Nos involucramos en el retorno de refugiados, en el sentir lo más duro, lo más desencarnado de la guerra, que es el desplazamiento interno, la violencia, la represión que dejó desoladas a muchas aldeas y comunidades. Como quien dice, el proceso de reencuentro entre las víctimas nos llevó más tiempo que pensar en las transformaciones sociales. Esto es muy delicado porque hasta la fecha se mantienen en buena medida intactas las estructuras del poder. La riqueza en manos de un empresariado muy cerrado, oligarca, egoísta, celoso de no soltar el negocio para nada, que trafica influencias en todos los círculos de poder, y una población intimidada, todavía con restos de miedo. Es complicado. Lo que sí se avanzó muchísimo es por lo menos ya no tenerle miedo a las Fuerzas Armadas, como se tenía; por lo menos hemos avanzado un poquito en la reivindicación de derechos; se avanzó en reconocimiento de los idiomas de los pueblos mayas; ya somos libres de nuestra circulación interna; ya no tenemos que pensar que nos van a secuestrar en un área de conflicto. O sea, literalmente el silencio de las balas. Yo creo que el silencio de las armas desde el marco del conflicto armado, fue una realidad.

Se ha insistido en muchas latitudes: silenciar las armas no significa que de inmediato se consiga la paz, pero sí es un gran paso hacia delante. Es un paso fundamental. Lo más grande que hicimos en la década de la paz fue firmar el cese del fuego. Una vez firmado empezó un proceso muy atropellado. No fue tan libre como lo que hubiéramos soñado, y es la reincorporación de los compañeros y compañeras revolucionarios en la vida política. Se dijo está bien que hagan su partido, sí, pero con qué recursos económicos y más cuando los partidos en Guatemala y sus esquemas estaban hechos exactamente al molde del sistema explotador, excluyente, capitalista, invasor… Entonces el partido de la izquierda empieza a enfrentar unas condiciones para las que yo creo que no estaba bien preparado. Mientras que se organiza, muchos compañeros se frustraron e incluso combatientes se pasan a las Fuerzas Armadas para tratar de continuar su vida, y una cantidad de compañeros y compañeras quedan en el anonimato, al frente de una situación muy complicada. Yo no hubiera querido que la fuerza revolucionaria mantuviera las armas, pero sí anhelábamos una fuerza de izquierda fuerte, poderosa y que haga contrapeso para que se puedan mantener las partes que tenían que llevar a buen término el cumplimiento de los acuerdos de paz. Luego yo diría que lo más peligroso que vivimos es la ‘oenegización’ de la izquierda guatemalteca de parte de la comunidad internacional. Se invirtieron cuantiosos recursos para la instauración de una enorme cantidad de organizaciones no gubernamentales, un poco para dispersar la fuerza organizativa de la sociedad civil, y muchos de nosotros nos quedamos fuera de todo tipo de influencia en el proceso. Si éramos parte de las propuestas, inmediatamente éramos excluidos. Y la verdad es

que hemos sobrevivido gracias a la tenacidad y gracias a la convicción que tenemos, y porque agarramos temas fundamentales que no se pueden posponer como la verdad de las víctimas, pero sinceramente yo misma me cuestiono en ese sentido. No critico a los demás, sino me cuestiono, porque no vayan a creer que manipulo con el Premio Nobel, pero el qué dirán nos cerró puertas en muchos lugares. Yo de veras que lamento que los recursos de la comunidad internacional se invirtieron tanto, tanto, tanto, en todas partes del país, pero no sabemos qué resultados arrojaron. Hay resultados indudables, pero creo que pudimos haber hecho más. Pudimos aprovechar la paz firme y duradera como para dar un salto de verdad al desarrollo integral de los pueblos, y que hoy estaríamos viviendo un país mucho más próspero a nivel general. Cuando tropiezo con tanto ignorante que anda suelto y les comento que en ese país hermoso de volcanes y lagos los militares aplicaron la política de ‘tierra arrasada’, me responden que no lo pueden creer. No sospechan siquiera hasta dónde llegó la degradación del conflicto armado. ¿Ese fantasma ronda por su cabeza todavía? Totalmente, sobre todo las víctimas. Porque la ‘tierra arrasada’ implicó 446 aldeas borradas del mapa, según los informes de la Organización de Naciones Unidas (ONU), no los informes de nosotros que tendríamos que incluir una lista más de los no conocidos. Esas 446 aldeas destruidas y doscientas mil víctimas, en un país que apenas estaba entre ocho a diez millones de habitantes… Esto es aniquilamiento. Y también la desaparición forzada fue más grande que en toda América Latina. En Guatemala fueron más de cincuenta mil desaparecidos, y estos desaparecidos forman parte del miedo que tiene la gente.

Derechos humanos El militarismo, el horror y el terrorismo de Estado, entre otros, son temas que definitivamente no podemos permitir que vuelvan, pero están latentes. ¿Qué tanto contribuyeron las Patrullas de Autodefensa Civil (PAC) en el agravamiento de la guerra? Muchísimo, porque es confrontar la población civil con población civil, y es la confrontación de mayas con mayas. De hecho el Ejército guatemalteco estaba constituido por un alto porcentaje de jóvenes mayas y que habían sido entrenados por la crueldad para que llegaran a cometer semejantes delitos con tal de pensar que iban a mejorar su población. Yo sí estoy convencida que la doctrina con que arrasó el Ejército guatemalteco, es una doctrina supuestamente patriota. O sea, ‘por el honor de la Patria aniquilo esta aldea’. Eso es fascismo, es un militarismo represivo, agresor contra su propia gente. Ahora, lo bueno que hicimos en Guatemala es que sí atacamos algunas estructuras de la cadena de mandos que ordenaron eso, y por esa razón es que hemos puesto el nombre y apellidos a los responsables de la política contrainsurgente, porque en realidad esta es una política contrainsurgente. Es una política contrainsurgente anticomunista, como se llamó literalmente, pero también antisocialista y antitransformadora. Es una política de ‘tierra arrasada’, pero es una política de ‘tierra arrasada’ para aplacar la insurgencia. La doctrina de (José Efraín) Ríos Montt (procesado en enero de 2012 por el genocidio y crímenes de guerra contra 1.171 indígenas asesinados y más de mil violaciones en contra de menores de edad, aunque por sus 86 años de edad se le dio casa por cárcel) de decir el agua es la población y el pez la guerrilla, hay que quitarle agua al pez. Y ‘quitarle agua al pez’ significó la vida de niños, hombres, mujeres, ancianos… cualquiera que estuviera en

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una ladera porque a lo mejor daba comida a la guerrilla. Esto dejó muchas secuelas, aunque también creo que nosotros al atacar la cadena de mandos nos permitió visualizar y no generalizar la criminalidad encima de todos. Claro que hubo responsables directos, pero también hubo responsables intelectuales, los ideólogos de esa barbarie. Hemos hecho un gran trabajo de acreditación de la verdad a las víctimas, de luchar por una justicia justa y bueno, estoy contenta con lo que hemos avanzado. Creo que en Guatemala no quedó la impunidad en el silencio y en el olvido, sino que más bien metimos ganas para acreditar esa parte y tenemos expedientes extraordinarios. Pues la prueba es que la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), con sede en San José de Costa Rica, acaba de condenar al Estado de Guatemala por cinco masacres perpetradas contra el pueblo indígena en Baja Verapaz, donde según la Comisión de Establecimiento Histórico (CEH, patrocinada por la ONU), “murieron 500 personas, hay una cantidad no especificada de desaparecidos, 16 niños fueron secuestrados, mientras que las mujeres fueron víctimas de violaciones sexuales masivas”. El fallo implica que el Estado debe reconocer públicamente su responsabilidad en el caso y construir obras de infraestructura y servicios básicos para la comunidad. ¿Esta es una historia de nunca acabar? Si hay delitos de lesa humanidad, tarde o temprano deben ser juzgados, y como los crímenes contra la humanidad no prescriben, habrá tiempo para juzgar. Incluso este juzgamiento no es más que una prevención porque muchos de los familiares ya fallecieron y la gente ya no recibió una compensación económica. Todo lo que destruyó sus vidas esa política de terrorismo de Estado, pues entonces tarde o temprano hay algo que hacer y es la dignificación de la memoria, entonces estamos en esa tarea. Qué bueno que lo veamos en vida, porque hay otras luchas que no las vamos a ver nosotros, pero que nuestros hijos sí las van a ver algún día que llegará y habrá un tiempo en que haya responsables de todos estos crímenes. ¿Qué tanto cuenta la reparación? ¿O que por ejemplo el Estado se vea en la obligación de poner una placa en la que se recuerde que ese lugar se cometió tal masacre? ¿Ese simbolismo es importante para intentar reparar los corazones? Sí, solamente que hace falta una parte y es que son nuestros héroes. No es posible que en la historia guatemalteca los grandes héroes sean los asesinos, los matones, los victimarios, los militares más feroces, los que impusieron el racismo por ley… En Guatemala

El rector de la Unab, Alberto Montoya Puyana y la Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú, en la apertura de Ulibro el pasado 22 de octubre. /FOTO PASTOR VIRVIESCAS GÓMEZ


Política

Bucaramanga, del 29 de octubre al 11 de noviembre de 2012

ciudadanos empiezan a retomar su consciencia de crear paz y rechazar todas esas políticas criminales, entonces vamos a tener mejores condiciones. De lo contrario esto es un círculo vicioso.

y por decreto obligaron a los pueblos mayas de San Marcos a convertirse en ladinos y ladinos se llama en mi país al no maya. Ellos sí son los héroes. Usted va a ver los nombres y apellidos de los héroes de la historia que se estudia en la escuela y está plagada de militares. Entonces hace falta empezar a levantar la dignidad de otros héroes, que son los héroes de la gente, que son los héroes mayas, que es Atanasio Tzul, que es Mamá Maquín, que es Manuel Tot… que son esos héroes y esas heroínas que están vivos o que sobrevivieron al genocidio. Esa es la parte que ahora tenemos que levantar porque de lo contrario estaríamos impulsando una nueva historia de víctimas y victimarios, pero nosotros no solo fuimos víctimas sino que también fuimos protagonistas, hemos tenido ideales y luchamos por ellos, y tenemos horizontes de transformación. Esa es la parte que falta un poquito de compensar, pero como tenemos varios años futuros para cumplir ese anhelo, creo que ya se está empezando porque la gente no ha descansado y tiene pinturas y esculturas, pero eso día que veamos nuestros nombres como protagonistas, ese día va a ser distinto. Recuerdo que ese 29 de diciembre el presidente Arzú se dio la mano con los comandantes guerrilleros Pablo Monsanto, Rolando Morán, Carlos González y Jorge Rojas, con los buenos oficios del entonces secretario general de la ONU, Boutros Boutros-Ghali, y todo el mundo se abrazaba y respiraba esa alegría como si estuviera renaciendo Guatemala. ¿Pero se sospechó en ese momento lo que vendría en materia de violencia, de pandillas callejeras, de inseguridad, como es lo que se está viendo no solo en Guatemala sino también en El Salvador y Nicaragua? Nosotros sí, porque el sistema de violencia que hoy tenemos es parte del pasado. Es que el negocio de las armas no solo era buscar libertad y justicia, porque incluso las Fuerzas Armadas utilizaron el conflicto armado para justificar los negocios de las armas. Guatemala tiene una realidad espeluznante, y es que tenemos alrededor de veinticinco mil miembros de la Policía Nacional, pero también tenemos más de ciento veinticinco mil guardas privados. Policía privada que no rinde cuentas al Estado e incluso en los últimos tiempos empiezan a revisar vehículos cuando solo la Policía Nacional tiene la facultad de detener a un ciudadano. Hoy se está hablando que los propios marines norteamericanos van a tener permiso para revisar a los guatemaltecos. Esa militarización tiene negocios. La impunidad, el crimen organizado, las drogas y los negocios ilícitos son como parte de la cadena de necesidades y que

