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Divina Misericordia

Por obisPo JosePh r. KoPacz, d.d.

El último día de la Octava de Pascua es el Domingo de la Divina Misericordia. Este año celebramos el día de la resurrección de entre los muertos, del Señor misericordioso, por 24ª vez desde el Año Jubilar del 2000 con la canonización de Santa Faustina cuando San Juan Pablo II convocó a la iglesia universal a una fiesta de la Divina Misericordia en el segundo domingo de Pascua.

El Domingo de la Divina Misericordia se enfoca en el amor compasivo de Dios dado a través de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo. Como dijo el Papa Juan Pablo II, “La Divina Misericordia llega a los seres humanos a través del Corazón de Cristo crucificado”.

El símbolo icónico de la misericordia divina está marcado por dos rayos de luz: rojo y azul, que brillan desde el corazón del Señor resucitado que se reveló a Sor Faustina y que representan la sangre y el agua que iluminan el mundo.

Pensamos inmediatamente en el testimonio que da el evangelista Juan, quien, cuando un soldado en el Calvario atravesó con su lanza el costado de Cristo, ve brotar sangre y agua de él. (Juan 19:34) Además, si la sangre recuerda el sacrificio de la Cruz y el don de la Eucaristía, el agua, en el simbolismo de Juan, representa tanto el bautismo como el don del Espíritu Santo. (Juan 3:5; 4:14; 7:37-39)

El Señor Jesús en el milagro de la resurrección transformó la muerte en vida, la desesperación en esperanza, el miedo y la vergüenza en paz y promesa. Cada uno de los cuatro Evangelios da testimonio del poder de la resurrección y en el Domingo de la Divina Misericordia el Evangelio de Juan ocupa un lugar central con su momento de Pentecostés.

Los apóstoles estaban acurrucados con miedo después de la crucifixión con su mundo hecho añicos como vidrios rotos. Traumatizado y profundamente herido por la crucifixión, el Señor resucitado vino a ellos y bañó a los 11 con la misericordia de Dios, la paz y el don del Espíritu Santo. Les mostró sus manos y su costado, incluso invitando a Tomás a tocar las heridas infligidas por la crucifixión. Sus heridas sanaron su espíritu destrozado. Su don purificador de paz, con el derramamiento del Espíritu Santo, les dio poder para vivir de una manera que nunca habían conocido.

Antes de insuflar el don del Espíritu Santo en sus amigos renacidos, el Crucificado y Resucitado les confió su misión: “Como me envió el Padre, así os envío yo”, y en estas palabras y en esta acción, vemos el plan de salvación de Dios desencadenado en el mundo.

El mandato de la iglesia es el mismo ayer, hoy y hasta que el Señor venga de nuevo, es decir, anunciar la Buena Nueva de Jesucristo y hacer discípulos a todas las naciones. A la luz de la Divina Misericordia, San Pablo proporciona algunas imágenes maravillosas con respecto a la visión de nuestra misión. Todos nosotros estamos llamados a ser servidores de Jesucristo y administradores de los misterios de Dios, embajadores de Jesucristo y ministros de la reconciliación.

El don de la misericordia divina que hemos recibido; lo debemos dar como regalo. Durante el proceso del sínodo en nuestra diócesis, quienes participaron expresaron una fuerte preocupación por una mayor unidad que aborde las heridas y la polarización en nuestra iglesia y en la sociedad. La misericordia divina es esa levadura en el pan que puede transformar este quebrantamiento.

Por ejemplo, dentro del cuerpo de la iglesia, las víctimas de abuso sexual deben recibir todas las oportunidades de curación, paz y vida nueva. Los perpetradores y los que fallaron en proteger necesitan la misericordia y el perdón de Dios en grandes dosis. Dondequiera que existan heridas en su Cuerpo, la iglesia, el Señor está listo para sanar. En Cristo, queremos ser nuevas criaturas.

Mientras miramos hacia adentro para restaurar la vida en abundancia que Jesús prometió, también vivimos y nos movemos y tenemos nuestro ser en el mundo para anunciar el Evangelio que trae esta Buena Nueva del Reino de Dios a nuestro mundo.

En el espíritu de la Divina Misericordia, la oración atribuida a San Francisco de Asís viene a la mente como un faro para la obra que nos ha sido encomendada.

