Cristianismo

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(dependientes de modas intelectuales y de presupuestos indemostrables); la Física cuántica, por lo demás, desvela un mundo subatómico “irracional”, inasible e imprevisible, casi inmaterial-fantasmal, extrañamente dependiente de los actos humanos de observación 34.

La realidad misma, por tanto, parece volverse borrosa y cuestionable: uno de los temas favoritos del pensamiento postmoderno es la difuminación de la frontera entre significado y significante, entre el acontecimiento y su imagen, entre la realidad física y la realidad mediática o virtual (recordemos la película Matrix, muy postmoderna): Jean Baudrillard, por ejemplo, insistirá en la “huelga de los acontecimientos”, y en cómo la realidad televisivo-mediática prevalece sobre la “realidad real” (sólo existe lo que sale en televisión) 35. El ciclo secularizador-“desmitificador” inaugurado por la Ilustración bajo la bandera de la razón y del “sapere aude!” culmina así –paradójica y quizás reveladoramente- en apoteosis de la irracionalidad 36: no hay criterios objetivos de veracidad, moralidad o –siquiera- realidad. Muerto Dios, muere también la razón; y, muerta la razón, retorna el pensamiento mágico bajo formas increíblemente re gresivas y chuscas: tarot, nigromancia, sectas, cultos neopaganos de la new age, redivinización de la naturaleza (ecologismo radical) 37 … Parece así vindicada la famosa observación de G.K. Chesterton según la cual “el problema del hombre moderno –que ha dejado de “Según Bohr, el borroso y nebuloso mundo del átomo sólo se proyecta en la realidad concreta cuando se hace una observación. En ausencia de toda observación, el átomo es un fantasma. Sólo se materializa cuando se le busca, y hay que decidir lo que se quiere buscar” (DAVIES, P., Dios y la nueva física, trad. de J. Vilá, Salvat, Barcelona, 1988, p. 120). 35 “Para Baudrillard, los medios electrónicos presagian un mundo de puros simulacros, [...] de imágenes de los medios de comunicación que se han convertido en “realidad” o, más bien, que hacen desaparecer la distinción entre el mundo “real” y el mundo “virtual” de los media. [...] La idea de que la realidad se está descomponiendo en imágenes es muy común en el discurso postmode rno. En el mundo hiperreal de Baudrillard, la vida se disuelve en la televisión” (LYON, D., op. cit., p. 90). “De igual modo que los físicos ya no tienen de sus partículas más que una visión de trayectoria en una pantalla, nosotros ya no tenemos de los acontecimientos la pulsación, sino sólo el cardiograma; sólo [...] la visión catódica” [es decir, lo verdaderamente importante, casi lo verdaderamente existente, no es el hecho mismo, sino su representación televisiva] (BAUDRILLARD, J., La ilusión del fin: la huelga de los acontecimientos, trad. de T. Kauf, Anagrama, Barcelona, 1993, p. 36). 36 “La razón, que hizo [en su momento] una aparición triunfante en la carrera para explicar la naturaleza y el hombre por su propio y solo poder, acaba en una especie de s uicidio racional al tratar de explicarse a sí misma” (DAWSON, CH., Progreso y religión [1920]: citado por RUSSELLO, G.J., “La quiebra de la ley”, Debate Actual, nº5 (Noviembre 2007), p. 29). 37 “El prestigio de la razón ha sido seriamente erosionado. […] El número de astrólogos, pitonisas y arúspices varios no cesa de crecer, hasta el punto de triplicar en Occidente al de físicos y químicos” (RUIZ DE LA PEÑA, J.L., Crisis y apología de la fe, cit., p. 57). 34

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