INFU virtual Marzo 2018

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para eso hay que ir a Capital a salas chiquitas para una veintena de personas alrededor, nada más. Ver el truco en una pantalla no es lo mismo”, asegura. Desde noviembre, todos los jueves varios magos rotan en el escenario de Chido Restobar, diagonal 74 entre 57 y 58, presentando “Embrujos, experimentá la magia en primera persona”, show a la gorra de una hora y media para unas cincuenta personas.

“La magia es lo que me divierte”

Constantino es ingeniero electricista jubilado. Trabajó para grandes empresas y consultoras, en el último tiempo “a disgusto porque exigían resultados sin aportar recursos y me generaba un malestar que llegó a afectarme la salud. Ahora me dedico a la magia que es lo único que me divierte”. Actúa en fiestas infantiles y de adultos y en eventos empresariales. Ve videos, lee y escribió un libro a pedido del que considera el mejor mago del mundo, el español Juan Tamaríz. “Tenemos que transmitir lo que sabemos a nuestros colegas, para que nada se pierda cuando ya no estemos”, enfatiza. Recuerda que el mago Daniel Celma, destacado inventor de trucos, “falleció sin haber escrito nada, por temor a que le quitaran los secretos. Y lo que él sabía se perdió”. En un mundial de magia en Italia fue donde cambió la filosofía de los magos sobre guardar los secretos. “Tamaríz influyó para que todos compartieran sus técnicas y particularidades, que se continúa en seminarios y congresos en todo el mundo”, indica. “En los seminarios se propone resolver situaciones, que en algunos casos son incógnitas milenarias, y cada uno se toma un año para pensar en eso -explica-. Nos juntamos en retiros de tres días a resolver esos misterios. Así surgieron ideas mejores y todo el mundo de la magia creció”, asegura.

Premiado en el mundo

Constantino participó de varios certámenes organizados por el Congreso Argentino de Ilusionismo (CADI), la Federación Latinoamericana de Sociedades Mágicas (FLASOMA), y la Federación Internacional de Sociedades Mágicas (FISMA). En 1995 ganó en México el 3º premio en Invención y en Cartomagia. En 1998, 2º premio en Cartomagia en Buenos Aires. En 2000, 2º premio en Invención

en Portugal. En 2003 presentó en Holanda dos nuevas invenciones con cartas. En 2012 participó en un congreso en Inglaterra, y en 2015 en un seminario y conferencia en Italia, donde mostró nuevas creaciones con cartas. También en congresos en España y Brasil. Cuenta con orgullo que Tamaríz destacó su trabajo en uno de sus libros sobre Cartomagia. “Las invenciones se desarrollan a partir de desafíos sin resolver -explica-. Todos quieren encontrar la respuesta y trabajan en eso de diversas formas. Una puede ser cómo hacer para volar o cómo romper algo y arreglarlo. Otra, ordenar los cuatro palos de un mazo de naipes más rápido o sacar los cuatros ases en el menor tiempo posible. Una de mis invenciones fue conseguir que alguien piense una carta y que ese naipe se levante del mazo. Nadie había logrado que eso suceda con una carta pensada, no elegida, ni tocada. Para mí las invenciones son una condición innata . Me gusta más que leer, aunque a veces los libros me disparan buenas ideas”, explica. Usa mazos de naipes comunes, aunque aclara que las invenciones se desarrollan con mazos que tienen algún detalle especial y se venden en los congresos como productos. Si la idea es buena, bonita de ver y el producto es difícil de fabricar, funciona. Las invenciones se patentan internacionalmente y sus derechos pueden comercializarse. En sus shows Áriston utiliza naipes, sogas, pañuelos, palomas, monedas, aunque su preferencia es la cartomagia. “Me gusta mostrar la magia a través de contar una historia interesante, divertida, simpática, misteriosa... casi como si fuera una obra de teatro. Que tenga un inicio, desarrollo, clima y final, para que el público esté entretenido”. Para él “no hay diferencia entre mago, ilusionista o prestidigitador. René Lavand decía que no era mago sino ilusionista, utilizaba todas las técnicas que usamos nosotros pero quería distinguirse. Era buenísimo. Nunca vi un cartomance tan bueno y con una sola mano. Lo que me contaba se lo creía, sabía que era un cuento pero se lo creía. Captaba el interés del público con la frase justa, la pausa, el silencio. Lo más grande que vi fue a (David) Copperfield volar. No lo podía creer. Es impactante por el volumen del espacio y no ves cómo lo hace”.

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