Boas, Franz. "Cuestiones fundamentales de antropologia cultural"

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FRANZ BOAS

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que visita el África Central descubre inmediatamente los rasgos distintivos del negro. Créanse impresiones similares aun cuando las diferencias no son tan notables. Cuando las legiones de César se encontraron frente a las huestes germanas de Ariovisto les sorprendieron sus cabellos rubios, sus ojos azules y otros rasgos pronunciados que eran raros entre los romanos, aunque río enteramente desconocidos para ellos. Este contraste entre los dos grupos debe haber causado una impresión de distinción racial. De la misma manera, un sueco de las provincias inte riores que tiene relativamente pocas oportunidades de ver en su pueblo gentes de ojos oscuros y cabellos negros, quedará impresionado por estos rasgos, mientras que el escocés, al que le son muy familiares el cabello y ojos oscuros, podrá no considerarlos una característica particularmente distintiva. Asimismo, al sueco habituado a ver ojos azules, cabello rubio, cuerpos altos y cabezas alargadas, la gente del norte de Alemania le parecerá en parte semejante al tipo sueco, en parte distinta; mientras que al alemán del norte le parecerá más bien que en el país septentrional la distribución de las formas individuales es diferente de la que prevalece entre los suyos. En Suecia, los individuos blancos, altos y rubios con cuyo aspecto físico está tan familiarizado el alemán, son más numerosos que en su propio país natal, mientras que los tipos morenos son menos frecuentes. De acuerdo a nuestra familiaridad con las formas corporales encontradas en diversas localidades nos sentimos inclinados a establecerlas como conceptos definidos conforme a los cuales clasificamos la gran variedad de tipos humanos. Seguirnos el mismo proceso en la clasificación de nuestras experiencias generales que siempre depende de la índole de nuestras impresiones previas y sólo en menor medida de características objetivas. La simple clasific ación de los tipos humanos no representa un agrupamiento ceñido a principios biológicos, sino que está basada en actitudes subjetivas. Sin embargo, existe una tendencia a asignar realidad, biológica a clasificaciones obtenidas de modo por completo

ANTROPOLOGÍA CULTURAL

irracional y que se fundan en experiencias individuales previas. Así ocurre que atribuimos origen mixto a una población que contiene un número de tipos que han sido conceptualizados. Tal es el caso, por ejemplo, en Noruega sudoriental, donde vive un número excepcionalmente grande de personas morenas. Por el mismo procedimiento, se ha sostenido que la población de indios pueblo está compuesta por tipos navajo, ute y pueblo. En estos casos un origen compuesto es posible, pero no puede ser probado satisfactoriamente por la identificación de individuos con tipos abstraídos de observaciones previas en otras localidades. Debemos tener en cuenta que grupos que nos impresionan como un conglomerado de tipos considerados diferentes pueden en realidad tener una ascendencia común, y que otros que nos parecen representativos de un solo tipo pueden incluir grupos de distinto origen. Una raza no debe ser identificada con un tipo subjetivamente establecido, sino que debe ser concebida como una unidad biológica, como una población que desciende de antepasados comunes y que en virtud de su origen está dotada de características biológicas definidas. Hasta cierto punto éstas pueden ser inestables, por estar sujetas a una multitud de influencias exteriores, pues el carácter biológico del grupo genealógico se manifiesta en el modo en que se forma el cuerpo bajo condiciones de vida variables. Las dificultades que encontrarnos para definir las razas se deben a la variabilidad de las formas locales. Las semejanzas de formas de quienes habitan áreas contiguas hacen necesario definir claramente lo que significamos al hablar de características raciales y diferencias entre razas. Este problema se nos presenta al estudiar al hombre exactamente de la misma manera que al ocuparnos de los animales y plantas. Es fácil describir qué distingue un león de una rata. Es casi igualmente fácil dar una descrip ción satisfactoria que nos permita distinguir el tipo sueco del tipo negro centroafricano. Es, sin embargo, difícil brindar una descripción satisfactoria que contraste al sueco con el alemán del norte, a un león del África del Norte con un león de Rhodesia, La razón es bien simple. No


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