El ABC del comunismo libertario - Alexander Berkman

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“El ABC del comunismo libertario” de Alexander Berkman

así) que no sostienen la abolición del capitalismo y de la esclavitud asalariada. Igualmente inútil sería para nosotros penetrar en algunas propuestas pretendidamente socialistas como «una más justa distribución de la riqueza», «igualdad de ingresos», «impuestos únicos» u otros planes semejantes. Estos no son socialismos, son únicamente reformas. Es mero socialismo de salón, como el fabianismo, por ejemplo, y, por consiguiente, no es de interés vital alguno para las masas. Examinemos, por consiguiente, esa escuela de socialismo que fundamentalmente trata del capitalismo y del sistema asalariado, que se refiere al trabajador, al desheredado, y que se conoce como el movimiento socialdemócrata5. Considera todas las otras formas de socialismo como no prácticas y utópicas; se denomina a sí mismo la única teoría sólida y científica del verdadero socialismo, tal como la formuló Karl Marx, el autor de El Capital, que es el evangelio y guía de todos los socialdemócratas. Ahora bien, ¿qué se proponen los socialistas que siguen a Karl Marx, conocidos como socialistas marxistas y a los que, por motivos de brevedad, denominaremos simplemente socialistas? Dicen que los trabajadores nunca pueden llegar a ser libres y seguros a no ser que quede abolido el capitalismo. Hay que quitar de las manos privadas, enseñan ellos, las fuentes de la producción y los medios de distribución. Es decir, la tierra, la maquinaria, las industrias, las fábricas, las minas, los ferrocarriles y otros servicios públicos no deberían ser poseídos privadamente, pues una propiedad así esclaviza a los trabajadores lo mismo que a la humanidad en general. Debe, por tanto, cesar la posesión privada de las cosas sin las cuales no puede existir la humanidad. Los medios de producción y de distribución tienen que convertirse en propiedad pública. La oportunidad para el libre uso suprimiría el monopolio, el interés y la ganancia, la explotación y la esclavitud asalariada. Serían eliminadas la desigualdad y la injusticia, serían abolidas las clases y todos los hombres se convertirían en libres e iguales. Estos puntos de vista del socialismo están, por tanto, en completo acuerdo con las ideas de la mayoría de los anarquistas. Los propietarios actuales -sigue enseñando el socialismo- no abandonarán sus posesiones sin lucha. Lo prueba toda la historia y la experiencia pasada. Las clases privilegiadas siempre se han aferrado a sus ventajas, siempre se opusieron a cualquier intento de debilitar su poder sobre las masas. Incluso actualmente luchan implacablemente contra cualquier esfuerzo de los trabajadores por mejorar su situación. Es, por consiguiente, cierto que en un futuro, lo mismo que en el pasado, la plutocracia se resistirá si intentas privarla de sus monopolios, de sus derechos especiales y de sus privilegios. Esa resistencia traerá consigo una dura lucha, una revolución. El verdadero socialismo es, por consiguiente, radical y revolucionario. Radical, porque va a la raíz misma de la dificultad social (radix en latín quiere decir raíz); no cree en reformas y en arreglos provisionales, desea cambiar las cosas desde su fundamento mismo. Es revolucionario, no porque desea el derramamiento de sangre, sino porque prevé claramente que la revolución es inevitable, sabe que el capitalismo no puede ser cambiado en socialismo sin una lucha violenta entre las clases que poseen y las masas desposeídas. «Pero si hay una revolución», preguntas, «¿por qué entonces desean los socialistas que yo los vote al poder? ¿Acaso se va a combatir la revolución allí?»

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Organizado bajo los diversos nombres de «Partido socialdemócrata». «Partido obrero socialdemócrata» o «Partido socialista obrero». (N. de T.). 71


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