El nombre Jehová es un barbarismo, procedente de un desconocimiento, de un casi desprecio a la lengua hebrea, siglos antes el antiguo testamento había sido traducido al griego, siendo bien recibido y ampliamente usado por los prosélitos (gentiles convertidos al judaísmo) y por los numerosos judíos que vivían en la diáspora. Con el advenimiento de la reforma mesiánica. La Septuaginta tuvo una revitalización y llego a ser la “versión oficial” de las congregaciones del hacia menor y Europa; debido a que sobre todo, a que la mayoría de los gentiles no entendían el hebreo o el arameo. En cambio, si hablaban o por lo menos conocían la lengua internacional de la época, Sin duda fue una gran perdida, pues con el transcurso de los años el idioma eclesiástico dejo de ser el hebreo para ceder el paso al griego, y a la postre con la avasalladora hegemonía católica, al latín. No obstante, originalmente los escribas de la septuaginta no tradujeron ni trascribieron las cuatro vocales sagradas, sino que (al igual en algunos pasajes de los rollos del mar muerto) tuvieron el gran cuidado de preservarlos en caracteres dorados paleo hebraicos. Esa costumbre se mantuvo durante varios siglos, pues en la primera mitad del siglo II E.C el prosélito Judío Aquila tradujo las escrituras hebreas al griego, y en esta represento el tetragrama en paleo hebreo en el siglo III E.C. Orígenes escribió: “y en los manuscritos mas exactos el nombre aparece en los caracteres hebreos, aunque en los caracteres hebreos de hoy, sino en los mas antiguos”. En el siglo IV E.C. Jerónimo escribió en su prologo a los libros de Sh´muel y Reyes: “Y hallamos el nombre del ser supremo, el tetragrama, en ciertos volúmenes griegos hasta en este día, expresado en letras antiguas”. El problema salio a relucir cuando el lector goy (gentil) de la septuaginta, que por regla general desconocía la lengua del rey David, se encontraba con el nombre excelso hwhy solía leerlo erróneamente, Jerónimo se queja de “ciertos ignorantes, debido a la similitud de los caracteres, cuando hallaban las cuatro vocales sagradas en los libros griegos acostumbraban a leer pipi (pipi). Los amanuenses romanos trataron de resolver esta dificultad trascribiendo IHVH, y así es como aparece en algunos escritos latinos. En las copas posteriores de la Septuaginta el Nombre fue removido y en su lugar pusieron palabras como “Dios” (qeod) y “Señor” (kuriod). Lo mismo sucedió en el nuevo testamento, el cual fue escrito originalmente en hebreo. El profesor George Howard comentó: “cuando la forma hebrea del nombre fue eliminado para favorecer sustitutos griegos en la septuaginta, también fue eliminada de las citas de la septuaginta hechas en el nuevo testamento… No paso mucho tiempo antes que para la iglesia gentil el nombre divino fuera un nombre perdido, excepto en cuanto estuviera reflejado en los sustitutos en forma contraída o fuera recordad por los eruditos”. La vocalización masorética vino a complicar aun mas las cosas pues mantuvo la enseñanza farisaica sobre la inefabilidad del nombre. Cuando el lector encontraba las cuatro vocales sagradas en el texto debía leer Adonai. Para ellos pusieron bajo el tetragrama las vocales de Adonai en algunos pocos casos las de Elohim, que recordaran su lectura. Luego, en lugar de la primera a , escribieron una e breve por razones de fonética hebraica. A partir del siglo XI E.C. los eruditos cristianos empezaron (por fin) a cotejar seriamente las fuentes hebreas. Pero los siglos de visceral repulsa a todo lo judío fueron de un alto costo. Se ignoraba la evolución del idioma y la teología hebraica y por supuesto la súper posición de Adonai o Elohim sobre el tetragrama. Cuando el problema de la correcta pronunciación del nombre inocultable salió a relucir, sus conclusiones resultaron erróneas, por ejemplo: en el año de 1278 el monje español Ramón Marti transcribió la cuatro vocales excelsas como Yohoua en un escrito de nombre Purgio Fidei (en defensa de la fe); en el año de 1303 Porcheto de Salvaticis lo vertio en tres formas: Iohouah, Iohoua e Ihouah en una obra antisemita titulada ampulosamente Victoria Porcheti adversus impíos hebraeos (La victoria de Porcheto contra los impíos hebreos); en 1518 el Franciscano Pietro di Galatino, erudito y confesor del papa León X lo transcribió como Iehoua en un volumen
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