Los pulgones son una plaga frecuente en bonsái, y a excepción de algunas pocas especies de coníferas (normalmente del grupo de los enebros), la mayor parte de bonsáis pueden sufrir en algún momento de su vida los ataques de pulgones. Las especies con hojas tiernas y brotación poco lignificada son las más apetecibles para los pulgones. Algunos árboles como el manzano, los arces o los cítricos son muy susceptibles a ser infestados por estos insectos, sobre todo durante el inicio de la brotación. Los pulgones son fácilmente identificables y, generalmente, su control no es complicado, aunque por la rapidez de su reproducción la plaga se multiplica fácilmente.
Daños sobre los bonsáis Los pulgones se alimentan de la savia de los árboles: los brotes afectados se debilitan, las hojas se deforman y el follaje amarillea. Se ha relacionado las picaduras de los pulgones con la transmisión de ciertas enfermedades causadas por virus y hasta bacterias, pero lo cierto es que en general, en una colección de bonsáis existen pocas posibilidades que esto ocurra. Lo habitual es que el ataque del pulgón afecte sólo los brotes tiernos. Si se trata con rapidez, los daños afectaran a unos pocos de estos brotes y en general el bonsái se recuperará con facilidad.
Géneros más conocidos: Aphis sp. (Pulgón negro y pulgón verde) Myzus sp. (Pulgón verde) Eriosoma sp. (Pulgón lanígero) Cinara sp. (Pulgón de las coníferas) Psylla oleae (Pulgón blanco del olivo) 11