Rigoberta Menchú Tum fue una de las artífices de los acuerdos que pusieron fin a 30 años de guerra en Guatemala y aunque tiene sus reparos, insiste en que Colombia tiene que jugársela por un proceso similar. /FOTO PASTOR VIRVIESCAS GÓMEZ.

generan la violencia. Todo esto es parte del pasado. Hay parte que es natural porque si los jóvenes en aquellos tiempos vieron a sus padres, a sus tíos, a sus abuelos, a sus hermanos caer acribillados, arrancados por la fuerza, qué cultura les dejamos. O sea, cómo le puedo llegar yo decir ahora:

‘No, hombre, no puede ser violento porque hay que vivir en paz’. ¿Qué paz va aspirar un joven que creció en la orfandad, después de tanta atrocidad? Entonces tenemos que sufrir esas consecuencias, pero también toda violencia tiene dueños: los que ejecutan, que son los menores y la criminalización

de la juventud convertidos en las nuevas víctimas de la violencia, y los dueños grandes son de corbata, están en sus mansiones, son los grandes comerciantes y los grandes empresarios. Por eso yo pienso que el mundo ideal realmente pasa por la consciencia ciudadana y si los

Su rastro Rigoberta Menchú Tum nació el 9 de enero de 1959 en San Miguel Uspantán, departamento El Quiché, Guatemala. A los 20 años de edad aprendió el castellano sin libros, maestros ni escuela, como recuerda su biógrafa Elizabeth Burgos. “Lo aprendió con su voluntad feroz por romper el silencio en el que viven los indios de América Latina. Se apropió el lenguaje del colonizador, no para integrarse a una historia que nunca la incluyó, sino para hacer valer, mediante la palabra, una cultura que es parte de esa historia. ‘Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia’ (Siglo Veintiuno Editores), dice llanamente, y en esa frase escueta se escucha la voz de todo un pueblo indígena que ha decidido liberarse. A pesar de que críticos conservadores acérrimos como el estadounidense David Horowitz le niegan su legitimidad y la tildan de “terrorista marxista”, y el antropólogo David Stoll subraya imprecisiones en su autobiografía, Menchú Tum recibió a los 33 años de edad el Premio Nobel de la Paz en 1992, postulada por el también Nobel argentino Adolfo Pérez Esquivel. Más de 20 universidades de América y Europa le han conferido el Doctorado Honoris Causa. Su hermano Patrocinio fue secuestrado por el Ejército guatemalteco desde 1979 y oficialmente figura como desaparecido. Su madre Juana Tum Kótoja también corrió el mismo destino en 1980. Su padre Vicente Menchú Pérez murió calcinado en la toma de la embajada de España en 1980. Su hermano Vicente fue asesinado por el Ejército en 1983. En 1981 Rigoberta debió salir al exilio en México y otros países, de donde regresó en 1988, para luego ser protagonista en 1996 de la firma de los acuerdos de paz.

¿Cómo es que un país en el que al menos el cincuenta por ciento de la población es indígena, aún sigue manejado como en los tiempos de la colonia por tres o cuatro familias? Hay una parte y es el sistema. Hemos intentado compatibilizar dos sistemas: el sistema ancestral y el sistema occidental, pero es muy difícil porque hay dos sistemas en pugna. Dos sistemas que se niegan a crear condiciones para hacer una ruta común. ¿Por qué? Porque siempre uno tiene que sacar la ventaja, y por qué tenemos que someternos a la ventaja del otro. No sigan viendo como que esto tiene que ser una derrota de los indígenas, porque nosotros tenemos nuestra propia fortaleza y nuestra propia visión. Segundo, los intentos que hemos hecho de crear camino común son los más difíciles, porque somos impugnados por los poderes de dos lados y eso es muy difícil. Yo entiendo que a veces es frustrante, pero hay que hacerlo. Hay más juventud haciendo un liderazgo. Veo que nuestra propia perspectiva y lo más inmediato que tenemos es el poder municipal. Tenemos que tener la capacidad de gobernarnos en cada municipio, y ya es suficiente. ¿Porque finalmente dónde está la riqueza natural? Está en el municipio. ¿Finalmente dónde están el oro y la plata? Están en el municipio. Si una trasnacional quiere venir a hacer negocio sobre nuestros recursos, pues entonces que pase por la consulta popular. Y en la consulta municipal estoy segura que le vamos a poner reglas y que tienen que obedecer esas reglas. De lo contrario no son dueños del cerro, porque les vamos a tapar el camino. Esta es una lucha muy fuerte que hay en Guatemala y las consultas han iniciado muy fuertes. Luego, nada nos impide ocupar el Congreso de la República, porque hoy por hoy tenemos cuadros y tenemos gente, así que es una voluntad popular y un tiempo en que se tienen que dar estos esfuerzos. Lo único donde nosotros perdemos es que tanto en los medios de comunicación como en las empresas privadas, las trasnacionales financian las elecciones perversas, porque las elecciones en Guatemala se ganan con mucho dinero y el que tiene dinero gana una elección y el que no lo tiene seguro que no va a ganar. Entonces a esa comercialización de la democracia es un tema al que tenemos que darle una respuesta social. Nota de la Redacción: En la próxima edición de 15, Rigoberta Menchú hablará de su familia, de su perspectiva de la vida y presentará su perspectiva de los nacientes diálogos entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y las Farc, que después de Oslo (Noruega) pasarán en los próximos días en Cuba.


Salud

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Donación de sangre aumenta, pero sigue haciendo falta El Banco de Sangre del Hospital Universitario de Santander (HUS) dejó de recibir 1.500 donaciones durante los cerca de dos meses que estuvo cerrado por orden del Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima).

Bucaramanga cuenta con cuatro Bancos de Sangre ubicados es la Clínica Metropolitana, Laboratorio Higuera Escalante, Hospital Universitario de Santander y Clínica Bucaramanga. /FOTO SILVIA CORZO

Por Silvia Corzo V. scorzo37@unab.edu.co Del 29 de agosto hasta el 12 de octubre la hemoteca del Hospital Universitario de Santander (HUS) fue sancionada con su cierre temporal, después de que el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima) encontrara irregularidades en el ejercicio administrativo del Banco, situación que impidió que todas las demandas de componentes -plaquetas, glóbulos rojos, glóbulos blancos y plasma- fueran cumplidas. Frente a la sanción impuesta por el Invima, la gerencia del HUS dijo que las fallas halladas por la entidad de vigilancia eran de tipo documental como lo afirmó Eymar Sánchez, gerente del centro médico. “Los pacientes nunca corrieron riesgos por el procedimiento que nosotros hacemos de captación de sangre, no existían componentes infectados ni reactivos vencidos, fue más una cuestión de papeleo, por lo que la encuesta que se formula a los donantes fue renovada”. El Banco de Sangre del Hospital Universitario, por ser el único de la red pública de Santander, tiene el deber de suplir, además de las necesidades del centro, las solicitudes de otros hospitales del departamento e instituciones de la ciudad con los que tiene convenio,

razón por la cual debe tener una reserva suficiente y permanente de sangre. Sin embargo frente a eventualidades como el cierre del banco, la escasez se hace notoria, como lo manifiesta Herminia Ramírez Rivero, coordinadora del Banco Metropolitano de Sangre del HUS. “El tiempo en el que estuvo cerrado el Banco tuvimos que recurrir a los convenios que tenemos, porque la escasez de componentes era evidente, además tuvimos que hacer contratos con Bancos de otras ciudades, porque los que existen en la ciudad no pueden suplir la

demanda que tenemos acá”. Se necesitan más donantes Mensualmente la hemoteca del sanatorio recibe entre mil y 1.200 donantes, que representa alrededor de 3.200 componentes mensuales disponibles, lo que constituye un aumento en el número de voluntarios si se miran las cifras de tres años atrás cuando se recaudaban como máximo 800 unidades mensuales. Así lo confirma Ramírez Rivero, quien dice que “ya está entrando más gente

en la cultura de la donación de sangre que hace algunos años, sin embargo lo ideal sería que mensualmente recibiéramos como mínimo 1.500 donaciones, para no tener complicaciones con los pacientes y que no haya demanda insatisfecha de sangre en ningún momento”. Ramírez manifiesta que en caso de no tener un componente específico para un paciente, se acude a otros bancos de la ciudad: “Todos trabajamos en red, si un hospital necesita un componente que otro centro tiene, lo envían o se hacen intercambios”. En caso extremo de que el componente no se consiga se llama a los familiares y amigos del paciente para que participen del proceso de búsqueda de donantes. Adicionalmente las hemotecas tienen listados de voluntarios de cada tipo de sangre y acuden a ellos de no encontrar alternativa. La escasez de sangre en la región es significativa, tanto así que durante el tiempo que estuvo cerrado el Banco del HUS, se tuvieron que crear alianzas y contratos con hospitales de otros departamentos y con la Fundación Hematológica de Colombia, pues los centros de la ciudad fueron insuficientes para abastecer las necesidades del Hospital. A pesar de que el gerente del Hospital comentó que en ningún momento se dejó de prestar servicio por falta de sangre, tanto estudiantes como pacientes afirman lo contrario. Edward Ortiz, estudian-

te residente del posgrado de medicina de la UIS dice al respecto que “durante el tiempo de cierre no pudimos hacer cirugías menores o transfusiones porque en el Banco no había sangre, así que los pacientes tuvieron que recibir una cantidad de componentes menor a la que generalmente necesitan”. Por la deficiencia en reservas de sangre los principales afectados son los pacientes de oncología -cáncer- y con enfermedades renales crónicas que requieren transfusiones constantes e ininterrumpidas de plaquetas, además de personas con hemorragias, infecciones, quemaduras, que van a recibir trasplantes o ser operadas, entre otros. Este es el caso de Rosalba Cabrales, paciente de oncología, quien al llegar a su cita habitual de transfusión encontró que el Banco estaba cerrado y aun llevando gente para la donación, las instalaciones no estaban funcionando y no recibían a los voluntarios. Cabrales sostuvo que “la preocupación fue muy grande, porque en mi condición no puedo permitir que las plaquetas se me bajen porque podría costarme la vida y esa fue la situación de todos los que padecemos de cáncer. Afortunadamente ya volvió todo a la normalidad”. Durante el tiempo que el Banco de Sangre de la E.S.E. Hospital Universitario de Santander no prestó servicio de flebotomía -incisión en una vena para la extracción de sangre- se gastaron más de 50 millones de pesos comprando unidades de componentes a otros centros hospitalarios.

Requisitos para donar sangre • • • • • • • • • • •

Ser mayor de 18 y menor de 65 años. Pesar más de 50 Kg. Haber consumido alimentos mínimo 4 horas antes de la donación. No haberse hecho tatuajes, piercings -perforaciones-, acupuntura, mesoterapia o tratamientos con agujas en los últimos 12 meses. Tener un solo compañero sexual en el último año. No estar en embarazo ni lactancia. No haberse realizado tratamientos odontológicos en los últimos siete días. No estar tomando antibióticos. No haber donado sangre en los últimos tres meses. No presentar síntomas de gripa. No pueden donar sangre: drogradictos, trabajadores sexuales y personas infectadas con VIH, hepatitis, malaria, entre otras enfermedades crónicas.

