Inluxus 15

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Campo, 2011/12, acrílico sobre tela, 110 x 140 cm

frase, perteneciente al ensayo “El lugar de la pintura” (John Berger, 1982), resume a la perfección la importancia de las imágenes de los árboles en las obras de Sonia. Inquieta, enamorada de los viajes y cautivada por la naturaleza la artista donaba con su pintura un universo en el cuál la presencia de los árboles se introducía sobre un fondo pleno. Lejanos o cercanos, solitarios o acompañados, tupidos o libres de follaje, con horizonte o sin él, los árboles forman un conjunto visual donde no caben los humanos; están sujetos a la mirada que los contiene y los hace visibles: la propia mirada de la artista. En el año 2010, Sonia inauguró la muestra “Memoria y paisaje”. Junto a grandes pinturas exhibió dibujos a lápiz y carbonilla que había realizado en Quequén, al sudeste de

la provincia de Buenos Aires. Los llamó simplemente “Dibujos” pero contenían tal fuerza que uno se quedaba pasmado mirando los trazos que formaban dunas, pasto, troncos y follaje. En el prólogo, Guillermo Carrasco Notario describía los dibujos como las notas que forman una melodía: “No es casual que la muestra nos lleve por un camino de árboles diversos, para enfrentarnos finalmente a la fiesta luminosa y sensual de un bosque cuyos follajes se aprietan en una junta amorosa. Hay una premeditación en la disposición de las obras en la muestra, es lo que en música llaman in crescendo; desarrollo en que los dibujos del principio son la esencia de las telas del final, y en ese sentido la base melódica de toda la muestra.” En las pinturas “La pampa” y “Tormenta”, INLUXUS - 45


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