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Tradiciones: El Poder Mágico
Por Selen, Padre de Issaquah School District
Coyoacán, un barrio con encantadoras calles coloniales. Muchas casas ahora son hoteles boutique, pastelerías y restaurantes con platillos increíbles. Hay cafés acogedores y espacios relajantes para descansar. Coyoacán, en la Ciudad de México, conocido como el “barrio mágico”, está lleno de cultura y tradiciones mexicanas. Este es el lugar donde crecí.
Durante mi infancia, caminar desde mi casa al mercado del barrio siempre me llenaba de anticipación y emoción. Este icónico lugar en mi vecindario bohemio rebosa de vibrantes colores de productos frescos, el aroma de las especias flotando en el aire y el bullicio animado de los vendedores y clientes. Ya fuera buscando piñatas, flores, decoraciones, ingredientes de cocina o golosinas festivas para celebraciones mexicanas, estar en el mercado era una experiencia inmersiva donde cada rincón invitaba al descubrimiento y la alegría. Caminar por el mismo mercado que inspiró a Frida Kahlo y Diego Rivera era muy interesante.
Con frecuencia pasaba frente a la Casa de Frida Kahlo camino al mercado. Este edificio se ha convertido en un museo tradicional que alberga numerosas pinturas, fotografías, su colección de vestuario y habitaciones privadas.
De niña, mis recuerdos más felices están arraigados en las celebraciones familiares tradicionales. Estas celebraciones fomentaron un profundo sentido de conexión con mi familia, amigos, ancestros y mi país. Disfrutaba aprender el significado de las tradiciones, que reforzaban valores como la unidad y el respeto a los mayores. Fomentaban el sentido de pertenencia e identidad dentro de la familia y también podían inculcar valores como la gratitud, la responsabilidad y la importancia de la comunidad. Proviniendo de una familia de artistas, no es sorpresa que me haya convertido en diseñadora de moda.
Como madre, la maternidad ha transformado significativamente mi perspectiva. Un cambio notable que he experimentado es una mayor inclinación a transmitir mis tradiciones, valores y pasión por el arte a mis hijas. El arte y las tradiciones siempre han sido parte integral de mi vida, y siento una fuerte responsabilidad de asegurarme de que comprendan y experimenten su importancia.
Hace quince años, comencé a ser voluntaria como guía de arte y a organizar eventos para niños(as) y adolescentes para apoyar a las escuelas. Descubrí que los voluntarios desempeñan un papel crucial al apoyar programas educativos y enriquecer las experiencias estudiantiles. El voluntariado ha ayudado a cerrar brechas en los recursos, aportar diversas habilidades y mejorar los resultados del aprendizaje.
Comencé a ser voluntaria en Florida y continué en Issaquah, donde adquirí experiencia y conexiones. Conocí a una mujer maravillosa, conocida por su dedicación al servicio comunitario. Juntas, hicimos voluntariado en la escuela y organizamos eventos mexicanos tradicionales y auténticos para nuestro vecindario. Ver a familias y generaciones distintas interactuar y compartir en un espacio comunitario es indescriptible. El proyecto inicial creció de una pequeña reunión de amigos a una celebración a nivel ciudad.
Como voluntaria en una organización sin fines de lucro, me he involucrado profundamente en la organización de dos eventos tradicionales durante el año para la Ciudad de Issaquah y he desarrollado una habilidad especial como Diseñadora de Altares del Día de Muertos. Quiero compartir una de mis tradiciones favoritas, el Día de Muertos. Este honra a los seres queridos fallecidos, creyendo que sus espíritus regresan a visitar a sus familias. A pesar de su nombre, celebra la vida y rinde tributo a nuestros antepasados. Los aztecas iniciaron este ritual hace 3,000 años, dando la bienvenida a los espíritus anualmente en lugar de llorarlos.
El reto de diseñar altares es emocionante, ya que cada diseño es único. Con 8 años de experiencia, cada proyecto se siente como la primera vez. Cada altar celebra la rica diversidad cultural de México, moldeada por influencias indígenas y españolas. Nuestros temas anuales honran y representan comunidades mexicanas específicas, promoviendo el entendimiento mediante la inmersión cultural. El proceso de diseño también requiere una meticulosa atención al simbolismo, ya que cada elemento en el altar tiene un profundo significado cultural y espiritual. Por ejemplo, la colocación de pétalos de cempasúchil debe evocar caminos que guían a los espíritus visitantes, y la disposición de las velas debe crear una armonía equilibrada de luz y sombra, representando el puente entre la vida y la muerte. Incorporar alimentos tradicionales, como el pan de muerto, requiere asegurar que su preparación sea auténtica y visualmente atractiva, honrando las tradiciones culinarias de México.