El Banco de Sangre del HUS atiende donantes las 24 horas y está abierto todos los días, incluidos sábados, domingos y festivos. /FOTO

SILVIA CORZO


Historia

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Francisco de Paula Santander o“El Por Pastor Virviescas Gómez pavirgom@unab.edu.co Tacaño, empedernido, mentiroso, mediocre, oscuro, cretino y corrupto. Esos son los adjetivos que Víctor Paz Otero utiliza a la hora de hablar de Francisco de Paula Santander, al que no lo ve como uno de los héroes de la independencia, sino como “una especie de cucaracha en éxtasis”. Paz Otero, autor entre otras obras de “Bolívar, delirio y epopeya’, y “Las penumbras del general -Santander-” (Villegas Editores), estuvo el pasado 24 de octubre en la Feria del Libro Ulibro de la Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB) y logró sacar de casillas a algunos asistentes, entre ellos abogados, historiadores y académicos que han elevado a Francisco de Paula Santander a un pedestal del cual este escritor payanés lo baja de un solo envión, desmitificando la figura del llamado ‘Hombre de las Leyes’. “Si hay un mito falso y oscuro en Colombia es Francisco de Paula Santander”, dijo, y de inmediato reivindicó el nombre y el legado de Simón Bolívar, así sea puesto por otros en la izquierda y “de él beban Hugo Chávez y las Farc”, o en la derecha, “y de él se alimenten personajillos como José Obdulio Gaviria -exasesor presidencial de Álvaro Uribe Vélez-”.

“Bolívar no era un santo, pero no tenía los hígados tan enfermos como el que sabemos”, remacha Paz Otero, lanzándole otro guadañazo a uno de los considerados ‘Padres de la Patria’. “No soy un buscador de verdades; yo escribo con mis pasiones y no las escondo”, confiesa este caucano que le ha dedicado gran parte de su vida a documentar la gesta libertadora y sus personajes. De su pluma también son otros libros como “Bolívar, el destino en la sombra”, “El demente exquisito o la vida estrafalaria de Tomás Cipriano de Mosquera”, “El edipo de sangre o la vida tormentosa de José María Obando”, “Entre encajes y cadenas”, “Francisco de Miranda soñador de absolutos”, y “La agonía erótica o de Bolívar, el amor y la muerte”. Igualmente ha sido columnista de los diarios El Espectador y El Tiempo. 15 dialogó con este sociólogo de la Universidad Nacional, nacido en 1945, que se mueve con igual versatilidad en los terrenos de la novela, la poesía y el ensayo, y quien ha escudriñado tanto la vida de Bolívar y Santander que para dibujarlos cita detalles como que cuando la viuda de Francisco José de Caldas necesitó ayuda, el Libertador ordenó entregarle la mitad de su sueldo, mientras que en el caso de la viuda de Custodio García Rovira, Santander lo que

hizo fue darle dos miserables pesos, ganándose 20.000 al mes. ¿Cómo así que cuando hay tantos colombianos y habitantes de este departamento que le ponen velas en el altar a Francisco de Paula Santander, aparece Víctor Paz y les dice en sus propias narices que su héroe es un ‘tal por cual’? No es ningún intento de lastimar la susceptibilidad de este departamento tan hermoso, tan floreciente, tan pujante y tan lleno de futuro, pero simplemente yo he esclarecido verdades que son totalmente demostrables con documentos y soportadas en una rigurosa investigación histórica. Yo podría tener talento para todo menos para una calumnia. Lo que he contado, es decir, el desnudamiento que yo hago de Santander para dejarlo en su auténtico significado humano es absolutamente verdadero. Me encantaría por ejemplo que alguien me dijera dónde he mentido o dónde hay un leve rumor de calumnia sobre lo que he dicho sobre Santander. Lo que he escrito es la rigurosa verdad. Esa verdad histórica ha sido suplantada por necesidades políticas, inclusive partidistas, y por un cierto culto a una hipocresía histórica que se ha querido mantener y alimentar a través de visiones falsificantes y falsificadoras de la historia. ¿No teme que historiadores, miembros de las academias y los propios apologistas de Francisco de Paula Santander lo terminen mandando a usted al séptimo de los infiernos? ¡No! Yo creo que ellos ya me han mandado. A eso no le temo porque el infierno es un lugar muy grato. Lo que debe ser muy triste es el limbo de mentiras en donde vive una historia que se ha refugiado en las academias para contarnos una serie de falsedades sucesivas que no soportan ni resisten análisis histórico ni crítica histórica verdadera.

La mirada que de Francisco de Paula Santander hace Víctor Paz, tiene algo de despiadada. En su libro sobre el general, predominan las penumbras y su figura estremece a los lectores. /FOTO PASTOR VIRVIESCAS

¿Cuándo superará Colombia esa disputa entre los seguidores de Bolívar y los de Santander? Pues cuando aceptemos que la sinceridad y la transparencia es la diosa tutelar que protege la verdad en la historia. Es decir, cuando evidentemente hagamos el balance objetivo, crítico y comprensivo de lo que es nuestro pasado. La historia está demostrando que el que predomina como un referente iluminante de los procesos de la historia contemporánea ha sido y sigue siendo Simón Bolívar, y lo que prescribe o lo que tergiversa nuestro pretérito es la presencia y el culto falso y acrítico a la figura de Francisco de Paula Santander, que es una crítica a las formas

Entrevista al escritor payanés Víctor Paz Otero, uno obra del Libertador Simón Bolívar, así como a su arc

imitativas, a la incapacidad de construir una identidad cultural y política que dignifique realmente nuestro tránsito azaroso y tormentoso por la historia. Usted lo llama “El abominable hombre de las leyes”. ¿Cuál es en su concepto la peor herencia que nos dejó este ‘rufián”? Entre otras, aun cuando no es exclusivamente de él porque parece una fatalidad de la condición humana, convertir al Estado en un instrumento de la prebenda, del privilegio, de la falsedad, del predominio de los intereses particulares sobre los colectivos. Santander fue un usufructuario descarado de lo que da el poder como fuente de privilegio, para enriquecerse, para hacer trampa, para decir y predicar que se respeta la Ley cuando de hecho en miles de actuaciones se está es trasgrediendo y envileciendo el poder orientador que puede tener la ley. ¿Se le va la mano cuando afirma que Santos era “una especie de cucaracha en éxtasis”? ¿De cuál Santos?

Cometí un lapsus. Me refiero a Francisco de Paula Santander. Claro que Juan Manuel Santos puede ser santanderista. Sí, es una metáfora, seguramente no muy afortunada pero que traduce mi antipatía visceral por este sujeto que es un héroe de barro, un héroe de pacotilla, un héroe de mentiras, acomodaticiamente fabricado para defender intereses ocultos de una cierta clase política que ha usufructuado como lo hizo Santander que fue su pionero, de la corrupción y de convertir el Estado no en la consciencia ética sino en la consciencia corrupta de la historia. ¿Su libro de Simón Bolívar es una mitificación del Libertador? No, en el sentido estricto diría que no. Es una exploración de la dimensión existencial y del mundo interior de Bolívar. Es una biografía emocional de Bolívar. Como insisto, siempre respeto los contextos históricos, todo lo que yo afirmo de la realidad externa en la que actúa y hace presencia Simón Bolívar es rigurosamente investigado y soportado. Si hay


Historia

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l abominable hombre de la Leyes” FOTO PASTOR VIRVIESCAS GÓMEZ

o de los colombianos que más ha estudiado la vida y chirrival, del que este departamento tomó su nombre.

algún elemento de ficción y si hay alguna mitificación es en la exploración de ese mundo interior, que es realmente la ficción literaria que yo hago con el personaje. Pero no es arbitraria esa ficción, porque Bolívar es un hombre que respira grandeza en muchos gestos de su vida personal y de su vida íntima. ¿Qué debilidad admite en Simón Bolívar? Seguramente muchas. Por ejemplo, Bolívar era un ser vanidoso sin duda ninguna, un buscado casi compulsivo de gloria, claro que la gloria en él adquiere dimensión y cristalización política. Bolívar fue un hombre arrogante. Pero no sé en últimas si esas son potencialidades de su propia personalidad compleja, profunda, alucinantemente inteligente. Desde el punto de vista de esa moral un poco mezquina de la ética personal, esas arrogancias pueden parecer como defectos y es posible que los sean. Nadie está buscando un ser perfecto. Bolívar es un hombre precisamente que hizo de su contradicción, de su desgarramiento y de sus confusiones un intento de vivir siempre

con autenticidad y, sobre todo, con intensidad. ¿Le emocionó ver la representación teatral que sobre su obra montó el actor vallecaucano Sebastián Ospina? Sí, aun cuando tengo unos comentarios marginales un poco críticos, pero me parece que es un trabajo interesante que ayudó mucho a conocer a través de mi escrito esa personalidad compleja, multifacética, visceralmente apasionada de Simón Bolívar. Recurrentemente se dice que detrás de cada gran hombre siempre hay una gran mujer, y detrás de Simón Bolívar estuvo Manuelita Sáenz, pero usted manifiesta que “Manuelita era un Bolívar con tetas” y que ella “se daba el lujo de ponerle ‘cuernos’ al Libertador”. Entre otras cosas eso de decir que detrás de gran hombre hay una gran mujer, es una visión un poco marginalizante y peyorativa de la mujer. No, la mujer no está detrás, está al frente y al lado. Yo diría que al lado de un gran hombre, por lo

general y como debería ser, hay una gran mujer. ¿Por dónde recomienda empezar a leer su obra? Por el final, para que se den cuenta que si es mala no la lean. Parece un chiste, pero es cierto, yo muchas obras que leo las empiezo por el final porque creo que el final es como el orgasmo, el éxtasis de la obra literaria, donde estalla, cristaliza y se esencializa lo que se ha querido decir a través de muchas páginas. Los finales deben tener grandeza cuando son grandes, o pequeñez cuando son pequeños. ¿Y por eso es que aclara que trata de hacer historia y literatura que sea amena y gratificante, no un ‘ladrillo’ que muy pocos comprendan? La literatura tiene que ser un deleite gratificante para el espíritu. Uno escribe para generar lo que decía (Charles) Baudelaire, esa magia sugestiva y sugerente que es la verdadera poesía. Se escribe para configurar las ceremonias de deleite para el espíritu. La literatura tiene que ser emocionante, gratificante, deleitosa, de resto no creo que sea literatura. Yo por eso no escribo historia en ese sentido un poco acartonado y esterilizante de creer que la historia es el flujo y la expresión de solo categorías abstractas. No, la historia por definición es el escenario donde el hombre cristaliza su existencia, por eso la historia es caótica, como todos los seres humanos.

eso. Es para crearles un poco de rabia a los abogados porque eso los obliga a debatir con uno y el debate siempre será sugestivo e interesante. ¿La novela “La carroza”, recientemente publicada por Evelio Rosero, le cae a usted como ‘pedrada en ojo tuerto’ por la forma como dibuja a Bolívar? No. Respeto el trabajo literario de Evelio. La primera parte sobre el Carnaval de Pasto, que es fundamentalmente literaria, es atractiva y sugerente. Pero en el tema histórico él repite un panfleto terriblemente mal escrito del pastuso (José Rafael) Sañudo, que es simplemente una diatriba soportada en un odio histórico que tiene razón de ser en algunos casos porque Bolívar realmente ejerció la crueldad sobre Pasto, como la ha ejercido parte del país porque por ese fanatismo que se generó en esa región en defensa de los ideales monárquicos y en rechazo también visceral a los ideales republicanos. Yo digo un chiste un poco perverso: que si a los pastusos les quitan el odio contra Simón Bolívar, quedan vacíos. ¿Cómo define usted a Simón Bolívar? Un ser de una complejidad extraordinaria, de una capacidad

casi insólita de vivir su vida con autenticidad, sinceridad y desgarramiento. Él fue intenso, más que extenso. Un hombre que se ganó la eternidad por haber sido como ser humano. Bolívar es un hombre de unos quilates extraordinario, complejo, me abisma su profundidad y su capacidad de haber sido. ¿Culto o mosquetero? Era no un intelectual, pero sí un hombre culto que seguía con una minuciosa e incisiva mirada el despliegue del movimiento intelectual de su época, pero muy lejos de ser un intelectual en ese sentido también estereotipado con que hoy la cultura occidental maneja la categoría de intelectual. Más que intelectual, Bolívar era un hombre de una inteligencia penetrante, afilada, irónica, aguda, con muchos elementos volterianos a veces, y por supuesto pasionales y románticos. ¿Y a Francisco de Paula Santander? No creo que Santander hubiera pensado. Si algún talento tuvo era para haber imitado, para haber repetido como un memorialista fanático una cantidad de casuística y de incisos. Francisco de Paula Santander fue un hombre preñado por el inciso, pero totalmente alejado de la posibilidad de comprender la realidad.

