El Poeta Asesinado

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EL POETA ASESINADO

antigua cárcel de Estado, sonó junto a Croniamantal rumor de pisadas, y a poco vio pasar tres frailes que manoteaban y hablaban recio. Corrió tras ellos Croníamantal y les preguntó por su camino. -Usted es francés -le dijeron-. Venga acá con nosotros. Fijóse Croniamantal en ellos y observó que debajo de sus hábitos llevaban puestas unas capitas color de paja muy elegantes. Llevaban en las manos sendas varitas, y a la cabeza, sombreros flexibles. En el trayecto díjole a Croniamantal uno de los frailes: -Está usted muy lejos de su fonda; nosotros le indicaremos el camino, si usted quiere. Pero, si no hay inconveníente por su parte, puede usted venirse al convento con nosotros. Le recibirán a usted muy bien, por ser extranjero, y allí podrá usted pasar la noche. Aceptó Croniamantal de bonísima gana, diciendo: -Con mucho gusto, puesto que ¿no son ustedes mis hermanos, ya que yo soy poeta? Echáronse a reir... El más viejo, que gastaba unos lentes con cerco de oro, y cuya panza sobresalía por debajo del pedo-al-aire a la moda, alzó el brazo exclamando: 123


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