Sanidad del alma herida

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SANIDAD DEL ALMA HERIDA

Convicción o tentación

-Sí -dijo Roger-, yo quisiera ser libre de ello. -Entonces, dile a Cristo la verdad, dile: "Cristo, si ese cuadro que yo tengo de ti es el cuadro verídico tuyo, yo no puedo amarte, ni servirte. Te doy gracias, Cristo, que ese cuadro no es como la Biblia dice que Tú eres y, por lo tanto, yo tomo ese cuadro falso de ti, lo hago pedazos y lo entrego a ti, al Cristo verdadero, para llevarlo a la cruz. Cristo, por favor, muéstrame cómo eres realmente, para que pueda cobijarme en tus brazos y oírte hablar conmigo". Roger hizo esa oración con todo su corazón. Después de terminar, le puse la mano en su cabeza suavemente y, en el nombre de Cristo desaté en él la capacidad de entender y sentir a Cristo como realmente es, y de llegar a conocer a Dios el Padre en la forma que Cristo le conocía cuando vivió en la tierra. Animé a Roger a conocer al Cristo verdadero, el de los Evangelios, viéndose cada día a sí mismo como un niño, sentándose en el regazo de Cristo y en esa posición leer un capítulo de uno de los Evangelios, identificándose con las personas de cada historia que leía. En la medida en que Roger 10 hacía, venían a su memoria más y más escenas dolorosas de su relación con su padre; las llevamos a Cristo para que las sanara y poco a poco su confianza en Cristo empezó a crecer hasta que pudo verse a sí mismo confiado entre los brazos de Cristo. Un día Roger vino a mi consultorio con una sonrisa y dijo: -Ayer oí a Jesús susurrándome que me amaba --o por lo menos eso fue lo que me vino a mi mente-, y ahora cuando le miro, su rostro es el de un ser humano muy amigable; el rostro del pájaro viejo y feo ha desaparecido. En la primera parte de la historia de Roger vimos cómo Dios se comunica con nosotros por medio de Sus pensamientos de convicción A través de esos pensamientos, Dios nos conve~ce de nuestras acciones indebidas que levantan barreras entre El y nosotros. Una acción indebida o sea un pecado, es una acción,de hecho u omisión que, al reconocerlay confesarla,

es perdonada por Dios; nuestra comunión es restaurada, y la barrera entre Dios y nosotros desaparece. En la última parte de la historia de Roger vemos los pensamientos obsesivos acusadores que pueden perseguirnos. Esa clase de pensamientos también producen barreras entre Dios y nosotros, pero no son el resultado de una acción indebida y por tanto, "arrepentirse" no surte efecto alguno, ya que esas barreras se han levantado sin haber cometido pecado alguno. Los pensamientos obsesivos que nos acusan casi siempre se refieren a algo vago y no tan claro, o a alguna emoción o sentimiento que no fue exactamente como uno piensa que debió haber sido. Pueden ser pensamientos que nos acusan diciéndonos que no nos hemos arrepentido lo suficiente en cuanto a algo, que nunca hacemos nada bien, que debemos decir o hacer algo indebido, que hemos dicho o hecho algo malo aunque no haya evidencia de que tal cosa sucedió; o también, pueden ser pensamientos que nos atormentan diciéndonos que alguien a quien amamos nos traiciona. La historia de Alberto ilustra esta clase de pensamientos obsesivos.

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Alberto Alberto y Wanda estaban muy enamorados; ambos creían que Dios les estaba llamando a ser misioneros. Aunque estaban seguros de que Dios quería unirles en matrimonio, muchas veces la relación entre los dos se tomaba muy difícil, debido a ideas obsesivas de Alberto; él pensaba que Wanda le engañaba con otro hombre. Había sido engañado anteriormente en dos relaciones sentimentales y estaba seguro de que Wanda haría lo mismo. Ahora que había dedicado su vida a Cristo, Alberto se dio cuenta de que las dos relaciones sentimentales anteriores habían fracasado desde el principio porque no tenían ningún fundamento en común sobre el cual construir una relación


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