¿En sus sueños o pesadillas se retan a duelo y se dan espada Santander y Bolívar? (Sonríe) Sí, yo creo que había una antipatía profunda entre esos dos seres humanos que eran como el agua y el aceite, dos personajes que se repelían por la propia configuración emocional de cada uno de ellos, sino que las circunstancias políticas en las que a veces la hipocresía cumple un papel destacado los obligó a trabajar en conjunto, pero en las miras de ambos la separación era radical, casi abisal y abismal. ¿Se fijó en la reacción de abogados que asistieron a su charla y algunos se ofendieron porque percibieron que usted estaba atacando a su prócer Santander? Pues lo lamento. Yo molesto un poco con eso de los abogados porque tengo una prevención antigua, creo que adquirida a través de la literatura. El alegato y el panfleto más esclarecedor, más crítico y más violento contra los abogados lo escribió Jonathan Swift en “Los viajes de Gulliver”. Hay una página que es magistral y si un abogado la leyera con sensibilidad, no pensaría en estudiar Derecho. Pero claro que es un estereotipo, estoy jugando con

Víctor Paz Otero estuvo en Ulibro 2012, presentando su libro "Las penumbras del general, vida y muerte de Francisco de Paula Santander". /FOTO PASTOR VIRVIESCAS GÓMEZ


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Política

Bucaramanga, del 29 de octubre al 11 de noviembre de 2012

‘El peor enemigo de la izquierda en Colombia son las Farc’ El periodista Antonio Morales Riveira estuvo en Bucaramanga lanzando su libro “Antoniología”, en el que, a través de crónicas, reportajes y perfiles, recorre el país a lo largo de 30 años de ejercicio profesional. cuenta del egoísmo infinito de las clases pudientes de este país, que no quieren soltar la democracia, sino mantenerla en sus propias manos imperfectas, inmóviles y reiterativas. Es un choque entre la inmovilidad y el movimiento a ver quién gana.

El descrédito de la izquiera colombiana obedece a que se le asocia con la lucha armada de la guerrilla, según dice el periodista Antonio Morales Riveira, quién reconoce, sin embargo, que también ha contribuido a eso los escándalos de corrupción en los cuales se han visto involucrados algunos de sus miembros. /FOTO JAVIER SANDOVAL MONTAÑEZ

Por Javier Sandoval Montañez jsandoval 15@unab.edu.co En un rincón de la Casa del Libro Total y con un cigarrillo en la mano que apura mientras escucha cada pregunta, Antonio Morales habló con 15 luego de presentar su nuevo libro al público que, a pesar de la lluvia, atendió el llamado de Gloria y Nora Pinilla, para continuar con los actos de celebración de los 15 años del Café Con-Verso. Durante el lanzamiento en Bucaramanga de “Antoniología” reveló uno que otro secreto personal de los más de 30 años de labor periodística, explicó cómo seleccionó los 47 textos, de entre más de 700, que conforman el libro y explicó en qué consiste su manía de “querer estar donde no estoy”, que científicamente se conoce como dromomanía.

Tras la firma de autógrafos, unas cuantas fotos y un nuevo tinto, Morales se dispuso a responder las preguntas con la misma facilidad de palabra que lo ha caracterizado y la agudeza con la que elaboraba libretos para personajes que interpretaba Jaime Garzón en el programa Quac el Noticero, como ‘Godofredo Cínico Caspa’, el cual tomó forma de columna de opinión en la revista virtual Kien&ke. ¿Al revisar su libro y leer las 47 crónicas, reportajes y perfiles publicados a lo largo de 30 años, cómo ha cambiado el país? Creo que es la paradoja del movimiento y de la inmovilidad al mismo tiempo. El país ha cambiado enormemente: cultural, socialmente, en términos de la evolución

natural y siempre positiva de la gente. Ha habido una evolución y una modernización del país y una globalización en el buen sentido del término que ha transcurrido a lo largo de estos treinta años. Esa ha sido la gran movilidad y hay algo que empezó hace pocos años, que es la movilidad social, es decir que la gente que nace jodida no está condenada a estar jodida por siempre. Se empezaron a dar cosas propias, fragmentos del desarrollo que es la movilidad social. Hay cambios enormes y positivos. Decía que hay movilidad e inmovilidad. Por el otro lado, desde el punto de vista del poder y del egoísmo del poder, en todas sus manifestaciones, no ha cambiado nada, todo sigue siendo igual a 1970: las estructuras del poder, los condicionamientos políticos, los

condicionamientos sociales, las imperfecciones democráticas, la destrucción paulatina de la Constitución del 91 –que también inmoviliza al país–, de tal manera que se produce un fenómeno rarísimo que yo no sé a dónde vaya a parar y es que al mismo tiempo que hay un vector del progreso a través del rebusque, de las cosas cotidianas, entra en una contradicción antagónica con la inmovilidad del poder. El hecho de que hayamos pervivido en una guerra estable en la que no hay ni vencedores ni vencidos. Una guerra que se hace para que dure, es un ejemplo de que el poder y los poderes –y en ello no sólo está la burguesía y el gobierno, sino también la guerrilla y los paramilitares– han atrasado a este país por cuenta del empecinamiento en la guerra y por

¿Ese estado de guerra permanente en el que ha vivido el país, le da la razón a ‘Godofredo Cínico Caspa’ en su optimismo malvado de que tanto la guerrilla como el gobierno están haciendo lo posible para no llegar a la paz? Tratándose de Godofredo, es el sentir de la extrema derecha colombiana que cree que las estructuras sociales inmóviles tienen que perdurar, porque así son y así han sido y están basadas en una visión conservadora del mundo y de la sociedad; conservadora hasta en las costumbres. Hago un paréntesis: en las costumbres cotidianas es donde más ha evolucionado el país y se ha vuelto mucho más libre, es un país donde la diversidad sexual está aceptada, vamos hacia a aprobación del aborto, a pesar de los lastres tan pesados como la extrema derecha, como el caso del procurador (Alejandro) Ordóñez. Eso es lo que no ha entendido la derecha colombiana y a lo que se quiere oponer apretando el yugo para que la sociedad no evolucione. Creo que Godofredo, como representante de ese combo, está convencido de que la manija de los tiempos futuros la siguen teniendo ellos y que la inmovilidad tiene que perdurar, es decir, el conservadurismo, el clericalismo y volver a esta sociedad que ya pasó, pero de ahí a que eso sea posible no estoy tan seguro. Me parece que la dinámica de la sociedad colombiana tocó fondo con el régimen de Álvaro Uribe –porque eso fue un régimen, no un gobierno– en el cual se retrasó el país hasta 1910, pero con la “traición” de Santos –según Godofredo y según Uribe– se está consolidando en el poder el sector y la versión más inteligente de la burguesía colombiana, que coincide con una especie de refundación de la República Liberal, que sí puede en algún momento dado tener la inteligencia de evolucionar este país hacia la modernidad e hipermodernidad que vivimos hoy. El proceso de paz es el fiel de esa balanza; es decir, si Santos logra la paz con las


Política

Bucaramanga, del 29 de octubre al 11 de noviembre de 2012

Farc, incluso podríamos pensar en cosas tan absolutamente delirantes hace dos años como la eliminación gradual del problema del narcotráfico, del macrotráfico. Siempre habrá narcotráfico, pero en este sentido la posibilidad de que llegue finalmente la modernidad implicaría soluciones al problema más importante, profundo y de base que es el macrotráfico, que o se va a otro lado o la comunidad internacional empieza a tomar en serio el tema de la legalización. Las posiciones iniciales parecen muy distantes, ¿cómo llegar a puntos de acuerdo? Primero hay una cosa interesantísima: hoy (viernes 19 de octubre), coinciden los editorialistas de El Tiempo y El Espectador –que finalmente son quienes mueven opinión–, Roberto Pombo y Fidel Cano, en el análisis de lo que pasó en Oslo, en decir que esto era completamente previsible. Esto era un primer ramalazo del cuento: las Farc necesitaban un escenario internacional que tuvieron ahí, contaron lo que todo el país sabe, todas la ignominias que pasan en este país, de las cuales ellos también hacen parte –eso sí no lo contaron–, y el gobierno sentó una posición mucho más pragmática. Eso era lo que tenía que ocurrir. De ninguna manera empieza de forma negativa el proceso de diálogo. Lo que ocurrió era lo obvio. Otra cosa es que algunos sectores del país, mucho más conservadores, traten de mostrarnos que eso es el comienzo del fracaso del diálogo. Eso es lo que les interesa. Me parece que lo que tienen qué hacer es lo que están haciendo: establecer una agenda en la que hay cinco puntos muy precisos. Ahora en noviembre van a empezar a discutir el tema agrario, donde va a estar la visión de la reforma agraria marquetaliana de las Farc de siempre, con el plan de desarrollo rural nuevo del gobierno nacional y ahí tendrá que haber coincidencia y acuerdos, y luego vendrán los otros puntos de

la agenda que son específicos con miras a lograr un momento en el cual se consolide el cese al fuego y se potencie la desmovilización definitiva de las Farc. Si siguen los puntos de la agenda, como los están siguiendo, y si la dinámica de la Habana, con todas las contradicciones que se puedan presentar, se mantiene, podrán tratar temas mucho más de fondo de la sociedad colombiana en un trueque de fuerzas. Las Farc van a pedir todo y se irán encontrando dependiendo de las posiciones de fuerza. El gobierno llega fuerte, las Farc debilitadas. Faltan dos elementos importantísimos ahí, que tendrán que vincularse tarde que temprano, así sea en una mesa paralela, que son el ELN y las Bacrim, que no pueden ser reconocidas de ninguna manera como una fuerza política, pero hay que abordar el tema de las Bacrim ya sea la derrota o la desmovilización de éstas. Durante muchos años, la izquierda intentó llegar al poder, primero con las armas sin lograrlo, y luego como movimiento político, pero al hacerlo se han desprestigiado. ¿Qué ha pasado? La gran barrera para la consolidación de la izquierda democrática, social demócrata, progresista, inclusive un poquito reformista, ha sido la lucha armada de las Farc. No me cabe la menor duda. Basta mirar el continente: en todas partes se ha dado la consolidación y triunfos de la izquierda, en Colombia no porque existen las Farc, porque combinaron las formas de lucha, porque cometieron todo tipo de atrocidades y toda clase de violaciones al Derecho Internacional Humanitario, que finalmente redundaron en la desaprobación sistemática. Entonces el peor enemigo de la izquierda en Colombia son las Farc, siendo de izquierda. Eso por un lado. Eso se eliminaría con un proceso de paz en el cual la Marcha Patriótica, que es la expresión política de las Farc, tendría que ingresar de alguna manera a la política. La vez que se logró una unidad real,

