Revista DOSIS

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Vivimos en una generación donde las redes sociales y las modas nos arruinaron la gramática y la otrografía.

E

Por: Juan David Montes @MalEscrito_

n pleno siglo XXI se puede ver una particularidad de horrores en Internet que a veces ni uno mismo cree. Por ejemplo, ‘mandriles’ con red inalámbrica posteando estados en sus muros, convirtiendo Facebook en un circo. Fotos vergonzosas de niñas en calzones, con letras y detalles, mirando hacia el espejo. Videos de caidas y bailes desafortunados en un matrimonio. Pero bueno, olvidemos eso. A lo que quiero llegar con este artículo es a hablar sobre esas personas que en el Internet, no sé cómo ni dónde aprendieron a escribir de una manera tan atroz e hiriente a la vista de cualquiera, con un mínimo conocimiento de las reglas del idioma, una ortografía que lastima desde el iris, pasando por el nervio óptico hasta llegar al cerebro y hacer colapsar un par de neuronas. Simplemente, me siento hablando con Adán y Eva, como si Aristóteles jamás hubiese nacido y la gente nunca hubiece comprendido la gramática. Hablando de ‘mandriles’, siempre he dicho que una persona con mala ortografía es como una mujer con bozo, o un hombre con mal aliento. Se siente incómodo, fastidia los sentidos y dan ganas de nunca más volver a acercase o a hablarle a esa persona. Esas mujeres con bozo, ese bozo oscuro, con largos pelos, que se llenan de sudor y forman una gran sombra en todo el labio. Aquellas que expresan su cariño con sus lindos, tiernos y románticos “comentarios” escriben diciendo algo como “no importa con tal de que se

entienda”, y el resultado es un jeroglífico que uno logra entender después de analizarlo 15 minutos, y cuando uno lo comprende se da cuenta de que leyó una barrabasada y perdió minutos de su vida que pudo invertir en otra barrabasada. Pero bueno, así es la vida. “Te kElo Muxho”. Porque te quiero, te aporrio. Esa debe ser una de las excusas para escribir de tal forma. Casualmente, abres tu Facebook y te encuentras con gente que escribe estados “Nada komo biajar en habion”. En ese momento sientes cómo alguien te mete el dedo al ojo y escupe sobre las reglas del idioma, no te das cuenta si lo hacen por diversión o si nunca se graduaron de primaria. Evidencio, de igual forma, que no soy experto en el tema de ortografía y no me considero un gran letrado. Pero por lo menos me preocupo por el futuro de esta generación y de las que vienen. No es por ofender, ni por humillar, es por el hecho de ayudar a otros, y considero que la única cura a esta peluda adversidad es coger un libro, afeitarse con él y hacer gárgaras de fresca literatura para matar ese ortográfico mal aliento.

“Una red social de homosapiens” Fotografía por: Tavo Nieto


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