Oraci N De San Francisco De As S

Oh, Señor, hazme un instrumento de Tu Paz .

Donde hay odio, que lleve yo el Amor. Donde haya ofensa, que lleve yo el Perdón.

Donde haya discordia, que lleve yo la Unión.

Donde haya duda, que lleve yo la Fe. Donde haya error, que lleve yo la Verdad.

Donde haya desesperación, que lleve yo la Alegría.

Donde haya tinieblas, que lleve yo la Luz.

Oh, Maestro, haced que yo no busque tanto ser consolado, sino Consolar; ser comprendido, sino Comprender; ser amado, como Amar.

Porque es: Dando, que se recibe; Perdonando, que se es perdonado; Muriendo, que se resucita a la Vida Eterna. Amén.

Papa: 'leones de teclado' no evangelizan, sólo hacen polémicas

Por cindy Wooden CIUDAD DEL VATICANO (CNS) – Compartir el Evangelio requiere literalmente "salir", dar testimonio de la alegría de la fe en persona y no quedarse sentado en casa, siendo "leones de teclado" que discuten con otros en línea, dijo el Papa Francisco.

"No se anuncia el Evangelio parados, encerrados en una oficina, en el escritorio o en el ordenador haciendo polémicas como 'leones de teclado' y sustituyendo la creatividad del anuncio con el corta y pega de ideas cogidas aquí y allí", dijo el Papa el 12 de abril durante su audiencia general semanal en la Plaza de San Pedro. Durante la Octava de Pascua, con decenas de miles de narcisos y tulipanes decorando la plaza, el Papa continuó su serie de discursos sobre el "celo evangélico", analizando cómo se diferencia de pretender compartir el Evangelio cuando en realidad sólo se busca llamar la atención o promover las propias ideas.

Al final de la audiencia, antes de dirigir las oraciones por la paz en Ucrania, el Papa Francisco recordó que el 11 de abril se cumplía el 60º aniversario de la encíclica de San Juan XXIII "Pacem in Terris" ("Paz en la Tierra"). La encíclica, dijo, ofreció a la humanidad "un atisbo de serenidad en medio de nubes oscuras" de la alta tensión entre Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Guerra Fría.

El documento, publicado en 1963, es tan relevante hoy como en ese entonces, dijo el Papa Francisco, leyendo una línea como ejemplo: "Las relaciones internacionales, como las relaciones individuales, han de regirse no por la fuerza de las armas, sino por las normas de la recta razón, es decir, las normas de la verdad, de la justicia y de una activa solidaridad".

En su discurso principal, el Papa se centró en la necesidad de que los discípulos misioneros estén dispuestos a ponerse en camino y estén abiertos a explorar nuevas sendas mientras tratan de compartir el Evangelio con palabras y obras.

Dejando de lado su texto preparado, el Papa Francisco dijo a la gente en la plaza: "Los exhorto a ser evangelizadores que se mueven, sin miedo, que van adelante para compartir la belleza de Jesús, para llevar la novedad de Jesús que cambia todo".

El Papa imaginó que alguien le respondía: "Sí, padre, él cambió el calendario, porque ahora contamos los años como 'antes de Jesús'" y después. Pero, aún más, dijo el Papa, Jesús "cambia el corazón". "¿Estás dispuesto a dejar que Jesús te cam-

El Papa Francisco lava el pie de un recluso durante la Misa del Jueves Santo de la Cena del Señor en la prisión para menores Casal del Marmo de Roma, 6 de abril de 2023. (Foto de OSV News/Vatican Media) bie el corazón?", preguntó a los presentes. "¿O eres un cristiano tibio, que no se mueve? Piensa un poco: ¿tú eres un entusiasta de Jesús, vas adelante? Piénsalo".

"Un heraldo está preparado para partir, y sabe que el Señor pasa de forma sorprendente", dijo el Papa, por lo que no se puede estar "fosilizado" por cálculos humanos sobre lo que es probable que tenga éxito o por pensamientos de que "siempre se ha hecho así".

Ser discípulo misionero significa "no dejar pasar las ocasiones de promulgar el Evangelio de la paz, esa paz que Cristo sabe dar más y mejor de como la da el mundo".

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