programática de la izquierda, como fue el Polo Democrático Alternativo, pasó lo de siempre y otra cosa más. Lo de siempre: la izquierda ha sido profundamente caníbal, es decir, la izquierda se fagocita a sí misma y se acaba entre ella. La prueba es que el ELN en Santander eliminó a la mitad de su militancia en un periodo de los años 60. En el Polo pasó lo mismo, las pequeñas fuerzas absolutamente egoístas, sin visión de futuro, terminaron fraccionando el Polo y saliéndose. Por el otro lado pasó una cosa gravísima, que fue que por primera vez se asoció a la izquierda con procesos de corrupción muy profundos. Ustedes lo sufrieron aquí con Iván Moreno Rojas (ex alcalde de Bucaramanga), que terminó, la Anapo, prácticamente infiltrando al Polo, cuando se sabía que estaba impregnadísima de corrupción. Lo mismo pasó con su hermano Samuel en Bogotá. El descrédito de la izquierda hoy por hoy es que no solamente es caníbal, no solamente algunos sectores tuvieron relación con la lucha armada, sino que también resultaron corruptos. Usted por ser de izquierda terminó exiliado. ¿Qué le dejó esa experiencia? Lo primero que me pasó es que muchas cosas, de mí mismo, me supieron a mierda. Repensé cosas de mi vida en relación con la política, la izquierda, en relación con todo lo que viví. Finalmente pensé que algunas habían valido la pena, pero muchas me supieron a mierda. Fue un momento de reflexión, y cuando volví a Colombia, nueve años después, alejadísimo de todo eso, apareció el fenómeno electoral y de unidad interesantísimo del Polo, y entonces volví en un intento de reencauchar mi fe en el intento de desarrollo de las fuerzas de la izquierda y me vine para el Polo a dirigir el periódico. Un año después el periódico se acabó y el Polo quedó en manos de Jaime Dussán… Eso lo dice todo. Usted ha escrito en prensa, ha

hecho televisión, ahora está en radio y es un activo internauta. ¿Cómo logra ir de un medio a otro, de un género a otro? En muchos casos por pura casualidad. Para lo único que fui formado –no solo que me formé yo mismo a través de lecturas– en una escuela que fue El Espectador, a donde llegué a los 19 años, fue la prensa escrita. Y que mi vocación y mi capacidad profesional seria siempre han estado ligadas a la prensa escrita. Ahora afortunadamente escribo para El Tiempo crónicas cada 15 días, las que me dejan hacer porque Roberto Pombo es amigo mío y porque El Tiempo me abrió sus puertas y yo no me voy a negar a eso. En los otros campos, por ejemplo en la televisión, llegué en un momento en que se me agotó la prensa escrita. Me encontré con un lenguaje para el cual supuestamente no estaba formado, pero que me formó rápidamente y que me fascinó. Mientras hice televisión, no solamente dirigiendo noticieros sino produciendo, me fascinó y eso me permitió avanzar en otros géneros como la entrevista, que fue lo que hice en El Radar, el cual acabaron a las patadas. Fue como un encuentro, una cosa espontánea, pero que no me costó esfuerzo; me costó mucho más formarme en la prensa, en lo escrito y en la capacidad de analizar y comentar. En el campo de la radio también fue una casualidad: cuando estaba regresando a Colombia, antes de ingresar al Polo, me ofrecieron trabajo en La FM. Yo jamás había hecho radio, y ahí me volví a encarretar. Lo descubrí tardíamente –hace como 5 años– pero pienso que para responder lo que me pregunta, vanidosamente puedo decir que lo que me permite ir de un medio a otro es mi formación en antropología. No concibo por qué las facultades de periodismo no están adscritas a Humanidades. Si yo aprendí de antropología, de sociología, de historia fue en la universidad, que es lo que no les pasa a muchos periodistas. Yo puedo transitar de alguna manera, con una cierta inflexión intelectual en las distintas dinámicas del país

Morales Riveira autografió los ejemplares de su libro “Antoniología” para quienes lo adquirieron luego de la presentación que hizo en la Casa del Libro Total, en el marco de las actividades de celebración de los 15 años del Café Con-Verso. /FOTO

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y en los medios, porque tengo formación en ciencias humanas. Ahora usted también está en Internet. Algunos condenan esta plataforma porque trivializa el oficio. ¿Cuál es su posición al respecto? Me parece realmente revolucionario y alucinante. Lo digo con toda seguridad. Más allá de las páginas en Internet, que de alguna manera se parecen a la prensa escrita; más allá de eso que ya es un logro de la hipermodernidad, siento que las redes sociales revolucionaron completamente este cuento, apenas estamos viendo el principio de una revolución sin echar un tiro, como la revolución femenina de los años 60 y 70 que se la ganaron las mujeres sin echar bala, a punta de inteligencia; ¿en qué sentido? Por ejemplo en Twitter cuando uno es periodista y tiene una cuenta manejada periodísticamente, pulsando y generando opinión y tiene una buena cantidad de seguidores, uno se está convirtiendo en un medio de opinión. Uno solo puede llegar a 80 mil o más personas como si fuera un periódico en 140 caracteres. No se necesita tener un medio o una columna en un periódico si le va bien en Twitter. El otro ángulo gira en torno a Facebook, donde se produce un nuevo género y es que al poner uno comentarios y tener una buena cantidad de amigos, miles, porque siempre es multiplicador y lo cuantitativo es importantísimo. En Twitter están los amigos y los enemigos, pero en Facebook más o menos todos tienen un hilo conductor definido, una filosofía parecida, entonces lo que termina uno haciendo es un nuevo género, una columna colectiva. Es decir los medios se volvieron unipersonales, pero en contraposición, las columnas son colectivas en las redes. ¿Por qué decidió revivir a Godofredo? Por dos razones, la primera, la más importante, porque me di cuenta de que Godofredo y (Jaime) Garzón estaban vivos gracias a los muchachos que nunca lo conocieron. Los pelados que tienen 25 hoy, y que tenían 10 cuando lo mataron, lo revivieron a través de la multiplicación en las redes de los videos en Youtube. Los que más tenían repeticiones eran los de Godofredo. Cuando vi eso entendí que no había muerto y que teníamos un futuro en el imaginario de los pelados y en el conocimiento internético de ellos. Esa fue una primera aproximación a por qué reviví a Godofredo. Luego, como ya tenía esa idea en la cabeza y ya me había pillado que eso estaba funcionando, yo escribía una columna para Kien&ke, firmada por mí hace un año y medio, un día no tenía tema, entonces dije le voy a ceder la palabra al cucho ése, y escribí como Godofredo. A al venir la retroalimentación, los mensajes eran 10 veces más que los que recibía Antonio Morales, entonces dije ¡qué Antonio Morales ni que nada!


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FOTO PASTOR VIRVIESCAS GÓMEZ

Rodolfo Arango no se ‘arruga’ Habla el exmagistrado que desde su columna en El Espectador se ha convertido en una de las plumas más críticas y mordaces de la prensa colombiana. Estuvo en Bucaramanga con motivo de los 40 años de la Facultad de Derecho de la UNAB.

Por Pastor Virviescas Gómez pavirgom@unab.edu.co Más allá del conocimiento que le da el doctorado en Filosofía del Derecho y Derecho Constitucional de la Universidad de Kiel (Alemania), el abogado Rodolfo Arango Rivadeneira se ha convertido en uno de las voces más respetadas no solo en cuanto a esa materia se refiere sino al análisis de la institucionalidad y los males que afectan a Colombia. Desde su columna en el diario El Espectador, este intelectual afina su puntería cada miércoles, apelando a argumentos de fondo y atreviéndose a meterse con los poderosos. “La triste historia de Alejandro Ordóñez y de su reelección con la complicidad de ‘servidores públicos’ y algunos grupos de la sociedad, hace necesario volver a los clásicos. Más cuando las amenazas a la libertad acechan y la corrupción se expande. Uno de ellos es Nicolás de Maquiavelo. No bastó el ejercicio religiosamente sesgado de la función pública -absolviendo parapolíticos y condenando opositores- para impedir la nominación por los altos jueces. Ahora el reparto del botín burocrático para provecho propio en una institución mal diseñada y peor administrada servirá para que los senadores terminen la tarea”, ha dicho Arango del procurador santandereano. “Comenzó mal el nuevo movimiento político Puro Centro Democrático. La derecha radical siempre ha sido desafiante, temeraria, prosopopéyica. Detrás de sus proclamas salvíficas se esconden torvos intereses. María Isabel Rueda ha distinguido acertadamente entre la crítica legítima y la agitación militar contra el Gobierno. El agasajado exministro Londoño y ahora promotor político ostenta una sanción disciplinaria con inhabilidad de doce

años, lo que no le ha impedido presentarse como adalid de la patriótica corriente de pensamiento. No importó ese detalle a los organizadores de la oposición ultramontana. El líder del movimiento, el carismático expresidente Uribe, arrastra tras de sí una notable estela de inhabilitados, condenados, reos y prófugos de la justicia que lo acompañaron o apoyaron políticamente en su gobierno, ese gobierno cuyo período resultó doblado gracias a la compra de votos en el Congreso”, ha escrito este profesor universitario que trabaja en la Universidad de los Andes y se ha desempeñado como magistrado auxiliar y conjuez de la Corte Constitucional. De su pluma también han salido frases como: “Colombia quiere ser una República Democrática. Por lo menos eso dice el artículo 1º de la Constitución. No está claro, sin embargo, qué se requiere para ser una república. Por lo menos tres condiciones deben procurarse para ello: la soberanía popular, el Estado de derecho y la garantía de iguales derechos para todos. Ninguno de estos presupuestos se cumple actualmente. El saqueo de los recursos mineros por multinacionales con la complicidad de un puñado de nacionales y en desmedro del medio ambiente sano y sostenible; la compraventa de testigos en la entidad encargada de investigar y acusar antes los jueces; el robo de datos personales de millones de colombianos por parte de agentes del Estado, son sólo tres ejemplos recientes que muestran la distancia entre el ideal republicano y la realidad”. ¿Con sus columnas a qué títere no deja sin cabeza? (Sonríe) Yo creo que el ejercicio de la crítica es necesario en un país dogmático y la crítica ayuda a la democratización de la so-

ciedad. En sentido, tenemos que adecuarnos a pensar críticamente sin que eso se interprete como una descalificación de las personas, sino por el contrario que se les toma muy en serio. ¿Cómo hace un doctor en Filosofía del Derecho para hablar en el mismo ‘idioma’ que utiliza el común de los mortales que leen un periódico? Ese es el reto semanal con la columna en El Espectador, y es cómo aterrizar un discurso muy abstracto y teórico a cuestiones y situaciones concretas que les lleguen a las personas. Es todavía incipiente el esfuerzo porque sigo siendo muy teórico, pero la idea es politizar a la población -en el mejor sentido de la palabra-, crear ciudadanía, crear deliberación basada en razones y un buen termómetro son los comentarios a las columnas, en donde el nivel de pugnacidad es muy fuerte cuando uno plantea temas polémicos como por ejemplo aborto o eutanasia, que la sociedad no está preparada para discutir pausada y razonablemente, pero también el tono de los comentarios lo pone el columnista precisamente no siendo tan polémico y más bien sopesando las posiciones. ¿Pero para qué meterse en líos comentando sobre ese tipo de temas, cuando podría quedarse en su oficina pontificando sobre Platón? Básicamente porque hay personas que están en el activismo y en la lucha social y política que requieren apoyo y de refuerzo no solo moral sino también a nivel teórico-conceptual, y esas personas son tan valiosas en lo que están haciendo por la democracia colombiana que los académicos no pueden quedarse al margen en la ‘torre de marfil’ de la Academia,

