www.FreeLibros.me
tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz. (Ef. 5.1-8) Si el pecado o la tentación le resultan atractivos, le queda trabajo por hacer. Si es tentado por un acto y se dice a usted mismo: Nadie lo sabrá, y si alguien se entera, no importará, se está poniendo en posición para una caída espiritual. Esto es lo que sucede: la tentación llega, y la mayoría de las personas intentan racionalizar sus sentimientos. El pecado comienza con un pensamiento. Si ese pensamiento no se controla, se convertirá en un sentimiento, y si no estamos firmes contra él, terminaremos cediendo y actuando según nuestros sentimientos. Cuando eso continúa, el pecado enseguida se convierte en un hábito, y un hábito se convierte en una fortaleza para que el enemigo establezca un campamento en nuestra vida. Un corazón puro desea ser santo y recto delante de Dios. No hay manera de ser deshonesto y puro al mismo tiempo, porque la pureza requiere honestidad absoluta. Muchas personas quieren sentir la fortaleza de Dios en sus vidas. Él nos capacita para hacer cosas grandes pero, cuando el pecado está presente, ese no es el caso. No hay poder en nuestras vidas como creyentes si participamos en la impureza o si nos negamos a confesar nuestro pecado a Dios; por tanto, necesitamos establecer la meta de que nuestras vidas sean santas porque Él es santo.
El sufrimiento nos enseña gratitud
La adversidad es un vivo recordatorio de que nosotros no tenemos el control; Dios lo tiene. O bien le damos gracias por la dificultad, sabiendo que Él sacará algo bueno de ello, o podemos llegar a amargarnos. Ha habido momentos en mi vida en que he dicho: «Esto es muy difícil. Señor. ¿Cómo puedo estar agradecido por esto? ¿Podré alguna vez darte las gracias por este dolor?» Sin excepción. Él siempre me recuerda que a pesar de lo difíciles que parezcan ser mis circunstancias. Él está a mi lado, y permite ese dolor por una razón; por tanto, puedo estar agradecido. Probablemente no disfrutaré de lo que esté experimentando, pero puedo darle las gracias a Él por permitir el sufrimiento, porque sé que Él está obrando. Pablo escribió: «Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús» (1 Ts. 5.18). No dijo: «Den gracias cuando
WWW.FREELIBROS.COM
156