Devocional diario

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utilizara su vida. Muchos de nosotros estamos buscando nuestros propios fines y por esta razón Jesús no puede usarnos. Pero si estamos totalmente sometidos a Él, no tenemos propósitos personales que satisfacer. Pablo dijo que sabía ser un "tapete limpia piés" sin resentirse por ello, porque la motivación de su vida era la devoción a Jesús. Nuestra tendencia es a consagrarnos, pero no a Jesucristo, sino a las cosas que nos permiten más libertad espiritual que la que concede la completa sumisión a Él. Ese no fue de ninguna manera, el motivo de Pablo. En realidad él declaró: "porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos..." Romanos 9:3. ¿Había perdido Pablo su capacidad para razonar? ¡Por supuesto que no! Para alguien que está enamorado hablar así no es una exageración. Y Pablo estaba enamorado de Jesucristo.

Febrero 25 La pobreza total del servicio "...aunque amándoos más, sea amado menos", 2 Corintios 12:15 El amor natural del ser humano espera ser correspondido, pero Pablo nos está diciendo: "No me importa si me amas o no, de todas maneras estoy dispuesto a privarme completamente de todo, a empobrecerme hasta la miseria, no solo por amor a ustedes sino para que los pueda llevar a Dios". "Ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre siendo rico", 2 Corintios 8:9. El concepto que tenía Pablo sobre el servicio era similar al de nuestro Señor. Sin importarle qué tan alto fuera el costo para si mismo, él estaba dispuesto a pagarlo con gusto. Y para él era un gozo. La noción que tiene la iglesia institucional sobre un siervo de Dios no es como la de Jesucristo. La idea del Señor es que lo sirvamos a Él siendo siervos de los demás. En realidad, Jesucristo es "más socialista” que los socialistas. Él declaró que en su reino el mayor sería el siervo de todos (Mateo 23:11). La prueba real de un santo no es que predique el evangelio, sino que lave los pies de los discípulos, es decir, que realice aquellas tareas que no tienen importancia según la opinión de la gente, pero que valen todo desde el punto de vista de Dios. Pablo se complacía en gastarse a sí mismo por causa de los intereses de Dios en otras personas, sin importar cuánto le costara. Pero nosotros, antes de servirle nos detenemos a ponderar los intereses personales y financieros. "Supongamos que Dios quiere que me traslade a otro lugar. ¿Qué de mi salario? ¿Cómo es el clima? ¿Quién se encargará de mis necesidades? Uno tiene que pensar en estas cosas". Todo lo anterior indica que servimos a Dios con restricciones. Pero el apóstol Pablo no tenía ninguna condición ni reserva. Él centro de su vida en el concepto de Jesucristo sobre un santo del Nuevo Testamento: no alguien que simplemente proclama el Evangelio, sino quien se convierte en pan partido y vino derramado en las manos de Jesucristo, por amor a otros.

Febrero 26 Nuestras mezquinas suspicacias con Jesús "La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla y el pozo es hondo...", Juan 4:11 “¡Estoy impresionado con las maravillosas verdades de la Palabra de Dios, pero realmente Él no espera que yo las cumpla ni que ponga en practica toda esa cantidad de detalles en mi vida!" ¿Alguna vez has dicho esas palabras? El hecho de enfrentarnos al verdadero valor que le damos a Jesús refleja una superioridad religiosa. Sus ideas nos impresionan y nos parecen elevadas, pero creemos que Él no es realista y que lo que nos dice es impracticable. Cada uno de nosotros pensamos así de Jesús en alguna área de nuestra vida. Estas suspicacias empiezan a surgir cuando le damos cabida a preguntas que desvían nuestra atención de Dios, las cuales surgen mientras estamos hablando de nuestros tratos con Él y los demás nos dicen: "¿De dónde vas a sacar el dinero necesario para vivir? ¿Cómo vas a sobrevivir y quién se encargará de tus necesidades?" O los recelos comienzan en nosotros mismos cuando le decimos a Jesús que nuestro caso es demasiado difícil para Él. Entonces, expresamos: "Es fácil decir 'confía en el Señor', pero una persona tiene que comer. Además, Jesús ni siquiera tiene con qué sacar el agua del pozo, y no puede usar nada para darnos lo que necesitamos". Guárdate del engaño con apariencia de piedad que nos luce decir: "Yo no desconfío de Jesús, sino de mí". Si somos honestos, admitiremos que nunca hemos sido suspicaces con nosotros mismos porque sabemos exactamente lo que somos capaces e incapaces de hacer; pero sí tenemos recelos con respecto a Jesús. Y nuestro orgullo se hiere con solo pensar que Él 28


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