sino que deben bajar al terreno y tratar de comunicar sus ideas, y ahí se dan cuenta como académicos que tampoco son dioses o semidioses, ni levitan al Olimpo, y tienen que esforzarse en justificar bien sus posiciones. ¿Algún tema vedado o que usted prefiera dejar engavetado para no ganarse dos enemigos más o un tiro? ¡No! No hay temas vedados, no debe haberlos. El compromiso con la democracia y con los derechos humanos en Colombia es muy grande, y sobre todo en una sociedad tan sumamente injusta y tan inequitativa y con tanta manipulación y tanta pobreza, no debe haber temas vedados. Sí, pero atreverse a cuestionar al expresidente Álvaro Uribe Vélez, quien aún cuenta con tantos seguidores y fanáticos… Hay que hacerlo. Claro, no deja de implicar sus riesgos cuando uno piensa no en uno mismo porque podría ser prescindible sino en sus seres queridos y en sus allegados, y ahí puede surgir la verdadera limitación y mordaza, pero afortunadamente he contado con seres queridos que no me exigen que ponga por encima del interés nacional los intereses de la familia y eso me pone en una situación privilegiada que seguramente muchos otros no tienen. ¿Se conocerá algún día todo lo que sucedió en esos ocho años de los dos periodos presidenciales de Uribe Vélez? Es difícil. El contexto cada vez es peor y las negociaciones de paz van a ayudar a que todos los implicados se tapen con la misma cobija y busquen sus salidas favorables sin que realmente se conozca toda la verdad y todas las responsabilidades, y se asuman esas respon-

sabilidades. El gran perdedor en este contexto de negociación van a ser la verdad y los derechos de las víctimas, mientras que el triunfador será la impunidad. Eso se está anunciando ya abiertamente. ¿Le teme a las descalificaciones y que digan: ‘Ése es un loquito izquierdista infiltrado en Los Andes y fuera de eso amigo del senador Jorge Robledo’? De alguna manera pienso que de pronto es torpe por parte de uno porque pueda suscitar vías de hecho que trunquen el proyecto democratizador, pero no; creo a la postre hay que asumir esos riesgos y tener el valor civil de seguir denunciando, ponderadamente investigando y tratando de que la gente confíe más en la razón que en la arbitrariedad. Usted ha sido uno de los principales críticos del procurador general, Alejandro Ordóñez Maldonado. ¿Se hizo al lado de la talla en madera de Cristo -que hay en este restaurante donde estamos haciendo la entrevistapara que lo proteja de alguna maldición? (Sonríe) Para mí el procurador general encarna uno de los peores vicios de la sociedad colombiana, y es que detrás del cariz de pío y de gran cristiano se esconde una persona que no tiene mientes en ejercer todos los mecanismos del poder para sacar avante sus fines y sus convicciones más profundas, muy legítimas pero finalmente unas convicciones más dentro de las muchas que hay en el país. Esa es una cuestión que a mí me alegra, que el procurador Ordóñez Maldonado haya llegado tan lejos y tenga tanta visibilidad, porque va a empezar a destapar lo que es por ejemplo los manejos de poder


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en la Rama Judicial en los organismos de vigilancia y control, y eso no es sano para la democracia. Necesitamos avanzar hacia un fortalecimiento de la función pública y desacoplar lo que son los cargos de las grandes instituciones y establecimientos del Estado, de lo que es la dirección política. Max Webber, un teórico (alemán) muy importante lo decía: ‘Habrá posibilidad de un Estado moderno cuando haya una burocracia independiente profesionalizada’, y eso no hay en Colombia. En este país hay botines burocráticos clientelistas aupados por convicciones ideológicas, metafísicas, religiosas, y eso no es conveniente para una democracia. ¿Y en ese juego perverso caen las Cortes? Las Cortes caen en pleno, porque en Colombia lamentablemente ha hecho carrera un pragmatismo muy grande por parte de los actores. Cada uno piensa que su cuarto de hora no se puede dejar escapar y hay que aprovechar esa situación para escalar en posiciones políticas. En Colombia no hay una ética pública de que los hombres públicos, los estadistas, se forman en el estudio, en la consagración a las ideas, sino en aprovechar las oportunidades. Eso lo vemos en todo momento, todos los días. ¿El descrédito de las instituciones permite concluir que no hay salida? No. El pueblo tiene un papel importantísimo que jugar y pienso en la movilización social. Cada vez la sociedad civil tiene un papel más protagónico, por lo mismo más responsabilidad en mejorar la democracia. El aspecto institucional hasta el momento no podemos prescindir de él, hay que mejorarlo, pero es claro que las instituciones tienen una tendencia al enquistamiento, a permitir espacios de corrupción y maquinarias de influencia política, y por eso tiene que ser tan inteligente el diseño institucional.

Se está viendo en Colombia que tenemos que rediseñar de nuevo todo el sector Justicia, el sector de los organismos de control, el tema de la nominación y los periodos de los magistrados… no es más sino acordarnos de la fallida Reforma a la Justicia para ver el esperpento que se puede lograr cuando realmente no impera la razón sino la sinrazón en el terreno institucional. Con tanto escándalo que hay en la justicia colombiana, ¿será que jueces y magistrados reprobaron la materia de ética o que simplemente no la cursaron? El gran problema de la justicia en Colombia es la formación de los abogados y la formación judicial. Hay un déficit enorme en formación democrática de los jueces. En otros países como Argentina existen jueces por la democracia y la formación cívica-política de los jueces es muy grande; aquí las estructuras no ayudan. Hay grandes individuos demócratas en el Sistema de Justicia a todos los niveles, no me cabe la menor duda, incluso en las Altas Cortes, pero existe un problema estructural de cómo ascienden los jueces en el escalafón y cómo todo obedece a un aparato de promoción bastante clientizado, donde la libertad de expresión y la posibilidad de crear Derecho y de realizar la Constitución por parte de los jueces está conductada y controlada por los círculos de poder de la altas esferas. Eso no es conveniente y acaba con la independencia judicial y con jueces demócratas. Entonces requerimos de un diseño institucional algo diferente, donde la promoción de los jueces no dependa de la voluntad de los magistrados de las Altas Cortes, y por otro lado donde la educación de la Escuela Judicial Lara Bonilla, por ejemplo, sufra un cambio radical en sus metas, en sus métodos pedagógicos y en sus contenidos. ¿Los abogados salen bien preparados de las universidades o de entrada ese es el problema? Es muy diferencial: en las altas

universidades privadas salen magníficos abogados en las áreas del Derecho Privado y del Derecho Público para estar al servicio de intereses igualmente de gran envergadura, y entonces en ese sentido hay una muy buena calidad en una elite selecta de ciertas universidades, pero si uno desciende hacia universidades privadas de baja calidad o a universidades públicas en regiones, empieza a ver las dificultades que llevan a una mala formación profesional y en el Derecho lo grave es que no somos conscientes aún del peligro social que implica estar graduando miles de abogados no calificados. Ese es un riesgo social altísimo y el país no está consciente de ello. ¿Esos miles de personas que han salido en diferentes marchas por Bucaramanga a defender la preservación del Páramo de Santurbán son desadaptados y que le están haciendo el juego a la guerrilla, o por ahí es el camino para defender los recursos naturales? La intuición de esas personas y de esas movilizaciones es muy válida y creo que es la acertada; lo que falta es todavía el concepto, y es que claramente estamos desarrollando un modelo económico y un modelo de vida, y no tenemos una alternativa clara que ofrecer. Entonces prima más la protesta que es interpretada como entorpecer las posibilidades de desarrollo del país, y mientras no tengamos un concepto de bienestar y de desarrollo que se concilie con lo que son los derechos de la naturaleza, no creo que podamos sacudirnos de esa estigmatización como revoltosos, como disociadores, que se le da a los movimiento sociales ambientales. Hay que pensar en mirar un poco hacia la experiencia en Ecuador y Bolivia, donde se ha avanzado bastante en el tema constitucional, y eso supone un cambio de actitud social que es muy importante y que en Colombia todavía estamos algo lejos de lograrlo. ¿Y usted ni es aliado de la

guerrilla, ni enemigo del desarrollo? De hecho y sobreestimando mi influencia, me vi medio en boca de los guerrilleros (de las Farc) en la mesa de Oslo (Noruega) cuando rechazan la actitud de los que llaman ‘los que quieren una paz rápida’. Considero que la guerrilla le ha hecho un enorme daño a la política en Colombia, además de muchas personas en la población y en particular a la izquierda por optar por las vías armadas. Hay una enorme pusilanimidad en la actitud de la guerrilla en no querer asumir la responsabilidad política que le cabe por no hacer posible que haya avances democráticos de izquierda y se empeñe en la amenaza y en la coacción por vía de las armas, y que después autojustificadamente salga con la idea de que ellos simplemente se defienden y que no dañan a nadie. Eso es autojustificatorio e inaceptable como tal. Comparto con la guerrilla muchos de sus planteamientos ideológicos, de sus cuestionamientos al sistema por la corrupción, la manipulación y la casi ausencia de democracia, pero nada de eso para un verdadero demócrata justifica el uso de las armas para tratar de sacar avante sus convicciones. ¿Le ve futuro al incipiente proceso entre el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos y las Farc, que empezó formalmente en Noruega y se trasladará en los próximos días a La Habana (Cuba)? ¡Muy poco! Creo que lamentablemente dentro de algunos meses se va a invertir la situación. Muy a mi pesar, yo fui uno de los esperanzados al inicio, pero ya viendo como definitivamente las luces del escenario de los medios de comunicación y el protagonismo internacional simplemente muestran que no se está a la altura todavía de un paso hacia la paz y hacia la civilidad. Se avecinan tiempos más oscuros, a donde va a retornar el uribismo al poder y en ese sentido va a ser una nueva desilusión.

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¿Entonces hay algo más oscuro que la oscuridad? En una lógica guerrerista es totalmente funcional el fracaso a las fuerzas en combate, y es que extrema las contradicciones y eso es lo que buscan los sectores más radicales dentro de la confrontación. Considero que al presidente Santos se le precipitó el proceso ante la caída estrepitosa en sus encuestas y entonces se jugó la carta muy anticipadamente, con la desfortuna de que no estaba preparado el plato y se va a convertir en un fiasco. Procurador Ordóñez reelegido, presidente Santos reelegido… ¿Qué le espera a los colombianos? Lo de la reelección de Santos no lo tengo tan claro, porque pueden suceder otros hechos, pero en buena parte si eso sucede esperaría un continuismo en la política de guerra y de confrontación y en el avance de un ambiente fundamentalista, dogmático, pseudoreligioso, que nos va hacer retroceder bastante en materia democrática. ¿Se siente cómodo escribiendo en las páginas editoriales de El Espectador o preferiría estar en El Tiempo al lado del exministro Fernando Londoño Hoyos y del exasesor presidencial José Obdulio Gaviria? (Sonríe) Digamos que a veces es ambivalente, porque mantenerse en un diario tan liberal, tan abierto a las ideas, a la deliberación, en donde se siente tanta comodidad como El Espectador, es muy cómodo y de pronto valdría más la pena que uno fuera una voz aislada y disidente en un medio adverso, en un medio hostil como el de El Tiempo, y sobre todo que llegaría a otras audiencias que a lo mejor leyéndolo a uno empezaran a cavilar y a considerar otras razones. En ese sentido no sería mala idea pensar en acudir a El Tiempo, pero por ahora estoy muy a gusto en El Espectador. ¿Aún con el riesgo de que solo dure una columna? Sí, exactamente.

