Charles stanley como escuchar la voz de dios

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Cómo escuchnr la voz de Dios Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis.

Es decir, Satanás dijo: «Pues mira, analicemos la situación en su pleno contexto. Yo sé lo que dijo Dios, pero no seamos tan cerrados y estrechos con este asunto. La verdad es que de ningún modo morirán}}. Amigos, cuando prestamos atención a otras voces, somos f~cilmente engañados. Satanás, quien es el padre de la mentIra/ engañó a Eva por medio de su astucia, con sus palabras háb~le~ y sutiles. (Usó casi las mismas palabras que Dios.) DecIdIr no escuchar a Dios cuando sabemos que nos está hablando es un acto de rebeldía. Cuando prestamos atención a una voz que no es la de Dios, nuestra perspectiva se desequilibra. La persona que está en sintonía con Él y lo escucha tiene la mente más clara y aguda que la que no lo e~cucha cuando se trata de asuntos espirituales o morales. TIene una percepción, una comprensión, una claridad mental que otros no poseen. Hay un poder de concentración, un discernimiento que no tiene el que no escucha. Satanás nos engaña fácilmente diciendo: «¿No me digas q~e crees que vas a ser como tus padres? Tus padres se cnaron en una generación totalmente diferente. Iban a la iglesia porque no había otra cosa que hacer. No tenían la ~elev~sión ni tantas otras actividades que existen hoy. Ir a la IglesI~ ~l domingo por la mañana, el domingo por la noche y el mIercoles por la noche era su entretenimiento. Esta es una época muydiferente, una sociedad totalmente diferente. ¡Espero que no quieras ser como ellos!}} Toda vez que entramos en conversación con el diablo nos en~aminamos al fracaso. Satanás apela a nuestra carne. Cuanto mas escu?tet;'?S, tanto menos clara la voz de Dios. Los gritos de Satanas facIlmente ensordecen nuestros oídos, de modo que no podamos escuchar la voz suave y apacible de Dios.

Escuchar y obedecer

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Pasamos a pensar cosas ilógicas, a encontrar explicaciones para todo, a tolerar actitudes y acciones que sabemos que están mal. Cuando dejamos de escuchar a Dios las otras voces resultan muy seductoras.

Expresamos orgullo e independencia de Dios Tercero, cuando dljamos de escuchar a Dios expresamos orgullo e independencia de El. En la base de todo pecado está la independencia. Satanás dijo a Eva: «Sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal>} (Génesis 3.5). Lo que no le dijo fue: «Eva, vas a ser como Dios, sabiendo el bien y el mal, pero estoy aquí para decirte que vas a lamentar el día en que conociste la verdad acerca del mak Cada vez que decidimos desobedecer la verdad,revelada por Dios elegimos actuar independientemente de El, lo cual es expresión de nuestro orgullo. Le decimos que podemos arreglárnosla. Declaramos ante un Dios omnisciente (que conoce nuestro pasado, presente y futuro) que estamos haciendo la mejor decisión. Es como el niño de cinco años que le dicta el menú a su madre porque sabe lo que es más nutritivo. ¿No es absurdo? ¿No es acaso el colmo de toda necedad que queramos actuar independientemente de Dios porque pensamos que sabemos lo que conviene ahora mismo? Nunca podremos saber más que Dios. Así como Satanás con malicia condujo a Eva a expresar un sutil orgullo, así también arrastra a mucha gente joven hacia el pecado porque sus amigos les dicen: «Pues nunca lo sabrás si no pruebas}}. ¿No estamos todos de acuerdo en que hemos aprendido algunas cosas en la vida que ahora desearíamos nunca haber conocido? Hemos sufrido cosas que desearíamos no haber experimentado nunca. Allí está la sutileza. Cuando no escuchamos a Dios oímos otras voces cuya apelación es la de la independencia y el orgullo, y cuyo sistema de valores es la antítesis del de Dios.

Tomamos decisiones que apelan a la carne Cuarto, cuando dejamos de escuchar a Dios tomamos decisiones que apelan ala carne, no al espíritu. Satanás no apela a nosotros


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