El diablo de invierno

Page 170

LISA KLEYPAS

—No quiero que... —empezó Evie pero, para su asombro, Cam estuvo de acuerdo con Lillian. —Lady Westcliff tiene razón. Evie guardó silencio y contempló el cuerpo tembloroso de su marido. Volvía a tener los ojos cerrados y retorcía los dedos convulsivamente, como si quisiera atrapar algo en el aire. Era increíble que un hombre tan vital pudiera verse reducido a una figura tan enjuta y ojerosa. Haría lo que fuera necesario para ayudarle. Tomó con resolución unos trapos limpios y se los entregó a Cam, que fue de una esquina a otra de la cama para atar con firmeza los dos brazos y una pierna de Sebastian al armazón de hierro. —¿Le doy el medicamento? —preguntó a Evie. —Puedo hacerlo yo —contestó ésta, y volvió a sentarse en la cama. Tras ponerle otra almohada debajo de la cabeza, le tapó la nariz con los dedos. En cuanto Sebastian abrió la boca para aspirar, le vertió dentro el espeso brebaje. El pobre se atragantó pero tragó el medicamento con el mínimo alboroto posible. Cam arqueó las cejas, impresionado por la eficiencia de Evie, mientras Sebastian maldecía y tiraba en vano de sus ataduras. Evie se inclinó hacia él, lo acarició y lo calmó susurrándole palabras cariñosas. Cuando por fin se tranquilizó, Evie alzó los ojos y vio que Lillian los contemplaba con los ojos entornados y sacudiendo ligeramente la cabeza, como asombrada. Evie supuso que como sólo había conocido a Sebastian en su papel de arrogante calavera que merodeaba por la finca de Westcliff, verlo en semejantes circunstancias debía de resultarle increíble. Mientras tanto, Westcliff se había quitado la chaqueta y remangado la camisa, y estaba removiendo una mezcla que propagó un hedor cáustico por la habitación. Lillian, cuyo olfato era especialmente sensible, hizo una mueca y se estremeció. —Es la combinación de olores más espantosa que he olido en mi vida. —Esencia de trementina, ajo y otros ingredientes que el boticario sugirió —explicó Cam—. También dijo que después le aplicáramos una cataplasma de miel, ya que eso evita que las heridas se infecten. Y a continuación extrajo de una caja de madera un embudo de latón y un objeto cilíndrico con un mango en un extremo y una especie de aguja en el otro. —¿Qué es eso? —exclamó Evie, asustada.

170


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.