MHP - 41
Las charlas de práctica son grabadas en vídeo. Esto será útil para el análisis de ciertos experimentos conductuales, como se explicó antes, y para tener otra fuente de retroalimentación, la cual es especialmente útil para clarificar algún aspecto sobre el que existe divergencia de opiniones. No es necesario pasar toda la grabación, aunque puede hacerse, sino sólo aquella parte necesaria para el fin propuesto. Por otra parte, conviene tener en cuenta que la retroalimentación audiovisual completa puede tener efectos negativos, especialmente cuando se aplica al comienzo del entrenamiento, ya que puede avasallar y descorazonar a la persona: todos los aspectos negativos quedan claramente patentes delante de sus ojos. Por ello, conviene bien posponer el empleo de este tipo de retroalimentación bien que la persona vaya recibiendo retroalimentación positiva y constructiva a medida que va viendo la cinta. Si una persona sigue presentando deficiencias notables en un aspecto conductual tras la charla, se le pide repetir una parte de la misma tras la retroalimentación correspondiente. Si necesitara seguir trabajando aún más dicho aspecto, esto quedaría reservado para actividades en casa (p.ej. y según el aspecto, ejercicios en solitario y/o charlas ante algún compañero del grupo u otra persona), para las siguientes sesiones o para sesiones individuales paralelas a las de grupo. A medida que las personas van dominando mínimamente los aspectos entrenados, se les pide que pase a practicarlos en situaciones de hablar en público de la vida real siguiendo la jerarquía confeccionada al efecto. Para fomentar el hablar en público fuera del grupo en situaciones naturales, los participantes pueden buscar la colaboración de una o más personas pertenecientes al grupo o no. Estas personas animarían a los participantes a realizar las actividades y les ofrecerían su apoyo, retroalimentación y reforzamiento. Además, el terapeuta podría contar así con otras fuentes de información que se unirían a las de los propios interesados. Para cada actividad realizada en el medio natural, las personas completan un autorregistro en el que apuntan lo ya explicado al hablar del entrenamiento autoinstruccional o la reestructuración cognitiva, pero añadiendo, tras el nivel inicial de ansiedad, una calificación (de 0 a 10) de los aspectos conductuales considerados y las mejoras que creen que les conviene hacer en los mismos. Cada sesión siguiente comienza con un repaso de cómo le fue a cada persona en la realización de las actividades. El terapeuta, con la ayuda del grupo, alaba los esfuerzos, mejoras y éxitos de la persona, corrige sus errores, le alienta a seguir practicando, destaca las consecuencias positivas de la nueva forma de comportarse, le pide que recuerde deliberadamente estas consecuencias y fomenta que se autorrefuerce por sus logros y progresos.
PROGRAMA DE MANTENIMIENTO Es conveniente, una vez terminado el entrenamiento formal, poner en marcha durante unos pocos meses un programa de mantenimiento supervisado (por correo y teléfono) que aliente la práctica continuada de hablar en público para conseguir así perfeccionar las habilidades correspondientes y/o reducir aún más el MHP. Öst (1989) ha presentado en detalle un programa de mantenimiento para los trastornos de ansiedad y en Bados (1993, 1995a) puede consultarse una aplicación del mismo en el campo de la agorafobia. De todos modos es muy posible que la eficacia de este programa y de la intervención sobre las DHP fuera mayor si en nuestro país los centros de enseñanza en particular y la sociedad en general potenciaran más las intervenciones en público. El programa de mantenimiento se presenta en la última sesión (la 11ª) e incluye: a) Breve revisión con el paciente de los problemas iniciales de este y de la justificación, componentes y resultados del tratamiento aplicado. b) Explicación y justificación del programa de mantenimiento. Se enfatiza la necesidad de