Antes de conceder esta entrevista, Rodolfo Arango Rivadeneira (tercero a la derecha), participó en una charla sobre positivismo judicial y constitucionalismo, con los abogados Juan Antonio García Amado y Antonio Bohórquez Orduz, en el marco de los 40 años de la Facultad de Derecho de la UNAB. /FOTO PASTOR VIRVIESCAS GÓMEZ


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“Los derrotados”, una novela del horror y la esperanza de Colombia Invitado por la Feria del Libro Ulibro de la UNAB, regresó a su tierra natal el escritor Pablo Montoya Campuzano, cuyo nombre es de obligatoria mención a la hora de hablar de figuras de la literatura nacional y de sus voces más singulares. Por Pastor Virviescas Gómez pavirgom@unab.edu.co Pablo Montoya Campuzano no es el piloto de carros chocones en la fórmula Nascar de los Estados Unidos, y tampoco tiene nada que ver con él. Pablo Montoya Campuzano sí es, en cambio, un escritor nacido en Barrancabermeja (Santander) hace 49 años y considerado una de las voces más auténticas de la actual literatura colombiana. Su más reciente obra es “Los derrotados” (Sílaba Editores), que no se refiere a los siete años de fracasos del automovilista bogotano en los óvalos gringos, sino que “narra la vida del sabio Francisco José de Caldas y sus inquietudes naturalistas e independentistas. Avanzando en el tiempo, también da cuenta de los avatares revolucionarios de la guerrilla del Ejército Popular de Liberación (EPL), a través de tres jóvenes y sus pasiones: la botánica, la fotografía y la literatura. Dos procesos políticos fallidos, cuatro vidas enfrentadas a coyunturas revolucionarias, unidos por una sugestiva propuesta narrativa. Esta es una novela singular por la manera en que el autor enfrenta el tan complejo tema de la violencia política y su relación con las artes y la ciencia. Apoyándose en la poesía, el ensayo, el cuento, la epístola, la biografía, ‘Los derrotados’ asume a Colombia, la pasada y la actual, entre el horror y la esperanza”. Este es el diálogo con Montoya Campuzano, un barranqueño con marcado acento paisa, quien trabaja como profesor en la Universidad de Antioquia después de haber cursado estudios de maestría y doctorado en literatura latinoamericana en La Sorbona (París). Ha publicado libros de cuentos como “Réquiem por un fantasma”, “Adiós a los próceres” y “Adagio para cuerdas” (de la Biblioteca Mínima Santandereana de la UIS), y de ensayos como “Música de pájaros”, más las novelas “La sed del ojo” y “Lejos de Roma”. Su más reciente reconocimiento ha sido la beca de investigación en literatura otorgada por el Ministerio de Cultura. No lo vi cantar el himno de Santander en la ceremonia de apertura de Ulibro. ¿Se cree eso de “Hijos audaces de altiva breña a la que amamos con frenesí,

Lo del himno, no te preocupes que del himno nacional solo me sé la primera estrofa, y el himno de Antioquia, que fue el que me enseñaron en el colegio tampoco me lo sé. A pesar de que fui músico, tengo muy mala memoria para las letras de los himnos y las canciones. Mi relación con Santander es una relación digamos más tranquila que la que de alguna manera me propone esa supuesta antioqueñidad como signo identitario. Santander es una región mucho más abierta, menos conservadora, más aguerrida en el sentido de su preocupación por el mundo cosmopolita. Me siento más afincado en esta zona y en la tradición literaria que tiene en Pedro Gómez Valderrama a uno de sus grandes exponentes, que yo creo continuo voluntariamente.

Para cualquier colombiano es fundamental leer “Cien años de soledad”, “La Vorágine” y “La María”, que en concepto del escritor Pablo Montoya son las tres novelas más ambiciosas y las que más nos pueden hablar de lo que es este país. /FOTO RICARDO JARAMILLO PULGARIN

somos la raza que lucha y sueña en la conquista del porvenir”? Particularmente con mi origen santandereano, creo que es a partir de mi regreso a Colombia en 2002, después de una larga estadía en Francia, cuando

empiezo a preguntarme y asumir mi condición de santandereano, y un poco no porque me surgiera de mis inquietudes, sino porque comenzaron justamente a partir de invitaciones, de homenajes que me han hecho en Barran-

cabermeja y en Bucaramanga. Empecé a ver como si me estuviesen de llamando de nuevo a decirme: ‘Esta es su tierra, usted nació aquí y tiene de alguna manera un vínculo profundo con esta región’.

¿Qué tienen en común el sabio Caldas y la masacre de El Aro? Pienso que “Los derrotados” maneja la continuidad de la violencia en el país a través justamente de la geografía. Es una novela que pone como punto central de discusión la geografía y la violencia. Caldas es una figura que padece la violencia a través de sus investigaciones botánicas y de su participación con la Independen-

La masacre de 17 personas en El Aro Ituango, Antioquia, octubre de 1997 El Aro es un corregimiento de Ituango. En el pueblo vivían setecientas personas hasta que llegaron los paramilitares. Éstos pudieron entrar a la zona apoyados por un helicóptero, enviado a través del gobierno departamental y por soldados de la IV Brigada de Medellín. En la fotografía, el caserío ha sido arrasado por una suerte de vendaval. Los habitantes no se ven por ningún lado. Tampoco los paramilitares. Hace un par de días se largaron para sus campamentos de Córdoba. Solo hay un hombre y una mula que atraviesan las ruinas de El Aro. Al lado izquierdo de ambos se ve una hilera de casuchas desbaratadas. Algo tienen en su fachada que recuerda las tumbas de un pabellón de cementerio sórdido. Las casas se hunden, al fondo, en un horizonte de montañas en neblina. Andrés Ramírez llegó a El Aro hacia el mediodía. No vino en el helicóptero, claro está, sino en un bus hasta cierto tramo. Luego debió caminar horas por entre el monte, acompañado por un guía a quien le ofreció buena paga. Cuando ascendieron hacia El Aro, empezaron a sentir el olor a maderas chamuscadas. Luego fueron apareciendo los cadáveres. Ramírez no fotografió a ninguno. Después de todo, él sabe que exhibir muertos en la guerra es una práctica que a menudo realizan los bandos enfrentados. Jamás desconoce, sin embargo, que lo suyo es una obsesión por las imágenes de la muerte cuando esta es ocasionada por los hombres. En sus fotografías sobre la guerra, quienes sobresalen realmente

son los vivos. En el trayecto hacia El Aro, Ramírez vio entonces los cuerpos. Sintió el olor de sus mutilaciones. Pero se abstuvo de disparar la cámara. Al entrar al pueblo, siguió decidido a no fotografiar lo que veía. Un cansancio imprevisto se le había instalado en la boca del alma. ¿El ama tiene boca? Sí. Y puede estar en el estómago, en el corazón, en el bajo vientre, en los pulmones, en las piernas que se resisten a caminar. Lo primero que pensó Ramírez al ver la destrucción fue en el diablo. Se lo imaginó como una gigantesca chucha que ha abierto su culo velludo para arrojar una ventosidad sobre el pueblo. Pero, ¿qué ha pasado en El Aro? La fotografía muestra lo que está pasando y hace imaginar confusamente lo que pasó. Y lo del roedor es un símil que no tiene nada de original. Comparar la guerra con el culo de un animal es algo que ya hicieron Goya y Céline al referirse a sus respectivas guerras. Pero ¿alguien ha visto una chucha negra, una gigantesca chucha antioqueña, abriendo su ano y lanzando sobre un pueblucho sus flatulencias? ¿En la historia de la literatura ha habido algún Homero o algún Voltaire, o algún Tolstoi, o algún Maupassant, que haya comparado la guerra con ese marsupial americano que también llaman zarigüeya, fara, runcho o sasapi? Ramírez pensó rápidamente en esta asociación zoológica. Después vio que la mula y el arriero recorrían la única calle de El Aro. Sobreponiéndose a la fatiga, se ubicó en uno de los extremos del derrumbe, y sacó la cámara. (Apartes del capítulo 17, ‘Fotografías’, de la novela “Los derrotados”).


Bucaramanga, del 29 de octubre al 11 de noviembre de 2012

cia, violencia que lo va a llevar al fusilamiento que hace de él Pablo Morillo en 1816. La novela también dialoga con las formas de militancia revolucionaria que se dan en Antioquia, particularmente con la guerrilla del EPL, entonces esa parte de la novela abarca esa fase en la que Antioquia se va paramilitarizando a lo largo de estas grandes masacres. La masacre de El Aro sabemos ya que fue cometida por paramilitares con el apoyo del Gobierno de Antioquia y la IV Brigada, lo cual ya está suficientemente denunciado. Entonces la novela articula como dos momentos históricos y por eso la pregunta suena un tanto extraña, pero articula la Independencia a través de la figura de Caldas, y los procesos revolucionarios comunistas a través de tres jóvenes que militan en el EPL, que es una guerrilla antioqueña que se va a disolver en 1991 y que va a tener un proceso de inserción muy conflictivo que la va a llevar desafortunadamente a tener vínculos con los paramilitares y con la Brigada de Chigorodó. ¿Pablo Montoya, como fruto del momento histórico que le correspondió vivir, es un guerrillero frustrado, un combatiente que no fue… qué es? Yo tuve una militancia muy insípida con el EPL cuando tenía 18 años en el Liceo Antioqueño y no pasé de algunas reuniones clandestinas y de hacer algunas ‘pintas’; nunca tomé las armas, por supuesto, nunca me fui para el monte y me di cuenta rápidamente que ese no era mi destino, que esa no era mi proyección política. Pero sí he sido una persona que de todas maneras tengo consciencia de mi generación, que se la jugó en gran parte por estas militancia revolucionarias y esas militancia fueron erróneas y resueltas de una manera brutal. El de “Los derrotados” es un mensaje de frustración. Se pretendió proponer una justicia al país, una utopía social, comunista, y lo que se hizo finalmente fue ensangrentar e incendiar más al pueblo colombiano, pero esa es una parte que corresponde a todas las guerrillas colombianas y la novela es mi visión particular. Espero que me toque en vida un país en paz, un país al menos que tenga resuelto ese problema de las guerras internas. Ojalá sea posible, pero soy un poco escéptico por los mecanismos económicos tan complejos que hay en Colombia y que mueven estas guerrillas y estas guerras que hay en el país. En la presentación de su libro, el comentarista Carlos Esteban Mejía estaba casi extasiado por la poesía que halló en él, pero encontré que también hay crónica judicial. ¿Es una mezcla? Sí, es una mezcla de los dos géneros. Hay momentos poéticos

en “Los derrotados” que tienen que ver con las visiones de la naturaleza colombiana, sobre todo con la parte de Caldas; igualmente hay partes que tienen que ver con la novela contemporánea, con mucha violencia, donde interviene más el formato judicial o a veces el de crónica roja. Lo que trato es de matizar todas esas escenas de violencia a través de cierta poeticidad estilística. No sé si lo logro, pero esa era la intención. Claro, hay momentos en que la crudeza de las imágenes impide de pronto que ese formato poético surja. Ese es un gran reto que uno tiene. ¿Su novela le ha ‘chocado’ a alguna persona que esperaba encontrar un texto idílico y al final usted terminó dándole una ‘bofetada’ al recordarle que nos matamos entre nosotros y que hasta miembros del Ejército terminaron trabajando en llave con los ‘paras’? Sobre ese sentido no, pero sí he recibido críticas sobre la valoración que hago de Caldas. Por ejemplo en Antioquia no están muy contentos ciertos sectores, porque él es quien funda la Escuela de Ingeniería en ese departamento, que es la que le dará vida a la Facultad de Minas de la Universidad Nacional, que es un centro fundamental de la ciencia y una leyenda para Antioquia. Cuestionar la figura militar de Caldas es lo que hago en “Los derrotados” al elogiar su figura naturalista y botánica y no su figura militar que la critico y la pongo en tela de juicio. Entonces ese criticar y no idealizar la figura de Caldas como figura fundadora de las ciencias militares de Antioquia y de Colombia, es ‘darle una puñalada’ a ciertos sectores privilegiados intelectualmente

hablando. Ahora, Caldas sí fue un gran militar, sí fue mártir, no fue un derrotado, dio la vida por la Nación y le debemos el establecimiento de la ciencia en Colombia. Frente a la visión sombría de la violencia, la paramilitarización de Antioquia y la crítica fundamental que le hago a estas guerras intestinas, hasta el momento no he recibido comentarios. Lo cual es peor, porque implica que la gente no lee la novela o simplemente la quiere silenciar. ¿Toma partido en su novela? Tomo partido por la vida, por el ciudadano, por la sociedad civil; no por ningún establecimiento militar, porque a todos los critico y los fustigo de manera similar. Por supuesto, hago una gran crítica al EPL, al paramilitarismo, al Ejército que ‘pacifica’ Antioquia, a la clase dominante antioqueña, al colombiano como órgano periodístico de esa campaña de exterminio de la izquierda, pero rescato a los seres humanos. ¿Qué hizo que ese muchacho que podría estar vendiendo pescado en el muelle de Barranca o perdido de la borrachera en un bar de mala muerte, se ‘pellizcara’ y sea la persona que es hoy? Fue el estímulo que me dieron mis padres. Mi papá quiso que fuera médico y traté de satisfacerlo, pero no pude. Estudié dos años de medicina y luego me di cuenta que eso no era lo mío. Después empecé a construir mi propio camino en el arte, en la música primero y después en la literatura, y le agradezco mucho a mi padre y a mi madre porque me estimularon la lectura, porque me cuidaron, siempre me dijeron que tenía que estudiar y me dieron alas. A pesar