Otro desafío importante es encontrar los materiales adecuados. Muchos de los artículos decorativos, como flores específicas, telas o artesanías regionales, deben alinearse con la estética tradicional mexicana, lo cual puede ser difícil fuera de México. La colaboración con artesanos locales o la importación de ciertos materiales se vuelve esencial para mantener la autenticidad. Además, la sostenibilidad es una preocupación clave. Lograr un equilibrio entre preservar la tradición y minimizar el impacto ambiental ha impulsado esfuerzos por usar materiales reutilizables y reciclables siempre que sea posible.
La precisión en el diseño estructural del altar no puede subestimarse. Cada nivel debe ser resistente pero adaptable, asegurando que pueda sostener elementos pesados como ollas de barro o esculturas, y a la vez ser lo suficientemente flexible para desmontarse después del evento. El aspecto de ingeniería requiere crear planos, probar capacidades de peso y considerar la seguridad tanto de la estructura como de su entorno.
Por último, gestionar el tiempo y el trabajo en equipo añade otra capa de complejidad. El calendario suele ser ajustado, desde los bocetos iniciales hasta la instalación final, por lo que la coordinación efectiva entre voluntarios es crucial. Delegar tareas, mantener un cronograma claro y resolver imprevistos—como materiales faltantes o ajustes de último minuto—exige habilidades organizativas sólidas. Al mismo tiempo, fomentar un espíritu de camaradería entre los miembros del equipo asegura que el proceso sea una experiencia alegre y gratificante para todos los involucrados.
El proceso de diseño comienza con bocetos e investigación para capturar la esencia cultural a través de colores, tradiciones, flora, fauna, comida, vestuarios y arte. Este trabajo preliminar inspira el diseño general del evento y sus actividades, creando una experiencia cultural inmersiva. Mis diseños combinan la estética tradicional y contemporánea, incorporando a menudo elementos de Issaquah como salmones, pinos y hojas de maple.
La construcción de la estructura del altar es fundamental en el diseño y suele hacerse por niveles. Medidas precisas, componentes plegables o modulares y adaptabilidad a distintos espacios son esenciales. La estructura debe soportar decoraciones pesadas mientras protege elementos del edificio como paredes, pisos y ventanas.
Decorar la estructura requiere colaboración entre miembros del equipo o de la familia. Por ejemplo, colaboramos para crear elementos intrincados como arcos adornados con cientos de flores hechas a mano o letreros florales. Estoy agradecida por mi increíble equipo, que dedica horas de trabajo a pesar de nuestras agendas ocupadas. Esta tradición también se ha convertido en una actividad favorita para mí y mis hijas. Ellas ayudan en los eventos comunitarios, aprendiendo el valor del servicio y habilidades de liderazgo. Durante octubre, mi casa se transforma en un estudio de altares.
La instalación, que toma alrededor de seis horas con un equipo de siete voluntarios. Ensamblamos los niveles prefabricados, los cubrimos y decoramos con elementos tradicionales como sal, agua, flores de cempasúchil, fotos, comida, calaveritas de azúcar y velas. Cada objeto tiene un significado simbólico, preservando nuestras tradiciones mientras embellece el diseño único del altar.
Un altar es mucho más que arte; es un espacio sagrado para la reflexión profunda y los momentos compartidos. Se convierte en un lugar para reunirse con seres queridos y ancestros, fomentando un íntimo sentido de unidad mediante fotos familiares llenas de recuerdos. Al estar frente a este altar, el calor de la conexión con México te envuelve, evocando una comprensión profunda de la herencia y la identidad. Agradezco el compromiso y esfuerzo del equipo de voluntarios. Gracias por sus contribuciones.
Al reflexionar sobre estas experiencias, espero que mis hijas encuentren sus recuerdos más felices en nuestras celebraciones familiares tradicionales. Durante sus primeros años, participaron voluntariamente, pero con poco interés. Sin embargo, creo que estas tradiciones les han inculcado un sentido de conexión con la familia, amigos, ancestros y comunidad.
Hace dos años, llegué a casa y pregunté: "Oigan, ¿quieren ser voluntaria en el evento del Día de Muertos?" Todas me miraron como si les hubiera ofrecido pizza gratis y dijeron: "¡Por supuesto! Ya estamos dentro, ¡tú sabes eso!"
¡¡¡Misión Cumplida!!! Las tradiciones tienen un poder mágico.
Las tradiciones tienen una gran importancia: ayudan a formar nuestra identidad, inculcan valores de unidad y pertenencia, y fomentan vínculos intergeneracionales. Se alienta a todos a ser voluntarios y apoyar en los eventos, ya que la diversidad es una prioridad. Al ver a mis hijas participar en nuestros eventos tradicionales, creo que estas tradiciones seguirán inspirando e influyendo en las generaciones futuras.







