Sorpresita del norte

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Feliciana no se casó “no tenía yo suerte de que viviera con mi marido de un vez separadamente, porque el problema que tengo yo me junté con el muchacho y como más ellos pues se van allá, él se fue. Y sólo me dejó embarazada y se fue y nunca regresó [con ella]. Él vino a casar con su esposa, de Tacaná, y después volvieron a salir. El canijo [su hijo con él] ya comenzó sus dieciocho años. Hasta ahora que quiere él a su hijo, pero hasta cuando ya está grande, cuando ya está allá. Dizque ya lo llamó para que pasara con él, que lo va a ayudar, y hasta ahora está ofreciendo y cuando eran así chiquitos ni lo acordaba él. Yo ya lo crecí y hasta ahora lo está acordando él”. Después, otro hombre la llegó a buscar: “yo ya no era señorita ni tampoco él, me habló como son los hombres …que esto, lo otro… y estuvimos un tiempo hablando, como dos años. Yo no quería, él sí necio y como me decían que tiene mujer. Yo venía en la camioneta para no ver a él, qué si de plano me velaba de día …que si al fin me venció pues y entonces nos juntamos con él. Y hablé con su papá de él si estaba de acuerdo, decían ellos de que su mujer ya no la quería él y así lo acepté”. Vivía con ella pero también con la otra, “como tiene sus hijos con la otra mujer... después venía un tiempo porque yo tuve dos hijos con él. Y después se fue para los Estados y lo llevó otra mujer para allá, se la llevó para allá y ya nos quedaron los otras dos y estando la primera [se ríe]. ‘¡Ay! No, pero qué pena’, le dije yo. Y después regresó otra vez, se enfermó la primer mujer se vino a ver a los hijos. Yo lo regañé que ya no venía conmigo, como ya no mandaba dinero y cómo voy a hacer”. Sigue sola “y así tenía que luchar, y como muy poco terreno el que me tocó, son dos cuerdas y una cuerda allá abajo, yo no tenía donde trabajar. Y por eso se fue mi hijo pues, porque él estudiaba, pero apenas sacó su sexto grado. Yo le dije que siguiera pero ‘no, -me dijo-, no tengo dinero, mejor me voy para allá y después cuando venga quiero estudio’”. Se fue a Carolina del Norte, “ya tiene un año que se fue. Fue con coyote, dice que es mexicano, saber... Pero yo si no tanto estaba de acuerdo, pero mi hijo necio estaba que se va con otro su amigo que vivía allá abajo también. Eran de dieciséis años, estaban todavía patojos. Pero qué decía yo, ‘si no me dejás ir -dijo él- me voy de aquí, pero no voy a pensar en usted si no me apoya, si usted me apoya entonces yo también tengo que acordar de usted’. Me dijo así y después me puse a pensar ‘¿y con quién platicar?’ Yo sólo misma y mi mamá no me respondía, ella dijo para qué se va a ir, todavía está chiquito. Ya sin con quién platicar, decidí sola porque él se fuera, y gracias a Dios bien pasó. Me prestaron, saqué 12.000 en la cooperativa donde está más mejor y como estaba yo afiliada, lo prestamos y gracias a Dios que él ya lo canceló todo”. Pero la historia de los esposos de doña Feliciana no terminó ahí, “después me habló otro, su papá del nene -ahora ya tengo otro-. Él está ayudando así a

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La sorpresita del Norte


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