“Hay que jugársela por el diálogo universal y para eso Internet es fundamental, sin olvidar ese vínculo con nuestro país, con nuestras regiones y con nuestros problemas diarios”, recomienda el escritor barranqueño Pablo Montoya, autor de “Los derrotados”, un éxito en librerías. /FOTO RICARDO JARAMILLO PULGARIN

Literatura

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Diciembre 7 Un agapanto, erguido sobre su largo pedúnculo, me ha despertado en la noche. Los pétalos lila han emergido del sueño y, rozándome las mejillas, me han empujado a la vigilia. El sueño sucedía en una comarca del África. He sabido, por el relato de un nativo paez, que la esencia de estas flores sirve para viajar al pasado. Usted verá, Usía, cómo con su hervor se le revela el ayer, cómo se le aminora la angustia en el alma y la opresión por lo acontecido. Estos indios ven en todas las plantas salidas y entradas de la felicidad, pasadizos y túneles en el tiempo. Ya despierto, sin una pizca de sueño, he salido a caminar por el jardín. Cruzo sus platabandas envueltas en la bruma. Sé que más allá hay varios agapantos, alineados como vigías nocturnos, que apenas se mueven por la leve brisa que anticipa el amanecer. Me detengo al lado de ellos y me inclino. Aspiro su polen para llenarme de eso que alguna vez fui. (Apartes del capítulo 10, ‘Diario botánico’, de la novela “Los derrotados”, escrita por Pablo Montoya en el año sabático que le dio la Universidad de Antioquia).

de la gran educación católica que me dio mi mamá, con la cual rompí en algún momento de mi adolescencia, y a pesar de ese encierro que supone muchas veces la camandulería, el catolicismo antioqueño y el regionalismo de que esa es la mejor región y de que para qué viajar y para qué conocer el mundo, porque es pervertirte, es abrir tu consciencia a otros caminos. A pesar de eso, ellos fueron muy claros en que el rumbo era la lectura, el estudio y ser un profesional algún día. Yo pude haberme dedicado a ser un escritor y vivir de la escritura solamente, cosa que es muy difícil; mis padres no pertenecían a ninguna elite cultural, entonces vengo de gente que no tiene ningún nombre en Medellín, entonces fue muy difícil hacerme un espacio y debí irme, formarme, tener un diploma que me permitiera vivir de la literatura y ahí vamos haciendo una obra que espero que algún día tenga un espacio en nuestro contexto.

¿Cómo enseñarle a escribir a una generación que no lee? Ese es el gran dilema que tenemos en la enseñanza. Lo que yo trato como profesor de literatura en la universidad es transmitirles a los estudiantes la pasión por los libros, y hasta ahí llega mi compromiso. Es decir, tú tiras el anzuelo y no sabes quién va a picar. Teniendo en cuenta que muchos estudiantes llegan tan desinformados y con tan bajos niveles de lectura, la Universidad Antioquia está haciendo unas campañas de educación literaria y se publica una biblioteca clásica básica, para que los estudiantes lleguen y accedan a unos libros de la cultura occidental (filosofía, arte, historia y literatura) en un formato pequeño a un precio muy barato o regalados. Pero ese es un gran problema que hay que resolverlo desde la escuela, y a los mejores profesores que se les debe pagar en el país es a los de escuela, que son los peores pagos.


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Entretenimiento

Bucaramanga, del 29 de octubre al 11 de noviembre de 2012

“Asesino del futuro”

Una persecución del pasado Por Carlos Acosta Posada cacosta@unab.edu.co “Asesino del futuro”, es el tercer largometraje del director independiente estadounidense Rian Johnson. En 2005 realizó “Brick”, cinta que recibió importantes reconocimientos y “Los hermanos Bloom” en 2008. Su más reciente creación narra simultáneamente dos momentos. Uno sucede en el año 2042, tiempo en que el protagonista de la cinta Joe, interepretado por Joseph Gordon-Levitt y con quién trabajó Johnson en “Brick”, ejerce como asesino a sueldo. El otro es el año 2072, época en la que gracias al desarrollo tecnológico es posible viajar en el tiempo, recurso que aprovecha una mafia pobremente caracterizada para enviar sus víctimas al pasado. Las visten con un chaleco en el que insertan el pago, encapuchadas y con las manos atadas para que Joe y sus colegas los asesinen de forma expedita con un arma diseñada para tal fin. Este trabajo, que tiene como requisito jamás permitir que sus víctimas escapen,

Bruce Willis y Gordon Levitt protagonizan la película futurista en la que interpretan al mismo personaje en distintas épocas. /FOTO SUMINISTRADA

se conoce como ‘looper’, título original de la cinta. Sin embargo, ocasionalmente se les encarga a los ‘looper’, la misión de matarse ellos mismos, es decir su versión del futuro, acción que se conoce como “cerrar el ciclo” y que otorga un pago más cuantioso. Por supuesto en el momento en que

Joe debe matar su versión futura, representada por Bruce Willis, las cosas no salen como se esperaba. Esta película podría considerarse como un encuentro consigo mismo, un diálogo interno en el que los interlocutores son el mismo personaje que discute acerca de cómo encarar una parte de su

vida inexistente o por suceder. El contraste entre uno y otro causa intriga; mientras un Joe pretende controlar su destino, el otro quiere enmendar las equivocaciones del pasado. Es interesante que el director no los trate como héroe y villano. Los dos buscan objetivos opuestos, ambos con buenas

Cruci Efemérides de noviembre

A

B

C

D

Por Ricardo Jaramillo P.

Horizontales 1. Según la RAE es sinónimo de alevoso, traidor. 7. (Fem.) Que tiene forma de media luna. 8. (Inv.) Que no presenta asperezas, adornos, realces o arrugas. 9. Cadena ‘gringa’ de TV. 11. Novelista ruso, autor de Anna Karenina, fallecido el 20 de noviembre de 1910. 12. EcoOro no pudo explotar la de oro en Santurbán. 13. (Inv.) Paso la vista por lo que está escrito. 14. ... Lanka. País asiático antes llamado Ceilán. 15. Compositor italiano de ópera fallecido el 29 de noviembre de 1924. 19. Municipio tolimense arrasado por una avalancha del Nevado del Ruiz el 13 de noviembre de 1985. 24. Parte inferior del sombrero que rodea la copa. 25. Santo apóstol y mártir, cuya festividad se celebra el último día de noviembre. 28. Universidad Evangélica Boliviana. 29. En ningún tiempo. 31. Se dice de lo más grande en su especie. 33. Aluminio. 35. Algunos lo botan en las urnas. 37. (Inv.) Unidad de Reacción Inmediata. 38. En algunas regiones le dicen así al banano. 40. (Inv.) Me alejé velozmente.

41. (Foto A) Uno de los mejores cantantes de la historia del rock, fallecido el 24 de noviembre de 1991. 44. Voz castrense. 45. Allí se constituyó el primer club de fútbol de España el 29 de noviembre de 1899. 46. Así saludaban los indígenas de las tiras cómicas. 47. Partido sin goles. 48. (Inv.) Abreviatura de número. 49. Multinacional petrolera. 51. Complejo Industrial de Barrancabermeja.

52. Terminación verbal. 53. Rodillo de piedra. 56. (Inv.) Desabrida, rígida, falta de suavidad. 58. Está en los pies de Falcao, ‘Teo’ y Jackson. 60. (Foto B) En gran parte del mundo, pero especialmente en México, celebran su día el 2 de noviembre. Verticales 1. (Foto C) El 6 de noviembre de 1985 este poder público sufrió uno de sus más graves atentados en Colombia.

2. Conformidad y concordia de los ánimos. 3. Ciudad norteamericana en la que fue asesinado John F. Kennedy el 22 de noviembre de 1962. 4. “En el año del Señor”. 5. Todos ellos celebran su día el primero de noviembre. 6. (Foto D) Los músicos, poetas y ciegos celebran el día de esta santa, su patrona, el 22 de noviembre. 7. Artículo determinado neutro. 10. Se dice de los habitantes de Sudáfrica que tienen origen holandés.

intenciones pero que los hacen sus propios enemigos. Quizás no es suficiente el tiempo que comparten Joseph Gordon Levitt y Bruce Willis para desarrollar esta relación lo que impide explorarla con profundidad. La trama resulta atractiva y el juego de tratar de deshacer cosas que nunca debieron suceder llamará la atención del espectador. El montaje facilita que se juegue aleatoriamente entre los dos tiempos. “Asesino del futuro” es una película entretenida con la ambientación característica de la ciencia ficción. Si bien es un filme que hace parte del cine de consumo y encaja dentro del género de acción, provoca una reflexión interesante sobre quiénes somos y qué hemos hecho. El director compensa la nostalgia con el deseo que las cosas sean mejor y permite que termine en tragedia y tenga a su vez un final feliz. Se trata de una película que en la que se hace difícil encontrar el límite entre lo que algunos llaman cine comercial y cine arte.

15. Aunque este istmo no pertenece a Colombia desde el 3 de noviembre de 1903, aún aparece en el escudo. 16. Dar gritos o alaridos. 17. Perro. 18. Instituto Colombiano Agropecuario. 20. Calle de un pueblo. 21. Nación que cada año, el 20 de noviembre, celebra el día de la revolución. 22. (Inv.) Ahora no hace sino trinar y trinar. 23. La mujer de Lennon. 26. Su nombre deriva del latín ‘novem’ (nueve), pero es el undécimo mes del año en el calendario gregoriano. 27. Comuna francesa donde se firmó, el 11 de noviembre de 1918, el armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial. 30. Sociedad de personas con intereses comunes. 32. El 9 de noviembre se conmemoran 23 años de la caída de este símbolo de la “Guerra fría”. 34. Así le dicen al nacido en Pueto Rico, isla caribeña descubierta por Cristóbal Colón el 19 de noviembre de 1943. 36. Ciudad finlandesa. 39. Dios sol egipcio. 41. De apellido Mosquera, esta pesista tiene una de las 19 medallas olímpicas de Colombia. 42. Otra vez el mismo dios egipcio. 43. Ego. 50. Perteneciente o relativo a la proa. 54. Levantar. 55. Gran masa de agua depositada en depresiones del terreno. 57. Así se llamó Egipto hasta 1971. 59. Osmio.

Solución al anterior


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