Memoria encuentro nacional izquierda unida

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ENCUENTRO NACIONAL IZQUIERDA UNIDA

IZQUIERDA UNIDA UN PARTIDO DE POSICIÓN Y DE MANIOBRA La actividad política se estructura y desarrolla “en torno a la distribución, la conservación o la transferencia del poder” (Weber 1988: 84). Hacer política, significa “tratar de influir sobre la distribución del poder entre las distintas configuraciones políticas y dentro de cada una de ellas”[1]. La importancia de la disputa del poder dice relación con que éste es una fuerza estructurante primordial de la sociedad. Quienes hoy estamos aquí hemos decidido constituir un instrumento político para disputar el poder, cuestión fundamental para transformar el orden existente. La discusión que sugiere este panel dice relación más bien con la forma que debe tener dicho instrumento para cumplir adecuadamente su cometido: i) si acaso debe ser un movimiento ó, ii) si debe ser, en cambio, un partido. La pertinencia de uno u otro instrumento solo puede determinarse según la naturaleza y magnitud de nuestros propósitos (cuestión que también se discute en este Encuentro). Por ello quizá convenga precisar la relación de cada uno de los dos instrumentos en relación al carácter de sus propósitos. Los movimientos políticos se caracterizan por responder a un objetivo directo, concreto y coyuntural. Una vez cumplido el objetivo, el instrumento no tiene motivos para seguir existiendo. De modo que, si un grupo social decide asociarse para promover la convocatoria a una Asamblea Constituyente, deberá formar un Movimiento por la Asamblea Constituyente cuyo horizonte sea la realización de esta. Una vez logrado ese propósito, la persistencia de tal asociación no tiene fundamento. En otro sentido, un movimiento puede dedicarse a la promoción de un determinado conjunto de valores en el marco de una estrategia que tiene por objetivo socavar las bases ideológicas de un ciclo político determinado, pero sin plantearse necesariamente la conquista y administración del poder que lo supere. A diferencia de los movimientos, los partidos tienen un fin trascendente. Son, por excelencia, la organización orientada a la obtención, conservación y administración del poder político. Y si asumimos que el poder es un elemento estructurante de toda sociedad que está en disputa constante, los partidos no agotan su acción en la conquista del poder sino que permanecen como guardianes permanentes del orden social que desean –y a veces logran- construir (por lo general de manera antagónica a otros proyectos políticos)[2]. A su vez, como parte de su disputa por el poder político, los partidos también tienen entre sus tareas la generación de conciencia entre la población y la erosión de las ideas hegemónicas. Los partidos, en lenguaje de Gramsci, cumplen

32 SANTIAGO, ENERO 2014


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