Y es un ARPÓN CON GARRAS
con restos de cabellos entre las FAUCES DURAS, quien entrega canalizando JUGOS DE AMAPOLAS su tierna frente
acostumbrada al VIENTO.
Un PECHO . Pronto, un PECHO. Reclinarlo. Nadie le toque, nadie acerque hasta sus OJOS dominados imágenes de arriba. Pero no es él. Es otro que habla con inviernos,
con altos aires SECOS,
y no sabe que perdió a su dueño y anda rodando desde entonces , quieto, entre ABEJAS dormidas. Ocho mundos de tierra más abajo, los tres y yo. como un huso, como la última FRUTA de un árbol, como un hombre. Vendimiadores dulces. Algo tan desolado, tan mínimo y ajeno ante otro hombre , oh solitarios, va trepando, reptando, deslizándose desde el estrato antiguo. MANANTIALES que ya no están, despiertan las vitrinas de PIEDRA en que se exhiben esqueletos de PECES,
los LAGARTOS, las FLORES del carbón.
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